jueves, 17 de abril de 2008

LIBERTAD DE EXPRESIÓN Y TERRORISMO MEDIÁTICO




Ponencia expuesta en el Encuentro Latinoamericano contra el terrorismo mediático

Libertad de expresión y terrorismo mediático

Vicente Romano

En suma, que estos pocos tienen el poder de definir la realidad para los muchos, de decirles lo que pasa, lo que es bueno y malo, lo que hay que hacer y no hacer, cómo hacerlo, etc. Este poder de fijar el programa social de cualquier comunidad es la clave del control social.

Lord Nordcliffe, dueño de uno de los consorcios más poderosos de periódicos de principios del siglo XX, lo explicaba así, sin pelos en la lengua: "Dios enseñó a los hombres la lectura para que yo pueda decirles a quién deben amar, a quién deben odiar y lo que deben pensar."


I Libertad de expresión

Casi todas las constituciones de los Estados que se reclaman democráticos reconocen el derecho de sus ciudadanos a expresar y difundir libremente sus ideas y opiniones. La actual Constitución española lo hace en su artículo 20. Más aún, en su apartado d) reconoce el derecho “a comunicar o recibir libremente información veraz por cualquier medio de difusión”.

Pues bien, si se tienen en cuenta las posibilidades materiales de ejercer estos derechos, uno no tarda mucho en descubrir que son muy pocos los que pueden hacerlo. Tan sólo quienes disponen de medios para expresar y difundir sus opiniones y para acceder a las informaciones. No es necesario argumentar largo y tendido para afirmar que la libertad de expresión y de información se reduce, en las sociedades burguesas, a la libertad de acceso, tanto a los medios como a las fuentes de información.

Como se trata de medios, la diferente posesión de los mismos constituye la desigualdad. La persona que carece de medios, o, más exactamente, de medios de in­tercambio comunicativo, no puede hacerse entender. Es el perjudicado en el intercambio social, si es que llega a parti­cipar en él. Y no se trata de ninguna metáfora. Hay que imaginarse al disminuido físico o psíquico, al ciego o al sor­domudo, al analfabeto, y compararlo con el político, sobre el que se concentran cámaras y micrófonos, cuyas palabras se difunden a los cuatro vientos y penetran el pensamiento, las emociones y la acción de la gente. Si Marx tenía razón cuando decía que la emancipación era la reducción de las relaciones al hombre, la investigación de los medios resulta entonces una tarea científica emancipadora. Su material no permite más tratamiento que el de reducir el mundo humano al hombre mismo, ya que los medios de información y co­municación no se conciben de otra manera.

El estudio de los medios debe entenderse, por consi­guiente, como un campo de trabajo que aspira a una mayor precisión en la comunicación y a un conocimiento más pro­fundo de sus causas. Su objetivo estriba en descubrir las condiciones de la libertad, o falta de libertad, concreta de los seres humanos en la comunicación pública.

Hoy día la comunicación se ha convertido en un sector estratégico de la economía, la cultura y la política. Y, como en las demás industrias, durante los últimos decenios se ha efectuado un acelerado proceso de concentración que ha dejado la comunicación y la información en manos de unos cuantos productores privados que pueden contarse con los dedos de una mano, y sobran dedos. Baste recordar los nombres de R. Murdock, Berlusconi o Polanco, que el 95% de las imágenes difundidas por los medios de comunicación las suministra una agencia yanqui o que el 90% de los conocimientos almacenados en los bancos de datos son de propiedad privada usamericana.

En suma, que estos pocos tienen el poder de definir la realidad para los muchos, de decirles lo que pasa, lo que es bueno y malo, lo que hay que hacer y no hacer, cómo hacerlo, etc. Este poder de fijar el programa social de cualquier comunidad es la clave del control social. Lord Nordcliffe, dueño de uno de los consorcios más poderosos de periódicos de principios del siglo XX, lo explicaba así, sin pelos en la lengua: "Dios enseñó a los hombres la lectura para que yo pueda decirles a quién deben amar, a quién deben odiar y lo que deben pensar."

