“El Excelsior – Periódico de la vida nacional”, 05-10-2008.
Una historia que comenzó con la esclavitud
Quienes han estudiado la historia afroestadunidense dicen que la posibilidad de que la esposa de Barack llegue a ser primera primera dama le daría un papel crucial en la vida de los negros de EU
POR SHAILAGH
The
GEORGETOWN S.C. - La vieja plantación donde vivió el tatarabuelo de Michell Obama está enclavada detrás de las tiendas de llantas y de las clínicas veterinarias de la Carretera 521.
Su historia y su terreno han sido meticulosamente preservados, debajo de los diques que antaño controlaron el flujo del agua hacia los campos de arroz.
No se sabe mucho de Jim Robinson, ni siquiera cómo y cuándo llegó a Friendfleld, como se llama todavía la propiedad. Pero los registros muestran que nació alrededor de 1850 y vivió, por lo menos hasta la Guerra Civil, como un esclavo. Su familia cree que toda su vida la pasó como empleado de Friendfleld y que fue enterrado en ese lugar, en una tumba no identificada.
Hasta que volvió a encontrarse ahí con algunos parientes durante un viaje de campaña en enero pasado, Michelle no sabía mucho de sus ancestros, ni siquiera sabía que Friendfield existía. Desde niña, en Chicago, sus padres no hablaban de la historia de la familia, y la joven Robinson no hacía muchas preguntas.
Si su esposo resulta electo en noviembre, no será el único que hará historia en la familia, pues si bien es cierto que los orígenes de Barack Obama —su padre keniano su madre blanca nacida en Kansas y su infancia en Hawai— han sido celebrados como un ejemplo único de identidad multicultural en Estados Unidos, la historia de la familia de Michelle Obama —desde la esclavitud hasta la Reconstrucción y la Gran Migración del norte— la conecta con la experiencia afroestadunidense.
Para el representante James Clyburn cuyo distrito incluye parte del condado de Georgetown, la posibilidad de que una descendiente de esclavos pueda ser la primera dama es tan memorable como la perspectiva de tener a un presidente negro. “Creo que ella podría jugar un papel tan crucial como su esposo, si no es que más crucial. Nos daría la oportunidad de ir más allá de nuestras nociones preconcebidas de algunos de nuestros prejuicios” dijo.
Quienes han estudiado la historia afroestadunidense creen que la importancia de Michelle Obama podría ayudar a echar luz sobre las complejidades de lo que alguna vez los blancos del sur llamaron la “peculiar institución” que ahora se ve como una mancha indeleble dentro de la conciencia estadunidense.
“Es bueno participar de este modo en la representación de la historia”, dijo la esposa de Barack Obama en una entrevista que concedió en las oficinas generales de la campaña presidencial en Chicago. “Podría ser cualquiera. Pero somos nosotros, es nuestra familia, esa es la historia que permitirá hacer un relato más grande”.
Es un proceso, continuó, de “descobijar la vergüenza —de escarbar el orgullo que está en nuestra historia— para que los demás se sientan cómodos de abrazar la belleza y la enredada naturaleza de la historia de este país”.
A principios de este año, antes de que Michelle viajara a Georgetown para ayudar a su marido durante las elecciones primarias de Carolina del Sur, los asistentes de la campaña empezaron a entrevistar a sus familiares y a rastrear los datos genealógicos sin estar seguros de lo que iban a descubrir. Posteriormente reclutaron a historiadores para que ayudaran a producir un detallado árbol familiar.
Sheryll Cashin, profesora de derecho de la Universidad Georgetown y autora de un libro sobre su propia familia de Alabama, dice que para los afroestadunidenses no hay nada especial en los Robinson. “Yo me atrevería a decir que esta no es una historia extraordinaria”, señaló Cashin, amiga de Michelle Obama. “Es una historia extraordinaria porque ha sido desenterrada”.
La campaña de Obama estuvo de acuerdo en cooperar para este artículo, igual que los miembros de la familia Robinson que viven en Georgetown y que anteriormente se habían negado a dar entrevistas. Muchos sabían parte de esa historia, pero no toda la odisea, incluyendo algunos detalles descubiertos por el diario The Washington Post.
Michelle dijo que lo que ha aprendido de su familia le ha ayudado a entender más de su educación y de las cicatrices de la esclavitud que aún pesan sobre los afroestadunidenses.
