Traducido por S. Seguí |
Barak, Olmert, Livni y Ashkenazi tendrán que rendir cuentas un día ante un tribunal internacional por sus crímenes de guerra, como otros criminales de guerra. Por ello, nuestro deber es informar de sus acciones y declaraciones para hacer que paguen por las matanzas que han ordenado y cometido.
Pero hay otra categoría de criminales que podría escapar a la acción de la justicia. Son los que no se ensucian las manos con la sangre de civiles, pero en cambio proporcionan las justificaciones intelectuales y pseudo morales de los asesinos. Constituyen la unidad de propaganda del gobierno y el ejército asesinos.
Los escritores israelíes Amoz Oz y A.B. Yehoshua son ejemplos típicos de esta clase de miserables intelectuales, y no es la primera vez que lo demuestran. En cada guerra, se prestan voluntariamente al esfuerzo de guerra israelí, sin siquiera haber sido reclutados para ello. Su primera tarea consiste en proporcionar justificación a la ofensiva israelí; luego, en un segundo momento, llorar por su virginidad perdida y acusar al otro campo de haberlos obligado a ser brutales.
La justificación que presentan Oz en Corriere della Sera y Yehoshua en La Stampa es, por supuesto, la exigencia de reacción ante el lanzamiento de cohetes sobre Sderot, como si todo comenzara con dichos cohetes. “He tenido que explicar a los italianos –escribe Yehoshua en Haaretz, el 30 de diciembre de 2008- porqué la acción israelí era necesaria…”
Yehoshua y Oz han olvidado los 19 meses del brutal asedio israelí impuesto a un millón y medio de seres humanos, privándolos de los suministros más elementales; han olvidado el boicot israelí e internacional al gobierno palestino democráticamente elegido; y han olvidado también la separación forzada de Gaza y Cisjordania, separación hecha para aislar y castiga a la población de Gaza por su opción democráticamente incorrecta.
Después de haber optado por reescribir la cronología de los acontecimientos, Oz y Yehoshua utilizan el argumento de la simetría: ambas partes utilizan la violencia y hay víctimas inocentes en Gaza como las hay en Israel. En efecto, cada civil asesinado es una víctima inocente. Sin embargo, la cronología y el número no son irrelevantes: han matado a tres civiles israelíes en el sur de Israel, pero sólo después de que la aviación israelí haya cometido su planificada masacre en el centro de la ciudad de Gaza y haya matado a más de 300 palestinos.
Esta postura de los intelectuales más destacados de Israel sirve de justificación moral al apoyo que el partido de la izquierda sionista Meretz da a la agresión criminal de su ministro de Defensa, Ehud Barak. Llegado el momento, Meretz también expresará su oposición a los asesinatos, es decir, cuando la comunidad internacional exprese su preocupación por los crímenes de Israel. Pero por el momento, esta comunidad internacional sigue silenciosa y hasta parece feliz de la contribución israelí a la santa cruzada contra la amenaza global islámica.
Para mostrar su preocupación, Europa envía asistencia humanitaria –simbólica– a la población de Gaza. Al oír al ministro francés de Asuntos Exteriores, Bernard Kouchner, dar su apoyo a la acción israelí, a la vez que anunciaba la decisión de enviar productos humanitarios a Gaza, no he podido por menos que acordarme de las visitas, retransmitidas por radio, de las delegaciones de la Cruz Roja Internacional a los campos de exterminio nazis, donde repartían chocolatinas y galletas. Sé que no es lo mismo, pero nadie puede controlar sus asociaciones mentales.
Sin embargo, Bernard Kouchner tiene una circunstancia atenuante: los regímenes árabes, en particular el de Hosni Mubarak, apoyan la agresión israelí. Y también van a enviar chocolatinas y galletas a los niños de Gaza, excepto, por supuesto, a los que reposan, muertos, en el hospital de Shifa.
S. Seguí pertenece a los colectivos de Rebelión y Cubadebate. Esta traducción se puede reproducir libremente a condición de respetar su integridad y mencionar el nombre del autor y el del traductor, y la fuente.