Y lo que nos cuentan suele ser casi siempre la historia de los otros, no la nuestra. Y si estamos ocupados en vivir la historia de los demás no tenemos tiempo de preocuparnos de la vida propia. Pues si nos ocupásemos de ella y descubriéramos cómo la determinan otros, no nos quedaríamos de brazos cruzados e intentaríamos cambiarla a mejor.

Como se sabe, bajo las condiciones del capitalismo, la libertad se entiende fundamentalmente como libertad de comprar y vender. La libertad de circulación es para las mercancías, sobre todo las suyas. Pero no así para las personas, que si quieren moverse también se convierten en mercancías. Eso es lo que ocurre con el tráfico entre lo que políticamente se conoce como el Norte y el Sur.

La retórica de la libertad se ha utilizado en la historia para justificar la represión de las libertades. La tan cacareada “sociedad de la información” a la que, según nuestros políticos nos llevan las TIC, se ha traducido en la “sociedad de la manipulación”, como la denomina Julián Marcelo. El libre flujo de las comunicaciones se aplica únicamente a las suyas, a sus películas y a sus agencias de noticias, lo mismo que a sus residuos tóxicos, sus medicamentos y sus semillas transgénicas. Libertad para la contaminación de las mentes, de los cuerpos y de la naturaleza. Se obstaculiza o se impide el acceso a quienes necesitan conocimientos que sirvan a su emancipación y desarrollo espirituales y materiales. Y se prohíben las informaciones que cuestionen el sistema de dominio.

De ahí que, al mismo tiempo, se ejerza un control rígido de la producción de información. Así, el ejército usamericano sólo permite que informen de sus acciones periodistas previamente seleccionados por ellos, encastrados en su maquinaria de guerras, los embedded journalists.

A finales de la década de 1970 la UNESCO encargó a una Comisión, presidida por el irlandés Sean McBride, el estudio de los problemas de la comunicación en el mundo. El Informe McBride se presentó a la Asamblea General en 1980. Poco después, el Gobierno estadounidense, encabezado a la sazón por Reagan, retiró a su país de dicho organismo por interpretar que la reclamación de los países pobres del Tercer Mundo a disponer de sus propias fuentes de información y a producir los conocimientos y medios necesarios para satisfacer las necesidades de sus sociedades era una limitación al libre flujo de la información y la comunicación. Se consideraba que este afán era lesivo para los intereses nacionales de los EUA, es decir, para los oligopolios de su industria de la comunicación. La difusión de este informe en inglés está oficialmente prohibida en los EEUU.

Pero hoy, desaparecida la guerra fría tras el derrumbe de la URSS y de la casi totalidad de países comunistas, aparecen nuevas formas de restricción. Ante la poca credibilidad que le merece a la opinión pública del mundo, el Gobierno de los EEUU, los poderes fácticos del fascismo sin rostro amable, reaccionan con cínica sinceridad. Las frecuentes intervenciones de los soldados y marines yanquis en todo el mundo, y muy en particular las últimas de Afganistán e Iraq, han levantado una inquietante ola mundial de antiamericanismo. De ahí que el brazo armado del imperialismo, el Pentágono, haya orquestado una concomitante “ofensiva psicológica” para contrarrestarla. Por si fuera poco con sus emisoras de La Voz de América, sus agencias de noticias, su retahíla de organismos e instituciones de exportación cultural del american way of life, sus numerosos instrumentos para el dominio y colonización de las conciencias, el Pentágono se arranca ahora con la creación de las IO (Information Operations). Dirigidas por la Oficina de Influencia Estratégica, estas operaciones tienen la tarea de crear noticias falsas, mentir y desinformar a los medios y militares amigos y enemigos. El jefe de todos estos especialistas en guerra psicológica y relaciones públicas, el general Simon Worden pretende realizar campañas negras de desinformación y blancas de información selectiva para que se publique en todo el mundo. “En situaciones de crisis”, reza la directiva, “las Operaciones de Información cumplirían una función disuasoria y flexible para comunicar nuestros intereses nacionales.” Y más claro aún: “Las IO pueden aplicarse para conseguir resultados físicos y psicológicos de apoyo a los militares.”