“Muchas veces se entierran esas historias, porque el dolor que en ocasiones provocan hace difícil que se quieran recordar”, dijo.
“Uno tiene que ser capaz de reconocer y entender el pasado para a partir de allí, seguir adelante. Uno tiene que comprenderlo y creo que muchos de nosotros no hemos tenido la oportunidad de comprenderlo, pero está allí”.
Durante su infancia, la mayoría de los domingos por la noche, Michelle Robinson y sus padres, Marian y Fraser Robinson III, visitaron a sus abuelos en su casa que estaba cerca. El padre de la joven nació en Chicago e hizo su carrera trabajando para la ciudad, dando mantenimiento a las calderas de una planta de filtración de agua. Pero su abuelo, Fraser Jr., le recordaba frecuentemente su niñez en Carolina del Sur. La niña pequeña escuchaba y trataba de leer entre líneas.
El camino que Fraser Robinson Jr. tomó hacia el norte de Chicago fue similar al que millones de negros del sur emprendieron por varias generaciones, alterando el escenario racial a ambos lados de la línea Mason Dixon. Pero esa acción no brindó lo que prometía. Robinson aterrizó en un confiable pero aburrido empleo del Servicio Postal y para cuando los padres de Michelle se habían casado, Robinson y su esposa La Vaughn vivían en un departamento de ladrillos que formaba parte de un proyecto habitacional público —un ordenado complejo según recuerda Michelle—, pero humilde si se le compara con la casa que el abuelo de su padre, Fraser Sr., había construido en Carolina del Sur.
“Él era un hombre muy orgulloso. Estaba orgulloso de su linaje”, recordó Robinson Obama. Sin embargo, agregó, “había cierto descontento en él”.
Nadie en la familia se sorprendió cuando la pareja se cambió a Georgetown después de la jubilación. Fraser y La Vaughn se unieron a la iglesia Bethel AME, donde la familia Robinson rezó desde principios del siglo. Celebraron el 50 aniversario de su matrimonio en el salón de fiestas de los veteranos junto con los primos de Robinson y los viejos amigos de la escuela.
Desde que tenía 10 años, Obama fue una visitante frecuente de Georgetown y recuerda que los grillos la mantenían despierta por las noches, así como la carne fresca de venado que la enfermaba. Pasó un sinnúmero de veces junto a la entrada de Friendfield, pero nunca reparó en el sucio sendero y mucho menos sabía a dónde llevaba. A pesar de ser una familia a la que normalmente le gustaba reunirse, “no hablábamos de eso”, dijo.
Una hora al noreste de Charleston en la región de Low Country, el condado de Georgetown se estableció en los días de la colonia.
Hacia mediados de 1800, miles de esclavos trabajaban en campos infestados de mosquitos frente al río para producir la mitad del arroz que se consumía en Estados Unidos.
Friendfield prosperó durante un siglo como una plantación productiva, pero su fortuna se colapso después de la Guerra Civil. El molino de arroz se quemó, la casa grande fue saqueada y la viruela asoló lo mismo a los hogares negros que a los blancos.
Muchos de los oprimidos de Friendfield siguieron viviendo en la propiedad, como peones en una comunidad conocida como Hill que incluía una iglesia y una clínica.
Se cree que en este periodo, uno de los trabajadores de Friendfield fue Jim Robinson. Aparece en el censo de 1880 registrado como un trabajador del campo. Un analfabeta que vivía cerca de los dueños blancos de la plantación.
Era casado y tenía un hijo de tres años, Gabriel. Su segundo hijo Fraser, el tatarabuelo de Obama, nació en 1884.
Carrie Nelson, la hija de Gabriel Robinson, es la más vieja de todos y conserva las tradiciones de la familia. Antes de la visita de Michelle Obama, en enero, sus primas, Connie Jones y Harolyn Siau, le llamaron a Carrie para que las ayudara a hacer el rompecabezas de la historia familiar.
En la sala de su casa, de estilo campirano, Nelson se apoyó en una maltratada biblia de la familia y en su rica y vivida memoria para reconstruir los últimos días en Frienfleld, recordando historias que su padre le había contado de pequeña. Jones, quien creció en el pueblo, pero se mantuvo cerca de sus primos del campo, escuchaba con gran atención desde el sofá, haciendo comentarios como “¿de veras?” y “no sabía”, mientras Nelson desgranaba los relatos de la familia.
