lunes, 24 de marzo de 2008

...¡¡ A LA SOJA POR SU NOMBRE !! ...

SEPARAR LA PAJA DEL TRIGO

Por Alvaro Molteni

Ingeniero Agrónomo

Docente e investigador de la U.N.L.P.

No pretendamos hacer a través de este conflicto, una discusión íntegra del sector agropecuario, eso es mucho mas complejo y estamos en deuda . La coyuntura nos lleva a tomar posición sobre el hoy, pero reconozcamos que la política agropecuaria es mucho mas compleja que la discusión sobre las retenciones.

Como cualquier sector de la sociedad argentina, el agropecuario está atravesado por cuestiones que lo exceden, le comprenden las generales de un país que todavía sufre, porque no se ha salido aún, de la lógica del neoliberalismo.

En todo este conflicto agropecuario, es importante discernir bien sobre lo que realmente está en discusión, porque se juegan varios partidos en la misma cancha; en un lado hay un equipo en el que todos sus jugadores tienen la misma camiseta (el gobierno y sus aliados) y el adversario es un rejuntado de barrio (el campo) en el que algunos usan camisetas muy nuevas y costosas, con botines nuevos y de los buenos y otros juegan en cueros o en remeras rotas y desiguales y algunos “en patas” o alpargatas.

Por el lado del gobierno, al unísono, no ahorran palabras para tratar a los productores rurales como monstruos enriquecidos, avaros y voraces de lucro, como si TODOS disfrutaran de la fiesta sojera por igual. No es así, si algo caracteriza al campo es la heterogeneidad, que se manifiesta en un gran abanico que contempla distintos y opuestos modelos de producción, con objetivos disímiles, que van desde la pequeña empresa familiar que optimiza utilidades, de los cuales muchos viven en el lugar de producción, hasta la empresa que solo busca maximizar el beneficio económico (lucro), sumadas a otras nuevas formas como los son los fondos de inversión y los pooles de siembra en la que en algunos casos, sus miembros no conocen ni saben lo que están sembrando ni donde lo están haciendo y que solo los moviliza la renta. Ninguno de estos actores es apátrida ni ilegal en si mismo, simplemente son distintos, MUY DISTINTOS.

JUZGAR A TODOS POR IGUAL, ADEMÁS DE SER INJUSTO, ES ABSOLUTAMENTE IRRESPONSABLE.

No olvidemos que hasta la era de la convertibilidad, había en la Argentina mas de 600.000 productores y gracias a las políticas de esa época, en la que no solo el petróleo se fue a manos privadas y extranjeras (con la complacencia de los gobernadores de las provincias petroleras), sino también que se profundizó la brecha entre los productores agropecuarios, quedando marginados (léase fundidos) alrededor de 300.000 productores chicos y medianos.

Fue en 1996 cuando el estado argentino, a través de su Secretario de Agricultura de la Nación, el ingeniero agrónomo Felipe Solá, aprobó la introducción del evento transgénico llamado SOJA RR, organismo genéticamente modificado Interespecíficamente, que posee resistencia al herbicida glifosato (comercialmente llamado Roundoup) que tiene la propiedad de matar toda planta que no sea soja, ligado a una técnica de siembra llamada Siembra Directa.

A partir de ahí comenzó en nuestro país una carrera exitosa para algunos y letal para otros, pero debemos hacer memoria y recordar que fue el propio gobierno quien incentivó la siembra de esta leguminosa, resaltando sus propiedades y exhibiéndola como la panacea alimentaria, que con la soja se acababa el hambre , se incorporaba al organismo nutrientes esenciales y proteínas que ni la carne proveía, se trató de reemplazar a la leche de vaca, así fue que este cultivo pasó de ser una cosa extraña, aún para los productores rurales, a ser el cultivo popular que nos salvaría de la desnutrición infantil y elevaría la rentabilidad agraria por las nubes. Todo esto apoyado desde algunos medios de información que comenzaron a hablar del ”maná” de las pampas y del agradecimiento a Dios que deberíamos hacer por habernos elegido a los argentinos para sembrar la soja.