Nada nuevo en el mundo. Hace casi doscientos años, el general alemán K. Clausewitz dijo ya en su famoso tratado De la guerra que la mayoría de las noticias son falsas.

La Primera Guerra del Golfo iba a ser el primer conflicto bélico televisado y luego resultó ser invisible por la ausencia de imágenes del mismo. Hoy, la estrategia del Pentágono y de la Administración del Llanero Solitario con respecto a la Segunda ha cambiado. Haciendo gala de una prepotente sinceridad se han lanzado a la compra abierta de periodistas en distintos países para que den una versión favorable de sus tesis e intereses, sinceridad que es de agradecer. Pero no podrán informar de todo. Se les proporcionarán 19 reglas de obligado cumplimiento periodístico. Entre ellas:

*No informar de las bajas estadounidenses.

*Los jefes de unidad podrán vetar o embargar los trabajos de prensa.

Por otro lado, los grandes diarios de los EUA colaboran en esta campaña de desinformación y confusión con titulares sensacionalistas y falsos rumores, ampliando así la histeria de los ataques terroristas con armas químicas y biológicas. Esta histeria le sirve a la Administración Bush para limitar asimismo la divulgación de los conocimientos científicos, con la excusa de que podrían caer en manos de terroristas que, por lo demás, no pagarían ningunas royalties.

En suma, que el propugnado libre flujo de las informaciones y conocimientos no deja de ser un cruel sarcasmo. Por eso vale la pena recordar las palabras de A. Einstein a propósito de Por qué el socialismo:

Bajo las condiciones actuales, los capitalistas privados controlan las principales fuentes de información (prensa, radio, enseñanza). Por eso es sumamente difícil y, a decir verdad, totalmente imposible en la mayoría de los casos, que el ciudadano individual llegue a conclusiones objetivas

Se sobornan periodistas para que publiquen reportajes falsos sobre las bondades de la invasión de Iraq. Hasta se les proporcionan las crónicas ya redactadas en árabe en una oficina del Pentágono. Se organizan programas de formación para periodistas extranjeros en varias universidades usamericanas provistos de cuantiosas becas, etc.

A los periodistas y medios independientes, no sumisos, que quieran hacer uso de la tan cacareada libertad de información se les declara la guerra abierta. Una más de sus muchas guerras a---- Y no en sentido figurado. Se les ataca a cañonazos, como en el caso del Hotel Palestina de Bagdad, donde murió el periodista español José Couso a consecuencia de los disparos de un tanque yanqui. La justificación de semejante salvajada, todavía impune, fue que los soldados se sentían amenazados por los disparos provenientes del hotel. Y tenían razón, los únicos disparos eran los de las cámaras que registraban su barbarie. Los relatos de los supervivientes son espeluznantes, como los de la italiana Sregna.

Se bombardean emisoras de radio y televisión, los transmisores de Internet, como se hizo con Belgrado durante la guerra contra Yugoslavia, y se hace ahora contra las instalaciones del canal árabe Al Jazeera. Los testimonios son tan abundantes que no pueden ignorarse sino a mala voluntad.

A pesar de todos estos esfuerzos, su descrédito aumenta de día en día. Millones de personas se manifiestan contra la esclavitud porque sospechan que la violencia física y simbólica contra las personas se acerca a su fin. El capitalismo acelera su disolución en tanto en cuanto pone en el mercado técnica medial, armas de fuego, socialización destructiva.

En vez de libertad para consumir productos y estilos de vida yanquis, es menester una definición de libertad que se centre en los derechos humanos, la libertad del racismo, sexismo, enfermedad, hambre, degradación ambiental y otras muchas formas de opresión. La verdadera tarea de la libertad no está en hacer la guerra, en agotar los recursos, en alimentar el voraz apetito del capitalismo, del Baal capitalista, sino en combatir estas prácticas opresivas e inhumanas donde quiera que se manifiesten.


