sábado, 29 de marzo de 2008

LOS PERONISTA NO SOMOS DOGMÁTICOS, Y PODEMOS ACCEDER A DIVERSAS INFORMACIONES CON PENSAMIENTO CRÍTICO

¿Y qué onda con el paro agrario?

GRUPO DE REFLEXIÓN RURAL


Sáb, 03/29/2008 - 22:01

En este documento del GRR, se destacan algunos ejes como la ceguera de los ruralistas que ven como único enemigo al Estado invisibilizando así a las grandes exportadoras de las cuales dependen. La cómoda y triste posición de los "progresistas" funcionales al Sistema de la Soja, que ven oligarquías en donde encuentran un campito. Y la suprema habilidad de los campeones de siempre, los Grobo, Bunge, Cargill, a quienes las balas ni les rebotan, porque nadie les apunta.

Existe una mezcla de verdades y de mentiras en los discursos de ambos supuestos bandos de este conflicto del campo que está en los diarios y en el paro agrario. Para Lousteau, que debe alimentar un sistema político clientelar insaciable, las retenciones diferenciadas aparentarían ser -aunque mínima- una medida justificada, al menos para buscar recursos y tratar de equilibrar un poco la desmesura de la sojización. Es por otra parte lo mínimo que se podría aguardar de un gobierno como política agraria cuando la Secretaria respectiva está en manos de alguien que no conoce sino de pugilato.

La soja, seguirá siendo un gran negocio para muchos, aunque se eleven aun más las retenciones. De paso el Ministro de Economía le recuerda en el diario al campo que con esas retenciones comprará en el curso del año cuatro mil millones de dólares para mantener el dólar alto. Cuestión fundamental que aparece de modo solapado: el valor del dólar que posibilita una Argentina agro exportadora en que los sojeros hacen fortunas, está mantenido gracias a que todo el país aporta comprando ingentes cantidades de dólares mes a mes para mantener el tres a uno... Pero de esto no se habla o simplemente se lo da a entender solamente como instrumento de presión, frente a los también insaciables que protestan un poco....

Por otra parte, en algo el campo tiene razón de quejarse. Se ha instalado una enajenación respecto a visualizar sólo los finales de las cadenas productivas. Suponemos que tiene que ver con una mirada urbana excluyente y con los intereses de los Agronegocios y en especial de las cadenas agroalimentarias. Resulta evidente que las preocupaciones, las políticas, el foco de atención mediático, etc. están solo sobre los finales de las cadenas. Se visualiza el saché de leche, no al tambero. Se visualizan los silos no las tranqueras. Se ve el final de la cadena, el resto no se considera.

Como GRR, hemos recordado reiteradamente que los derechos a la exportación comúnmente mal llamados retenciones, mal llamados porque lo que se retiene se devuelve y ello aquí no sucede, fueron establecidos por el Presidente Duhalde en el año 2002 para ser pagados por los exportadores. Y aparentemente así es, aunque la trampa es que los exportadores le añaden estos costos a la producción, o sea que violando el espíritu de la Ley, socializarían estas retenciones hacia abajo con los productores e inclusive con los consumidores que somos todos nosotros, porque pagamos las retenciones a la exportación del trigo aparentemente cada vez que compramos pan, con lo cual nosotros y cada productor, pagamos las retenciones con las cuales se mantiene el dólar alto para que el sistema continúe pedaleando, produciendo desempleo, cáncer y devastaciones, así como también dinero para paliar la pobreza que la soja produce y con esa pobreza "clientelizada" se pueda perpetuar el sistema político partidista que sostiene a la Republiqueta sojera minera...

Y lo paradójico es que, cuando los representantes del campo protestan, lo hacen contra el Estado que aplica las retenciones y no contra las corporaciones que, en nombre del Estado y abusando de su rol en la cadena de comercialización, las socializan con ellos. De tal manera que, abrevando en obsoletos criterios antiestatalistas de entraña liberal, hacen causa común con los mismos finales de la cadena que los abusan e invisibilizan, o sea con ADM, con Bunge, con Dreyfus, con Cargill... y la dependencia que sienten hacia las corporaciones es tan grande que siendo sus víctimas, prefieren operar como cómplices y acusar al Estado. ¿Acaso FAA, CRA o CARBAP son exportadores? Entonces, por qué razón van al paro agrario contra un impuesto a las exportaciones sino porque están cubriendo la aberración y la violencia de que las corporaciones les hagan pagar el tributo a ellos?

De hecho, tomemos conciencia que los que protestan por las políticas tributarias son los productores, no son Los Grobo, ni El Tejar, Cargill o Archer Daniels Midland (ADM) los que se quejan. Estos últimos le pagan al productor la tonelada de soja aproximadamente a 165 dólares cuando su precio es de trescientos dólares. O sea que el resto, 135 dólares va para el gobierno como derecho a la exportación. Luego la venden en el mercado de Chicago a 550 y además, generalmente, hacen eso luego de triangularla entre sus propias oficinas para subfacturarla y pagarle lo menos posible al Estado. El negocio de los exportadores y de las empresas a ellos vinculadas, es de ese modo fabuloso.

Pero no se detienen allí las ganancias. Los exportadores y sus socios, también y en simultáneo, se transforman en productores de agrocombustibles, de carne vacuna a corral y también de pollos, tal como la empresa AVEX de Los Grobo. Las nuevas y extraordinarias dimensiones de los agronegocios, tales como la Granja Tres Arroyos que faena tres cientos mil pollos diarios, y que participa de los actuales convenios de la Argentina con Venezuela, sube la apuesta productiva a niveles donde solamente pueden jugar las Corporaciones. Los granos con que preparan los alimentos balanceados con el que hacen esa carne producida en forma industrial, también los pagan a 165 dólares como si fuera para exportación, cuando en realidad, esa soja no sale del país como grano, o sea que el alimento de sus criaderos, les cuesta la mitad que al productor común que hace carne, y con el que compiten en el mercado interno. En el caso que hagan biocombustibles estarían pagando como derechos para la exportación tan solo un 20% de retenciones, cuando le sacaron por los granos 45% al productor, o sea que el 25 por ciento es ganancia líquida, y estamos hablando en este caso, de aproximadamente 75 dólares de ganancia por tonelada, producto de una estafa lisa y llana aunque legalizada, que por otra parte no se denuncia, sencillamente por una dependencia ideológica de las víctimas que aceptan sufragar ese precio vil para continuar dependiendo de un liderazgo que viene de larga data.

De esa manera, podríamos afirmar que cualquier política tributaria que se establezca, en los marcos del actual modelo de agro exportación y de producción de commodities, no hace sino, fortalecer la tendencia a mayores cultivos industriales, a la vez que añadir riquezas a los que más tienen, los pooles y las Corporaciones. Las políticas actuales, acrecientan las prácticas de una agricultura industrial sin agricultores ni población en el campo. Las mayores retenciones a la Soja devienen paradójicamente, de esa manera, en una mayor sojización.