Cuando Gabriel y Fraser Robinson eran jóvenes, su madre murió y Jim volvió a casarse. Cuando Fraser tenía unos diez años, relató Nelson, se aventuró en el bosque a recolectar madera y “un árbol pequeño rompió su brazo al caer”. Su madrastra cuidó la lesión, pero la herida se infectó y el brazo izquierdo tuvo que ser amputado.
Un testigo de la tumultuosa escena de la familia Robinson fue un hombre blanco llamado Francis Nesmith, hijo del supervisor de otra plantación y visitante frecuente de Friendfleld. Como Gabriel Robinson le dijo a su hija, Fraser iba con Nesmith y éste le tomó aprecio al chico manco. Consciente de la difícil vida familiar de Fraser, Nesmith le preguntó a Jim Robinson si el chico podía vivir con él.
“Dijo que lo cuidaría bien, y así lo hizo”, relató Nelson. “El tío Fraser y los lujos de ese hombre crecieron juntos”.
En el censo de 1900, Fraser figura como un “chico de casa” que vivía con la familia Nesmith. A los 16 años, no podía leer ni escribir. Pero los hijos de Nesmith iban a la escuela y sus padres sabían leer. Eso dejó una gran impresión en el tío, relató Nelson.
“Ellos motivaron fuertemente a sus hijos para que tuvieran una educación, y un día el tío Fraser también lo haría, porque eso fue lo que el aprendió de ellos”, dijo ella sobre los Nesmith.
Profundamente consciente de la herencia de su esposa, Barack Obama ha llamado a Michelle “la mujer más estadunidense por excelencia que conoce”. Durante el discurso sobre razas que pronunció esta primavera en Philadelphia, señaló: “Estoy casado con una estadunidense negra que lleva consigo sangre de esclavos y de dueños de esclavos”.
Desde hace mucho tiempo se asume que hubo un ancestro blanco en la familia Robinson, pero no hay evidencia que lo compruebe. Eso es algo que a Michelle Obama le gustaría saber, y aun cuando sigue siendo un misterio, el hecho representa una lección para la historia familiar
“Un mensaje importante de este día es que todos estamos interrelacionados”, dijo. “Lo estamos a través de nuestras historias de crecimiento y supervivencia en este país. En algún lado hubo un dueño de esclavos —o una familia blanca que le dio un lugar en la época de mi tatarabuelo un hogar que le ayudó a construir una vida— eso llegó hasta mi. Entonces, ¿quiénes fueron ellos?. Yo diría que ellos forman parte de mi historia igual que mi tatarabuelo.”
Los hijos de Jim Robinson prosperaron. Gabriel se unió a unos hombres que fabricaban aguarrás y compró una granja al oeste de Friendfleld, de la que todavía una parte esta en poder de la familia. Fraser se casó con Rosella Cohén se enseñó a sí mismo a leer y trabajó como zapatero y como vendedor de periódicos, además de colaborar también en un aserradero.
Dorothy Taylor de 89 años, quien vive a una cuadra de la iglesia Bethel AME, recuerda haber visto al “señor Fraser Robinson” vendiendo el periódico local en una esquina del pueblo. Todos los estudiantes de Howard School, la única escuela de estudios medios para los negros en ese pueblo, sabían que se llevaba a casa las copias del periódico que le sobraban para que sus hijos pudieran leerlas
“Era la creencia de que la educación era nuestra salvación: educación y religión”, dijo Taylor. “Ustedes deben confiar en Dios y aprender todo lo que puedan. Porque nosotros tuvimos vidas llenas de privaciones. No teníamos nada.”
El abuelo de Micheller Obama nació en 1912. Fue un destacado estudiante y era conocido como un buen orador, pero a los 18 años, como muestran los registros, Fraser Robinson Jr. vivía en casa de sus papás y trabajaba en el aserradero de la localidad. Eran tiempos en los que los negros de Georgetown estaban perdiendo sus derechos legales y el estatus social que habían empezado a ganar después de la educación, tiempos en que la economía local andaba muy mal.
“Allí no había empleos”, dijo Harolyn Siau, maestra retirada y que es prima de Robinson. “Imagino que un hombre que pensaba de esa manera no se habría conformado con cualquier cosa”. Un allegado de la familia Robinson se cambió a Chicago. Fraser Robinson Jr. decidió seguirlo, al menos por un rato.
