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viernes, 30 de mayo de 2008

La expansión del Pentágono será el legado perdurable de Bush - Atrincherado, arraigado, e inamovible -

Pequeña introducción desde la Biblioteca Paco Urondo

Noam Chomsky nos viene enseñando desde años, que el capitalismo, desde sus primitivos orígenes de la acumulación originaria, no ha sido, no es, ni será viable, si el estado donde el capitalismo se despliega no invierte enormes sumas de dinero -quitado de los ahorros de la población- interviniendo en favor de las empresas, bancos y otras corporaciones capitalistas.

Noam Chomsky nos demostró, una y cien veces, como en el "reino de la libertad del mercado y la libre empresa", o sea, en las raíces norteamericanas del imperio, el estado intervino, interviene y seguirá interviniendo de manera escandalosa para que las corporaciones privadas capitalistas tengan sus ganancias, como no lo hace ningún otro estado en cualquier otro país.

¿De qué forma interviene el "Estado de la Unión" en favor de las empresas y corporaciones transnacionales: a través de las inimaginables inversiones de toda índole que hace el Pentágono de manera incesante, comprando hasta lo inimaginable a toda corporación transnacional.

Como podrán leer en este estupendo trabajo, esos gastos que realiza el "estado de la unión" a través del Pentágono y en favor de cuanta transnacional le venga a bien, no tiene siquiera un registro contable, ni nadie sabe a cuanto ascienden las astronómicas cifras gastadas año tras año.-

Mientras tanto, en otros países, como en la Argentina, los mas variados economistas, se queman los cesos para "estudiar" las tendencias del "mercado", las "condiciones de la inflación", la injerencia del gasto público en la economía del país, todo esto, mientras nuestro estado, sin ser ninguna excepción a las reglas de supervivencia del capitalismo, financia y regala préstamos impagables a cuanta empresa importante resida en este bendito país.

Primero los economistas liberales, luego en medida mucho mayor, los neoliberales-depredadores y capitalistas del desastre, se quejan en voz alta de la falta de "libertad y transparencia en los mercados" y denuncias la injerencia del estado interviniendo mediante subsidios hasta empresas transnacionales. Estos mismos economistas, cuando tuvieron la suma del poder público (prácticamente desde 1974 hasta hoy), siempre que pudieron pusieron al estado en función de las empresas, los bancos, las finanzas al peor estilo "bolchevique".


La expansión del Pentágono será el legado perdurable

de Bush

Atrincherado, arraigado, e inamovible


Tom Dispatch


Traducido del inglés por Germán Leyens


Introducción del editor de Tom Dispatch:


El Pentágono se hace cargo


Hay palabras que pueden ser clavadas sobre los años de Bush como un ramillete marchito: “No sabemos para qué gastamos el dinero.” Es una cita de Mary Ugone, la vice-inspectora general para auditoría del Departamento de Defensa, respecto a los masivos pagos del Pentágono hechos durante la ocupación y la guerra en Iraq para los que no existe una documentación (o es groseramente inadecuada).

De hecho, según el inspector general del Departamento de Defensa, “el Pentágono no puede dar cuenta de casi 15.000 millones de dólares en bienes y servicios que van desde camiones, agua embotellada y colchones, a granadas impulsadas por cohetes y ametralladoras, que fueron compradas a contratistas en el esfuerzo de reconstrucción de Iraq.” Una auditoría interna de 8.000 millones de dólares que el Pentágono pagó a contratistas privados estadounidenses e iraquíes estableció que “casi ninguna transacción cumplió con leyes o regulaciones federales para impedir el fraude, en algunos casos careciendo incluso de facturas básicas que expliquen como se gastó el dinero.”

Es, hay que admitir, calderilla para el Pentágono en la era de Bush. E incluso cuando se intenta una “reforma”, la medicina es a menudo peor que la enfermedad. Por ejemplo, críticos en el Congreso, entre otros, han acusado al contratista privado KBR, basado en Houston, anteriormente una división de Halliburton, de derroche y mala administración y de explotación de sus vínculos políticos con el vicepresidente Dick Cheney” en el cumplimiento de enormes contratos para apoyar a las tropas de EE.UU. en Iraq. Ahora, el Pentágono planea reparar sus faltas dividiendo el último contrato por alimentos, albergues, y servicios básicos en Iraq entre KBR y otros dos grandes contratistas, Fluor Corporation y DynCorp International. Según el New York Times: “En realidad, el nuevo convenio de tres compañías podría resultar en gastos más elevados para el contribuyente estadounidense y en una supervisión débil por las fuerzas armadas.”

Estos detalles reveladores surgieron la semana pasada de las profundidades subterráneas del Pentágono hinchado de la era Bush. Como indica Frida Berrigan en uno de los artículos más importantes que Tomdispatch haya publicado, la masiva expansión del Pentágono en casi todos los frentes durante los dos períodos de George W. Bush puede ser la mayor historia relatada sobre nuestros días. Podría, en los hechos, ser la historia estadounidense más importante del nuevo siglo, y aunque muchas de sus partes disímiles pueden ser encontradas en los periódicos, los medios dominantes no han ofrecido todavía una visión significativa del Pentágono en nuestros tiempos. Esto dice mucho sobre lo que no se encara en nuestro mundo. Cómo, por ejemplo, es posible que haya una campaña electoral presidencial que dura años, en la que el tamaño del Pentágono nunca aparece como tema (a menos que los candidatos se afanen por una expansión del tamaño de las tropas de EE.UU.)

Como parte de su continua consideración del legado que Bush está dejando al pueblo de EE.UU. Tomdispatch lanza hoy una exploración en tres partes del papel del Pentágono en los años de Bush. (Las otras dos partes aparecerán en los próximos meses.) La serie está en las capaces manos de Frida Berrigan y Bill Hartung, expertos militares en la Iniciativa de Armas y Seguridad de la New America Foundation. No hay que perdérsela. Tom

Atrincherado, arraigado, e inamovible

La expansión del Pentágono será el legado perdurable de Bush

Frida Berrigan

Una industria artesanal hecha y derecha ya se dedica a los que esperan ansiosamente el fin del gobierno de Bush, ofreciendo la venta de calendarios, imanes, y camisetas, así como contadores y gráficas para descargas a blogs y sitios en la Red. Pero cuando termine el conteo regresivo y George W. Bush desocupe el Despacho Oval, dejará un legado que habrá que enfrentar. Ciertamente, lega a su sucesor un mundo desfigurado por la guerra y desbaratado por las privaciones, pero tal vez su legado más perdurable está ahora profundamente empotrado en la política del área de Washington – un Pentágono tan metastaseado que es casi irreconocible.

El masivo crecimiento del Pentágono durante estos últimos siete años no será deshecho fácilmente, no importa quién se ponga el manto presidencial el 19 de enero de 2009. “El Pentágono” es ahora mucho más que un edificio de cinco lados al otro lado del Potomac desde Washington o incluso la sede del Departamento de Defensa. De muchas maneras, desafía toda descripción o designación.

¿Quién llega a recordar, hoy en día, el debate al terminar la Guerra Fría sobre el papel que correspondería al poder militar de EE.UU. en un mundo “unipolar”? ¿Estaba tan bien establecida la supremacía de EE.UU., preguntaban entonces los eruditos, que Washington podía basarse en un poder económico y cultural más blando, y que el poder militar fuera sólo un respaldo (y un “dividendo de paz” interior por añadidura)? ¿O debía colocarse EE.UU. las seis pistolas de un alguacil global y patrullar el mundo como fuente de “intervenciones humanitarias”? ¿O había llegado el momento de declarar audazmente que somos la única superpotencia del mundo y esgrimir unas fuerzas armadas de alta tecnología sin igual, desanimar activamente de llegar a pensar en una rivalidad futura a cualquier otra potencia o bloque de poder?

Los ataques del 11 de septiembre de 2001 terminaron decisivamente con ese debate. El gobierno de Bush declaró rápidamente la guerra total en todos los frentes – contra pueblos, ideologías y, sobre todo, el “terrorismo” (una táctica de los débiles). En ese mismo mes de septiembre, responsables del gobierno filtraron orgullosamente la información de que estaban listos para “apuntar” a hasta 60 otras naciones y a los movimientos terroristas dentro de ellas.

La “huella” del Pentágono debía ser implantada firmemente: base militar tras base militar en todo el planeta, con énfasis especial en sus centros energéticos. Altos funcionarios del gobierno comenzaron a preparar al Pentágono para que fuera a cualquier parte e hiciera lo que quisiera, mientras reescribían, desgarraban, o ignoraban cualesquiera leyes, nacionales o internacionales, que constituyeran un obstáculo. En 2002, el Secretario de Defensa Donald Rumsfeld articuló oficialmente una nueva postura militar de EE.UU. que, era poco menos que revolucionaria en su concepción. Se llamaba – en típica abreviatura del Pentágono – una Estrategia de Defensa 1-4-2-1- (reemplazando el plan no demasiado modesto del gobierno de Clinton de prepararse para librar simultáneamente dos grandes guerras – en Oriente Próximo y el Noreste de Asia.)

Teóricamente, esta estrategia significaba que el Pentágono debía prepararse para defender a EE.UU., mientras creaba fuerzas capaces de disuadir la agresión y la coerción en cuatro “regiones críticas” (Europa, el Noreste de Asia, el Este de Asia, y Oriente Próximo). Sería capaz de derrotar simultáneamente la agresión en dos de estas regiones y “ganar decisivamente” en uno de esos conflictos “en un momento y un sitio elegido por nosotros.” De ahí 1-4-2-1.

