El auge y la importancia social de la prensa es un fenómeno típico de la democracia. Entre las libertades que fundamentan ésta se encuentra en lugar preponderante la libertad de expresión, que es un corolario de la libertad de pensamiento. Estas libertades se las debemos a la Ilustración, al llamado Siglo de Las Luces, que es el hito más importante de la Modernidad.
La democracia, pues, se caracteriza en teoría por garantizar las libertades de las personas (¿se acuerdan? Los Derechos del Hombre y del Ciudadano, y todo eso), entre ellas la libertad de expresión y, por ende la libertad de prensa. Esto, claro está, dentro de una concepción ideal de la democracia, la que nos debe servir de referencia para luchar contra sus limitaciones y desviaciones.
Pero, ahora bien, como nos dice George Orwell, en su obra Rebelión en la Granja, ?todos los animales son iguales, pero hay unos animales que son más iguales que otros?. Así, la libertad de expresión y, consiguientemente la de prensa, es igual para todos, pero en una sociedad donde todos los poderes se supeditan a uno, el poder económico, los ?más iguales?, es decir, los que más medios tienen para hacer prevalecer su propia libertad de expresión sobre la libertad de expresión de los demás son los más fuertes económicamente, los que tienen medios económicos para crear periódicos millonarios en tirada, televisiones que lleguen a todas partes, radios potentísimas, grandes empresas editoriales, revistas digitales muy promocionadas, etcétera, etcétera.
MEDIOS DE PERSUASIÓN
Así, vemos que en esta democracia representativa capitalista la libertad de prensa es fundamentalmente la libertad de los dueños de la prensa.
Y los dueños de la prensa son también los dueños de la banca, de los negocios especulativos, de las grandes empresas comerciales y de las industrias de todo tipo, por ejemplo, de armamento, como ocurre en los principales países del mundo globalizado, Estados Unidos, Francia o Alemania. No extraña, pues, que situaciones como la invasión de Iraq hayan sido jaleadas y apoyadas ad nauseam por la gran prensa norteamericana.
Porque el papel fundamental de los grandes medios hoy es defender el sistema económico y político que hace que los poderosos de este mundo sean lo que son, y su principal misión no es informar (de pasada también informan de algo, claro), sino convencer, es decir, persuadir a sus consumidores de que éste no es ya que sea el mejor sistema posible sino que es el único posible. No son ya medios de información sino medios de persuasión.
La supeditación de la política al poder económico está en la base de esta deformación de la libertad de información.
Esta supeditación política está trayendo consigo, entre otras cosas, el abandono por parte de los poderes públicos ?el Estado y los Gobiernos del Estado? de sus funciones de gestión y salvaguardia social, funciones que en los países globalizados de Occidente están siendo transferidas a manos privadas. El ejemplo más claro ?y más viejo? es el del trabajo, que en muchas Constituciones, entre ellas la española, está considerado entre los derechos de los ciudadanos y ciudadanas; pero un derecho que se hace realidad a través fundamentalmente de la economía privada, de manera que si ésta va bien, es decir, si los empresarios ganan dinero a espuertas, el trabajo también irá bien, pues se creará empleo y se pagará salarios dignos. La labor del Estado en este caso se limita a dar facilidades a las empresarios, a base en gran parte de bonificaciones fiscales ?ahí tenemos, por ejemplo, la Reserva de Inversiones de Canarias, la execrable RIC?, u otras chapucerías como los contratos-basura, para que se forren y al mismo tiempo den trabajo. Pero es en esta vertiente ?social? donde más suele fallar el sistema, pues las empresas capitalistas no son ONGs al servicio de los trabajadores, sino entramados destinados a que sus propietarios ganen la mayor cantidad de ?pasta? posible. A costa de lo que sea.
Los medios de persuasión ?antes de información? son los encargados de convencernos de que esto es lo bueno, de que vivimos en el mejor de los mundos y de que fuera de él no hay posibilidades de existencia digna. Un sistema como el socialista, por ejemplo, que anteponga las necesidades de la gente en general a los beneficios económicos de unos pocos, está ?obsoleto?, desahuciado por la historia, no es posible.
El machaqueo es constante y el llamado ?pensamiento único? se ha convertido en una rutina que poco a poco se desprestigia a sí misma. No extraña, pues, el dato de una encuesta realizada hace unos días (concretamente el pasado 16 de agosto) por la empresa Sigma2 para el diario El Mundo, según la cual el 75 por ciento de los interrogados ?una muestra aleatoria de más de mil quinientas personas? considera que los medios españoles están al servicio de los intereses económicos de sus dueños.
LA SITUACIÓN EN CANARIAS
Si de este panorama general pasamos al concreto de Canarias, la situación no es distinta. Hace unos catorce o quince años, como conclusión a una somera investigación que hice para la revista Disenso, acababa afirmando un tanto rotundamente que la prensa en las Islas era en general rutinaria, anodina e ininteresante. Me refería entonces a la prensa escrita en papel, pues Internet era casi inexistente en el Archipiélago. Hoy, haciendo la salvedad de algunas publicaciones digitales y emisoras de radio (esta misma en la que estamos ahora), la situación no ha cambiado tangencialmente. Antes bien, creo que incluso se ha agravado en lo que podríamos llamar la prensa comercial, pues la sociedad de la información en la que estamos viviendo es en realidad la sociedad del mercado de la información, en la que ésta ha pasado a ser una mercancía más, sometida a las condiciones de dicho mercado. Se trata de vender información como se vende cualquier otro producto, no basándose en los intereses concretos del consumidor, si tuviera alguno, sino en lo que el vendedor considera necesario para la rentabilidad de su negocio.
