lunes, 23 de marzo de 2009

DOS MARCOS DE PENSAMIENTO QUE SUMAN PARA ENTENDER EL PESO DEL CAPITALISMO NEOLIBERAL EN EL AGRO

DOS MARCOS DE PENSAMIENTO


QUE SUMAN PARA ENTENDER


EL PESO DEL CAPITALISMO


NEOLIBERAL


EN EL AGRO


JOSE LUIS LIVOLTI, LIDER DE UNA CORRIENTE INTERNA QUE SE OPONE A LA CONDUCCION DE FEDERACION AGRARIA

Y

Norma Giarracca, Socióloga,

investigadora del Instituto Gino Germani (UBA).


“La derechización es lamentable”

En diálogo con Página/12, este pequeño productor de Arroyo Seco contó detalles sobre los enfrentamientos que provocó la decisión de aliarse con la Sociedad Rural y Aapresid. Afirma que hay una “actitud destituyente”, pero remarca que la movilización actual es menor.

Por Fernando Krakowiak

José Luis Livolti es un pequeño productor agropecuario que cría cerdos en la localidad santafesina de Arroyo Seco. Es coordinador nacional del Movimiento Campesino Liberación, una corriente interna de Federación Agraria que desde el inicio del conflicto cuestionó a la conducción de la entidad. En diálogo con Página/12, contó detalles sobre los enfrentamientos que provocó la decisión de aliarse con la Sociedad Rural y Aapresid y aseguró que el viraje es consecuencia de un cambio en la idiosincrasia y la cultura del productor por la influencia del paquete tecnológico que combina soja transgénica, siembra directa y el herbicida glifosato. Afirma que “hay una actitud destituyente muy fuerte con el único objetivo de bajar las retenciones”, pero remarca que “la mayoría de los productores que apoyaron el conflicto y salieron a las rutas el año pasado hoy no están saliendo”.

–¿Por qué se opusieron a la conducción de Federación Agraria?

–Nos diferenciamos por haber observado el proceso de derechización que la llevó a abandonar las principales banderas que dieron origen a la entidad, aunque formalmente digan que siguen defendiendo los postulados del Grito de Alcorta. No se entiende cómo podrían hacerlo de la mano de los enemigos históricos de Federación Agraria. Además, la conducción reivindicaba el cobro de retenciones, principio con el que nosotros estamos de acuerdo, pero durante el año pasado lo empezaron a decir cada vez menos y ahora directamente piden su eliminación. “Nosotros no decimos que no estamos de acuerdo con las retenciones”, afirma Eduardo Buzzi en sus discursos, pero al mismo tiempo las califica de confiscatorias y desastrosas. Ese tipo de contradicciones y el accionar concreto hizo que fuéramos endureciendo nuestra posición. Intentamos sustraer a la Federación Agraria de esa unidad por derecha con el resto de las entidades, pero no lo hemos logrado.

–¿Cuáles son los intereses que defiende Federación Agraria ahora?

–Defiende a los productores sojeros de la Pampa Húmeda, esencialmente aquellos que están en la franja media de 200 a 500 hectáreas, y lo hacen junto a los grandes sojeros. No se puede sostener la defensa de los pequeños productores y de los agricultores familiares junto a Hugo Biolcati. Ya sabemos cuál es la tradición de la Sociedad Rural. Es una entidad que chorrea sangre. Yo estaba detenido en Corrientes cuando el presidente de la Sociedad Rural de esa provincia era el capitán del Ejército Juan Carlos De Marchi, quien fue juzgado por crímenes de lesa humanidad. Tampoco se puede defender a los pequeños productores junto al vicepresidente de CRA, Néstor Roulet, quien en un acto en Venado Tuerto dijo que a este país lo hicieron grande el campo, el Ejército y la Iglesia.

–Sin embargo, la conducción de Federación Agraria fue ratificada el año pasado luego del conflicto. ¿Cómo se puede explicar eso?

