Expansión de la frontera agraria
Artículo, por Pedro Bugani
Antes de dar cuenta de que quiero escribir y expresar, necesito presentar al sujeto en cuestión que según mi criterio fue manipulado por la Directora del Canal 7, en el noticiero de las 21 horas de hoy jueves 19 de Junio.-
Las mil caras de la "otra gente" en la Plaza
Antes de que llegaran las columnas más grandes a Plaza de Mayo, un grupo que entró por Diagonal Sur atrajo la atención de los periodistas. Serían unas treinta o cuarenta personas que llevaban una pancarta que decía "Gualeguay-Entre Ríos. Vinimos solos, nadie nos pagó". Seguramente los periodistas fueron atraídos porque en Gualeguaychú, otro pueblo entrerriano, está el foco de resistencia a las retenciones. El grupo de militantes gritaba consignas contra los sojeros. "Los sojeros son todos extranjeros que se llevan la plata afuera", decían.
Había otros grupos relacionados con el campo, como uno que avanzaba bajo un cartel que decía "Emprendedores y horticultores de Estancia Chica", y otros de movimientos originarios.
Un grupo nutrido, que entró a la Plaza con sectores del centroizquierda que apoyan la política de retenciones, llevaba una gran pancarta que decía "Frente Nacional Campesino", que agrupa a trabajadores y pequeños productores de Santiago del Estero, Chaco, Formosa y Misiones.
En la cabeza de esa columna había una buena cantidad de intelectuales como Nicolás Casullo, Ricardo Forster, Horacio Verbitsky, Cristina Banegas, Norberto Galasso, Eduardo Jozami, Lilia Ferreyra, parte de los firmantes de la Carta Abierta de los intelectuales, y también el titular de la CTA, Hugo Yasky.
Hasta aquí la presentación. Se trata sin duda de un Frente Campesino que tiene varios centenares de miles de participantes, que se ha expresado reiteradas veces en contra de la política de sublevación de las patronales "del campo".
En el curso de los sucesivos cortes de rutas, llegó hasta la Universidad de las Madres de Plaza de Mayo, y realizó, junto a otras agrupaciones semejantes, todas representantes del verdadero campesinado pequeño, un debate sobre que posiciones y acciones deberían tomar en común ante esta sublevación creciente de los dueños de la tierra (y de otros gurkas más sofisticados, como las grandes empresas transnacionales cerealeras).
Luchadores contra la expansión criminal de la frontera sojera que llevó a decenas de miles de familias a tener que emigrar del campo, por que sus tierras, ancestralmente cultivadas, fueron arrasadas por diversos grupos que se apropiaron de extensos territorios públicos, como montes y reservas forestales, para privatizarlas y transformarlas en campos de soja, conocen vitalmente de que se trata "la sojización del territorio".
Convidados de piedra del gobierno, no visibles ante la opinión pública por pertenecer a provincias lejanas del norte del país, y a sectores permanentemente castigados en las "varias conquistas del desierto, por la extensión, apropiación, privatización y expansión de las áreas agrícolas para su modernización", desde hace años vienen reclamando por sus derechos cercenados, y expresando su vocación de integrarse a un proyecto común de una patria nueva, justa, emancipada, soberana, con distribución no de la renta, si no de los medios necesarios para la producción (en este caso agrícola de pequeña escala), para poder vivir con alguna dignidad.
Para que decir que fueron permanentemente ignorados por cuanto medio de comunicación existe, y mucho más por los que se radican en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, y hacen de su visión del mundo, "la visión de todo el país". Nobleza obliga, hago salvedad del diario Página 12, que en oportunidades comunicó muchas de las vejaciones a que eran sometidos desde varios años hasta estos días.-
Vayamos a la Sra. Lufrano, y al Noticiero del Canal 7.-
Hoy Jueves, se conocieron unas declaraciones de un gurka de la CRA., residente en Formoza, que, palabras más palabras menos transmitió el siguiente mensaje: "Si el Congreso Nacional no aprueba nuestra propuesta, debe desaparecer".
Supongo que por razones de su participación del acto de Plaza de mayo, y tal vez, de algunas actividades ligadas a su condición de dirigente, voz y actor de esta lucha entre "el campo" y por sobretodo, los campesinos e indígenas del norte argentino corridos de sus tierras, y condenados al hambre, la miseria, las enfermedades y podría seguir agregando padecimientos, se encontraba en la Atenas del Plata el representante del Frente Nacional Campesino de Formosa, y fué convocado por el canal 7 y su noticiero para opinar sobre el "gurka de la CRA. Formoseña".
Hombre sin duda sencillo pero sabio, simpático, de hablar suelto, y opinar con precisión, lucía contento como chico con juguete nuevo, por estar frente a las cámaras de televisión, y ser entrevistado por la Señora Directora del Canal Público. Se brindó por entero a las interrogaciones que le hacía la Sra. Lufrano, y daba cuenta minuciosa y clara de las actividades agropecuarias (y afines) que realizaba el gurka en cuestión.
A mí personalmente, no solo me agradó su presencia, su español tan bien hablado, casi con galanura, también me interesaba sobremanera los datos que iba proporcionando sin titubear ante las preguntas que se le formulaban. Trasuntaba un saber al cual a los habitantes de las ciudades del Plata, nos resultan de difícil acceso, y me interesé en su relato.-
Pasados 2 minutos, tal vez casi llegando a los 3, la Sra Lufrano, una vez conseguido su fin de presentar a "un oprimido auténtico" que testimoniaba sobre el gurka formoseño, dió abruptamente por terminada la entrevista, con la sorpresa y desasosiego, del compañero campesino, y al menos, de la mía también.
A continuación llamó a proseguir con el noticiero, un joven "cool" daba a conocer los estrenos teatrales de la semana en la Atenas del Plata...sin duda una información valiosa para comprender estos días de junio...
En varias oportunidades comentamos con compañeros sobre el proceder poco democrático y popular del "Canal Público". Uno de los intercambios emblemáticos consistió en que por razones que no recuerdo, parecía incendiarse el país, ya en tiempos de Cristina, y todos los canales pasaban en "cadena" la propaganda convenida y conveniente para el caso. Como era una información por demás basura, muchos acudimos al "Canal Público" en busca de alguna información más cierta...Nos encontramos que en este canal pasaban una ópera, creo que en alemán, y que al escucharla, por breves segundos, daba la impresión de que esa gente vivía en otro planeta. Y esta ópera, como una música de nibelungos, continuó durante horas, ignorando estupendamente que existía un país...
Esta fué la necesidad de compartir una escena de la vida cotidiana, que no por ser cotidiana y repetida no deja de expresar a los gritos que "algo no está del todo bien en los medios del estado"...
BIBLIOTECA PACO URONDO.