Respecto al actual paro agrario, entendemos que no se debería hablar más de la oligarquía, al menos tal como a ella nos referíamos hasta no hace demasiado tiempo, tal como continúan haciendo sectores "progresistas" funcionales al sistema de la Soja, porque en realidad una oligarquía es una clase que tiene poder propio o que tiene poder sobre el Poder y en este caso uno de los problemas de estos ricos ganaderos invernadores es que no solo no tienen suficiente poder sobre el Gobierno o sobre el Estado, sino que ni siquiera tienen la capacidad de negociar más o menos exitosamente con los Frigoríficos o con los Pooles, y por eso el pataleo y las tensiones en las que estamos, sin suficiente conciencia y con discursos antiguos, prejuiciosos y con connotaciones al pasado, en que sobrenadan enormes confusiones y nostalgias de la época en que tenían poder, y en especial en los que no queda claro, aparte de los propios fantasmas, contra quien se pelea o acaso qué es lo que se quiere conseguir. Volver al pasado para ellos es imposible, deberían en todo caso saber negociar en el presente con los gerenciadores del modelo, pero se les mezcla la visceralidad y los viejos discursos se les imponen absurda y patéticamente, sembrando aún más confusión en los escenarios políticos de la Argentina, donde todas las tendencias y vectores parecieran continuar alentando desde diversos abordajes a la Republiqueta Sojera.

GRR Grupo de Reflexión Rural

Marzo de 2008

El "Paro del campo", según el Mocase

Dom, 03/23/2008 - 01:12

El Movimiento Campesino de Santiago del Estero, ligado a la Vía campesina envió un comunicado donde analiza el llamado paro del campo y aporta información vital para ver quién es quién en este conflicto de la Argentina.

GRUPO DE REFLEXIÓN RURAL

¿Retenciones, control estatal de las exportaciones (monopolio de la Junta Nacional de Granos) o reino del "mercado"?

La actitud de los señores dueños de la tierra de la Argentina no deja de sorprender por su reiterada e inveterada audacia en la defensa de sus bolsillos, con una hipocresía digna de los mejores falsarios de la historia.

El aumento gradual de las retenciones y en particular las correspondientes a la soja ha disparado a la "lucha" a la sempiterna antisolidaria oligarquía terrateniente nacida en nuestro país.

La acompaña una vez más la desorientada Federación Agraria Argentina, que hace años no se atreve a separase de los oligarcas y hacer un planteo digno de reclamo de tierras, de límites a la extensión de los latifundios, de cese y recuperación de las enormes cantidades de tierras extranjerizadas y de cambio general de la política agropecuaria.

Durante el largo ciclo de la convertibilidad y de la expansión de la sojización, la FAA miró para otro lado, dejando hacer al "mercado" y al modelo neoliberal que se cargó casi 300.000 productores pequeños y medianos, la mayoría de ellos afiliados a ella.

Hace apenas poco tiempo se atrevió a cuestionar los lineamientos de la Argentina sojera pergeñada por Henry Kissinger, el grupo Perriaux, la SRA, AAPRESID, Cargill, Monsanto, Dreyfus, la FAUBA, Clarín Rural, Urquía y demás demiurgos de la recolonización nacional. De tal manera, el tránsito de la Argentina industrial tecnológica y científica existente entre 1945 a 1989, a la Argentina factoría agro-exportadora actual, contó -luego de la Marcha Federal de 1994- con la mirada complaciente de la FAA. Esta política permitió la devastación de los pequeños y medianos productores y el tránsito de una producción centrada en el desarrollo de alimentos en gran cantidad y de gran calidad, hacia un "campo" que produce forraje barato –"pasto soja"- para vender a China, India y la UE subsidiando de tal forma la industrialización de estos países a costa de nuestra industrialización, nuestra producción lechera, ganadera, porcina, frutal, hortícola, ovina y regional.

Se repite el modelo de siempre en el campo, donde la SRA -la vieja oligarquía terrateniente- se opone a cualquier control por parte del Estado de su tasa de ganancia lograda a costa del esfuerzo de toda la nación y en particular, mediante el monopolio absoluto de la renta agraria por su dominio total sobre las tierras existentes en la nación.

Lo reiteramos una vez más, oligarquía terrateniente implica por ejemplo que 6900 propietarios (familias, empresas o empresas-familias) sean dueñas del 49.7% de la superficie cultivable y productiva del país, o que según el Censo Agropecuario de 2002, 936 terratenientes poseen 35.515.000 Has (casi toda la superficie en cultivo), un promedio de 38.000 has c/u. Por el contrario 137.021 agricultores poseen sólo 2.288.000 has, con un promedio de 16.7 has c/u. (2)(pág. 158)

En 1966 había más de 600.000 productores agropecuarios, hoy sólo restan 330.000, de tal forma la oligarquía terrateniente recuperó con creces las tierras que Perón había obligado a venderles a los chacareros arrendatarios a través del 1º y 2º Plan Quinquenal. En lugar de enfrentar a la SRA y CARBAP, denunciando la concentración y brutal extranjerización de la tierra, unidas a la destrucción de un modelo soberano de producción de alimentos y su reemplazo por un modelo factoría productor de forrajes baratos para la exportación, la Federación Agraria Argentina se une a los terratenientes y multinacionales granarias que se adueñan hoy de la renta agraria en lucha contra las retenciones. Renta con la que, conviene recordar, junto a la petrolera, el peronismo industrializó la nación entre 1945 y 1955.

Por supuesto que las retenciones son sólo una medida frente a la necesidad de articular un Plan Nacional de Desarrollo Agropecuario, que debe obligatoriamente incluir la restitución de las Juntas Nacionales de Granos y de Carnes, la nacionalización del comercio exterior en ambos rubros, políticas que permitan el acceso democrático, barato y con créditos de largo aliento a la tierra para volver a tener cientos de miles de productores, repoblar el país y reconstruir la soberanía alimentaria y las economías regionales. También deben estar acompañadas de subsidios, políticas de reforestación de la superficie devastada por la sojización, de políticas de saneamiento de áreas infectadas por millones de litros de agrotóxicos y transgénicos, y de devolución de las cientos de miles de hectáreas robadas a los pueblos originarios en las últimas décadas.

La correcta política de retenciones graduales –primera medida seria tomada contra la sojización-, se debe acompañar también de créditos y subsidios amplios para las actividades afectadas por el monocultivo sojero, tales como la lechería, la ganadería, la horticultura, la fruticultura, la forestación y demás actividades afectadas. Pero sin duda alguna –pese a los gritos exasperados del lobby monsantiano, cargilliano y terrateniente-, es una mejora neta respecto de la política seguida hasta ahora y por supuesto mucho mejor, que 'dejar todo al sector privado' como proponen los dueños de la tierra, desde siempre, apoyados por Macri, Carrió, López Murphy, el menemismo, el cavallismo y el delasotismo.