2. El terrorismo mediático


La comunicación es necesaria para la verificación del conocimiento y el acuerdo en la modificación de las condiciones sociales. Pero los pocos que detentan el oligopolio de la industria de la comunicación no están interesados en la ampliación de conciencia ni en la creación de unas condiciones sociales que aumenten la calidad de vida de los muchos a costa de reducir o eliminar sus ingentes beneficios. De ahí que tanto los contenidos de sus mensajes como la forma de presentarlos estén diseñados para obstaculizar u ocultar el conocimiento. Y el principal instrumento utilizado es el leguaje. El empleo deliberado del lenguaje para la confusión de las conciencias y la ocultación de la realidad es lo que se suele entender por manipulación.

El uso manipulador del lenguaje es tan antiguo como el dominio de unos seres humanos sobre otros. Todos los dominadores, magos, religiosos, políticos, económicos, intelectuales, etc., utilizaron las palabras para confundir, aterrorizar, ocultar y mantener la ignorancia sobre las verdaderas relaciones de dominio y explotación.

El lenguaje, como el terrorismo, va dirigido a los civiles y genera miedo, ejerce violencia simbólica o psicológica. Produce efectos más allá del significado. Las palabras son como minúsculas dosis de veneno que pueden tragarse sin darse uno cuenta. A primera vista parecen no tener efecto y luego, al poco tiempo, se manifiesta la reacción tóxica

El arma más letal es el lenguaje. Sin palabras no hay guerra.

El objetivo estriba, naturalmente, en que tan sólo se conozca una versión de los hechos, o sea, la comunicación unidireccional y unilateral, irreversible. Pero, por su definición, la comunicación contiene el elemento de la reciprocidad, de la dicción y la contradicción, de compartir el conocimiento. Por eso contradice la voluntad autoritaria, la cual recurre al uso de la fuerza, de la violencia física. Reciprocidad significa franqueza, apertura para los otros. En la comunicación abierta se concreta el conocimiento y el raciocinio. La violencia, ya sea física o psicológica, lo deforma, puesto que no pregunta por lo falso y lo correcto. No son medios de la violencia física, no son bombas, pero convierten a los seres humanos en cosas, y la política que se transmite a través de ellos está sometida a la coacción que los medios ejercen sobre los fines.

Cuando oímos la palabra violencia pensamos inmediatamente en la violencia física, esto es, en la aplicación de métodos violentos para imponer la voluntad propia. Pero también se ejerce violencia cuando se falsea y tuerce la realidad hasta el punto de obligar a las personas a actuar en contra de sus intereses. Se habla entonces de violencia psicológica o simbólica, esto es, de la capacidad para imponer la validez de significados mediante signos hasta el punto de que otra gente se identifique con ellos. Este tipo de violencia adopta múltiples formas, mucho más frecuentes que la violencia física. Son más sutiles, menos evidentes, indirectas. Además, cuando se aceptan dócilmente los significados y valores de los poderosos no hay que pagar sueldos, uniformes ni armas de un cuerpo represor más caro e incómodo.

El capitalismo necesita la dominación psicológica del individuo y la manipulación de su conciencia. Así lo integra a su sistema de valores. Mientras la gente acepte este sistema social no es necesario someterla con policías, tanques ni ejércitos. Como la coacción abierta sería inaceptable, y como sólo una pequeña parte de la elite puede ser sobornada con recompensas tangibles, el Estado tiene que convencer a la inmensa mayoría de los ciudadanos de la inevitabilidad y virtud de sus acciones mediante la ideología.