–El sujeto que siempre estuvo en Federación Agraria cambió su idiosincrasia y su cultura por la influencia del paquete tecnológico que combina soja transgénica, siembra directa y el herbicida glifosato. Ese paquete hizo que dejaran de ser pequeños productores diversificados para producir únicamente soja. Además, muchos se convirtieron en rentistas, pues el modelo hizo que dejaran de trabajar, porque les conviene más alquilarle el campo al vecino con más capacidad de producción o al pool de siembra que viene de otro lugar. También aparecieron pequeños empresarios del transporte del cereal y empresas de servicios que con una sembradora, una cosechadora, una monotolva, una fumigadora y una camioneta hacen la siembra y la cosecha de la soja. En muchos casos son hijos de productores a los cuales he visto en la ruta. Este nuevo sujeto se fue incorporando a la Federación Agraria y la entidad pasó de tener entre 2000 y 3000 socios activos a 6000 en el último congreso. Los frutos de ese proceso fueron los que en septiembre de 2008 ratificaron a la actual conducción.

–¿Hubo alguna reunión interna en la que se decidió pasar a representar los intereses sojeros o se fue dando naturalmente?

–Se fue dando paulatinamente, pero en forma acelerada. Cada sesenta días se reúne el consejo directivo de la Federación Agraria y ahí se da el debate. La voz cantante la lleva Eduardo Buzzi y nosotros estamos en minoría, aunque hay que decir que en un momento un número no menor de directores nos acompañó en una votación donde nos opusimos a la participación de la entidad en el corte de cinta y en la inauguración de la Exposición de Palermo de la Sociedad Rural. Sin embargo, por entonces ya venía el viraje a la derecha, apoyado sobre la base de aquel falso concepto de la que la unidad del campo está por encima de todo. Nosotros cuestionamos este precepto porque creemos que la unidad en sí misma no sirve si no se dice para qué. Nos da la sensación de que hay una actitud destituyente muy fuerte con el único objetivo de bajar las retenciones.

–Usted reconoce diferencias con la conducción de la entidad, pero las internas que trascienden son las que mantiene Buzzi con Alfredo De Angeli.

–Trascienden más esas diferencias porque los actores que son parte de esa disputa están permanentemente en los medios y las dejan trascender. Eduardo Buzzi opina que la derecha de Federación Agraria está representada por Alfredo De Angeli y De Angeli piensa que Buzzi tiene que defender incluso a los sojeros que producen hasta 4000 toneladas. Lo concreto es que los dos están juntos en la Mesa de Enlace y coinciden en la defensa del paquete tecnológico sojero.

–Incluso se han aliado con la Asociación de Productores en Siembra Directa, la entidad que mejor representa a los pooles de siembra.

–En Aapresid están representadas todas las organizaciones empresariales y técnicas que apoyan y fundamentan la filosofía de la soja transgénica y su cultivo. Cuando la Federación Agraria sostenía las banderas del Grito de Alcorta estaba en las antípodas de Aapresid, pero cuando las cuatro entidades se unieron en defensa del paquete tecnológico cerraron filas con Aapresid y hoy son la misma cosa. En Federación Agraria también hubo un debate sobre este tema cuando Eduardo Buzzi y Alfredo De Angeli estuvieron en el último congreso de Aapresid y fueron poco menos que galardonados.

–¿También hubo debate cuando se decidió firmar una solicitada oponiéndose a la estatización del comercio exterior de granos?

–El debate fue posterior, porque la verdad es que esa solicitada se firmó sin consultar. En una reunión de los presidentes de consejos regionales de Federación Agraria hubo un fuerte cuestionamiento por haber aparecido junto a los enemigos históricos oponiéndonos a uno de los postulados de la entidad. Buzzi intentó sacarse el lazo echándole las culpas a los que están al lado de él, pero todos los federados sabemos que es muy difícil que salga un comunicado sin que lo conozca el presidente. El proceso de derechización de la Federación Agraria es lamentable, pero es una realidad a la que nos tenemos que acostumbrar.

–¿No se puede revertir?

–Es un deseo, pero es parte de un proceso que va a ser largo. Va a haber que articular con otras fuerzas internas con las que hay coincidencias, pero además es necesario articular con otras organizaciones agrarias que no están representadas por la Mesa de Enlace. La mayoría del campo está en otro lado. Está en las economías regionales, en la agricultura familiar y en los pueblos originarios. Hay otro campo que es mucho más grande numéricamente y que económicamente podría representar muchísimo más y ser la garantía de la soberanía alimentaria.

–Federación Agraria también buscó representar a ese sector.

