Mi hija y su novio fueron a Buenos Aires a festejar un aniversario. Se armaron un tour de viaje, que culminaba en el BAUEN HOTEL, para cenar.
Había un menú por 25 pesos por persona; un plato, un vino, un postre y café.
Pidieron el plato, mi hija sorrentinos con dos salsas, el novio un lomo a la pimienta con una guarnición.
Quedaron sorprendidos y más que satisfechos por la magnitud de la porción. Luego de charlar y hacerse grata la noche, le pidieron a una de las personas que atendía las mesas, la cuenta para pagar. Este buen hombre, sorprendido comenzó a preguntarles: por que no comían el postre, si les parecía que no era de su agrado le traían otro, si estaban disconformes con los platos de comidas, si habían tenido alguna incomodidad que por favor se la comuniquen...
Hija y novio, sorprendido por esta atención y el interés mostrado por quien les llevó la comida en saber que les podría haber disgustado por que se levantaban sin comer el postre y sin tomar el café.
Los muchachos, sinceros, le explicaron que los platos de comidas eran exuberantes y que no podían seguir ingiriendo nada más; que por otra parte se habían sentido de maravillas por la atención y por el lugar, y que no habían padecido ningún problema, muy por el contrario.
El mozo entonces cambió, y les expresó que no se podían ir sin antes beberse dos copas de champagne que invitaba la casa.
Ante la efusividad del pedido aceptaron, más por dejarlo conforme que por deseos.
Ni bien nos encontramos me transmiten esta inesperada pero reconfortante experiencia, me la cuentan con lujos de detalles, y expresan que la amabilidad y la atención que habían recibido, nunca la experimentaron en otro lugar de comidas, ni por asomo.
"El hombre era buenísimo, parecía un tío que no te deja ir de la casa por que lo desairaste con alguna porción de comida".
Pocos días más tardes, encuentro este artículo, que con mucha satisfacción comparto con Uds., para comprender algo más de ese estado de situación en que se encuentran los trabajadores libres del BAUEN.
Biblioteca Paco Urondo
Año 1978, el mundial de fútbol se instala en las riberas del río Plata convirtiendo a Buenos Aires en la capital mundial del deporte más famoso del mundo. Maradona no estará seleccionado. Demasiado joven. Mientras que a su edad ya son muchos los que dejaron su casa por lo desconocido: aquellos que llamamos desaparecidos....
Fue también en este año que el BAUEN se inauguró: Buenos Aires Empresa Nacional... Un hotel de 18 pisos en el corazón de la capital albiceleste, calle Callao con Corrientes. Bonito. Nuevo. Imponente. Listo para acoger turistas y delegaciones. Listo para servir de sede a los políticos de la época. Listo para ver a Menem festejar su victoria a la presidencia en los 90 sellando el siglo de una era de decadencia y abusos... Abriendo el nuevo en una realidad asesina que se disfrazó para tener la confianza del pueblo con el fin de matarlo; o con el fin de enriquecerse si dudamos de la semántica usada....
En Argentina, el principio del siglo XXI se llamó 2001 cuando el pueblo vio los bancos dejar el país con su dinero escoltado por su propio gobierno. Años de ahorro y de trabajo desaparecidos en algunos días. Un terrible mal gobierno enfrentado a su pueblo que se levantó para decir que estaba dispuesto a aceptarlo... Se levantó para pedir justicia, para buscar lo que les había robado, para aclamar en esta misma plaza de la revolución de mayo que el “pueblo unido jamás será vencido”...
Pero, para muchos ya era tarde. El BAUEN había cerrado sus puertas y la centena de empleados volvían a conocer el cotidiano de días enteros en casa, mientras que por la ventana, los cartoneros reciclaban la basura. Aquellos que días atrás eran los que poblaban esas cuadras...
Podían haber pasado 25 años, 15 o 5, este hotel era una casa para aquellos que lo hicieron funcionar, no para los que lo hicieron quebrar.... Se construyó en los años 70 con un préstamo del estado-dictadura militar a Marcelo Iurcovich que en el 97 lo vendió al grupo chileno Solaria por la suma de doce millones de pesos (o dólares, en tiempos de la convertibilidad). Operación financiera. En solamente 4 años el hotel se convirtió en un conjunto de pisos que fueron poco a poco abandonados, hasta que en el año 2001 tomó la forma de una oportunidad para los que tenían el poder (Argentina, alumno del modelo neoliberal, tuvo una deuda astronómica que se multiplicó por 4 en menos de 20 años dejando el país casi paralizado y el 60% de la población bajo el índice de pobreza).