La manera más efectiva para ocultar los actos de violencia psicológica y física de un sistema social que genera angustias, incertidumbre por el futuro, precariedad en el empleo, discriminación de todo tipo, etc., es crear un discurso que mantenga el miedo y haga creer a la población que no hay otra alternativa que la resignación. Es decir, el discurso de la mentira y del engaño. Como ya apuntó G. Orwell, los actos de violencia pueden hacerse más aceptables mediante eufemismos como “seguridad”, “libertad”, “democracia”, “guerra limpia”, etc. El lenguaje se convierte así en una especie de placebo, la gente se siente mejor. Pero las bombas mutilan los cuerpos sin distinguir si son amigos o enemigos, niños o soldados.

Hay que intoxicar mucho las mentes para admitir que la guerra es una acción humanitaria, que la destrucción de vidas y haciendas, el envenenamiento de tierras y aguas con uranio empobrecido, el empleo de napalm, agentes químicos, bombas “margarita”, llamadas así porque arrasan una milla cuadrada sin dejar siquiera hierba, y tantas otras armas de destrucción masiva aplicadas por los EE. UU, contra las poblaciones de Japón, Vietnam, Yugoslavia, Afganistán, Irak, etc., son instrumentos de la libertad y la democracia. Para aterrorizar a la propia población con la amenaza del “ántrax”, una bacteria que puede curarse con un sencillo tratamiento de antibióticos.

La fascinación de la violencia responde a la filosofía del éxito social a cualquier precio, del individualismo y egoísmo primitivos frente a la cooperación y la solidaridad propias de la especie humana. Lo que predomina en la pantalla, ya sea en los informativos o en la ficción, es el derecho del más fuerte, no los ideales democráticos de igualdad y dignidad humana.

Donde rige la violencia no impera el derecho. Es posible que la violencia simbólica del derecho resulte la más fuerte, pero las leyes las leen y enseñan muy pocos, mientras que millones y millones viven diariamente la victoria del más fuerte en el marco de sus cuatro paredes.

Por lo que respecta a los medios audiovisuales, la violencia se presenta tanto en los programas de actualidad (boletines de noticias, temas del día, documentales) como en los de ficción (series, telefilmes y películas). Los formatos de los informativos se clasifican en abiertos o cerrados. Un formato es abierto cuando proporciona espacio en donde se puede cuestionar y contestar la perspectiva oficial y en donde se pueden presentar y examinar otras perspectivas. Las ambigüedades, contradicciones y conclusiones o posibles desenlaces generados en el programa quedan sin resolver. Ejemplos: películas individuales o documentales de autor. Un formato es cerrado cuando opera dentro de los términos de referencia establecidos por la perspectiva oficial. Las imágenes, argumentos y pruebas están organizados para converger en una sola interpretación preferida y se marginan o excluyen otras conclusiones. Ejemplos: boletines de noticias, series de acción. Abierto y cerrado son conceptos estáticos en función de que el programa ofrezca uno o más puntos de vista.

Estas constricciones conducen a una forma de noticias que se presenta como informe objetivo e imparcial del acontecer. Los boletines de noticias (telediarios) tienden a presentarse en un estilo que oculta el proceso de selección y decisión que subyace tras la información y que apenas deja margen para el comentario o la argumentación. Las opiniones que se presentan son casi siempre las de los detentadores del poder en las principales instituciones: ministros y políticos de los partidos mayoritarios; miembros destacados de la policía y de la judicatura; dirigentes sindicales y de las organizaciones patronales; portavoces de los grupos de presión y de intereses, como iglesias y organizaciones profesionales. El resultado es que los boletines de noticias y telediarios, que es la fuente exclusiva de información de la mayoría de la población, constituyen una de las formas más "cerradas¨ de presentación y opera por lo general en términos de la perspectiva oficial.

La mayoría de las noticias sobre violencia las proporcionan las autoridades y se refieren a las respuestas gubernamentales a la violencia. Pero rara vez se explican los objetivos subyacentes de la violencia, y casi nunca se justifican. No se discuten los motivos ni las condiciones sociales que los provocan. La información se presenta descontextualizada, esto es, incomprensible. Se ofrecen unas cifras, pero se callan otras. Así, por ejemplo, el número de muertes provocadas por la violencia terrorista en América Latina entre 1968 y 1981 ascendió, según datos de la CIA, a 3.668. Pero se oculta que esa cifra no es más que el 4% de los 90.000 "desaparecidos" latinoamericanos durante el mismo periodo.

