viernes, 13 de junio de 2008

Homicidios europeos. Las trágicas consecuencias de la pérdida de derechos laborales

Cuatro artículos que nos enseñan como deviene el capitalismo post-neoliberal (Capitalismo depredador y del desastre) en la Unión Europea.- Sus actores, sus consecuencias, sus argumentos y sus mentiras.-
Ïndice de los artículos:
  • Bruselas califica de «paso adelante para los trabajadores» el acuerdo para la jornada de 65 horas
  • Homicidios europeos.- Las trágicas consecuencias de la pérdida de derechos laborales
  • El capitalismo, estúpidos. Los jefes de gobierno de la UE han pedido recientemente y de manera unánime que las demandas salariales se atemperen a fin de combatir la inflación.
  • Precios de los alimentos. Adiós al factor China : Tenemos entonces un dato muy importante: China, lejos de provocar un aumento en la demanda mundial, es responsable de una reducción debido a su manejo de inventarios. Eso sí que choca con el comportamiento de los precios, ¿verdad?
Bruselas califica de «paso adelante para los trabajadores» el acuerdo para la jornada de 65 horas


Los ministros de Trabajo de la UE han abierto la puerta a la ampliación de la jornada laboral de 48 a 65 horas semanales, un retroceso que Bruselas presenta como «un paso adelante para los trabajadores». La discusión sobre la propuesta, que llevaba años bloqueada, se prolongó hasta altas horas de la noche y, al final, se aprobó por una mayoría cualificada de los titulares de Trabajo de los Veintisiete.

Tras cerca de 12 horas de negociación, los ministros de Trabajo de la Unión Europea acordaron, por mayoría cualificada, ampliar los límites de la jornada laboral hasta las 65 horas semanales. La propuesta, que llevaba varios años bloqueada y que, ahora, debe ser aprobada por el Parlamento Europeo (PE) para su entrada en vigor, es «un paso adelante para los trabajadores», según la Comisión Europea.

El Estado español, Bélgica, Chipre, Grecia y Hungría, presentaron una declaración en la que aseguraron no poder aceptar el texto por el «retroceso social» que supone.

La reforma de la directiva de Tiempo de Trabajo consagra la hasta ahora transitoria cláusula del «opt out» -introducida en su día a petición de Gran Bretaña- que ofrece a los empleados la posibilidad de trabajar por encima del máximo vigente de las 48 horas semanales.

Más de diez semanas

El texto acordado por los ministros establece que este límite, que sigue siendo el oficial, podrá superarse en caso de acuerdo entre el trabajador y el empresario, siempre por debajo de un techo máximo que queda fijado en 65 horas a la semana si se incluyen períodos de guardia.

Sin ellos, el límite estará en 60 horas semanales, a no ser que exista un convenio colectivo o un acuerdo entre patronal y sindicatos que ponga un tope más alto. Por las presiones del Estado francés, la directiva se aplicará a todos los contratos de más de diez semanas de duración y no sólo a aquellos de más de cuatro meses, como establecía el texto presentado por la Presidencia de turno eslovena.

El texto pactado introduce varias salvaguardas llamadas a asegurar que el empleado que trabaje por encima de las 48 horas a la semana lo haga «de forma voluntaria y no obligado» por el empresario.

En paralelo, los estados de la Unión Europea acordaron la equiparación salarial de los trabajadores cedidos por Empresas de Trabajo Temporal (ETT) con sus compañeros contratados directamente a partir del primer día de contrato, algo que ya ocurre en el Estado español.

La directiva pactada por los ministros de Trabajo de los Veintisiete incluye una excepción para aquellos estados donde exista un acuerdo entre la patronal y los sindicatos en este ámbito, caso de Gran Bretaña -que hasta ahora había bloqueado el texto-, donde la igualdad salarial se da a partir de doce semanas de contrato.

El comisario de Empleo, Vladimir Spidla consideró el acuerdo como «un paso adelante» y como un plus de «seguridad» para los trabajadores, «sobre todo de empresas de trabajo temporal, al tiempo que mantiene la flexibilidad que requieren tanto la industria como los empleados».

Sindicatos consideran que es un «ataque en toda regla»

«Ataque en toda regla a los derechos de los trabajadores» y apoyo a «las tesis más conservadoras» son algunas de las definiciones utilizadas por los sindicatos para valorar la decisión de los ministros de Trabajo de la UE de ampliar la jornada laboral semanal. Tras indicar que la iniciativa proviene de «la mano de la derecha más conservadora y más ultraliberal», José Luis Rezabal, responsable del área jurídica de LAB, subrayó que su aplicación supondría «desmantelar» el modelo de relaciones laborales basado en la negociación colectiva, al «posibilitar que el acuerdo individual se superponga al convenio colectivo».