Pagina 12.-
LA OPOSICIÓN SE RESISTIÓ
A ESCUCHAR
AL “OTRO CAMPO”
Sin oídos para el campesino
El silencio reverencial con que los diputados de las comisiones de Agricultura y Presupuesto siguieron el lunes la exposición de las cuatro entidades y De Angeli, ayer se transformó en lo opuesto. La realidad de los desplazados por la soja.
–¿Somos todos el pueblo o no somos todos el pueblo? –preguntó Claudia Herrera, integrante del Foro de Agricultura Familiar y representante de los pueblos originarios, a los legisladores presentes.
–Sí, digan un sí fuerte –se respondió Claudia, ante la tibieza de los diputados.
–Mis antepasados, a la hora de resolver un conflicto, hacían un círculo y mientras uno hablaba, el resto se quedaba callado. Nosotros existimos desde siempre, por eso queremos que la redistribución vaya para los pequeños productores. ¡No a la violencia, y sí al diálogo! –concluyó Claudia, cuando muchos de los diputados de la oposición ya querían dar por concluida la sesión en un clima poco propenso para el debate.
La segunda reunión del plenario de las comisiones de Agricultura y Presupuesto de la Cámara de Diputados realizada ayer tuvo un clima diferente al primer encuentro del lunes. Si en la primera sesión los legisladores escucharon con atención y en silencio las palabras de los representantes de la Mesa de Enlace, no ocurrió lo mismo ayer. Desde el inicio de la jornada, los diputados de la oposición (PRO, UCR, Coalición Cívica) de lo único que querían hablar era sobre la resolución 125 (las retenciones móviles). Pero los representantes del Frente Nacional Campesino, el Foro de Agricultura Familiar y los representantes de los pueblos originarios que viven de la agricultura tenían otras cosas para decir y denunciar, como la destrucción del medio ambiente a raíz de los monocultivos y el uso de fertilizantes y la expulsión de sus tierras por los pools de siembra. Los diputados opositores tampoco mostraron mucha tolerancia a la hora de escuchar a los representantes de las asociaciones de consumidores.
“Hemos sido negados desde hace mucho tiempo, detrás del espasmo triunfalista de la soja. Venimos acá a denunciar el grave deterioro de la soja transgénica y sus topadoras que destruyen bosques”, señaló Luis Horacio Santucho, del Frente Nacional Campesino. Ni bien dijo esto, se escuchó por lo bajo, en boca del diputado Eduardo Kenny (UCR): “Acá tendrían que venir las topadoras”. O el diputado tuvo un lapsus de sinceridad o simplemente estaba bromeando. Luego de que varios legisladores reaccionaran a tiempo pidiendo que no se caiga en un clima de violencia, Santucho pudo continuar. “Estamos de acuerdo con las retenciones, pero queremos que el Fondo de Redistribución Social sirva para mejorar también a nuestro sector. Pedimos por la redistribución de tierras para aquellos que sufrimos el despojo en la mal llamada Campaña del Desierto, en las diferentes Dictaduras Militares y ahora con la soja”.
La temperatura iba en aumento. Los legisladores de la oposición (PRO, UCR, Coalición Cívica) se estaban impacientando porque las reivindicaciones de los sectores invitados iban más allá de la famosa resolución 125. Cuando terminó su intervención Santucho, los diputados empezaron a pedir la palabra. Cantero, como presidente de la comisión, no quería darle el turno a la oposición. “Queremos la palabra, somos diputados de la nación. Si no nos dan la palabra, nos vamos”, gritó Federico Pinedo (PRO), de pie. Los radicales presentes (Gustavo Cusinato, Carlos Ulrich, Liliana Bayonzo y Kenny), junto a Adrián Pérez (CC) y Pinedo (PRO) comenzaron a gritar “¡Retenciones, retenciones, 125, 125!”, a lo que se sumaron algunos productores autoconvocados, más alineados con los reclamos de la Mesa de Enlace.
Entre grito y grito, Cantero intentaba poner orden: “Si no hay voluntad democrática, no podemos sesionar”. La discusión continuó, era el turno del Foro de Agricultura Familiar. “No estamos en contra de nuestros compañeros, sí de los que hacen agronegocios. La agricultura familiar es la diversidad de la producción, la diversificación y no el monocultivo. La tierra tiene que ser un bien social, para que en el Conurbano puedan cultivar y vivir como lo hacían muchos productores en sus pueblos de origen”, indicaron desde el Foro. Nuevamente los invitados iban a ser interrumpidos. La oposición pidió una moción de orden, para intentar tratar la 125. Cantero, con poca cintura política, dijo que no se harían mociones (y hasta ese momento tampoco se le había dado la palabra a los legisladores). Pinedo, nuevamente exaltado, se levantó gritando para que le dieran la palabra.
Christian Gribaudo (PRO), vicepresidente de la Comisión de Agricultura, indicó a PáginaI12 que Cantero estaba empecinado en no darle la palabra a los diputados. Cuando las cosas se estaban yendo de cauce, el titular de la Comisión de Agricultura reaccionó y acordó que hablaría un diputado por bloque. Pinedo pudo tomar la palabra: “Tenemos dos alternativas, o nos ponemos de acuerdo para solucionar los problemas del país o nos peleamos entre nosotros. Hay un problema de orden. Los diputados no sabemos qué estamos discutiendo”. Su intención era rechazar la resolución 125.
A su turno, Luis Lusquiños (Frejuli) tomó el micrófono y le respondió primero al Foro de Agricultura Familiar. “En San Luis, le devolvimos a la cultura ranquel sus tierras. Y ellos están en contra de las retenciones”, chicaneó y agregó en un golpe de sinceridad: “Este hiperactivismo auditivo en el que estamos sumergidos no sirve para nada”. Los diferentes legisladores que tomaron la palabras dijeron más o menos lo mismo: tratar con imediatez la resolución 125. Si hubo alguna intervención para rescatar, la de Norma Morandini (Memoria y Democracia) fue bastante interesante. “Algunos confunden debate con discursos (para las cámaras), pero la democracia es reconocer al otro. Hoy no venimos a ganar o perder, tenemos que ser sensatos y preguntarnos a quién estamos sirviendo”, señaló la legisladora.
Si la democracia es reconocer al otro, poco lugar tuvieron los “otros” que fueron invitados a la comisión, ya sean las entidades de pequeños productores familiares, como las asociaciones de consumidores y los productores autoconvocados. Entre grito y grito, cada uno quería marcar su posición, muchos legisladores para las cámaras y los productores por sobre el oficialismo. Cantero, luego de escuchar inmóvil las palabras de un productor frutihortícola que gritaba contra las retenciones y los gobernadores, se retiró raudamente. El legislador se comprometió para consensuar con los presidentes de los bloques un orden para los debates venideros.