Y eso fue sólo el comienzo. Ya habíamos, para entonces, entrado a la nueva era del Mega-Pentágono. Casi seis años después, la escala de la expansión de esa institución aún no ha sido completamente comprendida, así que consideremos sólo siete de las principales maneras mediante las cuales el Pentágono ha vivido la expansión – y un salto – más allá de su misión original, eclipsando a otras instituciones de gobierno al hacerlo.

1. El Pentágono revienta-presupuestos

El presupuesto base del Pentágono – que ya ascendía a alarmantes 300.000 millones de dólares cuando George W. Bush se hizo cargo de la presidencia – se ha casi duplicado mientras él ha estado parqueado tras el inmenso escritorio del Despacho Oval. Para el año fiscal 2009, el presupuesto regular del Pentágono totalizará aproximadamente 541.000 millones de dólares (incluyendo el trabajo en ojivas nucleares y reactores navales en el Departamento de Energía).

El gobierno de Bush ha presidido sobre uno de los mayores fortalecimientos militares en la historia de EE.UU. Y eso es antes de que lleguemos a contar los “gastos en guerras.” Si tenemos en cuenta los costes directos de las guerras en Iraq y Afganistán, así como la Guerra Global contra el Terror, los gastos de “defensa” han sido esencialmente triplicados.

Desde febrero de 2008, según la Oficina de Presupuestos del Congreso, los legisladores han asignado 752.000 millones de dólares para la guerra y ocupación de Iraq, las continuas operaciones militares en Afganistán, y otras actividades asociadas con la Guerra Global contra el Terror. El Pentágono estima que necesitará otros 170.000 millones para el año fiscal 2009, lo que significa que, con 922.000 millones de dólares, los gastos directos para las guerras desde 2001 serían cercanos a la marca de los tres billones de dólares.

Como ha señalado el columnista del New York Times, Bob Herbert, si una pila de billetes de unos 15 centímetros de alto tiene un valor de 1 millón de dólares; entonces, una pila de 1.000 millones tendría la altura del Monumento a Washington, y una pila de 1 billón de dólares tendría una altura de 153 kilómetros. Nótese que ninguno de estos fondos para librar guerras es siquiera contado como parte del presupuesto militar anual, sino que son proporcionados por el Congreso en la forma de “suplementos de emergencia” varias veces al año.

Si se agrega la guerra al presupuesto base del Pentágono, EE.UU. gasta ahora casi tanto en asuntos militares como el conjunto del resto del mundo. Los gastos militares también dejan a la sombra todas las otras partes del presupuesto federal, al representar 58 centavos de cada dólar gastado por el gobierno federal en “programas discrecionales” (los que el Congreso aumenta o reduce sobre una base anual).

El presupuesto total del Pentágono representa más que los gastos combinados en educación, protección medioambiental, justicia, prestaciones para veteranos, ayuda habitacional, transporte, formación profesional, agricultura, energía, y desarrollo económico de EE.UU. No es sorprendente, por lo tanto que, ya que cobra cada vez más dinero, el Pentágono está tomando (o se apodera de) cada vez más funciones y roles.

2. El Pentágono como diplomático

El gobierno de Bush ha exhibido una y otra vez su desdén por la discusión y el compromiso, por tratados y acuerdos, y una admiración igualmente profunda por lo que puede ganar mediante la amenaza y la fuerza. No es sorprendente, por lo tanto, que la agenda de política exterior de la Casa Blanca haya sido dirigida cada vez más a través de los militares. Con un presupuesto militar que es más de 30 veces superior a la suma en conjunto de todas las operaciones del Departamento de Estado y de toda la ayuda no militar al extranjero, el Pentágono ha penetrado en dos bastiones tradicionales del Departamento de Estado – la diplomacia y el desarrollo – duplicando o reemplazando gran parte de su trabajo, a menudo a través de un reenfoque de la diplomacia de Washington hacia relaciones de militar a militar, en lugar de diplomático a diplomático.

Desde fines del Siglo XVIII, el embajador de EE.UU. en cualquier país ha sido considerado como representante personal del presidente, responsable de asegurar que se cumplan los objetivos de política exterior. Como explicó un embajador: “La regla es: si estás en el país, trabajas para el embajador. Si no trabajas para el embajador, no recibes permiso para ese país.”

En la era de Bush, el Pentágono ha trastocado este modelo. Según el informe del Congreso de 2006, por el senador Richard Lugar (republicano de Indiana): “Las embajadas como puestos de comando en la campaña contra el terror”, el personal civil en muchas embajadas se sienten ahora ocupados por, excedidos en número por, y subordinados a personal militar. Se ven como un equipo de segunda cuando se trata de tomar decisiones. Incluso el Secretario de Defensa Robert Gates es consciente del problema, al señalar, como lo hizo en noviembre pasado, que hay “sólo unos 6.600 agentes profesionales del Servicio Exterior – menos que el personal de un grupo de ataque de portaaviones.” Pero, típicamente, agregó que, aunque el Departamento de Estado pueda necesitar más recursos: “No me entiendan mal, pediré aún más dinero para Defensa el próximo año.” Otro embajador lamentó que sus homólogos extranjeros “sigan el dinero” y desarrollen relaciones con personal militar de EE.UU. en lugar de cultivar contactos con sus homólogos en el Departamento de Estado.

El Pentágono expresa invariablemente su imperialismo burocrático en términos de “cooperación entre-agencias.” Por ejemplo, el año pasado el Comando Sur de EE.UU. (Southcom) publicó la Estrategia de Comando 2016, un documento que identificó la pobreza, el crimen, y la corrupción como los problemas clave de “seguridad” en Latinoamérica. Sugirió que Southcom, un comando de seguridad, debería, en los hechos, ser el “actor central para abordar... problemas regionales” que concernían previamente a agencias civiles. Luego se promocionó como el futuro centro de un “comando de seguridad conjunto entre agencias... en apoyo de la seguridad, la estabilidad y la prosperidad en la región.”

Como lo describiera vívidamente el jefe de Southcom, comandante James Stavridis, el comando gusta ahora de verse como un “gran cubo de Velcro en el que se pueden enganchar esas otras agencias para que podamos hacer colectivamente lo que sea necesario en esta región.”

El Pentágono ha seguido en general este modelo en todo el globo desde 2001. Pero ¿qué significa “cooperación” cuando una entidad eclipsa a todas las otras en personal, recursos, y acceso a los que toman las decisiones, mientras controla cada vez más la definición misma de las “amenazas” que hay que encarar?

3. El Pentágono como traficante de armas.

En los años de Bush, el Pentágono ha aumentado agresivamente su papel como el principal traficante de armas del planeta, incrementando sus ventas de armas en todos los sitios en los que puede hacerlo – sembrando así el futuro de guerras y conflictos.

En 2006 (el último año para el que se dispone de datos completos), solo EE.UU. representó más de la mitad del comercio mundial de armas, con ventas por 14.000 millones de dólares. Vale la pena destacar un acuerdo por 5.000 millones de dólares de F-16 para Pakistán y un acuerdo por 5.800 millones de dólares para volver a equipar completamente a la fuerza de seguridad interior de Arabia Saudí. Las ventas de armas de EE.UU. para 2006 llegaran a aproximadamente el doble del nivel de cualquier año anterior del gobierno de Bush.

El segundo traficante de armas por su tamaño, Rusia, registró entregas por unos comparativamente despreciables 5.800 millones de dólares, sólo algo más de un tercio de los totales en armas de EE.UU. El aliado Gran Bretaña fue tercero con 3.300 millones – y esos tres países concentran un colosal 85% de los armamentos vendidos ese año, más de un 70% del cual fue destinado al mundo en desarrollo.

Por grandioso que sea en la venta de armas, el Pentágono se distingue por su lentitud al informar sobre sus ventas. Las notificaciones de ventas de armas publicadas por la Agencia de Cooperación en Defensa y Seguridad (DSCA) del Pentágono, sin embargo, ofrecen un camino rudimentario para tomar el pulso del Departamento de Defensa; y, aunque no todos los acuerdos sobre los que se informa han sido finalizados, ese pulso evidentemente se acelera. Hasta mayo de 2008, la DSCA ya había publicado más de 9.100 millones de dólares en notificaciones de ventas de armas, incluyendo equipos de bombas inteligentes para Arabia Saudí, misiles TOW para Kuwait, aviones F-16 para Rumania, y helicópteros Chinook para Canadá.

Para mantener su ventaja en el mercado, el Pentágono nunca detiene sus campañas a alta presión para vender armas en el exterior. Por eso, a pesar de un hombro quebrado, el Secretario de Defensa Gates fue volando en febrero a vender sistemas de armas a países como India e Indonesia, mercados crecientes que son cruciales para los traficantes de armas del Pentágono.

4. El Pentágono como analista de inteligencia y espía

En el área de la “inteligencia”, la expansión del Pentágono – los roles de apropiación de información y análisis – ha sido rápida, torpe, y catastrófica.

El rastreo de la usurpación de inteligencia por el Pentágono no es tarea fácil. Para comenzar, hay docenas de agencias y oficinas del Pentágono que ahora recolectan y analizan información utilizando, desde "humint" (inteligencia humana) a escuchas y satélites. La tarea se hace sólo más difícil por el secreto que rodea las operaciones de inteligencia de EE.UU. y los “presupuestos ocultos” en los que desaparece tanto dinero para la inteligencia.

Pero los resultados finales son suficientemente claros. La absorción de la inteligencia por el Pentágono ha significado menos analistas de inteligencia que hablan árabe, farsi, o pashto y más circos viajeros como esos generales de cuatro estrellas y almirantes de tres galones que articulan temas de conversación aprobados por el gobierno en las noticias por cable y en los programas de entrevistas del domingo por la mañana.