Salir de la sojización

Pero tal vez, el dato más importante de las medidas anunciadas por el Ministro Losteau se refieran a que por primera vez desde la legalización ilegal de la soja RR en 1995, el gobierno ha decidido tomar medidas que desalientan la expansión del monocultivo de soja transgénica forrajera. Y ese es un hecho importante que saludamos. Que una medida tan importante, haya sido tomada en simultáneo con la descarada entrega de los yacimientos petroleros de la Cuenca del Golfo de San Jorge, por parte de la ultarkirchnerista provincia de Santa Cruz, habla a las claras, de la perversidad del modelo económico vigente en nuestro país, y de la estrecha relación del gobierno con las multinacionales y su doble discurso permanente. Pero en el tema de la sojización por primera vez desde 1995, se adopta una medida que desalienta el avance descontrolado del pequeño -y devastador- poroto.

Esto es así pese a los previsibles gritos policíacos del Ing. Héctor Huergo que, en un ejercicio extraño del pensamiento económico y agronómico, nos amenaza con que el abandono de la "sojización" nos devolvería a la "edad media".

El descaro de los demiurgos de la colonización cultural –a su vez empleados de Monsanto y Kissinger- no tiene límites. Una medida como el aumento diferencial de las retenciones –reclamada por quien esto escribe durante varios años- no sólo no nos devuelve a la 'edad media', sino que por el contrario, nos alejaría de la 'edad media' en que nos sumiera la desindustrialización y el retorno a la nación agro-exportadora. Es decir exactamente al revés de lo que Huergo vomita desde Clarín Rural. El aumento diferencial de las retenciones –a falta de nacionalización del comercio exterior de granos- permite disponer de fondos para alentar otras actividades económicas, tales como la reindustrialización del país u otras actividades agropecuarias que requieren de mayor valor agregado, mayor aporte de capital y utilizan mayor cantidad de mano de obra.

Por el contrario, como ya explicáramos reiteradamente en otros artículos, impulsar la sojización depreda la mano de obra y la pequeña y mediana producción, además de devastar al ecosistema y a la salud humana. Lo reiteramos una vez más: el sistema de la SD-sojaRR-herbicida glifosato, destruye 4 de cada 5 puestos de trabajo existentes y sólo crea un puesto de trabajo cada 500-600 has, siendo sólo viables y autosuficientes para este sistema, las explotaciones que superan las 500 has según la región agroecológica. Por el contrario la economía familiar genera 35 puestos de trabajo genuinos por cada 100has. Pero el gobierno debe saber que salir de la sojización implica antes que nada, redistribuir la tierra y repoblar el territorio nacional devastado por el pequeño poroto.

En el colmo del descaro y la desinformación agronómica se dice: "le explico si me permite(...) las vacas no hacen fotosíntesis (sic!!) una hectárea de maíz con la tecnología actual produce 10.000 kilos de grano. Un novillo encerrado en un corral convierte 7 kilos de maíz en uno de carne. Por lo tanto una hectárea de maíz da 1500 kilos de carne."(1) ¿Y la sojización, amigo Huergo donde está?

El viejo método goebbelliano de "miente, miente, miente, que algo quedará" sigue siendo el arma preferida del poder multinacional. Esto es en parte cierto para el maíz, pero no para la soja que se exporta toda (99% de la producción) sin ningún otro agregado que el hacerla aceite o harina y casi sin producir un solo kilo de carne, como sí hacen Brasil (segundo productor mundial de carne) o Chile (en este caso con la soja que nos compra).

De allí que las retenciones diferenciadas planteadas por Lousteau, estimulen al maíz y al trigo en contra de la soja, pero esto afecta a Monsanto-Cargill y por supuesto a las comisiones que cobran sus propagandistas y agentes. En segundo lugar, la carne que hacíamos "criada a campo" (la "edad media" para Huergo) era sin dudas la mejor carne del mundo ya que el animal se criaba en libertad, elegía lo que quería comer, se movía y se criaba naturalmente, produciendo un tipo especial de carne que nos caracteriza en el mundo. Hoy, en un planeta acorralado por la crisis ambiental global, esa carne tiene un valor agregado extra. Si decidiéramos un plan nacional de producción de carne de primera calidad en praderas, recuperaríamos nuestro lugar en el mercado mundial, obteniendo grandes beneficios económicos, sociales y ecológicos.

La ganadería genera muchos más puestos de trabajo que la devastación sojera y muchos más aún, si se estimulara el surgimiento de un gran número de pequeños productores. Por otra parte, lo que Huergo llama "novillo a corral" es el famoso feed-lot o "corral de engorde'" que, a diferencia del animal criado en pradera produce carne chatarra o carne basura. Carne repleta de antibióticos, hormonas, reguladores de crecimiento, agrotóxicos de todo tipo, etc., etc.

Sabrá Huergo ¿que la Argentina, no sólo es la primera en el mundo en muertes por accidentes de tránsito –debido en primer lugar a la destrucción ferroviaria sin cuya desaparición no habría sido posible la sojización- sino también es en la actualidad, el país con mayor tasa de cáncer en su población? ¿No se le habrá ocurrido al señor Huergo pensar que tamaña tragedia tiene algo que ver con la terrible contaminación por agrotóxicos que ha provocado la sojización y su consecuencia directa el feed-lot?. Este proceso afecta lo que respiramos, lo que bebemos y lo que comemos. Claro, es probable que este último argumento suene demasiado complejo para la lógica "simple" de la "mayor tasa de ganancia en el menor tiempo y con cualquier costo ambiental y social –total no lo pagamos-" que utiliza nuestra sempiterna parasitaria y estéril oligarquía terrateniente. Pese a lo que dice Huergo, la soja no sólo no crea pueblos sino que los devasta y los liquida, como puede verse en las miles de taperas que pueblan hoy nuestro campo y los más de 1200 pueblos abandonados. No sólo no nos saca de la edad media, sino que nos devuelve a ella como lo prueban las actuales inundaciones de Salta y Jujuy –y las anteriores de Salta y Santa Fe y las que vendrán-consecuencia directa de la deforestación y la Siembra Directa.

La 'pobreza' del 'campo' de ellos

Por último, de ¿qué paro del campo hablamos?. En todo el país sólo restan 330.000 explotaciones, las que sólo emplean a 310.000 trabajadores en blanco que ganan alrededor de $1200 mensuales, mientras hay algo más de 700.000 trabajadores en negro que viven miserablemente y trabajan sólo un período del año gracias al "poroto mágico". Ambos sectores prácticamente se han visto imposibilitados de defender sus derechos ante el achicamiento descomunal de las fuentes de trabajo que ha producido la sojización y la numerosa destrucción de establecimientos que la acompañaron. El nivel de ingresos del sector que ejerce el control sobre la propiedad de la tierra y por ende de la producción, es escandaloso y como siempre suntuario.