La tierra y los usos de la fuerza
El lugar de los pueblos originarios en la disputa por las ganancias que produce la explotación agropecuaria del “territorio ancestral indígena”.
La rapiña “del campo”
Consejo Asesor Indígena *
Desde hace más de tres meses venimos asistiendo como meros espectadores a una confrontación entre el Gobierno y sectores del capital agropecuario que debería incluirnos en primer término, ya que la pelea de fondo es por el acceso y el reparto de las multimillonarias ganancias que extraen del territorio ancestral indígena.
El Estado argentino reconoció en la Constitución de 1994 la preexistencia de los pueblos originarios, siendo actualmente catorce los pueblos que sobrevivimos en porciones muy pequeñas de nuestro territorio ancestral pese al racismo y la negación sistemática, no sólo de nuestros derechos reales, sino de nuestra existencia misma. Además, en el 2000 el Estado formalizó su adhesión al Convenio 169 de la OIT. Finalmente, el año pasado, Argentina, como país signatario de Naciones Unidas, firmó la Declaración de los Derechos de los Pueblos Indígenas.
Estos reconocimientos suponen derechos efectivos, no sólo a la vida en sí, sino a la vida en nuestro territorio ancestral. En el caso del pueblo mapuche, en puel mapu (territorio del este de la cordillera), muchas de nuestras familias que hoy ocupan pequeñísimas fracciones de campo en las mesetas y estepas de Río Negro, Neuquén y Chubut fueron masacradas y hechas prisioneras por el Ejército Argentino (a partir de 1833 en diferentes campañas) de las tierras que hoy son el botín de la soja y de las extraordinarias rentas diferenciales del suelo de la pampa húmeda.
Apellidos tales como Catriel, Painé, Epugmer y Calfucurá –representantes de miles de familias que vivían en el territorio de lo que hoy es la provincia de Buenos. Aires, sur de Córdoba y La Pampa–, por ejemplo, son prueba viva de nuestra vida en el territorio que siguen rapiñando hoy por sobre nuestra sangre derramada.
Otros pueblos hermanos ofrecen otros ejemplos. La ampliación de la frontera de la soja hacia el norte es, en realidad, un nuevo avance hacia el territorio wichi, qom, guaraní, cien años después del sometimiento armado de las campañas de Roca y Victorica al Chaco. Según cifras oficiales, el 10 por ciento de la producción nacional de azúcar –con su consiguiente aporte a la renta nacional por exportaciones– la realiza la empresa Tabacal Agroindustrial de la transnacional Seebord Corp. en territorio ancestral guaraní, que tanto dolor y muerte le produce a la comunidad La Loma.
No conocemos ningún economista de los tantos que han aportado a este debate “nacional” que haya analizado –menos cuantificado– el aporte forzado y forzoso, inconsulto, ilegal e ilegítimo de los pueblos originarios a la llamada renta nacional en la Argentina del Bicentenario.
Ni qué hablar de los autodenominados representantes “del campo”, que no consideran tales a las extensiones de tierra árida y semiárida en las que tenemos nuestras ovejas y chivas –para el consumo doméstico generalmente–, las que además son para los organismos internacionales y expertos medioambientales la causa de la degradación y desertificación de los suelos.
Tampoco aceptamos que se nos incorpore a este debate como “campesinos”, categoría que niega nuestro autorreconocimiento político e identitario como indígenas, aunque esa categoría pueda servirles a muchos políticos y economistas para colocarnos en su mundo ideológico, que no puede imaginar la vida de los pueblos por fuera de los esquemas de la producción capitalista. En nuestra cosmovisión somos uno con y en la naturaleza en wall mapu (territorio ancestral mapuche preexistente a la creación de los Estados de Argentina y Chile), arrinconados en pequeñas porciones que debemos defender de los “inversores” y de los gobiernos encaramados en los negociados de tierras, que llaman fiscales aun con nosotros viviendo dentro.
La defensa de nuestro territorio ancestral la hacemos y seguiremos haciendo desde esa cosmovisión, en la que no es posible escindir la vida del pueblo de la de los recursos naturales; mucho menos el suelo, el subsuelo, el espacio aéreo y sus respectivas rentas que ofenden y mansillan al wall mapu.
* El CAI es una organización de base del pueblo mapuche.
Radiografía de un modelo violento
La republiqueta sojera
Repúblicas Unidas de la Soja es un libro editado por el Grupo de Reflexión Rural a finales de 2007, donde se describe el modelo y su inevitable crisis. Es un aporte fundamental para comprender a nuevos actores del poder económico, sus métodos y objetivos. “La soja no es un mero cultivo, es un sistema que condiciona cualquier política” advierte en la introducción Javiera Rulli, compiladora de los artículos que conforman el libro. Es, también, la que describe didácticamente los alcances de esta nueva forma de ocupación territorial, que condiciona las democracias latinoamericanas.
“Los agronegocios y las industrias extractivas constituyen el eje estructural y el origen de los principales conflictos sociales y ambientales en la región sudamericana”, puntaliza Rulli. Ahora también sabemos que a esta lista hay que sumarle los conflictos políticos, que vuelven aun más urgente el llamado que la autora realiza: “Necesitamos hallar los elementos intelectuales que nos permitan visualizar y enfrentar esas nuevas situaciones neocoloniales, poder repensar las relaciones de la ciudad y el campo en épocas de globalización.” Para que así, es quizá útil y necesario identificar el problema en su real dimensión. Aquí, una síntesis y el libro completo, en formato pdf.
El sistema
La soja no es un mero cultivo, la soja es un sistema que condiciona cualquier política. El sistema de la soja es, por lo tanto, la cota ciega sobre la que transcurre la confrontación establecida entre progresismo y neoliberalismo, entre soberanía nacional y globalización, entre hallar el propio destino y la subordinación a un destino colonial. Este sistema se define por políticas agrarias diseñadas para un país, desde remotas oficinas que no pueden evitar -más allá de sus buenas o malas intenciones- la tragedia de que esas políticas desvirtúen las democracias de los países a los que van destinadas.
Las nuevas corporaciones
Los agronegocios son uno de los principales núcleos de poder de las corporaciones que dominan el Cono Sur. Dividen a la región en 3 modelos de monocultivos: producción de oleaginosas, árboles para celulosa, y caña para azúcar y etanol. Estas corporaciones comparten el territorio con las transnacionales mineras y petroleras. Actualmente, en la nueva era de la “Bioenergía”, estos diferentes sectores económicos se están fusionando para generar megaoligopolios. Así, desde el agro se está desarrollando una estrategia regional y un proyecto de integración corporativa. La dominación territorial se expresa a través de la expansión de los monocultivos y la culminación de las vías logísticas de escurrimiento hacia los puertos al exterior. Las actividades de los “agronegocios” y las industrias extractivas constituyen el eje estructural y el origen de los principales conflictos sociales y ambientales en la región sudamericana.