Los presupuestos de inteligencia son secretos, de modo que lo que sabemos al respecto no es exhaustivo – pero los vistazos que han conseguido los analistas sugieren que los gastos totales de inteligencia fueron aproximadamente 26.000 millones de dólares hace una década. Después del 11-S, el Congreso invirtió un montón de dinero adicional en la inteligencia de modo que al llegar 2003, el presupuesto total de inteligencia ya había subido a más de 40.000 millones de dólares.

En 2004, la Comisión del 11-S subrayó las fallas de la inteligencia de la Agencia Central de Inteligencia y de otros en la sopa de letras de la Comunidad de Inteligencia de EE.UU. encargada de recolectar y analizar información sobre amenazas para el país. El Congreso entonces aprobó la ley de “reforma” de la inteligencia, estableciendo la Oficina del Director de Inteligencia Nacional, destinada a dirigir las operaciones de inteligencia. Sin embargo el Directorado Nacional de Inteligencia nunca ocupó ese papel gracias a una dura resistencia de los legisladores favorables a los militares, y el Pentágono mantuvo el control de tres agencias clave de recolección – la Agencia Nacional de Seguridad, la Agencia Nacional de Inteligencia Geoespacial y la Agencia Nacional de Reconocimiento.

Como resultado, según Tim Shorrock, periodista de investigación y autor de “Spies for Hire: The Secret World of Intelligence Outsourcing,” el Pentágono controla ahora más de un 80% de los gastos de inteligencia de EE.UU., que calculó en unos 60.000 millones de dólares en 2007. Como observó Mel Goodman, ex funcionario de la CIA y ahora analista en el Centro de Política Internacional: “El Pentágono ha sido el gran vencedor burocrático en todo esto.”

Es un vencedor tan grande que el director de la CIA, Michael Hayden, ahora controla sólo el presupuesto para la propia CIA – unos 4 o 5.000 millones de dólares al año y ya ni siquiera entrega al presidente su ración diaria de inteligencia.

La sombra de la inteligencia del Pentágono se impone mucho más allá de los pasillos de las burocracias de Washington. También se extiende más allá de las montañas de Afganistán. Después que EE.UU. invadió ese país en 2001, el secretario de defensa Rumsfeld admitió que, a menos que el Pentágono controlara la recolección de información y tomara la delantera en la realización de operaciones clandestinas, seguiría dependiendo de – y por lo tanto subordinado a – la Agencia Central de Inteligencia con su control de la inteligencia “en el terreno”.

En uno de los que ahora son conocidos como sus nefarios memorandos, tildados ahora de “copos de nieve” por un personal que los veía caer regularmente desde lo alto, afirmó que, si la Guerra contra el Terror se extendía lejos hacia el futuro, no quería continuar con la “dependencia casi total de la CIA” del Pentágono. Y así, Rumsfeld, estableció una organización directamente competidora, la Unidad de Apoyo Estratégico del Pentágono, que colocó los componentes de recolección de inteligencia de las Fuerzas Especiales de EE.UU. bajo un solo techo que dependía directamente de su persona. (Mucha gente en la comunidad de la inteligencia consideró que la oficina era ilegítima, pero Rumsfeld iba volando alto y no pudieron hacer nada.)

Como escribiera en enero de 2005 Seymour Hersh, quien repetidamente hizo públicas historias en el New Yorker sobre las fechorías del Pentágono en la Guerra Global contra el Terror, el gobierno de Bush ya había “consolidado el control sobre los análisis estratégicos y las operaciones clandestinas de las comunidades militares y de inteligencia en un grado sin igual desde el inicio del Estado nacional de seguridad posterior a la Segunda Guerra Mundial.”

En su apuro por invadir Iraq, los civiles que dirigían el Pentágono también fusionaron la maquinaria de propaganda del gobierno con la inteligencia militar. En 2002, el subsecretario de Defensa, Douglas Feith, estableció la Oficina de Planes Especiales (OSP) en el Pentágono para suministrar “información actuable” a los responsables políticos de la Casa Blanca. Utilizando informes existentes de inteligencia “purgados” de modificadores como “probablemente” o “podría,” o a veces simplemente amañados, la oficina logró convertir en hechos escenarios del peor de los casos sobre presuntos programas de Sadam Husein para desarrollar armas de destrucción masiva, y luego, mediante filtraciones, utilizar a los medios noticiosos para validarlos.

El ex director de la CIA, Robert Gates, quien se hizo cargo del Pentágono cuando Donald Rumsfeld renunció en noviembre de 2006, se ha mostrado crítico de la “dominación” del Pentágono en la inteligencia y de la “decadencia del papel central de la CIA.” También ha indicado su intención de reducir la larga sombra de inteligencia del Pentágono; pero, incluso si lo dice en serio, tendrá trabajo para rato. Mientras tanto, el Pentágono sigue produciendo abundante “inteligencia” sospechosa, para decirlo cortésmente, proveniente de confesiones de sospechosos de terrorismo inducidas por la tortura y obras que revelan los orígenes iraníes de sofisticados artefactos explosivos hallados en Iraq.

5. El Pentágono como administrador de desastres interiores

Cuando los que deciden en Washington comienzan a ver al Pentágono como la solución de los problemas del mundo, suceden cosas extrañas. De hecho, en los años de Bush, el Pentágono se ha convertido en el primer socorrista oficial de último recurso en caso de casi cualquier desastre – desde tornados, huracanes, e inundaciones a disturbios civiles, potenciales estallidos de enfermedades, o posibles ataques biológicos o químicos. En 2002, en una señal reveladora de la expansión de los objetivos de la misión original del Pentágono, el presidente Bush estableció el primer comando militar interior desde la guerra civil: el Comando del Norte de EE.UU. (Northcom). Su misión: la “preparación para, la prevención de, la disuasión de, la defensa contra y la reacción ante, amenazas y agresión dirigidas contra el territorio, la soberanía, la población interior, y la infraestructura de EE.UU.; así como la gestión de crisis, la dirección de repercusiones, y otro apoyo civil interior.”

Si suena algo difícil, así lo es.

En los últimos seis años, Northcom ha sido notablemente infructuoso en todo, pero ha expandido su alcance teórico. Al comando le asignaron inicialmente 1.300 personas del Departamento de Defensa, pero desde entonces ha crecido hasta ser una fuerza de más de 15.000. Incluso las críticas sólo parecen fortalecer su papel en el interior. Por ejemplo, un informe de la Oficina de Responsabilidad Gubernamental [GAO] de abril de 2008 estableció que Northcom no se había comunicado efectivamente con dirigentes estatales y locales o con unidades de la Guardia Nacional sobre sus planes recientemente desarrollados para la reacción ante desastres y actos de terrorismo. ¿El resultado? Northcom dice que entrenará para otoño de este año a su primera unidad de tamaño de brigada de personal militar para ayudar a las autoridades locales a fin de reaccionar ante incidentes químicos, biológicos, o nucleares. Hay que marcarlo en los calendarios.

Más que ninguna otra cosa, Northcom ha suministrado al Pentágono la apertura que necesitaba para entrar vigorosamente a las áreas de desastre interior previamente atendidas por autoridades civiles nacionales, estatales y locales.

Por ejemplo, el director adjunto de Northcom, brigadier general Robert Felderman,

se enorgullece de que el comando es ahora el “sincronizador global – el coordinador global – para la gripe de todos los comandos combatientes” de EE.UU. De la misma manera, Northcom ahora patrocina conferencias anuales de preparación para huracanes y asegura a todo el que quiera escuchar que está “preparado para participar plenamente en forma activa” en futuras situaciones similares a Katrina “a fin de salvar vidas, reducir el sufrimiento y proteger la infraestructura.”

Desde luego, el Pentágono es actualmente la parte del gobierno que devora los fondos que de otra manera podrían ser gastados para reforzar obras públicas que datan de la era de la Depresión de EE.UU., que aseguran que el Pentágono tenga suficientes problemas ante los cuales tenga que reaccionar en el futuro.

La Sociedad Estadounidense de Ingenieros Civiles, por ejemplo, estima que se necesitan urgentemente 1,6 billones de dólares para convertir la infraestructura de la nación en algo que puede ser protegido, o sea 320.000 millones de dólares por año en los próximos cinco años. Al evaluar los actuales sistemas de suministro de agua, carreteras, puentes, y represas en todo el país, los ingenieros dieron a la infraestructura una serie de notas C y D.

Mientras tanto, los militares vienen marchando. Katrina, por ejemplo, tocó tierra el 29 de agosto de 2005. El presidente Bush ordenó el despliegue de tropas a Nueva Orleans el 2 de septiembre para coordinar la entrega de alimentos y agua y servir como disuasivo contra saqueos y violencia. Menos de un mes después, el presidente Bush solicitó al Congreso que transfiriera la responsabilidad para futuros desastres de los gobiernos estatales y del Departamento de Seguridad Interior al Pentágono.

El mes siguiente, el presidente Bush volvió a ofrecer a los militares como su solución – esta vez ante temores globales sobre brotes del virus de la gripe aviaria. Sugirió que, para imponer una cuarentena: “Una opción es el uso de los militares que son capaces de planificar y actuar.”

Numerosos militares han mostrado frialdad ante tales sugerencias porque ya se hunden bajo el peso de su expansión y de dos guerras debilitantes, igual que el Congreso, preocupado de mantener los derechos de los Estados y el control civil. Ofrecer a los militares como la solución para los desastres naturales interiores y brotes de gripe significa no prestar suficiente atención presupuestaria a otros primeros socorristas. Es poco probable, sin embargo, que Northcom, que ahora viaja en el tren del dinero, sea relegado tranquilamente al olvido en los años por venir.