Esta situación está acompañada de unos avances tecnológicos que sí son nuevos, al menos por su dimensión cuantitativa y su perfeccionamiento, en relación a los existentes hace quince años. Internet, por ejemplo, se ha perfeccionado y extendido socialmente. Las técnicas audiovisuales también. En Canarias la única televisora existente antes era Televisión Española. Hoy, coincidiendo con la decadencia de ésta, cuyo centro en el Archipiélago ha quedado reducido a una simple delegación de los servicios centrales, estamos viviendo una eclosión de la televisión privada, aparte, naturalmente de la TV oficial autonómica. Una lista del Cabildo de Tenerife de hace tres años contabilizaba 16 emisoras locales de televisión en la isla. Seguramente en Gran Canaria (y que nos perdone D. Pepito por lo de ?Gran?) no iban a la zaga, y tampoco en Lanzarote, por poner un ejemplo de isla periférica.
AUGE DE LA TV Y ESTANCAMIENTO DE LA PRENSA ESCRITA
Por eso me atrevería a decir que si queremos encontrar hoy relaciones (relaciones de favores mutuos queremos decir) entre el poder económico-político en Canarias y los medios debemos centrarnos especialmente en la televisión, aunque también se den en la prensa escrita y en la radio. Un ejemplo de esto lo tenemos en la concesión el año pasado por el Gobierno Autónomo de licencias de televisión digital terrestre, cuya parte del león fue dada a empresarios afines al poder, lo que ocasionó airadas protestas de los sectores políticos y empresariales más alejados u opuestos al Ejecutivo, algunos de los cuales han presentado reclamaciones que se ventilan en los tribunales.
Al contrario que el auge de la televisión, la prensa escrita está sufriendo, si no una recesión, sí un estancamiento. Con esto se sigue en Canarias una tendencia general, pues según encuestas al efecto, la prensa escrita es leída por el 3 por ciento de la población, mientras que los medios audiovisuales son seguidos por más del 70 por ciento. Las cifras de tirada de los grandes periódicos del Archipiélago apenas han aumentado con relación a una fecha tan lejana en el tiempo como 1990. Según datos referidos al año 2006 de la OJD, el organismo de control de la difusión de la prensa más riguroso que existe en el Estado español, en 16 años El Día aumentó su tirada en 3.908 ejemplares, Diario de Avisos en 3.128, La Provincia en 3.087, y sólo Canarias 7 estaba a punto de doblar su tirada con 17.903 ejemplares más que los que publicaba en 1990. Si tenemos en cuenta el aumento de la población en estos años, vemos que la situación es, como indicaba más arriba, de estancamiento. La gente lee en la actualidad menos periódicos que antes y si nos fijamos en las cifras de tirada y difusión de la prensa escrita, se lee un poco más en la provincia de Las palmas que en la de Santa Cruz de Tenerife.
Hasta aquí una simple descripción del panorama. Harina de otro costal es adentrarse en los contenidos de esa prensa, las afinidades políticas y las querencias empresariales, manifestadas en las distintas líneas editoriales; la tendencia general de los medios a practicar y fomentar el insularismo (del que es líder indiscutible El Día, eso que alguna vez fue un periódico y que hoy no se sabe lo que es, aparte de recipiente editorial de los mayores disparates y aberraciones políticas e ideológicas); la defensa a ultranza de un desarrollismo nefasto para el equilibrio ecológico de las Islas, o las noticias mismas que se difunden, que en un 80 o 90 por ciento se limitan a contar las andanzas, avatares, intrigas, enfrentamientos y puñaladas de la clase política del sistema, de tal manera que los periódicos y los periodistas se han convertido en una especie de correveidiles de los políticos, haciendo un seguimiento de las actividades de éstos según sus simpatías ideológicas o según los beneficios que esperan recibir por sus favores.
APROVECHAR LA CRISIS
Para concluir no quiero dejar de apuntar que una situación como la presente crisis económica, flagrante contradicción del capitalismo, que pone claramente al descubierto sus fallos y carencias, debe servir y de hecho está sirviendo a los partidarios de una información alternativa para demostrar que este sistema ni es el mejor ni es el único posible.
Hay que hacer notar, además, que las recetas que apuntan los grandes medios (ver cualquier editorial de El País al respecto) como solución al fiasco que ellos mismos han contribuido a crear siguen siendo las mismas ?más liberalización económica, más recortes de los gastos sociales, más contención salarial? que han dado lugar a la crisis, cuyas consecuencias se pretende descargar sobre los trabajadores y las capas sociales más desfavorecidas. Porque, eso sí, los defensores del liberalismo y de la autonomía económica a ultranza piden ahora auxilio a los Gobiernos, que acuden en su ayuda con el dinero de todos. O sea que antes los beneficios, para ellos, y ahora las pérdidas ocasionadas por su propia avaricia, a ser posible, para los demás.
* Intervención en el debate sobre Prensa y democracia celebrado en Radio San Borondón, La Laguna, el 3 de septiembre de 2008