Republiquetas sojeras
La soja es un monocultivo, que en la actualidad, se extiende por todo el Cono Sur desplazando a la población rural, devastando las áreas de bosques y pastizales y debilitando las bases de la producción alimentaria de cada país. Los países sojeros se convierten en meras republiquetas sojeras, donde la población se aglutina en las ciudades con planes asistenciales, dependientes de las regalías de la exportación de la soja.
Cultivo geopolítico
La soja es una planta que proviene de Asia, destinada a la alimentación humana después de un proceso de fermentación (tofu). Sin embargo, desde el comienzo de la revolución verde, el cultivo de la soja pasa a ser forraje, y sustituto de las proteínas en la dieta humana, además de ser utilizado como parte de una estrategia geopolítica de ocupación del territorio.
Breve historia de la invasión
En Sudamérica, este cultivo empezó como leguminosa con el fin de enriquecer la tierra con nitrógeno para ser implementada en el ciclo de rotación de cultivos, pero se convirtió paulatinamente en la gran estrella de la monocultura del modelo agroexportador. La soja se extiende desde los ‘60 en Brasil, Argentina y Paraguay. En Argentina, se expande masivamente en los años 80, acabando con el sistema de rotación entre ganadería y agricultura, instalando la agricultura permanente. A mediados de los 90 el modelo de la soja trasciende a una nueva fase con la incorporación de la biotecnología y el gran evento: la soja resistente al herbicida Roundup, creada por la Monsanto. Este fenómeno gatilla un crecimiento exponencial de la superficie destinada al monocultivo gracias a los bajos costos de producción y las altas tasas de ganancia. En Argentina, en el último ciclo 2006/2007 se obtuvo un volumen récord de cosecha de 47,5 millones de toneladas, alcanzando 16 millones de has cultivadas, lo que representa más del 50 % de la superficie agrícola.
El nuevo modelo
Para entender el modelo de la soja, se debe aclarar que ya no estamos hablando de una agricultura tradicional que emplea escalas moderadas de superficie, abastece al mercado nacional y es una fuente de trabajo. Este modelo supone una agricultura sin agricultores, una agroindustria que consiste en la commoditizacion y primarización de la producción agrícola e implica la industrialización y el empoderamiento del sector por los agronegocios y la (re)estructuración de la dinámica productiva local/ regional. Finalmente, no se puede ignorar que el modelo agroexportador de la soja es una consecuencia inherente de los procesos de integración y globalización económica. Desde las dictaduras de los años 70 en el Cono Sur, se reordenaron los poderes económicos en el territorio, para que posteriormente, en democracia, las instituciones financieras internacionales pudieran diseñar programas económicos con objetivos geopolíticos. En la actualidad, las instituciones financieras y la banca internacional inyectan y especulan con los capitales desde sus diversas caras. Por un lado, la banca multilateral financia la construcción de la infraestructura que soporte al modelo agroexportador -tales como la hidrovía y todo el complejo del IIRSA, que consiste en autopistas, ductos, telecomunicación, puertos, etc.- y que finalmente se traducirá en mayores niveles de deuda externa. Por otra parte, las caras privadas de las instituciones financieras internacionales y la banca privada se dedican a inyectar dinero al sector industrial y de agronegocios promoviendo la expansión de la frontera agropecuaria. En la zafra del 2003/04 cuando los monocultivos de soja se extendían por 14,2 millones de ha, el 60% de la tierra estaba en manos de pooles de siembra o empresas similares.
Cómo funciona
El modelo de la soja consiste en un paquete biotecnológico compuesto por la semilla trangénica de soja RR (Roundup Ready), plaguicidas - principalmente los herbicidas a base de glifosato- y la técnica de siembra directa. Este paquete es indivisible, dado que estos 3 componentes son los que permiten la industrialización de la agricultura, la implementación de grandes superficies de monocultivos y la ventaja de mínima mano de obra. Se trata de una agricultura sin agricultores. En la Argentina actual, con tecnología de punta, para 1000 has solo se requieren 2 personas trabajando por año. Pero la necesidad de poseer capital, recursos económicos para poder adquirir insumos y solventar la maquinaria necesaria, hacen que la soja se vuelva sólo rentable a grandes escalas y esto genera un proceso violento en el que va desapareciendo el pequeño productor. El productor remanente se convierte en un personaje dependiente de pagar los créditos adquiridos y vive calculando lo que necesitará en insumos hasta la cosecha; depende pues completamente de los créditos y los adelantos que le otorgan los silos y las financieras. Es una carrera contra el tiempo para que este productor mediano desaparezca. La lógica subyace siempre en la obligación de expandirse continuamente para poder mantenerse competitivo.
La cara visible
Con el modelo de la soja se inauguran nuevos grupos económicos; la agricultura se vuelve un de los grupos inversionistas especulativos, tales como el grupo Los Grobo de la familia Grobocopatel en Argentina y el Grupo Favero S. A. en Paraguay. Estas son las caras más visibles, los llamados “reyes de la soja, de grandes grupos inversores que alquilan tierras en múltiples lugares, y ni siquiera recurren a comprar los terrenos porque sus proyecciones son “máximo rendimiento a corto plazo”, una especie de maquila agrícola. Según Grobocopatel él se considera el Sin Ttierra más grande del mundo y plantea que la biotecnología ha democratizado la agricultura, porque ahora todos pueden dedicarse a la agricultura, solo se requiere tener capital. Así también se da la entrada masiva de capital extranjero, en Argentina el fenómeno de extranjerización de la tierra afecta el 17% de la superficie. También se produce este mismo fenómeno de forma oculta cuando se establecen empresas manejadas por locales, pero con capital extranjero.
La cara oculta
Detrás de la soja, uno encuentra grupos anónimos de inversiones donde especulan con fondos de pensión, participan grupos de inversores que combinan los sectores de comunicación, ganadería y otros. Así se conforman los “pooles de siembra” donde se integran contratistas rurales, empresas de agroquímicos, inversores (nacionales y extranjeros) para llevar a cabo producción agropecuaria. Estos grupos de inversión son los actores más violentos en la penetración de las nuevas áreas. Se trata más bien de mercenarios empresariales con manejos de matones, una especie de “Chicago boys” mezclado con estilos de la “pesada” de la dictadura. Estos personajes, por apropiarse del terreno, en muchos casos no ponen límites en cuanto a la corrupción, violencia y destrucción ambiental. Este sector es la punta de lanza asociada con los silos transnacionales.