6. El Pentágono como proveedor de cuidados humanitarios en el exterior

La Agencia para la Ayuda Internacional de EE.UU. [USAID] y el Departamento de Estado han sido tradicionalmente los encargados de reaccionar ante desastres en el exterior; pero, desde las costas devastadas por el tsunami de Indonesia a Myanmar después del reciente ciclón, la catástrofe natural se ha convertido en otra oportunidad presidencial para “enviar a los marines” (por así decir). El Pentágono ha iniciado crecientemente la planificación humanitaria, obteniendo una parte cada vez mayor de las misiones humanitarias de EE.UU.

De Kenia a Afganistán, de las Filipinas a Perú, los militares de EE.UU. son también los que construyen regularmente escuelas y clínicas dentales, reparan carreteras y apuntalan puentes, atienden a niños enfermos y reparten dinero en efectivo y alimentos muy necesitados, todas las cuales fueron otrora responsabilidades civiles.

El Centro para Desarrollo Global establece que el cupo del Pentágono de “ayuda oficial al desarrollo” – pensad en “ganar corazones y mentes” o de “construcción de la nación” – ha aumentado de un 6% a un 22% entre 2002 y 2005. El Pentágono está usurpando rápidamente la actividad de desarrollo de la comunidad de las ONG y de agencias civiles, colocando una cara sonriente a operaciones militares en Iraq, Afganistán y otros sitios.

A pesar de las limitaciones obvias de la conversión de una fuerza entrenada para matar y destruir en un cuadro de cuidadores, el proyecto mili-humanitario del Pentágono recibió un gran estímulo del dinero que fue incautado de los cofres secretos de Sadam Husein. Una parte fue repartida a comandantes locales estadounidenses para que encararan necesidades iraquíes inmediatas y para cerrar tratos en los meses después de la caída de Bagdad en abril de 2003. Lo que fue inicialmente un programa con fines específicos tiene ahora un nombre oficial – el Programa de Reacción de Emergencia de Comandantes (CERP) – y una línea en el presupuesto del Pentágono.

Ante el Comité Presupuestario de la Cámara, el verano pasado, Gordon England, Secretario Adjunto de Defensa, dijo a miembros del Congreso que el CERP era una “iniciativa particularmente efectiva,” y explicó que el programa suministra “fondos limitados pero inmediatamente disponibles” a comandantes militares que pueden gastarlos “para marcar una diferencia concreta en la vida diaria de la gente.” Esto, afirmó, es ahora una “parte clave del enfoque de contrainsurgencia más amplio.” Agregó que sirve el propósito de “complementar iniciativas de seguridad” y que tiene tanto éxito que muchos comandantes lo consideran “el arma más poderosa en su arsenal.”

En realidad, el Pentágono no hace muy bien el trabajo humanitario. En Afganistán, por ejemplo, paquetes de alimentos lanzados por aviones de EE.UU. tenían el mismo color que las municiones de racimo lanzadas también por aviones de EE.UU.; mientras escuelas y clínicas construidas por fuerzas de EE.UU. se convirtieron a menudo en objetivos incluso antes de poder ser utilizadas. En Iraq, resultó que el dinero repartido al grupo sectario de la semana del Pentágono para pozos y generadores era gastado con la misma facilidad para comprar explosivos y AK-47.

7. El Pentágono como virrey global y rey de los cielos

En los años de Bush, el Pentágono terminó dividiendo el globo en “comandos” militares, que son funcionalmente virreinatos. Es verdad que incluso antes del 11-S era difícil imaginar un sitio en el globo en el que no estuvieran los militares de EE.UU., pero hasta hace poco, el continente africano podría haber sido ese sitio.

Junto con la creación de Northcom, sin embargo, el establecimiento del Comando África de EE.UU. (Africom) en 2008, llenó oficialmente el último sitio vacío del Pentágono en el mapa. Un documento militar clave, la Estrategia Nacional de Seguridad de 2006 para EE.UU. mencionó la acción, afirmando que “África posee creciente importancia geoestratégica y es una alta prioridad para este gobierno.” (Pensad en: petróleo y otras materias primas esenciales.)

Mientras tanto, el financiamiento para África bajo el mayor programa de ayuda militar de EE.UU., el Financiamiento Militar Exterior, fue duplicado de 10 a 20 millones de dólares entre 2000 y 2006, y la cantidad de naciones destinatarias aumentó de dos a catorce. El financiamiento para entrenamiento militar aumentó en un 35% en ese mismo período (aumentando de 8,1 millones de dólares a 11 millones). Actualmente, los militares de 47 naciones africanas reciben entrenamiento estadounidense.

En términos de planificación del Pentágono, Africom unifica por primera vez el continente. (Sólo Egipto permanece bajo la tutela del Comando Central de EE.UU.) Según el presidente Bush, esto debería “realzar nuestros esfuerzos por llevar la paz y la seguridad al pueblo de África y promover nuestros objetivos comunes de desarrollo, salud, educación, democracia, y crecimiento económico en África.”

Theresa Whelan, subsecretaria de defensa para asuntos africanos, sigue insistiendo en que Africom no ha sido formado ni para facilitar las guerra (“involucrarse cinéticamente en África”), ni para asignar una porción de las materias primas del continente al estilo del colonialismo del Siglo XIX. “Esto no tiene que ver,” dice, “con una pelea por el continente.” Pero hay una cosa sobre la cual no puede caber duda: Tiene que ver con aumentar el alcance global del Pentágono.

Mientras tanto, por si la Tierra no fuera suficiente, el control de los cielos sigue siendo una posibilidad. En agosto de 2006, sobre la base de documentos anteriores como la Visión para 2020 del Comando Espacial de EE.UU., de 1998. (Que proponía una política de “dominio de espectro completo”), el gobierno de Bush desveló su "política espacial nacional.” Propugnaba el establecimiento, defensa, y extensión del control de EE.UU. sobre recursos espaciales y argumentaba a favor de derechos “ilimitados” en el espacio. El documento también afirmó que “la libertad de acción en el espacio es tan importante para EE.UU. como el poder aéreo y el poder marítimo.”

Como dice el documento: “En el nuevo siglo, los que utilicen efectivamente el espacio gozarán de más prosperidad y seguridad y tendrán una ventaja sustancial sobre los que no lo hacen.” (Los dirigentes de China, Rusia, y otros Estados importante indudablemente oyeron la resonante bofetada del desafío.) Por el momento, la retórica y los planes del gobierno de Bush superan los recursos dedicados a la tecnología de armas espaciales, pero en el presupuesto recientemente anunciado, el presidente asignó casi mil millones de dólares a programas de armas basadas en el espacio.

De todas las fronteras de expansión, tal vez ninguna es más impresionante que las escapadas del Pentágono hacia el futuro. ¿Ofrece el Departamento de Transporte una Visión para 2030? ¿Desarrolla planes la Agencia de Protección del Medio Ambiente para los próximos cincuenta años? ¿Tiene el Departamento de Salud y Servicios Humanos un equipo de profesionales en Power-Point que preparen gráficos dinámicos sobre cómo serán en 2050 los servicios para los adultos mayores?

Esas agencias proyectan presupuestos sólo muy cercanos al próximo decenio. Sólo el Pentágono proyecta el poder y la posibilidad para décadas futuras, colonizando la imaginación con montones de diferentes escenarios según los cuales, continuará controlando cada año cientos de miles de millones de dólares del contribuyente.

Complex [Complejo] 2030, Vision 2020, UAV Roadmap [Mapa de ruta para vehículos aéreos no tripulados] 2030, los Sistemas Futuros de Combate del Ejército – los nombres, que parecen interminables, lo dicen todo.

A medida que el reloj cuenta los minutos hasta el 4 de noviembre de 2008, mucha gente está invirtiendo esperanzas (así como dinero y tiempo) en la posibilidad de un cambio en 1600 Avenida Pennsylvania [Casa Blanca]. Pero en lo que tiene que ver con el Pentágono, no hay que contar demasiado con un cambio, no importa quien vaya a ser el nuevo presidente. A fin de cuentas, después de siete años, cuatro meses, y unos pocos días de presidencia de Bush, el Pentágono está profundamente atrincherado en Washington y sigue expandiendo agresivamente. Le ha tomado el gusto a un poder sin rival y a un acceso inigualable al tesoro de EE.UU. Es una institución que ha escapado al equilibrio de poderes de la nación.

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Frida Berrigan es Asociada Principal de Programas de la Iniciativa Armas y Seguridad de la New America Foundation. Es columnista de Foreign Policy in Focus y editora colaboradora de la revista In These Times. Es autora de informes sobre el tráfico de armas y derechos humanos, la política de armas nucleares de EE.UU., y la política interior de defensa de misiles de EE.UU. y la política de armas espaciales. Para contactos, escriba a: berrigan@newamerica.net.

Copyright 2008 Frida Berrigan

http://www.tomdispatch.com/post/174936/frida_berrigan_the_pentagon_takes_over

jueves, 29 de mayo de 2008

Totalitarismo al revés. Una nueva manera de comprender como controlan en EE.UU.

Una nueva manera de comprender como controlan en EE.UU.
Totalitarismo al revés

Global Research

Traducido del inglés por Germán Leyens
Hay, sin embargo, unos pocos intentos de realizar análisis más complejos de cómo EE.UU. llegó a un estado tan lamentable. Incluyen “La doctrina del shock” de Naomi Klein, sobre como el poder económico “privado” es ahora casi equivalente al poder político legítimo...