–Se había incluido a los agricultores familiares en un intento por representarlos, pero en este último proceso se decidió privilegiar a los sojeros medianos y grandes. En un momento, Federación Agraria impulsaba el tema de uso y tenencia de la tierra y participaba en el Foro Nacional de Agricultura Familiar. Sin embargo, el año pasado el principal referente del Foro, Pedro Cerviño, fue expulsado de Federación Agraria y se levantó una resolución congresal que preveía la realización durante 2008 de un congreso sobre uso y tenencia de la tierra. El consejo directivo levantó esa iniciativa argumentando que no había financiamiento y que estábamos en un año complicado debido al conflicto, pese a que nosotros decíamos que justamente ése era el momento para debatir.

–Usted señaló que observa una actitud destituyente. ¿Cree que el lockout y los nuevos cortes de ruta buscan desestabilizar al Gobierno?

–De la mano de la pelea por las retenciones el objetivo es avanzar todo lo que se pueda. Al conflicto se subió una derecha política que no cuestiona sólo las retenciones, sino la estatización de las AFJP, de Aerolíneas Argentinas, el juzgamiento a los genocidas o la política internacional de relacionarse con países como Cuba, Venezuela, Bolivia y Ecuador. Nosotros creemos que todas esas decisiones han sido correctas. También hubo cosas malas, como el veto a la Ley de Glaciares o la decisión de pagarle en un solo acto al FMI, pero nos preocupa que se presione para revertir lo que consideramos positivo. Muchos lo expresan en las rutas, como De Angeli cuando dice que al que no le gusta este país se tiene que ir a Cuba o a Venezuela. Para nosotros, en cambio, hay que aprovechar esta oportunidad histórica que plantea la crisis para nacionalizar las palancas claves de la economía. Apoyamos que se cree un ente de regulación del mercado de granos y creemos que es necesario impulsar un shock redistributivo.

–El año pasado la protesta logró un respaldo masivo en algunos actos, ¿cómo ve la situación ahora?

–La masividad está lejos de ser la misma. La mayoría de los productores que apoyaron el conflicto y salieron a las rutas el año pasado hoy no están saliendo. Quedan los sectores más activos. Algunos socios de Federación Agraria y productores sojeros autoconvocados.

–Ellos afirman que la baja de las retenciones es indispensable porque la sequía afectó los rindes de la soja.

–Solamente en las áreas de sequía que fueron muy puntuales y restringidas, pero la gran mayoría va a obtener rindes normales. Por lo tanto, los productores medianos y grandes pueden afrontar las retenciones sin problemas, sobre todo en la Pampa Húmeda.

fkrakowiak@pagina12.com.ar

El espectro de la dictadura
Por Norma Giarracca *

Si reflexionamos acerca de los drásticos cambios ocurridos desde mediados de los ’70, lo primero que resalta es la modificación de toda una configuración cultural-societal. Es evidente en las grandes ciudades y aún más en el mundo agro-rural. En gran parte del siglo XX, tras la creación de las juntas reguladoras y del primer peronismo, predominó un mundo agro-rural basado en una coexistencia regulada por el Estado entre pequeñas y medianas unidades familiares y grandes explotaciones agroganaderas; acompañaban esta estructura social cooperativas en todos los niveles de las cadenas agroindustriales y todo un entramado de negocios y servicios que otorgó dinámica a gran parte del territorio nacional.

Estos mundos cambiaron paulatinamente desde mitad de los ’70, pero desde 1991 esa transformación se acelera drásticamente. En pocos años aparecieron nuevos y fuertes actores económicos que requirieron denominaciones por su carácter novedoso y despersonalizado: “fondos de inversión”, “pool de siembra”. El capital financiero, que hasta hacía poco había participado sólo a través de los bancos, aparece en los famosos “fondos” y el capital transnacional no sólo participa en todos los eslabonamientos de la cadena agroindustrial, sino que aparece en inversiones directas en la producción agraria. Todo cambia (políticas públicas mediante) para aumentar la escala de producción y dejar afuera a un número importante de productores familiares. Se pone en marcha una nueva lógica productiva, creada por el neoliberalismo, que denominamos “agronegocio”.

Este modelo neoliberal en el sector agrario no se impuso por la fuerza de las nuevas tecnologías (de punta), ahorradora de mano de obra, “sustituidora de formas tradicionales de producir alimentos” como suelen afirmar sus entusiastas defensores. Se impuso, primero, por el uso de la fuerza de la dictadura que azotó el país entero entre 1976 y 1983. Y, en segundo lugar, por el terremoto institucional que supuso en estos mundos (y en el país) la total desregulación económica en 1991. El “disciplinamiento social” con gremios acallados, militantes sociales desaparecidos y encarcelados, territorios aterrados (como la provincia de Tucumán) fue la gran antesala para penetrar, democracias mediante, aspectos económicos del modelo, de una dureza imposible de aplicar unas décadas antes. Comenzó la versión criolla de “no hay alternativas”, adaptarse a las nuevas reglas o perecer.

