martes, 5 de agosto de 2008

La modernidad de la “revolución” informática de los países “avanzados” es una BARBARIE.-

Hablar, de lo que no se habla o de lo que apenas se habla. Esta ha sido la finalidad, éste sigue siendo el objetivo.

No hablar por hablar meramente.

Las caras ocultadas de un poliedro.

En Technocentre de Renault en Guyancourt, que cuenta con una plantilla de 12.000 trabajadores se enlazan actos y sucesos.

Al mismo tiempo, la más alta tecnología de punta, se empleaba con
Fines semejantes en Irak, y un poco antes seres humanos con nombre y apellido sufrían las consecuencias de todo ello, de Afganistán hasta el fin del mundo

La nueva dirección del centro, con Carlos Ghosn en su cabeza,puso en marcha un plan para producir 26 nuevos modelos hasta 2009.

Antes, en este plazo de tiempo, se hubieran producido diez modelos como máximo.

Los directivos decidieron también que los trabajadores compartieran sus mesas con los compañeros que les sustituían en el turno siguiente. Se ahorraban despachos y se reducían alquileres. Veinte millones de
euros más, calcularon, de beneficios empresariales.

Un ingeniero y dos técnicos que trabajaban en la planta automovolística se suicidaron en apenas cuatro meses. El primero en octubre de 2006, el último el 16 de febrero de 2007. Tenían 38, 39 y 44 años.

En opinión del psiquiatra Christophe Dejours la revolución” informática vincula individualmente los trabajadores a los ordenadores.

La evaluación, antes colectiva, pasa a ser estrictamente personal.

Se separa, se aísla a los asalariados, que ahora compitenentre ellos. Están destruyendo, se ha destruido ya, lanoción de trabajo en equipo.

Fred Dijoux, dirigente de la CFDT, recuerda que en febrero de 2006 alertaron a la dirección de los riesgos laborales de la nueva planificación. Denunciaron por escrito un sistema de gestión casi militar que, por otra parte, no asocia a los obreros y empleados con ninguna toma de decisiones.

Algunos trabajadores creen que la informatización ha roto totalmente las relaciones humanas en la empresa. Todos deben ser polivalentes, todos deben valer para todo. Nadie puede negarse a nada. Cada trabajador se siente solo, totalmente aislado frente a la dirección de la empresa. Las críticas a su trabajo, por el contrario, se hacen abiertamente, delante de todos los compañeros y directivos.

*

Un mes después del último suicidio en la Renault.

Viernes, 16 de marzo de 2007. Se cumplía el cuarto

aniversario de la invasión y aniquilación de Irak.

Como todos los viernes del año, los manifestantes antiguerra levantaban sus pancartas frente a la verja del hospital militar Walter Reed de Estados Unidos.

Gritaban, siguen gritando: “Amamos nuestros soldados, odiamos la guerra. ¡Traed las tropas ya!”.

Al otro lado de la valla, los médicos militares esperan la llegada de nuevos soldados heridos que acaban de aterrizar en la base militar de Andrews.

Walter Reed había sido la joya de la corona de la

medicina castrense.

Tras más de cinco años recibiendo heridos, lisiados, incapacitados, soldados con estrés, con depresión, efectos “colaterales” de la guerra
contra el “terrorismo internacional” iniciada el 11-S de 2001, el hospital se transformó.

Manchas de moho, goteras, malos olores, ratones, cucarachas, colchones baratos, sábanas manchadas de sangre sin limpiar, gusanos en heridas Tras las denuncias periodísticas, la intendencia del ejército se ha movilizado. Quieren limpiar el lado más sucio y oscuro de las instalaciones.

Los familiares de soldados heridos que sólo hablan castellano se muestran impotentes. No consiguen hacerse entender.

Zulema Calderón lo dejó todo para poder atender a su hijo que, ahora, ni siquiera es capaz de recordar las citas médicas o de regresar a su habitación sin ayuda. Volvió de Iraq con la cabeza aplastada en su lado izquierdo. Zulema pide, exige un intérprete.

Si el ejército norteamericano fue capaz de convencer a su hijo en castellano para que fuera a la guerra, ese mismo ejército debería tener un intérprete que le ayudara ahora en su convalecencia.

*

Resistencias frente a la barbarie

“Eslabón en la cadena de una lucha, prolongada a lo largo de toda la historia, de los oprimidos contra los opresores”, escribía William Morris refiriéndose a la Comuna de París.

Un soldado que se niega a colaborar con un golpe de estado que pretende arrojar al basurero de la Historia una revolución que sigue

conmoviendo al mundo, levantamiento fascista apoyado por el Departamento de Estado y el gobierno de José Mª Aznar, el político de la derecha extrema española defendido años más tarde por el Jefe borbónico del Reino y la segunda autoridad de ese mismo Estado.

De eso tratan estas caras ocultadas del poliedro.

De la barbarie, de sus numerosos y a veces desconocidos atropellos, y del coraje, la rebeldía, la no claudicación y la dignidad en circunstancias nada fáciles, e incluso impensables y desconocidas.

Hablar, pues, de lo que no se habla o de lo que apenas se habla. Esta ha sido la finalidad, éste sigue siendo el objetivo. No hablar por hablar meramente.

Construir campo un popular democrático, (no a la europea, ni liberal, si claramente anticapitalista) y con anhelos renovado ecológicamente, con amplia consideración de los derechos ciudadanos y el Estado de Derecho, muy afín e impulsor de la democracia participativa, de la democracia social y la democracia económica (pensado en la verdadera redistribución de los medios de producción, basados en las experiencias propias de fábricas y empresas recuperadas) sin mentiras encubridoras planificadas “por ladrones de vida de mil siglos”, mirando con ira todo lo que haya que observar críticamente de nuestras tradiciones, sin arrojar con ello al baúl de los olvidos todas las páginas blancas y enrojecidas de una historia con capítulos admirables.

Eso, o la barbarie, cada vez más amplia, tenebrosa y evidente, de la hiriente edad de la codicia.

Ésta sigue siendo la cuestión.

No son meras consignas rítmicas y asignificativa. Se trata de una convicción profunda: o generamos entre todas y todos una sociedad buena o las puertas abiertas del desastre pueden absorbernos.

No son sólo o simplemente no son palabras en el aire.

Para ello es razonable pensar, otra creencia atendible más, en los sujetos de la historia. Es probable que la historia sea un proceso sin Sujeto pero no parece una conjetura disparatada que sea entonces un proceso con sujetos rebeldes. Con nuevos yampliados sujetos, si se quiere.

La acción colectiva más las palabras, y el pensamiento crítico sigue siendo la sal de esta tierra abonada multisecularmente. Se cree más en ella en el ejemplo mostrado, apenas anunciado, en la lucha acaso
inconclusa y no siempre totalmente victoriosa, que en mil formulaciones teórico-políticas apuntadas exquisitamente en foros inocuos cuando no cómplices en ocasiones.

Una acción solidaria, efectiva y transformadora vale más que mil palabras, sin que, obviamente, carezcan éstas de valor.

También en nuestro principio fue el Verbo.