Los gigantes de la exportación
La soja es exportada finalmente por unos pocos actores económicos. El mercado internacional está regido por un puñado de Corporaciones de las grandes graneleras -Cargill, ADM y Bunge - se han repartido el territorio del Cono Sur. Los protagonistas de este sector son las corporaciones de cerealeras que actúan como “gigantes invisibles” que controlan todo el mercado alimentario. La integración vertical de estas corporaciones les permite dirigir íntegramente el desarrollo de la agricultura a través del control total de los productores, convirtiendo a éstos en meros eslabones de una cadena de producción industrial. Con el surgimiento del mercado de agrocombustibles, el futuro de la producción agrícola se torna aún más lúgubre.
El desafío
Los agronegocios ocupan el territorio y condenan a la población a migrar, sea a la pobreza de los márgenes de las ciudades o a los trabajos precarios. Necesitamos hallar los elementos intelectuales que nos permitan visualizar y enfrentar esas nuevas situaciones neocoloniales, poder repensar las relaciones de la ciudad y el campo en épocas de globalización. En este marco de violencia no hay mesa de diálogo posible, ni responsabilidad social empresarial, que solo pretende mitigar los impactos y desarrollar políticas asistencialistas.
Repúblicas unidas de la soja
editado por el Grupo de Reflexión Rural
Compilación a cargo de Javiera Rulli
Modelos
Cuando hablamos de modelo hablamos del tramado institucional para que cualquier parte de la economía se vaya orientando hacia determinada dirección. El modelo sojero del agronegocio tiene una lógica muy distinta del modelo agrario y agroindustrial que nos conformó como nación: tiene una lógica financiera, económica. Ahí hay una diferencia muy grande que se fue armando en los '90, hubo una preparación para que pase. Este era un país de chacareros, de cooperativas, de industrias nacionales, de cadenas agroindustriales, tanto en los frigoríficos como en las harinas: Terrabusi o Bagley, por ejemplo eran algunas de las viejas empresas nacionales que estaban en la cadena agroindustrial y les iba bien. No era un mercado interno muy grande, como Brasil, pero era un país en el que toda la cadena participaba del sistema agroalimentario: alimentos baratos para salarios baratos. De ahí que a comienzos siglo se crearon la Junta Nacional de Carne y de Granos, y la Dirección de Azúcar. A diferencia de otros países de latinoamericanos, en la Argentina la producción era para el mercado interno y la exportación. En México el campesino producía para mercado interno y los empresarios para exportar. Aquí no, el pequeño y mediano abastecía a los dos mercados. Para equiparar los precios internacionales y que los precios internos no se dispararan había una serie de regulaciones, dos de las cuales era el tipo de cambio y las retenciones.
Dictadura
Eso se fue modificando con el cambio de modelo económico internacional, la globalización, el predominio del capital financiero. Lo primero fue que aparecieron grandes empresas transnacionales que producen agroquímicos y semillas en la agroalimentación, empresas que empezaron a tomar posiciones estratégicas en Latinoamérica. Ya estaban en México desde los '70, pero en la Argentina había un sector medio muy grande en el agro y el sector industrial, y eso retrasó un poco la penetración trasnacional.
El Estado, a partir del '75, tomó medidas para favorecer la incorporación del capital trasnacionalizado. Además, el 24 de marzo del 76 mataron a Atilio Santillán, la figura de los trabajadores rurales más importante del momento, los dirigentes de las ligas agrarias fueron presos, los productores quedaron aterrados, no salieron de sus fincas por años. La Sociedad Rural dio a sus mejores hombres para el gobierno militar, empezando por Martínez de Hoz. La Federación Agraria quedó en silencio, aunque hay que reconocer que Humberto Volando tuvo una posición muy digna en relación a los derechos humanos. La Federación Agraria, cuando nació, planteaba la reforma agraria, tiene perfil socialista.
En la dictadura el banco de semillas del INTA se desmontó, y ese conocimiento pasó a las corporaciones que llegaban al país. La dictadura abrió el banco genético de la biodiversidad y se empezó a compartir con las multinacionales.
Los proveedores de insumos extranjeros, entonces, empezaron a traer a los híbridos, una semilla que el productor no puede reproducir y que al mismo tiempo es más rendidora. Comenzó un proceso de agriculturación con cinco granos que utilizaban la semilla híbrida y agroquímicos, que subieron muchísimo la producción: el girasol, el sorgo, trigo, maíz y soja. Estos cultivos se expandieron progresivamente al interior. Hubo un aumento de la productividad con apertura del tipo de cambio y comenzó la trasnacionalización de la agricultura.
Democracia
Con el proceso de agriculturización hubo cierta esperanza de que el agro iba a contribuir al desarrollo que había prometido Raúl Alfonsín. Pero cuando comenzaron a caer los precios internacionales hubo un paro agrario, que lo hicieron ochenta y cinco ganaderos, la Sociedad Rural. Recuerdo que los diarios hablaban de la patota ganadera. La Federación Agraria no participó de aquellos tractorazos. La sensación era que el agro andaba bien con los cultivos pampeanos, pero mal con la ganaderia. La esperanza comenzó a decaer. Llegó Menem y planteó que la agricultura argentina debía ponerse a nivel internacional. En el '91 lanzó la desregulación de granos, carnes y azúcar. A fines de los '80 las empresas alimentarias comenzaron a pasar a manos extranjeras. Aparecieron los hipermercados como un nuevo actor. En la cadena industrial agraria hay núcleos de poder que deciden qué producir, cómo producir y cuándo producir y este lugar fue ocupado por los hiper. Mientras tanto, se iba extranjerizando la parte industrial de la cadena. Aparecieron las trasnacionales. No se puede decir que a los industriales de la alimentación argentinos les iba mal, pero hubo una vocación de entrega. Empresas que los padres habían amasado durante toda la vida fueron entregadas por los hijos por cinco millones, en un momento en que la renta financiera era importante.
Agronegocio
Al mismo tiempo, en el agro comenzó la propaganda del pool; el gran ideólogo era Clarín Rural, con el discurso de que el agro tenía que modernizarse como el resto del país. El diario hablaba continuamente sobre las ganancias extraordinarias de los pooles de siembra y los fondos de inversión. Insistía en que el campo tenia que cambiar al ritmo que cambiaba el resto del país. Decía que ganaban las consultoras agronómicas y los grandes inversores, no el pequeño productor.
La última gran jugada fue la autorización de las semillas transgénicas, en 1996. Esa no fue una cosa mas: hay sólo diecinueve países que autorizan los transgénicos, apenas cinco autorizaron su uso a gran escala y uno de ellos es la Argentina. El motivo de que en el resto del mundo no estén autorizadas es que no se sabe todavía cuáles son las consecuencias de los transgénicos para la salud humana. Si aquí se autorizaron fue por el lobby de las transnacionales extranjeras, sobre todo de Monsanto.