No es nada nuevo que EE.UU. pasa por enormes dificultades. La guerra preventiva que lanzó contra Iraq hace más de cinco años fue y sigue siendo un error de proporciones monumentales – que la mayoría de los estadounidenses todavía no logra reconocer. En lugar de hacerlo, discuten si EE.UU. debiera seguir hasta la “victoria” cuando incluso nuestros propios generales nos dicen que una victoria militar es inconcebible. La economía de EE.UU. ha sido vaciada por excesivos gastos militares durante muchas décadas, mientras sus competidores se dedicaron a hacer inversiones en nuevas industrias lucrativas que sirven necesidades civiles. Nuestro sistema político de equilibrio de poderes ha sido virtualmente destruido por el amiguismo y la corrupción crónicos en Washington D.C., y por un presidente que durante dos períodos anda por ahí chillando “Yo soy el que decide,” un concepto fundamentalmente hostil a nuestro sistema constitucional. Hemos permitido que nuestro sistema electoral, la única institución no negociable en una democracia, sea envilecido y secuestrado, como sucedió con la elección presidencial del 2000 en Florida – con apenas alguna protesta del público o los autoproclamados guardianes periodísticos del “Cuarto Poder.” Ahora nos involucramos en la tortura de prisioneros indefensos aunque denigra y desmoraliza a nuestras fuerzas armadas y agencias de inteligencia.

El problema es que hay demasiadas cosas que van mal al mismo tiempo como para que alguien tenga una visión amplia del desastre que ha triunfado sobre nosotros y qué, si algo, se puede hacer para devolver a nuestro país al gobierno constitucional y por lo menos a un cierto grado de democracia. Ahora hay cientos de libros sobre aspectos particulares de nuestra situación – las guerras en Iraq y Afganistán, los presupuestos inflados y no controlados de “defensa”, la presidencia imperial y su desdén por nuestras libertades cívicas, la privatización generalizada de funciones tradicionales del gobierno, y un sistema político en el que ningún dirigente se atreve siquiera a pronunciar en público las palabras imperialismo y militarismo.

  • Hay, sin embargo, unos pocos intentos de realizar análisis más complejos de cómo EE.UU. llegó a un estado tan lamentable.
  • Incluyen “La doctrina del shock” de Naomi Klein, sobre como el poder económico “privado” es ahora casi equivalente al poder político legítimo;
  • “Broken Government: How Republican Rule Destroyed the Legislative, Executive, and Judicial Branches” de John W. Dean, sobre la perversión de nuestras principales defensas contra la dictadura y la tiranía,
  • “Right Is Wrong: How the Lunatic Fringe Hijacked America, Shredded the Constitution, and Made Us All Less Safe” de Arianna Huffington, sobre la manipulación del miedo en nuestra vida política y el rol primordial jugado por los medios;
  • y “The End of America: Letter of Warning to a Young Patriot” de Naomi Wolf, sobre diez pasos hacia el fascismo y donde nos encontramos actualmente en esa escalinata.
  • Mi propio libro: “Nemesis: The Last Days of the American Republic,” sobre el militarismo como acompañamiento ineluctable del imperialismo, también pertenece a este género.

Ahora tenemos un nuevo diagnóstico exhaustivo de nuestros defectos como forma democrática de gobierno por uno de los más experimentados y respetados filósofos políticos de EE.UU. Durante más de dos generaciones, Sheldon Wolin enseñó la historia de la filosofía política desde Platón al presente a estudiantes de postgrado de Berkeley y Princeton (incluyéndome a mí; participé en sus seminarios en Berkeley a fines de los años cincuenta, lo que influyó desde entonces en mi enfoque de las ciencias políticas). Es autor del galardonado clásico “Politics and Vision” (1960; edición expandida, 2006) y de “Tocqueville Between Two Worlds” (2001), entre numerosas otras obras.

Su nuevo libro: “Democracy Incorporated: Managed Democracy and the Specter of Inverted Totalitarianism [Democracia incorporada: La democracia dirigida y el fantasma del totalitarismo al revés], es una crítica devastadora del gobierno contemporáneo de EE.UU. – incluyendo lo que ha sucedido en los últimos años y lo que hay que hacer si no ha de desaparecer en la historia junto con sus predecesores totalitarios clásicos: Italia fascista, Alemania nazi y Rusia bolchevique. Ya es muy tarde, y es remota la posibilidad de que el pueblo estadounidense pueda prestar atención a lo que está mal y adopte los difíciles pasos necesarios para evitar un ocaso de los dioses, pero el de Wolin es el mejor análisis del porqué la elección presidencial de 2008 probablemente no haga nada por mitigar la suerte de EE.UU. Este libro demuestra el motivo por el cual las ciencias políticas, practicadas de modo adecuado, son la ciencia social maestra.

La obra de Wolin es perfectamente accesible. La comprensión de su argumento no depende de la posesión de algún conocimiento especializado, pero a pesar de todo sería atinado leerle de modo intermitente y pensar en lo que dice antes de seguir adelante. Su análisis de la crisis contemporánea de EE.UU. se basa en una perspectiva histórica que vuelve al acuerdo constitucional original de 1789 e incluye una atención particular a los niveles avanzados de democracia social logrados durante el Nuevo Trato y a la mitología contemporánea de que EE.UU., desde durante la Segunda Guerra Mundial, maneja un poder mundial sin precedente.

Ante ese telón de fondo histórico, Wolin introduce tres conceptos nuevos para ayudar a analizar lo que hemos perdido como nación. Su idea maestra es el “totalitarismo al revés,” reforzada por dos nociones subordinadas que la acompañan e impulsan – “democracia guiada” y “Súperpotencia,” esta última siempre en mayúscula y utilizada sin un artículo definitivo. Hasta que el lector se acostumbre a este tic literario particular, el término Súperpotencia puede confundir. El autor lo utiliza como si fuera un agente independiente, comparable con Superman u Hombre Araña, inherentemente incompatible con el gobierno constitucional y la democracia.

Wolin escribe: “Nuestra tesis es la siguiente: es posible que una forma de totalitarismo, diferente del clásico, se desarrolle de una ‘democracia’ supuestamente ‘fuerte’ en lugar de ‘fracasada.’” Su idea de la democracia es clásica, pero también populista, anti-elitista y sólo ligeramente representada en la Constitución de EE.UU. “Democracia,” escribe, “tiene que ver con las condiciones que posibilitan que la gente de a pie mejore su vida convirtiéndose en entes políticos y haga que el poder sea sensible a sus esperanzas y necesidades.” Depende de la existencia de un demo – “una ciudadanía políticamente involucrada y habilitada, que ha votado, deliberado, y ocupado todas las ramas de los cargos públicos.” Wolin argumenta que en la medida en que ocasionalmente EE.UU. llegó a estar cerca de ser una genuina democracia, fue porque sus ciudadanos lucharon contra, y momentáneamente derrotaron, el elitismo incluido en su Constitución.

“Ningún trabajador u agricultor o comerciante normal,” destaca Wolin, “ayudó a escribir la Constitución. “Argumenta: “El sistema político estadounidense no nació como democracia, sino nació con una predisposición contra la democracia. Fue construido por gentes que, eran escépticas u hostiles hacia la democracia. El progreso democrático resultó ser lento, arduo, eternamente incompleto. La república existió durante tres cuartos de un siglo antes de que se terminara la esclavitud formal; otros cien años antes de que los estadounidenses negros recibieran sus derechos a voto. Las mujeres obtuvieron garantías de su derecho a voto y los sindicatos el derecho a la negociación colectiva recién en el Siglo XX. En ninguno de estos casos la victoria ha sido completa: las mujeres todavía carecen de igualdad completa, el racismo persiste, y la destrucción de los residuos de los sindicatos sigue siendo un objetivo de las estrategias corporativas. Lejos de ser innata, la democracia en EE.UU. ha ido a contracorriente, contra las formas mismas mediante las cuales el poder político y económico del país ha sido y sigue siendo ordenado.” Wolin no tiene problemas para controlar su entusiasmo por James Madison, el autor primario de la Constitución, y ve el Nuevo Trato como probablemente el único período de la historia estadounidense en el que prevaleció un gobierno por un demo genuino.

Para reducir un argumento complejo a su esencia misma, desde la Depresión, las fuerzas gemelas de la democracia dirigida y de Súperpotencia han allanado el camino para algo nuevo bajo el sol: el “totalitarismo al revés,” una forma que es en todo igual de totalista como la versión clásica pero que se basa en la cooptación interiorizada, la apariencia de libertad, la desconexión política en lugar de la movilización de masas, y que se basa más en los “medios privados” que en agencias públicas para diseminar propaganda que refuerza la versión oficial de los eventos. Es al revés porque no requiere el uso de coerción, poder policial y una ideología mesiánica como las versiones nazi, fascista y estalinista (aunque hay que señalar que EE.UU. tiene el mayor porcentaje de ciudadanos en prisiones – 751 por cada 100.000 personas – de cualquiera nación de la Tierra). Según Wolin, el totalitarismo al revés ha “emergido imperceptiblemente, sin haber sido premeditado, y en una continuidad aparentemente intacta con las tradiciones políticas de la nación.”

Lo genial en nuestro sistema totalitario al revés “reside en esgrimir un poder total sin que parezca que está sucediendo, sin establecer campos de concentración, o imponer una uniformidad ideológica, o reprimir por la fuerza a elementos disidentes, mientras sigan siendo ineficaces. Una degradación en la condición y estatura del ‘pueblo soberano’ a sujetos pacientes es sintomático del cambio sistémico, de la democracia como método de ‘popularizar’ el poder a democracia como marca de un producto negociable en casa y negociable en el extranjero. El nuevo sistema, el totalitarismo al revés, profesa lo contrario de lo que es, en los hechos. EE.UU. se ha convertido en el escaparate de cómo la democracia puede ser guiada sin que parezca que está siendo reprimida.”