Ya en la campaña 2004-2005 los propietarios de la región pampeana, en el centro del proceso de la sojización, recibieron en concepto de Renta Terrateniente o renta de la tierra por el arrendamiento de las mejores tierras del mundo, la suma de algo más de 3000.000.000 de U$S, más de 10.000 millones de pesos. (2) Es decir una masa sideral de dinero sin invertir ni arriesgar un solo peso. En la actualidad esas cifras son mucho mayores, ya que hoy una hectárea en la zona sojizada de Buenos Aires, Córdoba, Santa Fe o Entre Ríos se vende a razón de entre 15.000 a 20.000 USS y se arrienda -para hacer soja- a razón de 20 Quintales la Ha, es decir unos 600 USS/ha. (3)

Para dar un ejemplo, sólo por arrendar 300 has el propietario recibe un ingreso parásito (sin invertir ni arriesgar un solo peso) de 180.000 USS o unos 570.000 pesos por ciclo sojero. Esa descomunal masa de dinero, imposible de obtener en cualquier otra actividad productiva -y ese es el diseño multinacional para paralizar nuestra reindustrialización- no se destina a mano de obra, ni inversiones productivas, a excepción de algunas cosechadoras o maquinarias importadas de altísimo costo y muchas veces renovadas innecesariamente, sólo por poseer la máquina '0 km'.

Sí se invierte, en varias camionetas 4x4 por familia (hasta 6-7 en algunas), en casas suntuarias, en edificios de renta y en "gatos finos" que ahora hacen su aparición en las localidades de la cuenca sojera, para beneplácito de los productores. Por el contrario, los capataces son echados, indemnizados y transformados en contratistas cuentapropistas con lo cual el terrateniente dispone de las labores sin arriesgar un solo peso, sin incluir costo social alguno y sin tener que poseer un parque de herramientas de alto costo y nivel de mantenimiento, que lo obligaría a tener mano de obra permanente.

A eso se suma que la mayoría no paga impuestos o lo hace por actividad ganadera y no agrícola, con tasas irrisorias de impuesto inmobiliario, y que las multinacionales exportadoras pagan impuestos en función de declaración jurada, se comprenderá que la sojización deja muy poca riqueza real, valor agregado productivo en la sociedad argentina.

A su vez, los trabajadores rurales son echados sin indemnización y contratados en negro cuando se los necesita, muy poco tiempo por cierto. El hecho que las dos terceras partes de los trabajadores vinculados a la sojización trabajen en negro, tiene que ver a su vez con las necesidades un negocio que evade impuestos o se realiza mayoritariamente en negro.(4) De allí la necesidad casi imperiosa para la economía nacional, de apropiarse de esa renta suntuaria e ilegítima en beneficio de la nación.

¿Qué hará el gobierno con esa renta?, es otra discusión, que no afecta el valor macroeconómico de la medida tomada. Como vemos, poco ha cambiado en la relación de la nación con la vieja oligarquía terrateniente, ahora asociada a algunos pools empresarios. Ella sigue allí y tan poderosa como siempre, pese a que la señora Carrió y algunos medios interesados -y asociados a ella- digan que ya no existe. La oligarquía una vez más, usa su poder económico contra el pueblo y la nación, reclamando quedarse con la totalidad de los precios internacionales para sus productos en el mercado interno, lo que supone, y ellos lo saben, el hambre para el pueblo y la castración de la nación, como lo hizo siempre. Sigue siendo como señalara el maestro Hernández Arregui, que para la SRA, "esa clase estéril e infecunda, siempre que el pueblo comió vio demagogia."

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Notas
1.- Huergo Héctor Clarín Rural, 15-3-08
2- Pengue Walter, Agricultura Industrial y Transnacionalización en América Latina. Red de Formación Ambiental. México 2005
3.- Clarín Rural 15-3-08, pag. 28

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MILES Y MILES DE FAMILIAS CAMPESINAS Y PEQUEÑAS PRODUCCIONES DE LA ARGENTINA NO DAMOS LA REPRESENTATIVIDAD NI A LA FAA NI A LA CRA.

¿HORA SE PREOCUPAN DE NOSOTROS, LUEGO QUE NOS MANDARON A TIPOS COMO LOS HERMANOS LÓNDERO A QUIMILÍ Y A CAMPO GALLO?

¿AHORA DICEN ESTAR PREOCUPADOS POR NUESTRA DESAPARICIÓN? NOSOTROS ESTAMOS BIEN ORGANIZADOS, NO NECESITAMOS NI DE FAA, NI DE CRA, ELLOS HAN TRAICIONADO EL PROYECTO DE PRODUCCION DE ALIMENTOS DIVERSIFICADO EN ARGENTINA, ELLOS HAN VENIDO AL CHACO ARGENTINO CON ARMAS EN LAS MANOS PARA DESALOJARNOS

SECRETARÍA DE COMUNICACIÓN DEL MOCASE VIA CAMPESINA MIEMBRO DEL MNCI MOVIMIENTO CAMPESINO INDÍGENA.

El “paro del campo” y los agronegocios dejan afuera a los campesinos indígenas

GRUPO DE REFLEXIÓN RURAL

(Argentina, marzo de 2008)

Desde el Movimiento Nacional Campesino Indígena (MNCI), integrado por 15.000 familias de siete provincias, expresamos nuestro repudio al lockout agropecuario, el mismo expresa la ambición egoísta de los agronegocios y que no conformes con haber devastado y saqueado los bienes naturales para ganar millones de dólares, van por más.

Las llamadas "entidades del campo" (SRA, CRA, FAA y CONINAGRO) sólo pronuncian los dictados de los agronegocios. Su símbolo actual es la soja transgénica, que por su alta rentabilidad ha devastado bosques, desalojado comunidades campesinas e indígenas, contaminado suelos y aguas, y aumentado los precios de los alimentos en el mercado interno. Nuestras comunidades se ven diariamente amenazadas por matones y topadoras que responden a esta política del "campo".

El avance del modelo sojero, iniciado durante el menemismo y acentuado en esta década, significa un desierto verde y contaminado, sin agricultores y ciudades saturadas de familias expulsadas de las zonas rurales.

Coincidimos con la necesidad de frenar el avance de la soja en nuestro país, y entendemos que las retenciones e impuestos progresivos son medidas necesarias, sin embargo insuficientes.

El Gobierno durante años ha fomentado los agronegocios. Casi no existen políticas destinadas a las comunidades campesinas indígenas.

El modelo sojero no es sostenible por debajo de las 500 hectáreas. La enorme cantidad de "pequeños productores" que poseen menos de 500 hectáreas la arriendan, a un precio fijo, a un productor mayor. Este productor mayor es quién afronta las retenciones, y no quien arrienda. Algunos "pequeños productores" han quedado envueltos en el doble discurso de la Federación Agraria Argentina (FAA) y participan de los piquetes engañados, ya que las retenciones no lo afectarán. FAA ha vuelto a responder a sus socios sojeros abandonando a sus federados pequeños, como lo hizo en distintos momentos de la historia, lo más reciente: su silencio durante los '90 cuando fueron expulsados del campo 300 mil pequeños productores.

Esta es una oportunidad para redefinir las estrategias de desarrollo en función de la agricultura campesina indígena, el pequeño agricultor que vive en su predio, el trabajador rural. Esa estrategia debe contar como actores fundamentales a las organizaciones campesinas y los pueblos originarios, destinar recursos a créditos y subsidios que mejoren la infraestructura comunitaria, productiva y de servicios sociales en el campo profundo, detener los desalojos de familias campesinas e indígenas, planificar la redistribución de la tierra y el repoblamiento del campo, garantizar la producción de alimentos sanos para la población y centralizar en el Gobierno las exportaciones para regular los precios internos y redistribuir los ingresos.

