Pobreza e indigencia
es un tema actual,
niños y niñas,
indígenas del Chaco
con un sufrimiento total.
Hambre: Deseo vivo de comer
Elena Luz González Bazán
Argenpress
Morir de hambre, es una realidad que los números del INDEC no reflejan en toda su dimensión.
Mientras la ostentación de poder, de dinero, de lujo y vestuarios inunda la vida social, las permanentes amenazas, diatribas y equivocaciones garrafales se adueñan del discurso de los medios de comunicación empresarial, los niños, los hombres y mujeres, los ancianos en nuestras comunidades mueren de hambre.
El diccionario dice: Deseo vivo de comer, algo impensado para quienes comen a diario y saben lo que es variedad y panzas calientes, estómagos nutridos, casas confortables y abrigo en invierno y refrigeración en verano.
No soportan el rancho, la paja y los mosquitos, las enfermedades, la falta de agua y la cocina a garrafa de cuarenta pesos.
No conocen la vinchuca, la lepra, ni la tuberculosis, la desnutrición, la piel pegada a los huesos, pero no por un régimen alimentario, sino por la obligación suprema del hambre a que han sido llevados.
El 60% de los habitantes del Chaco viven en la pobreza o en la indigencia y están mal alimentados.
Algunos padres prefieren que sus hijos repitan de curso para que puedan seguir comiendo en la escuela.
Argentina tiene hambre y sus seis hijos a veces la calman mordiendo la tierra. El campesino, en cambio, come y muerde la tierra cuando presume que le faltan nutrientes. Pero, la indigencia y la intolerancia arrastran hacia el abismo a los niños que deben morder la tierra, esta fue y es una forma de castigo empleada contra aquellos que en todo tiempo de rebeldías, osaron gritar la libertad, los niños y niñas también gritan LIBERTAD, la de poder seguir viviendo en un mundo que los ha llevado a la esclavitud.
Argentina Casco tiene 40 años y muy pocos dientes. Se le han caído de no comer en un país, Argentina, que en los últimos cuatro años redujo en 21 puntos la pobreza, en agosto del 2003 golpeaba al 47,8% de la población, así reza la información.
Ahora sí, hay provincias, como la nororiental del Chaco que en realidad viven otro contexto social, económico y real. No sólo tiene índices sociales espeluznantes: en las últimas semanas han muerto otros 13 aborígenes por desnutrición.
'Estamos como en los peores lugares de Africa', dice Sergio Soto, dirigente del sindicato de maestros, en el centro de Resistencia, la capital chaqueña, a unos 1.000 kilómetros de Buenos Aires.
El Chaco tiene un poco más de un millón de habitantes. Un tercio es menor de 24 años. El 60% no consume las calorías diarias necesarias. Un 48% vive en la pobreza y otro 9%, en la indigencia.
Rolando Núñez es abogado y dirigente del Centro Nelson Mandela, un luchador por los derechos de los hombres y mujeres del norte argentino, en este caso sobre el Chaco sostiene que esta debe ser la zona más castigada del país, 'aunque produce alimentos para 100 millones de personas'. Argentina exportará este año soja transgénica y trigo por 15.000 millones de euros. Un 4% saldrá del Chaco.
Los que murieron en las últimas semanas eran 13 indios tobas, algunos pesaban 25 kilos, esto mostró hasta qué punto han llegado las contradicciones.
Por otro lado, los funcionarios hacen ostentación de la falta de criterio, por decirlo de una forma suave: 'Hay desnutridos en todo el continente, y en Buenos Aires también. Los casos no son tan graves', le dijo al diario La Nación el ministro de Salud provincial, Ricardo Mayol. Claro, poco sabe el funcionario provincial de la pobreza…
Por su lado, Egidio García del Instituto Aborigen sostuvo: 'No, la situación es dramática desde todo punto de vista'.
Por su lado, el responsable del Centro Mandela, Rolando Núñez sostiene: 'Basta caminar por Resistencia'. En realidad, el azote de la marginalidad no sólo golpea a los 60.000 hombres, mujeres, ancianos y niños de las comunidades sino que hay que mirar el Chaco en toda su dimensión, no es necesario internarse 300 kilómetros para ver la pobreza, la indigencia, para constatar que en el Chaco hay pobreza, injusticia, desasosiego.
A pocas manzanas de la sede del centro, en Belgrano, una calle de tierra, comienza a perfilarse una sucesión interminable de casas de lata, cartón y madera. Las chabolas, así su denominación, circundan la ciudad, y en ellas viven 360.000 personas, más del 35 por ciento de la población chaqueña. En una de ellas, vive nuestra protagonista, Argentina Casco. Argentina sabe que cuando los chicos van a la escuela pública, recibirán un desayuno y eso es mucho…
Por su lado, la docente Melinda Espinosa enseña desde hace nueve años en la escuela 50 de la Villa Don Andrés. Los chicos se le duermen en clase porque vienen con el estómago vacío. '¿A qué hora traen la leche?' es lo primero que preguntan. 'A mí me duele en el alma decirles que no cuando quieren repetir de su ración de pan. Pan solo, ¿eh? Sin nada. Cómo me duele ese no'.
Hay chicos, sigue relatando la docente, ¨que guardan su pan para dárselo al hermanito¨. Los alumnos de la maestra Espinosa son hijos de parados, de padres alcohólicos o maltratadores. Muchos tienen problemas de comprensión.
'A veces sus padres prefieren que repitan el curso y, de esta manera, pueden garantizarles que coman. Así y todo, cuatro de cada diez chaqueños no terminan la primaria', dice el dirigente docente Sergio Soto.
En la escuela se comprobó este año los efectos de la deserción: su matrícula bajó porque se ha suprimido el comedor escolar.
Salud: Efectos mortales
El doctor Rodolfo Amado Sobko, es el ex director del Hospital de Maternidad, y el no se sorprende de los datos. Por la desnutrición, el 30% de los chicos de hasta 14 años tienen dificultades de comprensión. 'El problema será mayor la próxima década: no habrá mano de obra calificada ni capaz de soportar trabajo continuo', advierte.
El futuro ya llegó. 'Pobreza. Hambre. Desnutrición. Enfermedad de Chagas. Tuberculosis. ¿Cuántos días de vida ha dejado de vivir satisfactoriamente un chaqueño?' se pregunta nuevamente Rolando Núñez.
La realidad, como los niños y niñas que viven en situación de calle en nuestro país, en la ciudad de Buenos Aires, no hay futuro, hay sólo presente. Por eso, Argentina Casco ya no piensa en el futuro. Lo suyo es un presente permanente y lo único que se reparte es la nada.
Mientras tanto, cuando esta realidad no es atendida, la ostentación de riqueza es una constante.
Los discursos ampulosos son un ida y vuelta entre el actual conflicto con quienes residen y trabajan en las áreas rurales.