La manera de producir es conocida como labranza cero. Las transnacionales siempre encuentran el discurso progresista para presentarse, y dicen en este caso que la labranza cero es ecologista porque no rompe la tierra. La semilla transgénica, modificada para resistir a los herbicidas, se siembra y luego se fumiga el campo con glifosato, un agroquímico que arrastra con todas las malezas y también con toda la biodiversidad, menos con la soja. La labranza cero lleva a que se necesiten muchísimos menos trabajadores por hectárea. Sin pagar mano de obra, contratando servicios a determinada escala de producción, son cultivos que rinden muy bien. Los chacareros y productores que venían de la época del endeudamiento, de precios internacionales muy bajos, entran en el modelo.
Perdedores
Hay un discurso oficial construido desde el gobierno –Felipe Solá fue la cara visible desde la Secretaría de Agricultura y desde la gobernación bonaerense-, y desde Clarín, a través de Expoagro, que muestran a los grandes sojeros exitosos. Este discurso también dice que si tratás de cuidar la tierra, fomentar la agricultura familiar, la soberanía alimentaria y la biodiversidad, sos un atrasado y un perdedor. El mundo y el éxito van hacia la modernización absoluta. Va hacia el negocio y no hacia la chacra, al agronegocio y no la unidad de producción. "Yo soy un sin tierra porque tengo apenas 20.000 hectáreas, un hombre sin trabajo porque no tengo empleados, y casi sin capital", dijo Gustavo Grobocopatel. Efectivamente el sistema financiero es el que adelanta el capital, las tierras se las alquila al pequeño productor y utiliza contratistas para labrar la tierra. Así funciona el modelo.
El pool
Hay pooles de siembra y hay fondos de inversión, que son aún más grandes que los pooles de siembra. A un pool, como el de Grobocopatel, todavía lo podemos identificar, conocés quién lo maneja. Pero los fondos de inversión son más peligrosos: no los vemos, y van de un lado a otro. Muchos ahorristas ponen la plata y otro lo gestiona. Son los grandes sectores financieros los que operan. El que antes apostaba a renta financiera, ahora lo hace en el campo. Los pequeños productores estaban muy mal, endeudados, y entraron en la soja. El que tiene un tambo lo levanta y se dedica a la soja.
El rentista
Otro nuevo actor es el rentista, el que tiene pocas hectáreas y, sin capital para tecnología, arrienda su tierra y se va a la ciudad. Hay encuestas que están mostrando un fenómeno nuevo: pequeños o medianos productores que cuando les preguntan si prefieren darle la tierra a quien la cuide o a quien pague más, contestan "a quien pague más".
El trabajador
La mano de obra está polarizada: hay contratistas que tienen avionetas de fumigación y cosechadoras, con empleos altamente calificados, y están los peones. Las estadísticas dicen que el 50 por ciento trabaja en negro, pero yo creo que son más. Llegan a vivir en campamentos en las peores condiciones. Muchos son golondrinas. Están apenas mejor que un desocupado.
Los campesinos
Los campesinos no entraron en el modelo sojero. Uno puede decir que no tienen escala o tierra buena, pero lo real es que están intentando sacarles las tierras. Ellos tienen agrónomos, podrían haber formado cooperativas sojeras, pero no entraron. Es la fuerza de la cultura, de las ideas. El movimiento está muy ligado a Vía Campesina, que estimula el cuidado de la tierra y la naturaleza, el cuidado de la biodiversidad. Son valores que se defienden. Si ellos pueden, quiere decir que se puede. En este momento ellos están mucho mejor, produciendo, intercambiando en mercados regionales, trabajando con productos orgánicos y ferias francas.
Ciencia y dinero
Los grandes fondos de inversión, que proveen el capital para el modelo sojero, se fueron metiendo en toda la sociedad, y fueron sacando autonomía a todos los sectores sociales vinculados a los agricultores. El discurso se mete con dinero: con fondos para las fundaciones y las facultades. En la Facultad de Agronomía los posgrados son Siembra directa y Agronegocios. El nuevo secretario de Ciencia y Técnica dice "le vamos a dar prioridad a la biotecnología". El Conicet saca un premio a la innovación tecnológica con Monsanto, la empresa más criticada del mundo, la que tuvo un juicio en Estados Unidos por haber sido la fabricante del agente naranja.
Gramática del poder
Creo que desde una posición progresista no hay que pedir retenciones, sino un cambio del modelo sojero. Ellos crearon un Frankestein, se hicieron socios de un monstruo que les hizo creer en la idea del desarrollo. El gobierno dice que con las retenciones enfrentan a la soja, pero el Estado y el agronegocio son socios. Si el gobierno los grava es para convertirse en socio de sus ganancias. Hay que volver a la idea de producir alimentos, porque en este país hay diez millones de personas sin alimentos. Hay que volver a la soberanía alimentaria. La política, para mi, es la capacidad de alterar la gramática del poder. El tema es si el gobierno quiere producir política y modificar esa gramática del poder.
Lo que en su momento iba a ser una reedición, se convirtió en un nuevo trabajo de investigación: Los de la Tierra. De las Ligas Agrarias a los movimientos campesinos. Así se llama, el nuevo libro del psicólogo social Francisco Ferrara que editará en marzo el sello Tinta Limón.
Desde hace tiempo que Ferrara estaba tentado en volver a publicar Qué son las ligas agrarias: historia y documentos de las organizaciones campesinas del Nordeste argentino, un libro clásico agotado que el había escrito en 1973, después de haber estado preso tres años por tomar la Facultad de Filosofía y Letras durante la dictadura de Juan Carlos Onganía. Pero habían pasado más de 30 años y la fotografía ya no era la misma.
Ferrara siempre hizo de la investigación una militancia. Cada vez que pudo renegó del academicismo meramente observador, un modelo que considera arcaico y burocrático. ´´Yo pensaba de maneras más viva. Sé la comodidad que supone interpretar los hechos a la distancia, sentado en una biblioteca, pero en ese pasaje se pierden las vivencias de los humanos. Una cosa es la realidad y otro un cuadro sinóptico´´, sentencia.
Con ese espíritu recorrió y se mezcló con los nuevos movimientos campesinos, que comparten las formas cooperativas de producción, comercialización y preservación de sus semillas orgánicas, entre otras cosas como la lucha por la propiedad de la tierra y la defensa del medioambiente y los recursos naturales.
El resultado es un libro de dos partes. En la primera se reproduce aquél mítico trabajo de los 70, donde el autor hurga en los orígenes de las agrupaciones campesinas de Formosa, Chaco, Corrientes y Misiones. En la segunda, en cambio, descubre las nuevas formas de organización que aparecen como reacción a los embates de una dictadura atroz y de un neoliberalismo que arrasó con el pequeño productor.