Arminda es una abuela coqueta, costurera en el BAUEN. Conserva el mismo lugar de trabajo en todos esos años, un pequeño local en el piso 4, inaccesible con el ascensor. Numerosos son los que vienen a compartir el mate, charlando del ayer y del mañana, aprendiendo de su experiencia y de su historia... Ya hace más de 25 años que Arminda comparte su vida con el BAUEN, pasando de ser la costurera personal de los antiguos dueños a ser una de las pioneras del nuevo BAUEN... Un BAUEN recuperado. Luchador. Orgulloso. Igualitario. Un BAUEN listo para ver a Arminda viajar en el autobús acompañada de su hija y de su nieto, todos al servicio de “su” hotel. Listo para servir de ejemplo a los ojos del mundo entero. Listo para auto-gestionarse. Porque ahora, el BAUEN es de los que trabajan en él. Es una empresa recuperada del abandono, de la quiebra por esos trabajadores que no aceptaron la fatalidad de un capitalismo injusto y asesino.
Argentina ya había conocido antes las empresas recuperadas por los trabajadores, principalmente en la industria. Una experiencia enriquecida “gracias” a la crisis que “creó” casi 500 casos similares en todo el país. Es un fenómeno que tiene su propia historia llena de sucesos como de fracasos. Ya sea en Yugoslavia, Francia (con la empresa de reloj Lipp en el 73), Bolivia, Perú, en el Chile de Allende o en el Brasil de hoy... Las empresas recuperadas definen el hecho de que, tras el abandono de la patronal, los trabajadores toman la empresa para volver al trabajo organizando los medios de producción como cooperativa bajo una gestión igualitaria entre todos (riesgos y beneficios).
Año 2003, dos años después del cierre. Calle Callao con Corrientes. Se construyó un pequeño circulo de compañeros decididos a no abandonar su lugar de trabajo, 5 luego 8. Ocho almas de los cientos que había en esas paredes un año antes. Paredes ahora caídas, ventanas tapiadas con madera... Empezaron a tomar el espacio. Con linternas, sin estufas, sin electricidad, pasando día y noche para gritar que sobrevivirán, pidiendo monedas a la gente. Poco a poco se organizaron con la idea de tomar este hotel para poder volver a tener este derecho de trabajar. Un derecho que les fue quitado por el mal gobierno, por los administradores, que gestionaron el dinero como en un juego de mesa. Algunos meses después, con la ayuda de compañeros de otras empresas recuperadas, se encontraban en el despacho de un juez hipotecando todo lo que tenían, cada uno, por tener el derecho de abrir de nuevo el hotel. El coche, la casa, el terreno familiar... todo! Con sus vidas en la mesa, el juez aceptó una obertura parcial que empezó con la fiesta de los 16 años de la hija de un compañero. Después recibieron el embajador de Venezuela para acoger sus delegaciones y de esta manera pudieron volver a tener una realidad con un mañana...
Fueron 25, 50 y ahora 150 trabajadores, 4 años y medio después. Todos, del primero al último, tienen el mismo sueldo, aunque una prima fue acordada en asamblea general a los que instigaron el proyecto.
Y es que la asamblea general es el corazón del funcionamiento como cooperativa. Todos están presentes, arreglando los asuntos corrientes, definiendo las estrategias de inversión, decidiendo la incorporación de nuevos compañeros (que tendrán el estatuto de socio), controlando este propio funcionamiento: una persona igual a un voto, en un sistema democrático entre representación y participación directa.
Un funcionamiento difícil, sobretodo cuando hay tantos trabajadores, que requiere que se respete valores como la igualdad antes de todo y que potenció que todos se juntaran contra los intentos de desalojo llevados a cabo por Mercoteles SA, empresa fantasma que ha vuelto de su silencio para pedir lo que los trabajadores hicieron gracias a su trabajo. Marchas, conciertos, movilización de personalidades y del pueblo... la última vez fue en agosto de 2007 y no se dejaran echar a la calle.
El hotel tiene una forma de organización diferente en un sistema global uniforme. Tiene el mérito de adaptarse, siendo la prueba que otro mundo es posible y que el presente se concibe como un paso al futuro; que el sistema neoliberal no es un fin sino un estado pasajero. Que se puede percibir como algo efímero sometido a la voluntad de cada uno, a la esperanza, la creencia, la lucha... porque el nuevo BAUEN también permitió la eclosión de nuevas personas: orgullosas de ser lo que son, involucradas en un proyecto ambicioso, en una dinámica de vida del “hacer” y no del “someter”. Porque cada ser humano tiene esta facultad de hacer, pensar, crear...