Entre los factores que han impulsado el totalitarismo al revés están la práctica y la psicología de la publicidad y el dominio de las “fuerzas de mercado” en muchos otros contextos que los mercados, adelantos tecnológicos continuos que alientan fantasías complejas (juegos de computadora, avatares virtuales, viaje espacial), la penetración de de los medios de masas de comunicación y propaganda a cada hogar del país, y la cooptación total de las universidades. Entre las fábulas comunes de nuestra sociedad están la adoración del héroe y los cuentos de hazañas individuales, juventud eterna, belleza mediante la cirugía, la acción medida en nanosegundos, y una cultura cargada de sueños de control y posibilidad en expansión permanente, cuyos adeptos tienden a fantasías porque la mayoría posee imaginación pero poco conocimiento científico. Los amos de este mundo son los amos de las imágenes y de su manipulación. Wolin nos recuerda que la imagen de Adolf Hitler volando a Nuremberg en 1934 que abre la cinta clásica de Leni Riefenstahl “El triunfo de la voluntad” fue repetida el 1 de mayo de 2003, con el pretendido aterrizaje del presidente George Bush en un avión de guerra de la Armada sobre la cubierta del portaaviones USS Abraham Lincoln para proclamar “Misión cumplida” en Iraq.

Sobre los campus universitarios “auto-pacificados” del totalitarismo al revés en comparación con la algarada intelectual usual que rodea a los centros independientes de estudio, Wolin escribe: “Mediante una combinación de contratos gubernamentales, fondos provenientes de corporaciones y fundaciones, proyectos conjuntos que involucran a investigadores universitarios y corporativos, y donantes individuales acaudalados, las universidades (especialmente las así llamadas universidades de investigación), intelectuales, expertos e investigadores han sido perfectamente integrados al sistema. Sin quema de libros, sin Einsteins exiliados. Por primera vez en la historia de la educación superior estadounidenses, profesores sobresalientes son enriquecidos por el sistema, recibiendo salarios y beneficios que podría envidiar un alto ejecutivo en ciernes.”

Los principales sectores sociales que impulsan y refuerzan este Shangri-La moderno son el poder corporativo, que está a cargo de la democracia guiada, y el complejo militar-industrial, que está cargo de Súperpotencia. Los principales objetivos de la democracia guiada son aumentar los beneficios de las grandes corporaciones, desmantelar las instituciones de la democracia social (Seguridad Social, sindicatos, asistencia social, servicios de salud pública, viviendas sociales, etc.), y hacer retroceder los ideales sociales y políticos del Nuevo Trato. Su instrumento primordial es la privatización. La democracia guiada apunta a la “abdicación selectiva de la responsabilidad gubernamental por el bienestar de la ciudadanía” bajo la cobertura de mejorar la “eficiencia” y reducir los gastos.

Wolin argumenta: “La privatización de servicios y funciones públicos manifiesta la permanente evolución del poder corporativo hacia una forma política, hacia su conversión en un socio integral, incluso dominante, del Estado. Marca la transformación de la política de EE.UU. y de su cultura política de ser un sistema en el que las prácticas y valores democráticos fueron, si no los elementos definidores, por lo menos los que han contribuido de manera importante, a otro en el que lo que queda de los elementos democráticos del Estado y de sus programas populistas es sistemáticamente desmantelado.” Esta campaña ha tenido en gran parte éxito. “La democracia representaba un desafío al status quo, hoy en día se ha ajustado al status quo.”

Otra tarea subordinada de la democracia guiada es mantener a la ciudadanía preocupada de condiciones periféricas y / o privadas de la vida humana para que no se concentre en la corrupción y el abandono generalizados de la confianza pública. En boca de Wolin: “El punto clave relacionado con las disputas sobre tópicos como el valor de la abstinencia sexual, el papel de las obras benéficas religiosas en las actividades financiadas por el Estado, el tema de los matrimonios gay, y cosas semejantes, es que no son puestas sobre el tapete para ser resueltas. Su función política es dividir a la ciudadanía mientras bloquean la visión sobre las diferencias de clase y distraen la atención de los votantes de los problemas sociales y económicos de la población en general.” Destacados ejemplos del uso de semejantes incidentes por la elite para dividir y excitar al público son el caso Terri Schiavo de 2005, en el que una mujer en estado vegetativo irreversible fue mantenida artificialmente en vida, y, en 2008, el de mujeres y niños que vivían en una comuna polígama en Texas y que fueron supuestamente abusados sexualmente.

Otra táctica de democracia guiada de la elite es aburrir al electorado a tal punto que gradualmente deja de prestar atención a la política. Wolin percibe: “Un método de asegurar el control es hacer continuamente campañas electorales, durante todo el año, saturadas de propaganda partidaria, entremezcladas con la sabidurías de expertos a sueldo, con un resultado más aburridor que vitalizador, el tipo de lasitud cívica en la que prospera la democracia guiada.” El ejemplo clásico lo constituyen ciertamente las contiendas de selección de candidatos de los dos principales partidos políticos de EE.UU. durante 2007 y 2008, pero la “competencia” dinástica entre las familias Bush y Clinton de 1988 a 2008 es igualmente relevante. Habría que señalar que entre la mitad y dos tercios de los votantes cualificados no han votado recientemente, haciendo que sea mucho más fácil guiar al electorado activo. Wolin comenta: “Cada ciudadano apático es un enlistado silencioso en la causa del totalitarismo al revés.” Queda por ver si una candidatura de Obama puede volver a despertar a esos votantes apáticos, pero sospecho que Wolin predeciría una andanada de difamación por los medios de información corporativos que terminaría con esa posibilidad.

La democracia guiada es un disolvente poderoso para cualesquiera vestigios de democracia que queden en el sistema político estadounidense, pero sus poderes son débiles en comparación con los de Súperpotencia. Súperpotencia es el patrocinador, defensor y gerente del imperialismo y el imperialismo de EE.UU., envuelto en el secreto del poder ejecutivo, y supuestamente más allá del campo de alcance del entendimiento o la supervisión de los ciudadanos comunes. Súperpotencia se preocupa de armas de destrucción masiva, de la manipulación clandestina de la política exterior (a veces también de la política interior), de operaciones militares, y de las fantásticas sumas exigidas al público por el complejo militar-industrial. (Las fuerzas armadas de EE.UU. gastan más que todas las de la Tierra en su conjunto. El presupuesto de defensa oficial de EE.UU. para el año fiscal 2008 es de 623.000 millones de dólares; el presupuesto nacional militar más cercano es el de China con 65.000 millones, según la Agencia Central de Inteligencia.)

Las operaciones militares en el extranjero obligan literalmente a la democracia a cambiar su naturaleza: “Para encarar las contingencias imperiales de guerra y ocupación en el extranjero,” según Wolin, “la democracia alterará su carácter, no sólo asumiendo nuevas conductas en el extranjero (por ejemplo: inclemencia, indiferencia ante los sufrimientos, desdeño ante las normas locales, las desigualdades en el gobierno de una población sometida) sino también operando sobre la base de hipótesis revisadas, de la expansión del poder en el interior. Tratará, las más veces, de manipular al público en lugar de involucrar a sus miembros en la deliberación. Demandará más poderes y una mayor discreción en su uso (‘secretos de Estado), un control más estricto sobre los recursos de la sociedad, métodos más sumarios de justicia, y menos paciencia ante las legalidades, la oposición, y el clamor por reformas socioeconómicas.”

El imperialismo y la democracia son, en términos de Wolin, literalmente incompatibles, y los recursos cada vez mayores dedicados al imperialismo significan que es inevitable que la democracia se desvanezca y muera. Escribe: “La política imperial representa la conquista de la política interior y la conversión de esta última en un elemento crucial del totalitarismo al revés. No tiene sentido preguntar cómo el ciudadano democrático podría ‘participar’ sustantivamente en la política imperial; por lo tanto no sorprende que el tema del imperio sea tabú en los debates electorales. Ningún político o partido ha siquiera comentado en público sobre la existencia de un imperio estadounidense.”

Desde los días de la fundación de EE.UU., sus ciudadanos han tenido una prolongada historia de complicidad en los proyectos imperiales del país, incluyendo su expansión transcontinental a costas de los estadounidenses nativos, los mexicanos y los imperialistas españoles. Theodore Roosevelt comentó a menudo que los estadounidenses se oponían profundamente al imperialismo por su escape exitoso del imperio británico pero que tenían el “expansionismo” en la sangre. Con el pasar de los años, el análisis político estadounidense ha tratado cuidadosamente de separar a las fuerzas armadas del imperialismo, incluso si el militarismo es el acompañante ineluctable del imperialismo. Las fuerzas armadas crean el imperio para comenzar y son indispensables para su defensa, el mantenimiento del orden y la expansión. Wolin señala: “Que el ciudadano patriótico apoye inquebrantablemente a las fuerzas armadas y sus inmensos presupuestos significa que los conservadores han tenido éxito en convencer al público de que las fuerzas armadas son algo diferente del gobierno. Por lo tanto el elemento más sustancial del poder estatal es apartado del debate público.”

Ha tomado mucho tiempo, pero bajo el gobierno de George W. Bush EE.UU. ha terminado por lograr una ideología oficial de expansión imperial comparable a las de los totalitarismos nazi y soviético. Según la Estrategia Nacional de Seguridad de EE.UU. (supuestamente preparada por Condoleezza Rice y proclamada el 9 de septiembre de 2002) EE.UU. está ahora comprometido con lo que llama “guerra preventiva.” Wolin explica: “La guerra preventiva involucra la proyección del poder en el exterior, usualmente contra un país mucho más débil, comparable, por ejemplo, con la invasión nazi de Bélgica y Holanda en 1940. Declara que EE.UU. está justificado en atacar a otro país por una amenaza percibida de que el poder de EE.UU. sea debilitado, severamente dañado, a menos que reaccione para eliminar el peligro antes de que se materialice. La guerra preventiva es la afirmación del Lebensraum [La afirmación de Hitler de que su imperialismo se justificaba por la necesidad de Alemania de obtener “espacio vital”] para la era del terrorismo.” Esta fue, desde luego, la excusa oficial para la agresión estadounidense contra Iraq que comenzó en 2003.