- Tras el terrorismo de Estado y el neoliberalismo, ¿qué sobrevivió de las ligas agrarias?
- Las ligas fueron un proceso de masas increíble, eran miles y miles en esos campos. Había multitudes en el interior del Chaco, de Formosa, de Misiones, que organizaban marchas, grandes concentraciones y lograron llamar mucho la atención. Pero, a la vez, no dejaron de pasar por las mismas cuestiones que marcaron a fuego todos esos años. En el interior de las ligas, incluso, se expresó de manera muy viva la discusión sobre la toma del poder, sobre si el camino era la lucha armada o no. Y algunos núcleos importantes decidieron tomar esa vía, entonces el grado de exposición de estos movimientos fue muy alto. Las ligas fueron seriamente golpeadas, diezmadas.
- Pero las ligas agrarias no nacieron mirando el poder como un lugar a tomar.
- No, las ligas nacieron como un trabajo misional del Movimiento Rural de la Acción Católica. Fue un trabajo de estructuras de la Iglesia que venían con la impronta de Medellín, un evento importante del Consejo Episcopal Latinoamericano, y con la fuerza del tercermundismo. Es interesante ver el tránsito de esos jóvenes católicos, que arrancan con una posición evangelizadora, misionera y como al calor de su participación y su relación con los movimientos campesinos comienzan a aparecer en ellos un montón de cuestiones políticas que ni imaginaban.
- También hubo un factor económico en el surgimiento de estos movimientos.
- En aquellos tiempos uno de los ejes de su lucha era pelear por el precio de sus producciones: algodón, yerba, té, tabaco. Porque siempre eran perjudicados por los monopolios que acopiaban e imponían las reglas de juego. En ese contexto, los jóvenes de la Acción Católica se acercaron para evangelizar y realizar trabajo social de alfabetización, cuidados sanitarios, etcétera. Pero terminaron definiendo en sus documentos, allá por los 70, a la lucha de masas como la sistematización de la experiencia china. Después de todo, eran los ejes que se debatían también en la vida política, sindical y de los otros movimientos sociales. Y, como decía, también había que zanjar la división de la lucha armada. En el libro de los 70 yo fijaba posición, decía que ese camino iba para mal. Yo planteaba la opción de lo que se llamaba la autodefensa de masas, un método que va despegando acciones al compás de las posibilidades del sector y no por la decisión de un grupo que se despega. Cuando te despegas de la masa se reduce tu fuerza. Como pasó en muchos movimientos, la gente que componía la base quedó inerme, fue barrida y desaparecida. Encima, en el medio del campo la impunidad es mucho mayor. Cuando matan a un tipo en el monte, nadie se entera.
-¿Costó mucho reponerse de la represión?
- Fueron años terribles, donde la gente no quería hablar, encontrarse ni mirarse. Hubo un desmantelamiento muy fuerte de todo lo que había sido aquella organización fervorosa y reivindicativa. En un punto, la recomposición sindical fue mucho más fácil porque el movimiento obrero tenía una historia y una tradición institucional que no tenían las ligas agrarias, que eran movimientos relativamente nuevos. Una de las criticas que se hace hoy la gente del Movimiento Agrario Misionero es que en aquella pelea por los precios, terminaban por incluir a un solo tipo de campesino, que eran aquellos que tenían producción, pequeña tierra y posibilidad de pelear un precio. Los que estaban por debajo de eso, como el que producía para el autoconsumo, quedaba afuera. Ahora están más atentos y abiertos, platean cosas que eluden ese tipo de dicotomías. El tema ya no pasa tanto por los precios sino por un conjunto de cosas que afectan a la tenencia de la tierra, a la biodiversidad, a la expansión en el campo del modelo capitalista a gran escala. Los años 90 también fueron terribles para el campo, así como uno puede medir el desastre por la tasa de desocupación urbana, en el campo puede mirase a través de la tasa de expulsión de sus habitantes y por las conversiones de pequeñas parcelas en unidades mayores, en función de las necesidades del capitalismo.
-¿Por qué empiezan a resurgir los movimientos campesinos?
- El sistema genera las condiciones de su contrapartida. Nunca como ahora el sistema avanzó sobre la vida, envenenando el aire, la tierra, los ríos, abusando de los agroquímicos. Nunca se conoció una agresión tan intensa, nunca se conoció tal grado de concentración de la tierra, nunca se estableció un grado de monocultivo tan fuerte como el que se impone con el modelo sojero. Son cosas nuevas, que están arrinconando la vida. Entonces es necesario dar respuestas. Sería torpe luchar por el precio sin dar pelea por el medioambiente, el agua, la tierra, que están asociados a lo vital, a la posibilidad de susbsistencia.
-¿Qué herramientas tomaron estos nuevos movimientos de las viejas ligas agrarias?
- Una cosa que es propia de esos sectores es su modo de organización. En la militancia, la vida se juega mucho más que en el área urbana, porque viven en colonias, porque hacer un encuentro implica compartir todo un día en el que se come el asado, se cocina, se charla, se toma mate. En la metrópolis vas a militar un par de horas y te volvés a tu casa. No hay una cosa tan intensa de confluencia, donde los chicos dan vueltas mientras la señora mata un pollo. La vida y la actividad política forman un todo y eso se da igual que antes. Es una característica que ves en el MOCASE de Santiago del Estero, en APENOC de Córdoba, en la Red Puna de Jujuy, el ACOCAL de Salta, en el Cinturón de Huertas del Gran Buenos Aires, en la Unión de Trabajadores Sin Tierra de Mendoza.
- ¿Y qué cambió?
- Hay pilas de cosas que han cambiado y que le proponen a estos movimientos un abanico de respuestas y de posibilidades de trabajo. La cuestión del precio cambió por la de la comercialización, por ejemplo. Si el Movimiento Agrario Misionero vende sus yerbas en los canales del sistema, se lo chupan. Hay dos grandes cuellos de botella, uno es en el acopio de los molinos yerbateros y otro en la venta en los grandes supermercados: pasar por uno o por otro implica desaparecer o entregar tu producción. Entonces, crearon sus propio sistema de distribución. Detectaron en Buenos Aires unos tres mil compradores personales, después trabajan con distintos grupos en las universidades. Y así lograron vender por fuera de los supermercados. Otro ejemplo: los cabriteros de Córdoba, que se dieron cuenta de que cuando venían a comprarles los cabritos, se les llevaban los mejores y eso implicaba una selección genética. Cada vez se empobrecían más sus majadas. Hacen un esfuerzo vital para evitar eso, un trabajo bárbaro de concietización, porque es mucho más fácil venderle a un fulano que viene con la camioneta que hacer reuniones, armar stocks colectivos, realizar trabajos determinados.