Es cierto que se hicieron fabulosos negocios, que la necesidad de esta leguminosa forrajera (alimento para animales) de algunos países como China y de la Comunidad Económica Europea, hizo que se aumentaran las exportaciones argentinas y dejaran buenos dividendos para el país, pero no todo en este cuento es lecho de rosas. En tal caso, la historia nos demuestra que esta victoria es a lo Pirro.

La brecha entre productores se agrandó mas todavía.

La Argentina viene sufriendo un proceso de concentración de tierras espectacular, cada vez mas tierra en poder de menos cantidad de personas.

Los pequeños y medianos productores que sobrevivieron, son los que hoy están obligados a entrar en el juego de la soja, ya sea arrendando los campos o sometiéndolos a una pérdida de su fertilidad por causa del monocultivo. Ya que para seguir generando renta, deben apelar a la soja como único recurso posible, con lo cual se deja de diversificar la producción que achica los riesgos económicos y climáticos, sino que aumenta la presencia de plagas y malezas, lo que lo lleva a la necesidad de apelar a mayores dosis de agroquímicos y fertilizantes (todos cotizan en dólares), aumentando su costo de producción y reduciendo su margen de ganancia.

A ese productor, pequeño y mediano, el aumento de las retenciones lo afecta severamente. Pasa a la categoría de “inviable”, termino acuñado en la nefasta década de los 90 para designar a los productores que no se reconvertían a los nuevos tiempos productivos. El gobierno sostiene, sin diferenciarlos en el trato, que ellos son iguales a Gustavo Grobocopatel, que siembra mas de 200.000 hectáreas de soja, que no se queja de las retenciones (excelentes negocios hizo y hace a costas del estado argentino y venezolano) o de los productores que poseen 1000, 2000 o mas hectáreas de superficie. Para el gobierno y sus aliados son la “oligarquía terrateniente”.

Estos pequeños y medianos productores, compran sus insumos en los pueblos que viven, arreglan sus herramientas con los herreros y torneros de sus comunidades, cargan gas oil en las estaciones de servicio vecinas, abren cuentas en los bancos locales, educan a sus hijos en las escuelas de la región, adquieren sus alimentos en los negocios cercanos, se divierten en los boliches de su pueblo o en el vecino, o sea, motorizan y dan vida a las comunidades rurales.

Tratar a estos compatriotas como golpistas, mega empresarios o especuladores insensibles, demuestra irracionalidad malintencionada o al menos una ignorancia total de la realidad del interior del país.

Por todo esto, en cuanto a las retenciones se refiere, si bien son fuente de ingresos a las arcas del tesoro nacional, en el que en un marco solidario permite al gobierno asistir a los compatriotas que mas necesitan y que han servido para mantener un tipo de cambio favorable a la exportación, es que debe pensarse en un esquema diferencial, por región y por escala productiva.

No se promoverá así la recuperación de las economías regionales como pretende el ministro de economía ni se saldrá de la sojización. Se debe buscar por otras vías el desaliento al monocultivo se soja.

Cambiar las reglas de juego a días de la cosecha, no es serio. Los presupuestos hechos con un porcentaje de retenciones, (derechos de exportación que se traslada al productor) contemplan un nivel de retenciones, cualquier modificación para arriba, produce un descalabro financiero, que como siempre lo paga el mas débil.

El país necesita reconstruirse de los males que nos trajo la política neoliberal de la década pasada y que aún hoy continúa manifestándose en algunas prácticas y en sus consecuencias. Para erradicarla, la participación, el diálogo, el consenso y la tolerancia son las claves del proceso.

No contribuye a esto la defensa a ultranza de intereses sectoriales, que encaramados en ellos, se montan algunos, quienes han sido históricamente defensores de las políticas mas antipopulares, retrogradas y represivas de la historia Argentina.