ELA consideró que la medida «pretende eliminar el tiempo de descanso y retrotraernos a tiempos pasados de jornadas de trabajo interminables y condiciones laborales extremas, más propias de la sociedad preindustrial».

El secretario de Acción Sindical Internacional de CCOO, Javier Doz, manifestó que «estamos ante el mayor ataque al derecho laboral europeo desde la creación de la Unión». Subrayó que es «intolerable que se convierta la jornada de trabajo -elemento esencial de la negociación colectiva y de la legislación laboral- en una cuestión de relación individual entre el empresario y el trabajador».

Desde Bilbo, el secretario general de UGT, Cándido Méndez, aseguró que «así podemos abocar a una situación de confrontación muy seria».

La Confederación Europea de Sindicatos calificó de inaceptable el acuerdo y consideró que «consagra las excepciones a las 48 horas semanales y no fija ninguna fecha para eliminarlas».
Homicidios europeos

Las trágicas consecuencias de la pérdida de derechos laborales

Il Manifesto

Traducido por Gorka Larrabeiti


Hay un nexo terrible entre la decisión de la Unión Europea de liberalizar el horario de trabajo y la enésima masacre de ayer en la cotidiana guerra italiana en el trabajo, que acabó con la vida de nueve obreros, nueve personas (1). Este nexo se llama liberismo.

En la segunda mitad del S. XIX, lucha a lucha, matanza tras matanza, tomó cuerpo la Fiesta de los trabajadores, el 1 de mayo. El movimiento partió de los Estados Unidos y Canadá, desembarcó en Europa en 1889 cuando los delegados socialistas de la Segunda Internacional dieron carácter oficial a la fiesta. El 1 de mayor estaba centrado en un gran objetivo estratégico: la conquista de las ocho horas. En la primavera de 1906, nueve mil trabajadoras del arroz desfilaban por las calles de Vercelli junto con los trabajadores del metal cantando: “Si ocho horas / os parecen pocas…”. La lucha por las 40 horas ha marcado el S. XX. Una batalla de civilización que representó un hito histórico.

¿Quién sabe si los 27 ministros del trabajo de la UE han estudiado la historia del S. XX? ¿Quién sabe si la comprendieron? Hace dos días, 22 de ellos votaron una normativa que sentencia el fin no ya de las 40 sino de las 48 horas conquistadas en el lejano 1917. Del “siglo breve”, de su ferocidad y de sus conquistas casi todo se sabe. Pero ¿qué hemos de esperarnos de este siglo, si en sus albores nos catapulta 120 años atrás?

Si Estrasburgo vota el texto sancionado por la Unión Europea, la desregulación del trabajo desbordará las esperanzas de los peores gobiernos liberistas. Entre los más entusiastas, el italiano y el francés, que sellaron su victoria sumándose al frente de la “modernidad”, o sea, del mercado y del beneficio como únicos reguladores de las relaciones sociales y de la vida de las personas. Se podrá trabajar 60, 65 horas a la semana sólo con tal que el patrón lo desee. Será aún más fácil morir en la fábrica, en las obras, en los campos, o dentro de cisternas, envenenados como ratas. Liberalizar el horario de trabajo es un crimen, una instigación a delinquir. Ahórrennos, señores ministros y secuaces, las lágrimas por los últimos homicidios de ayer, empezando por los seis obreros sicilianos muertos por exhalaciones tóxicas dentro de una cisterna de depuración. Así se moría en el S. XIX; así se sigue muriendo en el S. XXI. ¿Y las conquistas del S. XIX que han sobrevivido? Carbonizadas en los escaños de Estrasburgo, si no se frena esta marcha liberista.

Gracias a la nueva normativa se podrá acabar con toda forma de convenio colectivo, sustituido por las relaciones de trabajo individuales, “trajes hechos a medida”, que es con lo que sueña la Confindustria [patronal italiana, N. d. T.], la cual interpreta la victoria de la derecha, la evaporación de la izquierda y la “modernización” del Partido Democrático, como un viático para doblegar los derechos a la lógica de empresa. Cueste lo que cueste, aunque sean vidas humanas. Por lo demás, ¿no han dicho ya patronal y ministros que las nuevas leyes sobre seguridad son demasiado costosas y que hay que suavizarlas?