La correcta reglamentación de la ley de bosques es otro paso fundamental.

El modelo sojero avanza a medida que hace retroceder otros cultivos, lo que encarece la canasta básica. Por sobre todo, el modelo sojero elimina mano de obra: genera sólo un puesto de trabajo cada 500 hectáreas. La agricultura campesina genera 35 puestos de trabajo genuinos por cada 100 hectáreas, garantiza diversidad productiva, abastecimiento de mercados locales, desarrollo de la identidad cultural y protección y uso sustentable de los bienes naturales.

Es necesario caminar a la Soberanía Alimentaria de nuestro pueblo y eso NO es compatible con monocultivos transgénicos ni con el libre mercado.

NO AL MODELO DE AGRONEGOCIOS ACTUAL
EXIGIMOS POLITICAS PARA LOS CAMPESINOS INDIGENAS

Buenos Aires, 26 de marzo de 2008
Secretaría operativa - Movimiento Nacional Campesino Indígena

¿Qué son los agronegocios?


GRUPO DE REFLEXIÓN RURAL


Jue, 06/22/2006 - 09:00

Son distintos procesos implicados en la producción y distribución de alimentos, una cadena controlada por grandes empresas trasnacionales que imponen un modelo de agricultura de gran escala y de comercialización concentrada. En la actualidad, los agronegocios son el núcleo de poder de las corporaciones que dominan nuestras tierras cuyo fin es incrementar su producción de insumos industriales, sean granos de oleaginosas o celulosa para abastecer a los mercados globales. La ocupación del territorio con monocultivos industriales provoca despoblamiento rural, pobreza y destrucción de los suelos donde habitan nuestros pueblos originarios y comunidades campesinas, las regiones de mayor diversidad biológica y cultural.

Este modelo de agronegocios alcanza también, con sus cadenas agroalimentarias y supermercados, la mesa de cada habitante en las ciudades imposibilitando el acceso a alimentos sanos. Se impone así la cultura consumista que rompe con nuestros parámetros culturales y donde los derechos ciudadanos se equiparan a la mera capacidad económica del consumidor.

Aún así, los agronegocios implican mucho más que las estrategias económicas de un sector productivo, pues imponen una nueva forma de dictadura económica neoliberal que niega nuestros derechos económicos, sociales y culturales y que perpetúa la deuda ecológica de los países del norte con el hemisferio sur.

Oponerse hoy al modelo de los agronegocios es hacer frente a la faceta más dinámica del neoliberalismo en el cono sur de América Latina.

Desde la resistencia: identificando los mecanismos y las corporaciones que monopolizan el control de nuestros alimentos, confrontando las políticas estatales que permiten y promueven la penetración de estas empresas, y denunciando las constantes violaciones a los derechos humanos y actos de criminalidad económica por las que son responsables

Y desde la construcción colectiva: desarrollando alternativas de producción y consumo, y articulando lo urbano y lo rural en el marco de un movimiento constante hacia una visión global compartida, para lo cual las premisas son la información, la coordinación y la acción concreta.

Qué ciudad para este campo y qué campo para esta ciudad


GRUPO DE REFLEXIÓN RURAL

Vie, 06/16/2006 - 12:28

Hacia el Foro de Resistencia a los Agronegocios
Charla con Javiera Rulli, del Grupo de Reflexión Rural


"Estamos organizando un foro de resistencia a los agronegocios que se va a realizar en Buenos Aires del 23 al 25 de junio."El Foro es una respuesta de las organizaciones y los movimientos sociales frente a dos grandes eventos de las corporaciones que van a tener lugar en Argentina. Uno es el encuentro de la Asociación Internacional de Manejo de los Agronegocios, que ocurre del 10 al 13 de junio en el Hotel Sheraton, en Buenos Aires, y el otro es el Mercosoja 2006, que va a suceder en Rosario del 27 al 30.

"Creemos que estos dos eventos serán un gran avance mediático, político de las corporaciones y vemos la necesidad de poder hacer un evento público para demostrar que hay una disidencia a este tipo de proyecto de país y región que implican los agronegocios, y además utilizar este espacio para convocar a organizaciones a sentarnos juntos, intercambiar información, fortalecernos, ver qué campañas estamos realizando y pensar nuevas estrategias y ver cómo enfrentar estos nuevos desafíos que vienen con el aterrizaje masivo de los agronegocios.

"El Foro de Resistencia a los Agronegocios tendrá charlas públicas por las tardes, que tratarán qué significa el nuevo colonialismo de los agronegocios, qué son los agronegocios, un tema que la mayor parte de la población desconoce, incluso los activistas se preguntan qué son los agronegocios. Queremos romper esta mitificación. También vamos a ver cuáles son los nuevos desafíos, qué implica la amenaza del cambio climático, qué implica el Protocolo de Kyoto, vamos a unir la homología que hay entre el modelo forestal y el de las oleaginosas, que son lo mismo, unos serán forrajes, el otro será celulosa, y las dos entran en este paquete de sumideros de carbono y bonos de carbono.

"También con el lema de «qué ciudad para este campo, y que campo para esta ciudad», se verá qué tipo de sociedad vamos a tener cuando seamos países totalmente dominados por los agronegocios, la pobreza, la violencia y la criminalización de los movimientos sociales, abordando el tema de la reforma agraria, cómo hay que reconceptualizarla, y pensar una reforma agraria que también sea para la ciudad. En este momento las ciudades es
donde se acumula la mayor parte de la población. El foro terminará con toda la parte testimonial de los grupos campesinos. Las organizaciones, por su parte, tendrán reuniones para desarrollar estrategias.

"En Argentina, a nivel político el gobierno está respaldando completamente este modelo corporativo, de agricultura industrial para acentuar aún más el modelo agroexportador. El panorama es bastante negativo pensando ya todas las consecuencias, todos los impactos que vemos en la población, la cantidad de gente que está enferma, la violencia que se está dando en el campo, la deforestación exponencial en la zona norte, y ahora con la ratificación del Protocolo de Kyoto y todo el mercado de carbono que se está implementando, vemos que el modelo de la soja encuentra un nuevo mercado, que es el de generar biocombustibles y nuestras tierras se van a dedicar a eso. Si ya no tenemos alimentos en Argentina, porque estamos produciendo forraje, cómo será la situación cuando produzcamos biocombustibles.

"Grandes organizaciones ambientalistas y también el gobierno respaldan la idea que se puede intensificar el modelo de la soja, preservando algunas zonas minoritarias de alta biodiversidad y de bosques primarios a costa de la producción de la soja, que es secundario en comparación al desalojo de las comunidades. Tienen la idea de que van a poder intensificar el modelo manteniendo el 10% de los ecosistemas, en una suerte de postal para que tengamos idea de cómo era antes la naturaleza y el medio ambiente mientras la mayoría del territorio se dedica a los monocultivos industriales de transgénicos.