El lenguaje sigue siendo uno de los principales instrumentos de la violencia simbólica. Las palabras y los conceptos se utilizan conscientemente para violentar la capacidad cognitiva de las grandes masas de la población, para confundir las mentes, y en última instancia para imponer significados que se contradicen con la realidad. Piénsese, por ejemplo, en el empleo de la "represión" utilizada por el gobierno de Israel contra los palestinos y justificada como "prevención". La lista de ejemplos podría extenderse ad nauseam . Baste recordar la discriminación que se ejerce contra la mujer a la hora de emplear las mismas palabras o conceptos a personas de uno u otro sexo: fulano y fulana, hombre público y mujer pública, etc. Hasta el mismo Diccionario de la Real Academia de la Lengua practica la violencia de género en las definiciones de sus entradas.

El lenguaje importa, y cómo lo utilizan los medios. Si se puede violentar al público, esto es, si se le puede persuadir hasta el punto de que se identifique con los significados oficiales, se le puede movilizar para que apoye y acepte la transferencia de fondos del wellfare (bienestar) a la seguridad y al warfare (guerra), equivalente al eslogan nazi de mantequilla por cañones.

Sí, se requiere un uso perverso del lenguaje para hacer creer estas cosas.

El término terrorismo merece mención aparte. Hoy no existe medio de comunicación escrito, radiado o televisivo que no hable de él todos los días. Ni político que no lo mencione en todas sus manifestaciones públicas. Se trata de una palabra omnipresente en el discurso político de estos últimos años, hasta el punto de convertirse en objeto de la política, de la acción militar y en obsesión pública. Hoy va indisolublemente unido a las nociones de “seguridad”, “libertad”, “fundamentalismo” y otras.

En el lenguaje político existe desde la época del “terror” de la Revolución Francesa. Pero no se puso de moda hasta la segunda mitad del siglo XX, con los actos de violencia protagonizados por los independentistas argelinos en Francia, por el Frente de Liberación de Palestina, el IRA, ETA, las Brigadas Rojas en Italia, la RAF en Alemania, etc. Aunque también las organizaciones fascistas como la OAS francesa, el sionismo, la CIA y el exilio cubano de Miami han llevado y llevan a cabo acciones terroristas. El concepto de terrorismo se suele asociar con la violencia de determinados grupos y organizaciones radicales de izquierda o del fundamentalismo islámico contra el Estado, o, mejor dicho, contra un determinado tipo de Estados, contra lo que se denomina “Occidente”, “sistema de vida occidental”, etc., encarnado en los EEUU, Inglaterra, Israel y sus amigos, por decirlo en el lenguaje habitual.

Es en los EEUU donde se ha venido aplicando el término durante los últimos 50 años hasta allegar a la actual “guerra al terrorismo” decretada por la actual banda de fundamentalistas que rige los destinos de este país y pretende regir los del resto del mundo.

Sin embargo no existe todavía una definición clara de “terrorismo”, aunque todo el mundo cree saber qué es. El Diccionario de la Real Academia de la Lengua lo define como “dominación por el terror”. Para el Webster’s es el “uso sistemático del terror como medio de coerción, atmósfera de amenaza o violencia”. La definición que se aplica en la llamada “guerra mundial contra el terrorismo” es ambigua y tautológica: terrorismo es lo que hacen los terroristas. Mas, ¿quiénes son los terroristas? Los que cometen actos de terrorismo, nos dicen. “Terrorismo es una barbarie moderna que llamamos terrorismo “ (Georg Shultz). “Terrorismo es un ataque a nuestro modo de vida” (Donald Rumsfeld). “Terroristas son los enemigos de la libertad” (Congreso de los EUA).