Y cuando la campaña de Obama empezó a compilar la genealogía de los Robinson, sus asistentes no tenían idea de lo que podrían encontrar. Michelle Obama sabe todavía muy poco de sus otros abuelos, aunque le dijeron que LaVaughn fue nieta de un pastor de Mississippi
No obstante, la historia de los Robinson dice mucho por sí misma. Al menos tres de los hijos de Fraser padre (los tíos abuelos de Michelle) se unieron a la milicia. Una hija se cambió a Princeton, Nueva Jersey, donde trabajó como sirvienta y cocinó platillos al estilo sureño para Michelle y su hermano Craig, cuando ambos estudiaban en la Universidad de Princeton.
El padre de Connie Jones, Thomas Robinson, fungió durante 25 años como el querido director de una escuela primaria de una comunidad afroestadunidense que se instaló cerca de los límites de la propiedad Friendfleld.
“Me suena razonable”, dijo Obama. “Si el patriarca de nuestro linaje fue el manco Fraser, zapatero con un solo brazo, un emprendedor, alguien que fue capaz de adquirir una propiedad y que con grandes esfuerzos y determinación fue capaz de construir una vida en este pueblo: ese debió ser el ejemplo que recibió mi abuelo.”
En enero, Michelle Obama pronuncio un discurso en Bethel AME, ante una abigarrada multitud que incluyó, por lo menos, 30 familiares. Rápidamente se corrió la noticia a través de los Robinson de que uno de los suyos podría llegar a la Casa Blanca. “¡Dios mío es absolutamente increíble!” Thomas Nelson, un primo que trabaja en la base Robins de la Fuerza Aérea de Georgia, escribió al sitio de internet de la campaña de Obama.
Sin embargo, hay cautela cuando alguien trata de ahondar demasiado. Los familiares, incluidos Jones y Siau, han sido contactados por reporteros, pero se sienten incómodos de hablar sobre su prima por temor a provocar tensiones raciales y dañar las posibilidades que tiene el esposo de ella en las elecciones.
Académicos especializados en el tema de la esclavitud y el sur creen que Obama podría convertirse en un catalizador que aleje esos temores. “Podría haber una docena de resultados distintos, pero no hay duda de que la gente está lista para escuchar esto”, dijo Peter Word, profesor de historia de la Universidad Duke y experto en el sur de Estados Unidos antes de la guerra. “Están listos para escuchar que ella se siente orgullosa, no avergonzada, y para ver cómo otra gente se puede sentir bien a ese respecto.
“De ese modo ella se convierte de alguna manera en el Alex Haley de su generación”, dijo Wood, refiriéndose a este autor que siguió la línea genealógica de sus ancestros en la celebrada novela Roots.
En un viaje en enero pasado, Michelle manejó por los alrededores de Friendfleld, como lo hacía cuando era pequeña, sólo que esta vez asomó la mirada para ver ese sitio histórico. La próxima vez que venga dijo me gustaría conocer el lugar
“Probablemente hay miles de Fraser mancos en este condado”, comentó, “que salieron de la esclavitud y se emanciparon porque eran listos y trabajaron mucho. Con esos valores estadounidenses ellos se pusieron de pie para empezar a colocar estos pequeños cimientos que llegan hasta mí.”
Traducción: Cármen Alvarez.
“Es bueno participar de este modo en la representación de la historia. Podría ser cualquiera. Pero nos tocó a nosotros, es nuestra familia, esa es la historia que permitirá hacer un relato más grande.”
Barack Obama, candidato demócrata a la presidencia.
“Creo que ella podría jugar un papel tan crucial como su esposo, si no es que más crucial. Nos daría la oportunidad de ir más allá de nuestras nociones preconcebidas, de algunos de nuestros prejuicios.”
James Clyburn, representante del Condado de Georgetown.
Dorothy Taylor, quien era vecina de los abuelos de Michelle, recuerda al bisabuelo manco. En la imagen, posa con la posible primera dama.
En uno de estos campos de arroz, Fraser I trabajó a fines del siglo XIX, antes de irse a vivir con la familia blanca de los Nesmith.
El bisabuelo de Michelle Obama, Fraser Robinson I, perdió su brazo izquierdo a causa de una infección en un herida provocada con la caída de un árbol.
Las plantaciones de Friendfield, donde vivió el tatarabuelo esclavo, Jim Robinson, producían más de la mitad del arroz que se comía en EU.
Se cree que Jim, patriarca familiar, fue enterrado en Friendfield, pero como desconocido. Aún no se sabe dónde están sus restos.