"Los dos grandes objetivos del foro serán, por un lado, incidir en la opinión pública de Buenos Aires, sobre todo en la población urbana, demostrando que los agronegocios impactan también sobre la vida del ciudadano urbano, donde las corporaciones como Monsanto o Cargill controlan lo que comemos, y por otro lado, una gran diversidad de organizaciones nos vamos a juntar para hacer un diagnóstico de la situación, de nuestros esfuerzos y capacidades, y de cómo podemos fortalecernos en el futuro.

Comenzó Foro contra los "agronegocios"

GRUPO DE REFLEXIÓN RURAL


Vie, 06/23/2006 - 18:22

por Zulema Enríquez | Desde Buenos Aires

Se inició la primera jornada de actividades con la conferencia de prensa de los participantes y panelistas de los espacios de discusión que durarán tres días.

En Buenos Aires comenzó el Foro Social de Resistencia a los Agronegocios como respuesta al Encuentro de la Asociación Internacional de Management de Agronegocios (IAMA) realizado en el hotel Sheraton entre el 10 y 13 de junio pasado, fue un mega encuentro de los empresarios y corporaciones más importantes del mundo destinado a definir y planificar políticas corporativas.

El encuentro de Agronegocios es el núcleo de representación y poder de las corporaciones que dominan hoy el proceso de producción y distribución de alimentos, controladas por grandes empresas trasnacionales que imponen un modelo de agricultura, por lo tanto un proyecto político.

El Foro Social de Resistencia a los Agronegocios está organizado por el Grupo de Reflexión Rural (GRR) y por el Centro de Políticas Públicas para el Socialismo (CEPPAS), su objetivo es contrarrestar los encuentros organizados por las corporaciones de los agronegocios como el de la IAMA y otro que se realizará el 27 y 28 de este mismo mes en Rosario, provincia de Santa Fe, denominado MERCOSOJA.

En las jornadas de exposición y debate del viernes, sábado y domingo que se realizarán en el Instituto Goethe, participarán decenas de organizaciones de toda Latinoamérica, como Movimientos de Campesinos de Argentina, Brasil, Paraguay, Bolivia y Uruguay, organizaciones de desocupados, representantes de los Pueblos Originarios de Argentina y Chile, Movimientos Agrarios, Asambleas, Coordinadoras y organismos defensores del medio ambiente. También participarán importantes y destacados especialistas en el tema, de América latina y de Europa.

Lo que intenta entre otras cosas es “cuestionar el Mercosur de los monocultivos que nos impone el mercado global, coordinar estrategias de campañas de resistencia a nivel regional y romper la división campo-ciudad en lo público y político”, sostienen desde la organización. Además, propone el intercambio y la articulación entre actores de diferentes países en la lucha contra el modelo de monocultivos industriales. Como también lograr la apertura de estos temas a la opinión pública: la expansión de la soja y su producción en el Cono Sur, la monopolización de las corporaciones sobre la producción agropecuaria, la biotecnología, los insumos y el procesamiento industrial de alimentos, que imponen las políticas corporativas en detrimento de la producción nacional y de la mano de obra campesina, con la exclusión de la pequeña y mediana producción agropecuaria que destruyen la diversidad biológica y cultural.

En la conferencia de prensa, además de la presentación de los participantes y expositores, se vislumbraron las problemáticas por las que están cruzadas y unidas las distintas comunidades latinoamericanas: la utilización y ocupación desenfrenada de las tierras (con la expulsión de sus habitantes) en manos de terceros, las corporaciones y los inversores con promesas vacías de generación de fuentes de trabajo, el saqueo de los recursos naturales con las consecuencias de tierras devastadas y contaminadas por los agrotóxicos y las comunidades enfermas y abandonadas.

Teodoro Vázques Solís, representante de Federación Sindical Unica de Trabajadores y Campesinos de Santa Cruz, Bolivia (región en la que el 75 por ciento de la producción es soja) afirma que “debe haber una articulación en la lucha de hermanos latinoamericanos contra la contaminación, sobre todo porque hay países con más experiencia que Bolivia en la producción de soja transgénica”.

Por otro lado, un representante de la Vía Campesina de Brasil dijo que “hay que construir un espacio para América comprendiendo el proyecto político que tienen las multinacionales para el campo como para la ciudad, entonces nosotros debemos tener también nuestro proyecto, nuestra alternativa”.

De igual forma se expresaron distintas organizaciones de Chile, Paraguay y Argentina. Hay muchas expectativas de generar articulación y de construir políticas en conjunto para combatir un modelo agro económico que se importa y se reproduce en todos los países. Es un desafío que asumen y del que todos son concientes, la instancia superadora es concretar políticas conjuntas que frenen este monstruo que siempre viene por más. El Foro es un buen puntapié que busca eso.

Monsanto, así en Latinoamerica

como en Europa


por Susana Merino

Mientras en Quimilí, una pequeña localidad de Santiago del Estero (Argentina) 500 jóvenes de diversas organizaciones del campo y la ciudad de Brasil, Argentina, Paraguay, España e Italia, con representación de delegaciones de Vía Campesina y de la Regional Buenos Aires participantes del V Campamento Latinoamericano, protagonizaban una marcha que incluía un "escrache" a la multinacional Monsanto, en Francia la Unión Sindical Solidarios se pronunciaba en contra de la misma empresa debido a su anuncio de incautación de las cuentas bancarias de la Confederación Campesina.Mientras en Quimilí, una pequeña localidad de Santiago del Estero (Argentina) 500 jóvenes de diversas organizaciones del campo y la ciudad de Brasil, Argentina, Paraguay, España e Italia, con representación de delegaciones de Vía Campesina y de la Regional Buenos Aires participantes del V Campamento Latinoamericano, protagonizaban una marcha que incluía un "escrache" a la multinacional Monsanto, en Francia la Unión Sindical Solidarios se pronunciaba en contra de la misma empresa debido a su anuncio de incautación de las cuentas bancarias de la Confederación Campesina.

Los jóvenes campamentistas protagonistas de la movilización contra Monsanto declararon en un comunicado : "Marchamos en contra de los sectores de poder que adquieren cada vez más ganancias de nuestra biodiversidad, semillas, alimentos, tierra, agua, minerales, flora y fauna, sin importarles la calamidad que tenga que vivir la humanidad. Las multinacionales agudizan la desigualdad social a través de las privatizaciones, siembran de desempleo nuestra tierra, atentan contra la vida y ponen en riesgo nuestra soberanía".

Un objetivo similar perseguían en su oportunidad los campesinos franceses cuando realizaron en 1998 una acción colectiva de destrucción de un campo de cereales genéticamente modificados con el propósito de instalar el debate público sobre la proliferación de Organismos Genéticamente Modificados (OGM) en la producción agraria y en la alimentación y que mereció la condena que actualmente obliga a la Confederación Campesina a pagar una indemnización de ¤ 195.000 al gigante alimentario.

Tanto en Francia como en Latinoamérica la estrategia de estas multinacionales es lograr a través de sus lobbies y de sus influencias políticas estrangular financieramente el desarrollo de los movimientos que intentan oponerse a la contaminación genética generalizada e irreversible de los sistemas agrícolas tradicionales en perjuicio de los campesinos, los consumidores, la salud pública y la preservación de los recursos naturales en su propio y lucrativo beneficio.