Muchos analistas, incluyéndome a mí, concluirían que Wolin prácticamente ha justificado a toda prueba que los días de la república estadounidense están contados, pero el propio Wolin no está de acuerdo. Hacia el fin de su estudio presenta una lista de sugerencias de lo que debería hacerse para evitar el desastroso totalitarismo al revés: “hacer retroceder el imperio, hacer retroceder las prácticas de la democracia guiada; volver a la idea y a las prácticas de la cooperación internacional en lugar de los dogmas de la globalización y de los ataques preventivos; restaurar y fortalecer las protecciones medioambientales; reforzar las políticas populistas; deshacer el daño a nuestro sistema de de derechos individuales; restaurar las instituciones de un aparato judicial independiente, de la separación de los poderes, y del sistema del equilibrio de los poderes; reinstalar la integridad de las agencias reguladoras independientes y de los procesos de asesoría científica; reanimar los sistemas representativos sensibles a las necesidades populares de atención sanitaria, educación, pensiones garantizadas, y de un salario mínimo honorable; restaurar la autoridad reguladora gubernamental sobre la economía; y eliminar las deformaciones de un código tributario que corteja a los ricos y al poder corporativo.”

Por desgracia, es más una guía de lo que ha ido mal que una declaración de cómo arreglarlo, particularmente ya que Wolin cree que nuestro sistema político está “repleto de corrupción e inundado de contribuciones sobre todo de donantes ricos y corporativos.” Es muy poco probable que nuestro aparato partidario funcione para colocar bajo control democrático al complejo militar-industrial y a las 16 agencias secretas de inteligencia. A pesar de todo, una vez que EE.UU. haya seguido a los totalitarismos clásicos al basurero de la historia, el análisis de Wolin representará uno de los mejores discursos sobre lo que anduvo mal.

El último libro de Chalmers Johnson es “Nemesis: The Last Days of the American Republic (Metropolitan Books, 2008), que ahora apareció como Holt Paperback. Es el tercer volumen de su “Blowback Trilogy.”

www.alternet.org

http://www.globalresearch.ca/index.php?context=va&aid=9031





La carrera presidencial ignora la carrera armamentista
Democracy Now!


Mientras la carrera por la presidencia de Estado Unidos continúa, también avanza de igual modo la carrera armamentista en todo el mundo.


Hay personas – civiles, niños – que mueren o quedan mutiladas, día a día, a causa de bombas de racimo y minas terrestres sin detonar. Miles de misiles nucleares permanecen en estado de máxima alerta. El gobierno estadounidense lanza amenazas contra Irán, acusándolo de llevar a cabo un programa de desarrollo de armas nucleares, mientras al mismo tiempo ofrece uranio a Arabia Saudita. Y, con la guerra de Irak en su sexto año, uno de sus artífices, Douglas J. Feith, ex subsecretario de Políticas de Defensa del Pentágono durante la gestión de Donald Rumsfeld, ha dado forma, como era de esperar, a una versión revisionista de la historia de la guerra y las decisiones que condujeron a ella.

Feith declaró esta semana: “Y si bien fue un terrible error que el gobierno confiara en la información incorrecta sobre las armas de destrucción masiva, y fue catastrófico para nuestra credibilidad, fue ante todo un verdadero error y no una mentira… Pero dejando de lado ese error, lo que encontramos en Irak fue una grave amenaza de armas de destrucción masiva, a pesar de que Saddam había decidido no mantener las reservas, se había colocado en una posición en la que podría haber regenerado esas reservas en un plazo de 3 a 5 semanas”.

Durante una entrevista, le pregunté a Hans Blix sobre los comentarios de Feith. Blix fue Inspector Jefe de armas de la Organización de las Naciones Unidas, y estuvo a cargo de la búsqueda de las armas de destrucción masiva. Reflexionando sobre lo ocurrido hace cinco años, dijo: “Probar que no hay nada es casi imposible. [Pero], creo que si hubiéramos permanecido en Irak un par de meses más, habría bastado para dejar suficientemente claro a todo el mundo que las posibilidades de que no existieran armas de destrucción masiva eran reales”. En lugar de esperar al resultado de las inspecciones, el Pentágono estaba ocupado en tratar de desacreditar a Blix. Le pregunté sobre las acusaciones de que Estados Unidos plantó micrófonos para realizar escuchas en su oficina y en su casa. Me dijo: “Pido al cielo que hubieran prestado un poco más de atención a lo que decía, si es que de hecho estaban escuchándome”.

Blix describe el estado actual del mundo como un estado de “Paz Fría”: “Es difícil evitar la sensación de que –casi 20 años después del final de la Guerra Fría– los cálculos militares siguen dominando el modo de pensar las relaciones mundiales a largo plazo. El terrorismo se ha convertido formalmente en el enemigo principal, pero se toman precauciones contra el creciente poder de China y Rusia”. El pacto de cooperación nuclear con India del presidente Bush, la declarada disposición de Barack Obama de atacar unilateralmente a Pakistán, que es un aliado estadounidense y potencia nuclear, la promesa de Hillary Clinton de “destruir por completo” a Irán si ese país de 70 millones de habitantes atacara a Israel, y la posición dura de John McCain en relación con Rusia, que incluye el despliegue de un escudo antimisiles en Europa del Este; todos estos signos señalan una dependencia de las soluciones militares, cosa que Blix ve como un camino hacia el conflicto y la guerra.

En una notable muestra de hipocresía, el gobierno de Bush ha prometido proporcionar uranio enriquecido a Arabia Saudita. El activista antinuclear Harvey Wasserman dijo: “La idea de proporcionarle uranio enriquecido a los sauditas mientras se amenaza con declarar la guerra a los iraníes por enriquecer uranio es increíble. Es casi asombroso que alguien piense que los sauditas van, por alguna razón, a bajar el precio del petróleo a cambio de la posibilidad de conseguir reactores nucleares en el futuro”.

Le pregunté a Blix qué es lo más importante que Estados Unidos podría hacer para apoyar la paz mundial. Firmar el Tratado de Prohibición Total de Pruebas Nucleares, dijo: “Entonces, creo que sería muy probable que los chinos, que no han ratificado el tratado, lo hicieran. Si China lo hace, quizá India lo haga. Si India lo hace, Pakistán también, etc. Y así, el tratado tendría fuerza. Sería estupendo que prohibiéramos toda prueba de armas nucleares en el futuro”.

Las armas nucleares no son las únicas armas de destrucción masiva. Mientras conversaba con Blix, cientos de personas estaban reunidas en Dublín, Irlanda, para elaborar un tratado contra las bombas de racimo, la causa que impulsó la Princesa Diana durante los últimos años de su vida. La Conferencia Diplomática de Dublín sobre Municiones de Racimo está dedicada a “negociar un nuevo instrumento legal de alcance internacional y humanitario que prohíba las municiones de racimo que causen un daño inaceptable a los civiles”.

En la conferencia de Dublín participan 128 países. El principal productor de municiones de racimo, Estados Unidos, no asistió a la conferencia. Rusia y China tampoco han asistido.

Desde la proliferación nuclear hasta el uso de bombas de racimo, la cobertura de la campaña presidencial debería centrarse más en la carrera armamentista y menos en la carrera de caballos.

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Amy Goodman es la presentadora de Democracy Now!, noticiero internacional diario emitido en más de 700 emisoras de radio y TV en Estados Unidos y el mundo.

© 2008 Amy Goodman

Inglés: Traducido por: Ángel Domínguez y Democracy Now! en español, spanish@democracynow.org www.democracynow.org/es


lunes, 26 de mayo de 2008

LA POLÍTICA CÍNICA DEL IMPERIO



LA POLÍTICA CÍNICA DEL IMPERIO



REFLEXIONES DEL COMPAÑERO FIDEL


http://www.cuba.cu/gobierno/reflexiones/2008/esp/f250508e.html



No sería honesto de mi parte guardar silencio después del discurso de Obama la tarde del 23 de mayo ante la Fundación Cubano‑Americana, creada por Ronald Reagan. Lo escuché, como hice con el de McCain y el de Bush. No guardo rencor hacia su persona, porque no ha sido responsable de los crímenes cometidos contra Cuba y la humanidad. Si lo defendiera, les haría un enorme favor a sus adversarios. No temo por ello criticarlo y expresar con franqueza mis puntos de vista sobre sus palabras.

¿Qué afirmó?

“A través de mi vida ha habido injusticia y represión en Cuba, y nunca durante mi vida el pueblo ha conocido la verdadera libertad, nunca en la vida de dos generaciones ha conocido el pueblo de Cuba una democracia… no hemos visto elecciones durante 50 años… Nosotros no vamos a soportar estas injusticias, juntos vamos a buscar la libertad para Cuba,” les expresa a los anexionistas y continúa: “Esa es mi palabra. Ese es mi compromiso. …es hora de que el dinero estadounidense haga que el pueblo cubano sea menos dependiente del régimen de Castro. Voy a mantener el embargo …”

El contenido de las palabras de este fuerte candidato a la Presidencia de Estados Unidos, me exonera de la necesidad de explicar el porqué de esta reflexión.

El propio José Hernández, uno de los directivos de la Fundación Cubano-Americana al que Obama elogia en su discurso, era el propietario del fusil automático de calibre 50, mirilla telescópica y rayos infrarrojos capturado por casualidad junto a otras mortíferas armas, durante su transportación por mar hacia Venezuela, donde la Fundación proyectó asesinar al que esto escribe en una reunión internacional que tuvo lugar en Margarita, estado venezolano de Nueva Esparta.