A partir de esta interpretación sobre los procesos constitutivos de la realidad reciente, no resulta tan difícil comprender qué pasa con las poblaciones de los mundos agrarios hoy. Me refiero a los chacareros y los sectores medios profesionales o comerciantes ligados al agro que son la base social del conflicto del 2008-09. Estas poblaciones desde hace 33 años están impregnadas de discursos que los ubican frente a la disyuntiva de cambiar, “modernizarse” o desaparecer de la producción, comercialización o servicios del sector agrario capitalista. Después de un año de conflicto entre el gobierno nacional y este campo “aggiornado”, sobreviviente y exitoso actor del nuevo modelo, es evidente que esas poblaciones ya están absolutamente impregnadas de la nueva lógica productiva y cultural del “agronegocio”. Con la soja u otras producciones ganaron dinero y comprendieron por la fuerza de la práctica económica que el Estado en este modelo sólo cobra impuestos que les restan ganancias; lo toleraron pero ahora decidieron disputarle ese ingreso.

Por eso, estos sectores medios ligados al “agronegocio” ya no quieren políticas públicas que los orienten a las producciones de alimentos (retenciones a la soja) ni entes reguladores. Mientras hace un tiempo la mayoría de los chacareros deseaba un organismo regulador del comercio exterior, hoy lo rechazan. ¿Por qué? Aprendieron que el Estado ya no es un jugador importante, los “nuevos grandes jugadores” son los que marcan las reglas del juego, no el Estado. Ya no quieren su presencia en la cancha, ¿no era eso lo que se decía durante décadas?

Estamos entonces frente a poblaciones atravesadas por la cultura neoliberal y el discurso gubernamental antineoliberal no es creíble. El escepticismo prima en ellas y en los argentinos en general y lamentablemente a veces se transforma en cinismo. Y en épocas de crisis, escepticismo, miedo y cinismo social ligados a la defensa de intereses sectoriales pueden constituir la base de cierto “fascismo societal”. No se trata de responsabilizar a las poblaciones involucradas, como hacen algunos colegas, se trata de comprender cómo se llegó a esta situación, cuánta responsabilidad tuvieron todos los gobiernos desde 1983, la falta de análisis crítico de muchos intelectuales y científicos, el festival de “formadores de opinión” con el apoyo de Monsanto, Barrick Gold, los grandes bancos, por ejemplo, y se trata de pensar cómo se puede salir de esto.

No son las corporaciones sectoriales (las agrarias o las del entretenimiento televisivo) las que pueden otorgar luz para salir de esta encrucijada. Tampoco lo son los partidos políticos y sus competencias electorales, ya que todos forman parte del problema. Por supuesto, tampoco lo son los “intelectuales” desconectados de los avatares de los múltiples territorios, poblaciones y sus problemáticas. Por eso, en las cercanías de los 33 años del momento donde todo esto comenzó en sus raíces más profundas, vale la pena recordar que existen otras poblaciones que se reúnen en espacios públicos no estatales para generar un pensamiento sobre otra manera de producir, relacionarse con la tierra, el agua, los cerros; para diseñar formas de exigir mayor democracia (pues de esto se sale con más democracia); para dar a conocer los procesos devastadores de la expansión sojera y la minería en las provincias de “gobernadores empresarios”; poblaciones que registran y denuncian las ominosas y violentas intervenciones criminales en todos los espacios de la vida que tienen como víctimas niños, niñas adolescentes y jóvenes pobres.

La mejor estrategia para salir de la difícil encrucijada actual es un debate entre los núcleos más coherentes y progresistas dentro las instituciones democráticas (que los hay) y estas redes interpersonales e intersubjetivas de fuerte integración social que constituyen uno de los pocos espacios donde aún se mantienen y articulan sentimientos morales y fuertes convicciones que hacen a las relaciones básicas de respeto entre las personas. Tal vez desde la construcción de esos “nodos político sociales” se puedan reconstruir y generalizar valores básicos de solidaridad, darle credibilidad al Estado y salir de la amenaza de este “fascismo societal” que, como un espectro de aquello que nos sucedió hace 33 años, nos llena de espanto.

* Socióloga, investigadora del Instituto Gino Germani (UBA).