GRR Grupo de Reflexión Rural

Entrevista a Carlos Vicente: Soberanía Alimentaria para los pueblos

GRUPO DE REFLEXIÓN RURAL



El representante en América Latina de la organización GRAIN, disertó en la UNLP sobre la semilla como patrimonio de los pueblos al servicio de la humanidad. “Este modelo provoca la destrucción del suelo y de la agricultura”, sostuvo.
“En Argentina hay 16 millones de hectáreas de soja transgénica. El 99,9 por ciento de la soja que se cultiva es controlada por la corporación Monsanto, y de la exportación de granos casi el 90 por ciento lo maneja la multinacional Cargill, que se dedica a diseñar las políticas agrícolas de cada país”. Estos son sólo algunos de los ejemplos que citó Carlos Vicente, investigador que trabaja arduamente sobre estos temas.
Vicente es representante para América Latina de GRAIN (Acción Internacional por los Recursos Genéticos), una ONG que promueve el uso sustentable de la biodiversidad agrícola basado en el control de la gente sobre los recursos genéticos y el conocimiento tradicional. La organización trabaja en regiones como África, Asia y América Latina.

Vicente disertó en la Cátedra de Libre de Soberanía Alimentaria de La Universidad Nacional de La Plata (UNLP), junto a Miguel Quarleri de la Federación Agraria Argentina. “Las corporaciones multinacionales ejercen control sobre nuestros territorios a través de distintas herramientas: corporativamente, mediante derechos de propiedad intelectual y de la tecnología”, explicó. “El control de las semillas deja de estar en manos de los agricultores y pasa a manos de las multinacionales, el 90 por ciento de las semillas transgénicas las controla Monsanto. Los recursos naturales no son renovables, se terminan, va ser el fin de la era del petróleo, del gas, y las corporaciones sólo ven la posibilidad de seguir haciendo negocio con nuestra biodiversidad planetaria”, explicó.

Esto se trata de imponer con el Derecho del Obtentor (un privilegio monopólico), a través del "mejoramiento" de las semillas. “Los agricultores, campesinos y los pueblos originarios crearon miles de semillas a lo largo de la historia, sin que a nadie se le ocurriera pedir el privilegio monopólico de las semillas, ellas se intercambiaban, se compartían”, continuó diciendo.

En nuestro país, la Ley de Patentes de 1994 (sacada para la legislación de medicamentos) prohíbe patentar seres vivos “tal como se encuentran en la naturaleza”. Pero esta ley es aprovechada por las corporaciones, aunque los transgénicos no existan en la naturaleza, e intentan patentar genes que dicen crear. Pero no crean nada, porque el gen del "glifosato" (herbicida que se utiliza para el sistema de producción con transgénicos) viene de otra planta que se introduce en la soja y, además, Monsanto no reclamó esa patente en ese momento”.

Resulta que todo fue una perfecta estrategia de invasión. En los ‘90 Argentina fue uno de los países pioneros al imponer en Latinoamérica el “nuevo” modelo agroexportador basado en el monocultivo de la soja.

En 1996, con 13 millones de hectáreas al borde del remate, los productores argentinos celebraron el decreto del Secretario de Ganadería Agricultura y Pesca, Felipe Solá (actual gobernador de la provincia de Buenos Aires) que daba entrada libre a la producción de soja modificada genéticamente para resistir al herbicida. Esto daría como resultado la expansión imparable de la soja, ya que los productores encontraron en ella una mayor rentabilidad que producir cualquier otro cultivo. Esta, además, empieza a ser contrabandeada a países como Paraguay, Brasil y Bolivia. Se la comercializa sin marcas, en bolsas blancas y conocida como la “Soja Maradona”.

“Cuando la soja ya instalada en toda América Latina supera todos los porcentajes de cultivo, Monsanto reclama regalías a los productores. Y en Paraguay, por ejemplo, llegaron a un rápido arreglo con los agricultores antes de que fuera legal sembrar soja en ese país”, continúa Vicente.

A diferencia de lo que sucede en estos países, donde la soja es presentada como un alimento con un alto nivel nutricional, Europa no consume transgénicos para humanos. La soja que exporta Argentina se vende como alimentos para animales de China y Europa, es decir que aquí se deja de producir alimentos genuinos para una población con el 40 por ciento de pobreza, con altos índices desnutricionales.

“Algo más evidente sobre las facilidades legales con que cuentan las corporaciones está sucediendo actualmente”, dice Vicente. “Ahora nuestro Secretario de Agricultura, Miguel Campos, crea una facilidad por 90 días para que las empresas que quieran aprobar un tipo de maíz transgénico no tengan que presentar todo los papeles de registración. Esto es porque Syngenta (una de las competidoras de Monsanto) ya tenía aprobado el lanzamiento de un maíz transgénico en esta temporada y Campos quería facilitar a sus amigos de Atanor, a través de una empresa que se llama Atar, el que la empresa pudiera registrar y comercializar su maíz RR (transgénico). Por otro lado Atanor es uno de los principales productores nacionales de glifosato. Hay bastantes intereses en estos negocios”, asegura.

Entonces, ¿qué políticas existen desde el Estado?. “En este momento las empresas no tienen límites. En todo el forcejeo con Monsanto el Estado no tuvo intervención, sólo pelea públicamente, discursivamente. La apertura durante la década del ‘90 fue monstruosa y esta gestión es una continuidad del modelo. Y lo que aparece como un grupo grande de productores sojeros, son de alguna manera la nueva oligarquía argentina que en un tipo de alianza con el gobierno tratan de impulsar una Biotecnología Nacional".

“Ya hay en el Senado algo aprobado que está esperando ser tratado en Diputados, pero esto no tiene nada que ver con patrimonios nacionales, sino con favorecer algunos intereses particulares de quienes se han enriquecido en los ‘90 con la siembra de la soja”, cuenta el Oficial de Información de GRAIN.

Vicente sostiene que, si bien desde el Gobierno dicen que el presupuesto nacional 2005 (que pasa de 67.729 en 2004 a 77.454 millones de pesos) muestra un aparente incremento en inversión social que seguramente contempla el sector rural, en la práctica no se habrían empleado políticas nacionales de Desarrollo Rural, ni Políticas de Planeamiento.

Otro elemento de control sobre la Soberanía Alimentaria y que todo el tiempo amenaza es la tecnología. Los cultivos transgénicos son consecuencia de una industria de alta tecnología que no puede integrarse a los sistemas locales agrícolas, por lo tanto son riesgosos para la salud, el ambiente, la población, la cultura socioeconómica, y para mantener esto es necesario la bioseguridad. La ruptura de esos sistemas se provocaron sin un marco legal existente.