Es cierto, en Italia los comunistas y los socialistas ya no tienen representación política. Pero no todo se reduce al Parlamento, no está escrito que las fuerzas democráticas hayan muerto. La cuestión es si siguen existiendo fuerzas sociales, sindicales, civiles y culturales, aquí y en Europa, capaces de plantarse, de defender una conquista de civilización. Siquiera en nombre del derecho a la vida de los que trabajan. De ser negativa la respuesta, ganarían quienes tachan de ideologismo toda crítica al estado actual de las cosas. No sería el fin de la historia, pero hemos de tener en cuenta que habrá que volver a empezar desde muy lejos. Desde finales del S. XIX.

Fuente:
http://www.ilmanifesto.it/Quotidiano-archivio/12-Giugno-2008/art1.html

(1) Al menos seis trabajadores murieron hoy en la isla italiana de Sicilia al inhalar gases tóxicos mientras limpiaban un tanque de una planta depuradora de agua. El accidente tuvo lugar en el municipio de Mineo, a 35 kilómetros de la ciudad de Catania.

Un suceso similar ocurrió en marzo pasado, cuando cinco trabajadores de una empresa de aseo murieron intoxicados mientras limpiaban un camión cisterna en la región de Apulia. Italia encabeza la lista de países fundadores de la Unión Europea con mayor número de accidentes laborales, lo cual ha sido denunciado en varias ocasiones por las organizaciones sindicales más importantes del país.

Según datos oficiales, en 2007 murieron 900 italianos por esa causa.
http://www.prensa-latina.org/article.asp?ID=%7BDF68B632-DC93-46C5-AD6B-3C1898341426%7D&language=ES

El capitalismo, estúpidos
Los jefes de gobierno de la UE han pedido recientemente y de manera unánime que las demandas salariales se atemperen a fin de combatir la inflación.

Mundo Obrero


Los bancos y las cajas piden al Gobierno que use el Fondo de Reserva de las pensiones contra la crisis crediticia.

Los jefes de gobierno de la UE han pedido recientemente y de manera unánime que las demandas salariales se atemperen a fin de combatir la inflación.

Desde todos los foros y ámbitos de análisis económico se viene advirtiendo que esta crisis es de una extraordinaria dimensión y tendrá consecuencias muy negativas, especialmente en España.

Por lo pronto algunas cajas de ahorros comienzan a sentir el dogal de la falta de liquidez, producto de sus alegrías inversionistas en el ladrillo y la subsiguiente especulación urbanística. En Diciembre del año pasado Javier Gómez- Navarro antiguo Ministro de Felipe González y actual Presiente de las Cámaras de Comercio de España declaraba sin ambages que los recursos del Estado deberían provenir en su mayoría de los impuestos indirectos (fundamentalmente el IVA) porque los pudientes tenían mecanismos de sobra para burlar a la Hacienda española en lo concerniente a sus rentas de capital.

Los impuestos sobre Patrimonio, Transmisiones y Beneficios empresariales comienzan a ser eliminados del horizonte impositivo español alegando que esas medidas promoverán la inversión y la "consecuente creación de empleo". El Gasto fiscal representado en deducciones, exenciones y bonificaciones al capital no sólo se mantiene sino que aumenta "a fin de que se creen riqueza y puestos de trabajo". El crecimiento económico medido a través del PIB (siglas mágicas para los gurús de la economía capitalista) sigue en un constante declinar previsión tras previsión. La precariedad avanza, el paro aumenta, las hipotecas siguen ahorcando a las economías familiares y los mileuristas son ya considerados unos privilegiados por colectivos cada vez más numerosos; es el cuento del hombre pobre que comía altramuces.

Las mujeres, en situación de paridad en los Consejos de Ministros y otras administraciones no perciben en infinidad de casos el mismo salario que los hombres en condiciones laborales semejantes. Sobre los inmigrantes sin papeles se ha decretado desde toda la UE la caza, captura y deportación consecuente tras internamientos o confinamientos ante el silencio total de la inmensa mayoría.

La crisis es triple: económico-financiera, energética y alimentaria. El monto monetario global multiplica por cinco el valor de los bienes que se supone debe representar. La inflación en estos y en los demás pagos tiene como componente fundamental el auge desmesurado de los beneficios empresariales y no los incrementos salariales. Sentencias de tribunales ya dan por buena y aplicable la directiva Bolkenstein. Y así casi hasta el infinito.

Las explicaciones que se están dando abundan en la idea de que el aumento del nivel de consumo de China e India está produciendo el desfase energético y alimentario.

Ese argumento expresa, por otra parte, que el concepto de calidad de vida instalado por el capitalismo es incompatible con los Derechos Humanos aplicados a los 6.300 millones de habitantes del planeta Tierra. El propio concepto del PIB como medidor universal de lo que llamamos crecimiento sostenido comienza a ser cuestionado y en algunos trabajos de prospectiva se plantea ya el concepto de Decrecimiento aplicado a determinadas variables en la producción de bienes y servicios.

