jueves, 19 de marzo de 2009

- Obama y el Imperio -



Obama y el Imperio


Traducido del inglés por Sinfo Fernández


Son muchas las personas que últimamente se están haciendo las siguientes preguntas: “¿Cuáles son las implicaciones de la crisis económica global en las políticas estadounidenses hacia Oriente Medio? ¿Se decantarán más o menos por Estados Unidos los países de esa zona mientras sufren sus propias crisis económicas?”. No son preguntas fáciles de contestar, pero aquí, ahora, nos limitaremos a esbozar unas primeras pinceladas sobre las posibles respuestas a ambas.

Empecemos por discutir qué políticas estadounidenses pueden aparecer en los meses venideros en relación a Oriente Medio. Un paso previo necesario a tener en cuenta es que las actuales políticas heredadas de la administración Bush representan un caos total. Prácticamente, cualquier persona de cualquier nacionalidad que viva en Oriente Medio –y en muchos más lugares- cree que la crisis económica que asola actualmente al mundo está en una gran medida ocasionada por las versión extrema del capitalismo propio de EEUU con su énfasis masivo en la privatización y en la eliminación de una serie de regulaciones que podrían haber proporcionado alguna protección a la gente de a pie. Como mínimo, hay sentimientos extendidos de Schadenfreude [*] por las penas que está ahora sufriendo EEUU y, a nivel político, hay un intenso desagrado por las políticas que se consideran, correctamente, como la consecuencia de la construcción del imperio y del colonialismo estadounidense e israelí y que tienen la culpa de los males y desigualdades que están afectando ahora a todas las naciones del mundo.

Hay dos escenarios importantes de cómo podrían evolucionar en el próximo año las políticas estadounidenses hacia Oriente Medio. Incluso ahora, nadie conoce lo suficiente sobre el Presidente Obama para saber qué escenario o variables podrían ser posibles. Aunque cada vez resulta más claro que, en cuanto a las relaciones exteriores, no va a haber muchos cambios. Confiemos en que esto no se cumpla. Al menos en la cuestión central de Palestina-Israel, Obama dejó claro desde el comienzo de su campaña, mucho antes de su elección, que iba a apoyar a los elementos derechistas del lobby israelí que dirige el AIPAC. Pero todavía queda la duda de cuán fuerte pueda ser ese apoyo.

El primer escenario es que Obama va a limitarse a marear la perdiz y a tratar de cambiar algo tan sólo para poder salir impune de las políticas de Bush, excepto en lo que se refiere a la eliminación de algunos de los aspectos más duros de dichas políticas en relación a la tortura. Obama está expandiendo la guerra en Afganistán y prosiguiendo la guerra en Iraq durante más tiempo de lo que había dicho que haría. En este escenario, intentará mantener conversaciones con Irán todo el tiempo que pueda y tratará de evitar el enfrentamiento. Seguirá intentando apoyar un gobierno civil en Pakistán, pero no se opondrá realmente a que una dictadura militar vuelva a dominar el país con tal de que Pakistán continúe apoyando sus políticas en Irán y Afganistán.

Ese es el primer escenario. Y aunque por su apoyo al imperio y al colonialismo lo convierte en un escenario indeseable, al menos Obama estaría tratando de evitar una guerra mayor.

El segundo escenario, mucho más militarista que el primero, es aún peor, y posiblemente conllevará más guerras, pero describe en lo que podrían convertirse las políticas de Obama en Oriente Medio cuando transcurran los meses que quedan de 2009.

Justo ahora Obama se enfrenta con dificultades económicas internas mayores de lo que durante gran parte de su campaña esperaba encontrar, y menos aún imaginaba que podrían sobrevenir de forma tan rápida como lo han hecho. Pero también se enfrenta con un complejo militar-industrial que está ahora presionando a favor de mayores gastos militares y políticas exteriores más agresivas; entre otras cosas como vía para ayudar a resolver las dificultades económicas estadounidenses. Además de esto, Obama se enfrenta con la perspectiva de un gobierno israelí al mando de Benjamin Netanyahu, que es incluso más derechista que el actual y que está apoyado por esa parte del lobby pro-Israel que dirige el AIPAC. Esta parte del lobby es probablemente el aliado más fuerte con que cuenta el complejo industrial-militar en su búsqueda de nuevas guerras y de políticas estadounidenses mucho más agresivas hacia Oriente Medio. Obama mostró su apoyo hacia el lobby durante toda su campaña y más recientemente no hizo nada para oponerse a la exitosa búsqueda de basura por parte del lobby respecto a Charles Freeman, un buen candidato para un puesto importante de inteligencia al que el lobby acusó de ser anti-Israel. Ya que una mayoría de votantes estadounidenses apoya por lo general a Israel sin pararse a pensar mucho en ello, el desorganizado movimiento por la paz y la justicia estadounidense no resulta muy eficaz a la hora de enfrentarse al complejo industrial-militar o al derechista lobby israelí.

Obama ha mostrado claramente por ahora que no quiere ser el dirigente estadounidense que pierda el imperio. En general, la mayoría de los gobiernos europeos, la mayoría de los árabes, así como el gobierno japonés, no se le opondrán. La opinión pública en esos países, a diferencia de sus gobiernos, será algo más fuerte a la hora de enfrentarse a las políticas del imperio, pero es muy poco probable que los pueblos de esos países puedan lograr algo.

Por tanto, la conclusión a la que uno llega, si este segundo escenario se convierte en real, es que vamos a enfrentarnos a un período muy peligroso de la historia mundial. Efectivamente, hay fuerzas tanto en EEUU como en Israel que quieren una confrontación de civilizaciones e, indudablemente, no se opondrán a nuevas guerras. Esas fuerzas son poderosas. Obviamente, la primera nación que se vería afectada por este escenario sería Irán. A estas alturas, es imposible saber si Obama querrá, o podrá, impedir que esas fuerzas dominen las futuras políticas estadounidenses en todo Oriente Medio.

N. de la T.

[*] Schadenfreude: Término alemán que significa alegría malsana, disfrutar con la desgracia de los demás.

Bill y Kathleen Christison llevan varios años escribiendo sobre cuestiones relativas a Oriente Medio y han elaborado un libro que Pluto Press publicará en junio, sobre la ocupación israelí y su impacto sobre los palestinos. Hace treinta años, eran analistas de la CIA. Puede contactarse con ellos en kb.christison@earthlink.net

Enlace con texto original:

http://www.counterpunch.org/christison03172009.html