Actualmente en México se aprobó la Ley de Bioseguridad y Transgénicos, denominada “Ley Monsanto”, convirtiéndose en reglamentaciones deficientes y débiles facilitando a las industrias la aprobación de sus cultivos transgénicos, la contaminación y la impunidad. Por su parte Brasil aprobó su “Ley Monsanto”, ley que fue denunciada públicamente por el mismo Ministerio de Medio Ambiente. Sin embargo, lo que hace es legalizar el cultivo de la soja RR de Monsanto. “Es necesario un sistema de bioseguridad real, y no de leyes encubridoras. Es necesario que los factores de riesgo para la diversidad biológica sean eliminados y sancionados”, agrega Vicente.

Finalmente afirma que "toda la soja que produce Argentina es para alimentar aves de la Comunidad Europea y China, desde este punto de vista Argentina no tiene ninguna política agrícola. No hay estímulos a pequeños y medianos productores, no hay una definición de lo que debemos producir, hay una entrega total a las leyes del mercado y al pequeño milagro de la soja artificial”.

“Este modelo –asegura Vicente- provoca la destrucción del suelo y de la agricultura. Depende de un dólar a valor alto y apenas ese dólar caiga o la bolsa de Chicago diga que la soja vale menos, vamos a quedar peor de como estábamos antes de la devaluación”. Eso significaría que muchos de los territorios nacionales podrían quedar en manos de extranjeros acreedores, que son las mismas corporaciones como Monsanto, Cargill, Syngenta y Bayer.

Por otro lado Vicente rescata las múltiples acciones que se vienen realizando en muchos países mediante ONGs, Movimientos Sociales y Campesinos. “Se hizo un juicio en Viena a las transnacionales y se condenó a Suez (la misma empresa que controlaba a Aguas Argentinas), Bayer y otras porque están destruyendo y privatizando los recursos naturales y las comunidades con sus políticas. Dañando a través de sus medicamentos, de la comercialización agropecuaria, etc. Lo que se planteó es que se debe poner un límite a ellas y defender la Soberanía Alimentaria, que es de los Pueblos y no de las corporaciones”. También rescató el trabajo de diversas organizaciones en Latinoamérica, como la Vía Campesina, que reúne a decenas de organizaciones campesinas en todo el mundo, como el Movimiento Sin Tierra (MST) de Brasil, el Movimiento de Mujeres Campesinas, el Movimiento de Agricultores, el Movimiento Campesino de Santiago del Estero (MOCASE) de Argentina, etc”.

Una de las conclusiones y reflexiones de esta clase de Soberania Alimentaria, fue la necesidad de hablar y plantear estos temas, instalarlos, hacerlos conocer, tratar de educar, para no dejar que viejas historias se repitan.

GRR Grupo de Reflexión Rural

Cargill y la soja transgénica

por Carlos Caillabet *

Sáb, 07/24/2004 - 02:26

En Montevideo, el Ing. Sebastião Pinheiro señaló que todo el proceso de la soja tránsgénica depende del gigante transnacional Cargill. Las conexiones con Monsanto.-¿Cuál es la conexión entre Monsanto y Cargill?

-Primero hay que tener conciencia que cualquiera de ellas son empresas muy poderosas que atentan contra nuestras costumbres y comportamientos, es decir, contra nuestra soberanía. No obstante, Monsanto es apenas un pequeño departamento de Cargill. Esta última posee y maneja la semilla, la tecnología, el plaguicida, la comercialización y la industrialización de la soja así como las ofertas a los gobiernos para instrumentar políticas públicas y –esto es importante y generalmente no se sabe– a través de privatizaciones Cargill domina las hidrovías de América Latina con el fin de utilizarlas en exclusividad para abaratar sus fletes.

En este esquema a Monsanto le corresponde el manejo de la semilla y el plaguicida. En resumen, Cargill es el complejo económico y pelear contra Monsanto es arañar la uña de ese gigante. Hay que saber dónde está y cuál es el gigante.

-¿Cómo se puede pelear contra ese “gigante”?

-No soy campesino. Como ingeniero agrónomo no puedo hablar como campesino pues me transformaría en una caricatura. Pero sí me corresponde informar al campesino para que, empoderado, diga “no quiero transgénicos”. La soja de Cargill debemos identificarla como mala y, en consecuencia, exigir que se venda a menor precio en el mercado.

Cargill utiliza la estrategia del submarino: a toda costa quiere pasar desapercibida, pero es una de las diez mayores empresas del mundo en comercialización de granos.

-En Argentina prácticamente ya no queda superficie para cultivar soja.

-Sí, y es importante saber que Cargill precisa duplicar su área de cultivo cada siete años. Cuando ocupe toda Argentina, todo Brasil, toda América, se irá a África. Esa es su reserva, y los gobiernos de ese continente estarán contentos. Por eso Cargill no quiere tierras en propiedad. De esta forma se evitan compromisos y se va cuando ya no le conviene más.

Cargill piensa en una escala que excluye al campesino y al pequeño productor del campo. Le interesa tener personas obligadas a participar de su esquema para producir para ellos, pero –repito– no la tierra.

-El gobierno de Lula ha sido duramente criticado por permitir la expansión de cultivos de soja transgénica en Brasil.

-El gobierno brasileño está en una encrucijada. En Río Grande del Sur se hizo una bandera sin soldados. No se formaron cuadros y Cargill contrabandeó soja desde Argentina con la complicidad del gobierno nacional de Fernando Henrique Cardozo.

Hoy dicen al oído del presidente Lula que la agricultura cambió de nombre, que ahora se llama agronegocios y que sin la soja no hay agronegocios. Cargill se propone privatizar todos los ríos latinoamericanos y a cambio les paga los impuestos a los gobiernos, que ya no tienen por qué andar recabándolos casa por casa. Dice Cargill: “voy a tener las hidrovías y los muelles siempre ocupados con barcos y daré unos tres mil empleos”. El gobierno de Brasil no tiene cómo eludir esta oferta y el ministro de Agricultura, Pecuaria y Abastecimiento se transforma en un ministro de agronegocios, según el cual Brasil está bien porque los agronegocios garantizan 8 mil millones de dólares anuales al país.

En Argentina la soja está en expansión, pese a que los propios agricultores se oponen a su desarrollo.

Si China sale del mercado de soja, Argentina no tiene a quién exportar y se derrumba económicamente. El país ya perdió 17 mil tambos lecheros porque sus tierras fueron destinadas al cultivo de soja, que da ganancia rápida y buena. Pero cuando Cargill se vaya, ¿quién se hará cargo del daño? ¿Dónde estará entonces el Estado?

-Uruguay pasó de 10 mil a 260 mil hectáreas plantadas de soja, y, según se anuncia, este año se multiplicará el área.

-A Cargill le interesa toda América. Nosotros les contaremos a nuestros nietos que comíamos carne y no nos creerán. Es el hambre lo que hace que se coma soja. La soja no es un alimento, es una materia prima que tiene proteína que se puede transformar en alimento directamente, dicen ellos. Cargill es el transporte la hidrovía, la industria y los productos.

Cargill puede decir a un gobierno: “usted tiene problemas para alimentar a los pobres, y yo dispongo de 8 mil toneladas de soja que usted va a poner en la merienda escolar en vez de hueso en la sopa, y en eso se convertirá su política social”.

GRR Grupo de Reflexión Rural