El lenguaje edulcorado que obvia una realidad en la que la radicalización del conflicto Capital- Trabajo viene expresada por la realidad insoslayable y también por las descarnadas declaraciones y propuestas de los administradores gubernativos de la Globalización.

Precios de los alimentos
Adiós al factor China



Para explicar el comportamiento al alza de los precios de alimentos se ha recurrido a varios factores. Pero entre las razones que se mencionan, siempre destaca el factor China.

La historia es sencilla: el aumento de la demanda en China afecta la dinámica de precios, no sólo por el crecimiento demográfico, sino porque la clase media ascendente ahora consume más carne. Como se necesitan 700 calorías de alimento en grano para producir 100 calorías de carne de res, este cambio de dieta presiona fuertemente el mercado.

Hasta Paul Krugman, tan admirado por los lectores de The New York Times, abraza esta “explicación” y coloca a la demanda china como principal causa del aumento de precios. Pero el famoso economista no ha hecho bien la tarea.

Daryll Ray, investigador de la Universidad de Tennessee, sí ha revisado los números y éstos son sus hallazgos: primero, entre 1990 y 2007 la demanda de carne de res pasó de 1.1 a 7.4 millones de toneladas, pero China cubrió ese incremento con producción doméstica y hasta exportó pequeños excedentes.

El consumo de carne de cerdo aumentó de 23 a 45 millones de toneladas entre 1990 y 2007, pero China fue autosuficiente y siguió exportando. Finalmente, el consumo de carne de pollo pasó de 2.4 a 11.5 millones de toneladas entre 1990 y 2007. China fue autosuficiente en este producto, aunque en 2007 importó una modesta cantidad (124 mil toneladas).

Así, entre 1990-2007 su demanda de cárnicos creció 142 por ciento, pero se cubrió con producción interna y hasta se exportaron excedentes. Ese factor no constituye una presión adicional sobre el mercado internacional de cárnicos.

¿Qué sucede en el caso de los granos? Veamos el arroz. Entre 1990 y 1999 el consumo pasó de 124 a 134 millones de toneladas; la producción mantuvo el ritmo y China continuó exportando. Después de 2000 la producción doméstica fluctúa, pero siguió cubriendo la creciente demanda y generando excedentes. Se observan incrementos en superficie cultivada para este grano, lo que permitirá hacer frente a la demanda y seguir exportando.

China cubre su consumo interno de maíz y es un exportador importante (en 2005 exportó 3.5 millones de toneladas). Para el trigo tenemos que en los años 90 la demanda interna pasó de 102 a 109 millones de toneladas. Aunque eso pudo cubrirse con rendimientos crecientes, aumentó sus reservas con importaciones. A partir de 2000 reduce la producción interna y recurre a sus reservas de trigo para cubrir la demanda. Sin embargo, desde 2005 la superficie cultivada y la producción interna aumentan nuevamente y China vuelve a exportar trigo.

Todo esto revela una interesante política de manejo de reservas. En la década de los 90, probablemente por la experiencia histórica de numerosas hambrunas, China mantuvo reservas muy altas. Pero en los últimos diez años una parte de su demanda se cubrió con esas gigantescas reservas. Por eso los datos mundiales revelan no un incremento, sino una disminución en la demanda internacional de granos en ese periodo. Hasta aquí los números de Daryll Ray.

Tenemos entonces un dato muy importante: China, lejos de provocar un aumento en la demanda mundial, es responsable de una reducción debido a su manejo de inventarios. Eso sí que choca con el comportamiento de los precios, ¿verdad?

No cabe duda, hay que despedirse del factor China como explicación del aumento de precios. Y dado que los otros factores que mencionan los medios (agrocombustibles, precios de petróleo y sequías en algunas regiones) no sirven por sí solos para dar cuenta de los incrementos espectaculares en el costo de los alimentos, hay que seguir buscando otra explicación.

No hay que ir muy lejos: la concentración del mercado mundial de granos, carne, semillas e insumos agrícolas es la pista más prometedora. Hoy, conglomerados como Archer Daniels, Cargill, Bunge, Monsanto y Syngenta tienen el poder de mercado y la infraestructura para manejar inventarios, invertir en mercados de futuros y manipular precios a escala mundial para obtener súperganancias. Pero ni la OMC ni la FAO están interesadas en remediar esta situación.

En el plano nacional sucede lo mismo: deficiente política agrícola, mala gestión de inventarios y poder de mercado de grandes consorcios. Eso explica el incremento de precios. Pero el gobierno no quiere perturbar a sus amigos. Es mejor propalar las mentiras sobre el factor China.