El grupo de Pepe Hernández deseaba volver al pacto con Clinton, a quien el clan de Mas Canosa traicionó, ofreciéndole mediante fraude la victoria a Bush en el 2000 porque había prometido asesinar a Castro, algo que todos aceptaron gustosos. Son rejuegos políticos propios del sistema decadente y contradictorio de Estados Unidos.

El discurso del candidato Obama se puede traducir en una fórmula de hambre para la nación, las remesas como limosnas, y las visitas a Cuba en propaganda para el consumismo y el modo de vida insostenible que lo sustenta.

¿Cómo va a enfrentar el gravísimo problema de la crisis alimentaria? Los granos hay que distribuirlos entre los seres humanos, los animales domésticos y los peces, que de año en año son cada vez más pequeños y más escasos en los mares sobreexplotados por los grandes arrastreros a los que ningún organismo internacional fue capaz de frenar. No es fácil producir carne a partir del gas y el petróleo. El propio Obama sobreestima las posibilidades de la tecnología en la lucha contra el cambio climático, aunque está más consciente que Bush de los riesgos y del escaso tiempo disponible. Podría asesorarse con Gore, que es también demócrata y dejó de ser candidato, porque conoce bien el ritmo acelerado en que se incrementa el calentamiento. Su cercano rival político aunque no aspirante, Bill Clinton, experto en leyes extraterritoriales como la Helms‑Burton y la Torricelli, puede asesorarlo en un tema como el bloqueo, que prometió erradicar y nunca cumplió.

¿Cómo se expresó en su discurso de Miami el que sin duda es, desde el punto de vista social y humano, el más avanzado candidato a la postulación presidencial en Estados Unidos? “Durante 200 años” ―dijo― “Estados Unidos ha dejado en claro que no vamos a soportar la intervención en nuestro hemisferio, sin embargo debemos ver que hay una intervención importante, el hambre, la enfermedad, la desesperación. Desde Haití hasta Perú podemos hacer algo mejor las cosas y debemos hacerlo, no podemos aceptar la globalización de los estómagos vacíos…” ¡Magnífica definición de la globalización imperialista: la de los estomagos vacíos! Debemos agradecérselo; pero hace 200 años Bolívar luchó por la unidad de América Latina y hace más de 100 años Martí dio su vida combatiendo contra la anexión de Cuba a Estados Unidos. ¿Dónde están las diferencias entre lo que proclamó Monroe y lo que dos siglos después proclama y reivindica Obama en su discurso?

“Tendremos un enviado especial de la Casa Blanca, como lo hizo Bill Clinton” ―expresó casi al concluir― “…vamos a ampliar el Cuerpo de Paz y les vamos a pedir a más jóvenes que hagan que nuestros vínculos con las gentes se hagan más fuertes y quizás más importantes. Podemos forjar el futuro, y no dejar que el futuro nos forje a nosotros.” Es una bella frase, porque admite la idea, o al menos el temor, de que la historia hace a los personajes y no al revés.

Los Estados Unidos de hoy no tienen nada que ver con la declaración de principios de Filadelfia formulada por las 13 colonias que se rebelaron contra el colonialismo inglés. Hoy constituyen un gigantesco imperio, que no pasaba en aquel momento por la mente de sus fundadores. Nada cambió sin embargo para los indios y los esclavos. Los primeros fueron exterminados a medida que la nación se extendía; los segundos continuaron siendo objeto de subastas en los mercados ―hombres, mujeres y niños― durante casi un siglo, a pesar de que “todos los hombres nacen libres e iguales”, como afirma la declaración. Las condiciones objetivas en el planeta favorecieron el desarrollo de ese sistema.

Obama en su discurso atribuye a la Revolución Cubana un carácter antidemocrático y carente de respeto a la libertad y los derechos humanos. Es exactamente el argumento que, casi sin excepción, utilizaron las administraciones de Estados Unidos para justificar sus crímenes contra nuestra patria. El bloqueo mismo, por sí solo, es genocida. No deseo que los niños norteamericanos se eduquen en esa bochornosa ética.

La revolución armada en nuestro país no habría sido tal vez necesaria sin la intervención militar, la Enmienda Platt y el coloniaje económico que esta trajo a la isla.

La Revolución fue producto del dominio imperial. No se nos puede acusar de haberla impuesto. Los cambios verdaderos pudieron y debieron originarse en Estados Unidos. Sus propios obreros, hace más de un siglo, lanzaron la demanda de las ocho horas, hija de la productividad del trabajo.

Lo primero que los líderes de la Revolución Cubana aprendimos de Martí fue creer y actuar en nombre de una organización fundada para llevar a cabo una revolución. Siempre dispusimos de facultades previas y, una vez institucionalizada, fuimos elegidos con la participación de más del 90 por ciento de los electores, como es ya costumbre en Cuba, y no la ridícula participación que muchas veces, como en Estados Unidos, no llega al 50 por ciento de los electores. Ningún otro país pequeño y bloqueado como el nuestro habría sido capaz de resistir tanto tiempo, a base de ambición, vanidad, engaño o abusos de autoridad, un poder como el de su vecino. Afirmarlo constituye un insulto a la inteligencia de nuestro heroico pueblo.

No cuestiono la aguda inteligencia de Obama, su capacidad polémica y su espíritu de trabajo. Domina las técnicas de comunicación y está por encima de sus rivales en la competencia electoral. Observo con simpatía a su esposa y sus niñas, que lo acompañan y animan todos los martes; es sin duda un cuadro humano agradable. No obstante, me veo obligado a varias delicadas preguntas, aunque no pretendo respuestas, únicamente consignarlas.

1º ¿Es correcto que el Presidente de Estados Unidos ordene el asesinato de cualquier persona en el mundo, sea cual fuere el pretexto?

2º ¿Es ético que el Presidente de Estados Unidos ordene torturar a otros seres humanos?

3º ¿Es el terrorismo de estado un instrumento que debe utilizar un país tan poderoso como Estados Unidos para que exista la paz en el planeta?

4º ¿Es buena y honorable una Ley de Ajuste que se aplica como castigo a un solo país, Cuba, para desestabilizarlo, aunque cueste la vida a niños y madres inocentes? Si es buena, ¿por qué no se aplica el derecho automático de residencia a los haitianos, dominicanos y demás países del Caribe, y se hace lo mismo con los mexicanos, centroamericanos y suramericanos, que mueren como moscas en el muro de la frontera mexicana o en aguas del Atlántico y el Pacífico?

5º ¿Puede Estados Unidos prescindir de los inmigrantes, que cultivan vegetales, frutas, almendras y otras exquisiteces para los norteamericanos? ¿Quién barrería sus calles, prestaría servicios domésticos y realizarían los peores y menos remunerados trabajos?

6º ¿Son justas las redadas de indocumentados que afectan incluso a niños nacidos en Estados Unidos?

7º ¿Es moral y justificable el robo de cerebros y la continua extracción de las mejores inteligencias científicas e intelectuales de los países pobres?

8º Usted afirma, como recordé al inicio de esta reflexión, que su país advirtió hace tiempo a las potencias europeas que no admitiría intervenciones en el hemisferio, y a la vez reitera la demanda de ese derecho, reclamando al mismo tiempo el de intervenir en cualquier parte del mundo con el apoyo de cientos de bases militares, fuerzas navales, aéreas y espaciales distribuidas en el planeta. Le pregunto, ¿es esa la forma en que Estados Unidos expresa su respeto por la libertad, la democracia y los derechos humanos?

9º ¿Es justo atacar sorpresiva y preventivamente sesenta o más oscuros rincones del mundo, como los llama Bush, sea cual fuere el pretexto?

10º ¿Es honorable y cuerdo invertir millones de millones de dólares en el complejo militar industrial para producir armas que pueden liquidar varias veces la vida en la Tierra?

Usted debiera conocer, antes de juzgar a nuestro país, que Cuba, con sus programas de educación, salud, deportes, cultura y ciencias, aplicados no sólo en su propio territorio sino también en otros países pobres del mundo, y la sangre derramada en solidaridad con otros pueblos, a pesar del bloqueo económico y financiero y las agresiones de su poderoso país, constituye una prueba de que puede hacerse mucho con muy poco. Ni a nuestra mejor aliada, la URSS, le fue permitido trazar nuestro destino.

Para cooperar con otros países, Estados Unidos sólo puede enviar profesionales vinculados a la disciplina militar. No puede hacerlo de otra forma, porque carece de personal en número suficiente dispuesto a sacrificarse por otros y ofrecer apoyo significativo a un país con dificultades, aunque en Cuba hemos conocido y han cooperado con nosotros excelentes médicos norteamericanos. Ellos no tienen la culpa porque la sociedad no los educa masivamente en ese espíritu.

La cooperación de nuestro país nunca la hemos subordinado a requisitos ideológicos. Se la ofrecimos a Estados Unidos cuando el Katrina golpeó duramente la ciudad de Nueva Orleans. Nuestra brigada médica internacionalista lleva el nombre glorioso de Henry Reeve, un joven nacido en ese país que luchó y murió por la soberanía de Cuba en la primera guerra por nuestra independencia.

Nuestra Revolución puede convocar a decenas de miles de médicos y técnicos de la salud. Puede convocar de forma igualmente masiva a maestros y ciudadanos dispuestos a marchar a cualquier rincón del mundo, para cualquier noble propósito. No para usurpar derechos ni conquistar materias primas.

En la buena voluntad y disposición de las personas hay infinitos recursos que no se guardan ni caben en las bóvedas de un banco. No emanan de la política cínica de un imperio.

Fidel Castro Ruz

Mayo 25 de 2008

10 y 35 p.m.

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