sábado, 4 de abril de 2009

- APUNTES SOBRE LA "INSEGURIDAD" (1).- El incremento de las acciones delictivas y/o violentas tienen sus raíces en la desigualdad social y exclusión

- APUNTES SOBRE LA "INSEGURIDAD" (1)

Investigaciones demuestran que el incremento de las acciones delictivas y/o violentas

tienen sus raíces en la desigualdad social y exclusión educativa.

Según evidencias empíricas dadas a conocer en diversas investigaciones, el incremento de las acciones delictivas que se presenta en América Latina a inicios del siglo XXI, está indisolublemente vinculado a la desigualdad social y la exclusión educativa de amplios sectores de la población.

Esta nueva violencia involucra fundamentalmente a los jóvenes quienes están expuestos a altas expectativas de consumo que no pueden satisfacer por los medios socialmente aceptados, y quienes ven en la violencia y el uso de las armas de fuego un medio para construir su identidad y lograr medios económicos para satisfacer sus aspiraciones.

En la Argentina durante la década comprendida entre los años 1990 y 1999, se produjo un incremento de causas abiertas por delitos contra la propiedad, que en el caso de los robos, alcanzó un crecimiento pico del 52 % al final de la década. En el caso de delitos contra la propiedad alcanzaron un pico de crecimiento del 156,1 % en 1999 para las lesiones y un 75 % en 1997 en lo que respecta a homicidios.

Las Estadísticas elaboradas por la corte Suprema de Justicia muestran claramente como durante la década del noventa, se incrementó la cantidad de menores judicializados en la Provincia de Buenos Aires. Acerca de la condición educacional de los mismos, el 37 % corresponde a individuos que declaran estudios primarios incompletos. En este conjunto el 70 % tiene entre 15 y 17 años, además de un retraso escolar de 1 a 5 años. El 6 % de los casos corresponde a individuos que se declaran analfabetos. Para un 39 % de la muestra, este dato no se pudo relevar. La gran ironía social es que, de acuerdo a un estudio realizado en todo el país, son los jóvenes de menores recursos los que consideran que lo más importante para su futuro, es estudiar para tener un título: 42 % mientras que en las escuelas privadas los que opinan así, no superan el 28 %.

Durante el desarrollo de la Segunda Encuesta Nacional a Estudiantes de Enseñanza Media, se les interrogó a cada uno de los entrevistados: “¿Crees probable que vayas a terminar el último año del secundario?”, para poder cruzar las variables tasas de consumo y expectativas con respecto al futuro de los estudiantes. Y se observó que las tasas de consumo de sustancias aumentan conforme disminuye la probabilidad de terminar el último año de estudio. Algo muy similar ocurre con la expectativa en relación al ingreso a la universidad y el consumo de drogas ilegales. El consumo es de 5,5 % para aquellos que creen muy probable su ingreso a la Universidad y de 15 % para quienes lo consideran imposible.

Estos datos son importantes para informar con claridad a la sociedad, que ha consolidado en su acervo de creencias, aquella que supone la relación causal droga-delito y/o violencia. Hay suficientes pruebas empíricas que demuestran que no necesariamente todo aquel individuo que consume una sustancia psicoactiva (droga), se violenta o comete un delito. O acaso en todo acontecimiento festivo donde los invitados beben alcohol en exceso, ocurren hechos de violencia ? Es poco frecuente que quien se encuentre en una situación placentera repentinamente, se torne agresivo. A lo sumo se deprimirán sus mecanismos inhibitorios cerebrales y dirá verdades reprimidas, se mostrará eufórico, etc. Las sustancias psicoactivas son psicoactivadoras, disparadoras de lo que ya está contenido en el umbral de la conciencia de la persona. No son creadoras de actitudes y sentimientos: alegría, tristeza, frustraciones, broncas, dolores, etc. Es importante desmitificar estas creencias, que solo han servido para profundizar la discriminación, la incomunicación, el rechazo y lo peor: el fortalecimiento de identidades negativas, que se podría resumir en la siguiente frase: “prefiero ser lo peor a no ser”.

De la información relevada surgen algunos interrogantes

¿Por qué no se quiere entender que la verdadera génesis de la violencia es la desigualdad y la exclusión?

¿Qué hace suponer que, de seres nacidos y crecidos en condiciones sub humanas devendrán luego civilizados ciudadanos?

¿Por qué la conciencia ética de los ciudadanos que tanto reclama por la paz social no pide la justicia social?

¿Por qué no se logra percibir que la primera es condición necesaria para la segunda?

¿Por qué la sociedad, es decir, cada uno de nosotros, no logra desentrañar que nuestro destino está indisolublemente ligado a un mejor destino de los desamparados, los desprotegidos, los excluidos?

¿Por qué la gente pide por el silenciamiento de las causas que originan la inseguridad, como sea, en lugar de pedir soluciones a los problemas que la crean?

¿Por qué tanta gente entiende que armonía social es silenciamiento, ocultamiento de problemas?

¿No hay un rincón en nuestros endurecidos corazones en el que se pueda albergar la piedad?