-¿Qué potencia tienen hoy estos movimientos?
- Hay que ver cómo se la mide. Numéricamente no son muy importantes. Sin embargo, lo son porque son la única alternativa real al modelo. No hay otros, en ese sentido son muy importante. Están siendo testimonios del rostro más devastador del capitalismo. Ahí está el fenómeno de las ferias francas misioneras, otra forma de comercialización que crearon, donde ponen en contacto al productor con el vendedor. Y ahí se dan cosas interesantes que exceden el hecho mismo de la comercialización. En Posadas, por ejemplo, vienen a vender productores de otros pueblitos, y resulta que se encuentran con sus antiguos vecinos que se fueron a vivir a la ciudad. Es un trama vital, ahora se están planteando cómo puede intensificarse eso, cómo armar un lugar donde compradores y vendedores puedan comunicarse mejor. Hoy la impronta es distinta, es la necesidad de defender la vida. Este diálogo entre compradores y vendedores antes hubiera sido impensable, para ellos hubiera sido una boludez.
- ¿Considera este cambio como una evolución de los movimientos o como un retroceso, debido a que la realidad los arrinconó tanto que los obligó a comenzar desde bien abajo?
- La realidad les propone esos temas y ellos comienzan a responder. Se da una cosa mixta, evolucionaron de una manera tal que son capaces de encarar cosas como la comercialización o el trato entre vendedores y compradores porque el sistema hizo necesarias ese tipo de respuestas.
- ¿Hoy ya no se plantean la toma del poder?
- El poder hoy no es un tema en la medida que era entonces. Está claro que para ellos poder es llegar a una oficina del Estado para que les den un préstamo o para que los atiendan. Pero no está planteado como objetivo a alcanzar para lograr la mejoría social. Hubo intentos de armar frentes con movimientos de desocupados, pero los resultados no fueron buenos. Siguen siendo organizaciones más bien reivindicativas que otra cosa. Ahora tal vez habría que hacer una salvedad, que es el efecto que está teniendo el gobierno cuando pretende incorporar a estos movimientos.
- ¿Cómo responden ante estas situaciones?
- El Movimiento Campesino Indígena aceptó la dirección del Programa Social Agropecuario. Ellos dicen que no se van a dejar joder pero empiezan a estar en una pulseada que antes no se imaginaban. Hay que ver que son capaces de conseguir. Ellos argumentan que les permite desarrollarse en una determinada cantidad de lugares que de otra manera no podrían. El Movimiento Agrario Misionero, por ejemplo, apoyó a Rovira, el candidato oficial que buscaba la reelección indefinida. Hablando con los tipos del movimiento te dicen que había tanta mierda de un lado como del otro, que era tan malo Rovira como los Puerta o Macri que se escondían debajo de la sotana de Piña. En rigor no había una opción ideológica pura y clara, entonces respondieron según sus intereses y necesidades y podía ser que el oficialismo le financiara un gran secadero. Entonces, con los ojos cerrados apoyaron a Kirchner-Rovira. Es crudo.
- ¿Qué implica este nuevo pragmatismo?
- Al no tener en estos movimientos un fuerte peso la definición política-partidaria, la política pasó a ser algo menos rígido y se mueven en torno a situaciones que se configuran de una u otra manera y van viendo.
- ¿Los dirigentes campesinos que asumen en la función pública, lo hacen a título personal o en representación de sus organizaciones?
- Lo han discutido intensamente y ponen al movimiento como garantes.
- ¿A partir de este tipo de relaciones con el Estado hubo retracciones y pérdida de radicalidad en estos movimientos?
- Todavía es bastante reciente para sacar conclusiones. Pero ojo, porque algunos movimientos de trabajadores desocupados, como Barrios de Pie, que tiene a Jorge Ceballos en un cargo de la tercera línea del gobierno, ha crecido mucho. Hay tipos muy lúcidos que dicen que esto va mientras vaya así, que cuando se empiece a poner jodido se van a la mierda. Yo tuve que hacer un tránsito para poder entender estas cosas, tuve que cambiar mi cabeza. ¿El riesgo es cierta cosa de despolitización? Depende, no creo. Uno tiene que ser fiel a la defensa de los valores sociales que luchan contra la explotación, contra la prepotencia del ejercicio del poder. Eso es lo que quiero tener claro todo el tiempo.
- ¿La lógica de formar parte del Estado para ver qué beneficios se obtenían cómo se pensaba en los 70?
- Era una lógicaposible en el 73, a través del cambio político. Antes había una dictadura militar y era imposible hacer nada con cualquier gobierno. Pero sí se apostaba al cambio político con el camporismo, con el peronismo revolucionario que permitiría un acceso a los espacios del poder. En definitiva, la relación con el poder es un problema constante, vos lo resolvés y lo vas gestionando en función de la realidad que te toca. En este momento no hay una relativa debilidad en las alternativas superadoras del kirchnerismo y eso le da un espacio al gobierno en el que se mueve muy bien.
- ¿Son homogénos los nuevos movimientos campesinos?
- No, algunos sectores son mas pobres que otros. Hay improntas en los movimientos Está la Unión Sin Tierra de Mendoza y hay otroas agrupaciones donde predominan los chacareros, que tienen cinco, diez, doce hectáreas. En Salta, donde el poder latifundista está imbricado en el poder político, los integrantes del movimiento están en la lona. En Córdoba y Misiones, en cambio, se da una integración mixta.
- ¿A pesar de esas improntas disímiles el patrón de organización es similar?
- Todos funcionan mediante la horizontalidad, con todas las dificultades que eso tiene. La horizontalidad exige que uno sea capaz de hacerse cargo. Por lo general uno ve la tarea de los capanga, de los caciques, pero no ve que uno finalmente los promueve. Si queremos horizontalidad nos tenemos que hacer cargo de nosotros, si nos distraemos de eso, generamos las condiciones para que fulano o mengano se conviertan en los dirigentes. El eje de autonomía y horizontalidad llegó a niveles interesantes desde el 2001. Creo que todavía son tiempos breves para darle verdadera dimensión.
- ¿Cómo se conjuga esa política horizontal y no delegativa con la unción de dirigentes en funcionarios de un gobierno?
- Ese es un buen modelo para debatir. Si este compañero que asume un cargo es capaz de sostener su disposición a discutir asambleariamente lo que esta haciendo y si los compañeros son capaces de discutir lo que hace el compañero-funcionario sería un modelo interesante a debatir. Sería, si se quiere, el mandar obedeciendo del zapatismo.
- ¿Y se da ese debate?
- Está planteado así, pero todavía es muy reciente para ver el funcionamiento. Pero no se trataría de rendir cuentas al gobierno, sino al propio movimiento.