Los representantes de los 25 países integrantes de la Unión Europea y de otros 10 de la ribera sur del Mediterráneo, reunidos en Barcelona a finales de noviembre de 2005 en la Cumbre Euromediterránea, tampoco se pusieron de acuerdo en una definición de terrorismo. El general Leonid Ivashov, jefe del Estado Mayor de las fuerzas armadas rusas en el momento de los atentados del 11-S, y que, por tanto, vivió los acontecimientos desde dentro, discrepa radicalmente de sus colegas yanquis. En la Conferencia Axis for Peace 2005 afirmó categóricamente que el terrorismo internacional no existe, y que los atentados del 11 de septiembre de 2005 fueron un montaje. No se trata más que de un terrorismo manipulado por las grandes potencias, y no existiría sin ellas. En vez de fingir una “guerra mundial contra el terrorismo”, sería mejor restablecer el derecho internacional y la cooperación pacífica entre los Estados y sus ciudadanos, recomienda este general.

La histeria desatada tras los atentados del 11-S en Nueva York y Washington, alimentada por el gobierno, sus “expertos” y los medios masivos de comunicación ha cambiado los protagonistas del mal. Si antes los malos eran los comunistas, los rojos, los jóvenes rebeldes, ahora es el fundamentalismo islámico.

Los ideólogos de esta “guerra al terrorismo”, guiados por la idea del “choque de civilizaciones”, entre el “Oriente” islámico y el “Occidente” cristiano (sociedad capitalista) recurren al lenguaje del terrorismo para encubrir la defensa del sistema y sus privilegios. No parecen haber aprendido de la historia. En este sentido, la retórica del terrorismo tiene mucho que ver con el lenguaje colorista utilizado antes para designar a los enemigos del sistema: “terror rojo”, “peligro amarillo”, etc. La noción de terrorismo se restringe a la oposición a la política de los EEUU y sus aliados, que quedan así exentos de cometer ellos mismos actos terroristas. Una de las tácticas fascistas consiste en presentar las mentiras como verdades, los asesinatos como respetables (selectivos).

Sin embargo, cualquier definición de “terrorismo” puede aplicarse a las acciones de los Estados Unidos. ¿Empleo de la violencia para conseguir fines políticos? Ahí está la guerra de Vietnam. ¿Ayuda mercenaria contra Estados soberanos y gobiernos democráticamente elegidos? Ahí están la contra nicaragüense, las numerosas invasiones y ataques militares contra México, República Dominicana, Cuba, Haití, Panamá, Granada, etc. Entre 1945 y 2003 los EEUU intentaron derrocar a más de 40 gobiernos extranjeros y aplastar a más de 30 movimientos nacionalistas. Durante ese periodo bombardearon alrededor de 25 países causando la muerte a varios millones de personas y condenando muchos más a la agonía y desesperación. ¿Violencia de gobiernos contra su propia población? Véase la represión de tantos dictadores entrenados y apoyados activamente por los EEUU. ¿Violencia contra civiles inocentes? Las 400.000 toneladas de bombas de NAPALM y los 11.200.000 galones (1 galón = 4,5 litros) de agente naranja lanzados en Vietnam siguen matando. Según la agencia Reuter, los militares usamericanos que arrasaron Faluya urgieron a la población civil a que abandonase la ciudad. Pero a continuación pregonaron que su objetivo eran todos los varones entre 18 y 45 años de una población de 100.000 habitantes. ¿Es esto terror? Se cortó el abastecimiento de agua a Faluya, Tell Afar y Samarra, a 750.000 civiles en total. ¿Es esto terror? La cantidad aún desconocida de bombas de uranio empobrecido arrojadas en Yugoslavia e Irak, de racimo en Afganistán, de fósforo blanco en Faluya, y así sucesivamente, no sólo destruyen vidas humanas, sino que también esquilman bosques, tierras y aguas. De bombardeos tipo carpet bombings se acusó precisamente al mariscal Goering en los procesos de Nuremberg, además de ser una violación de la IV Convención de Ginebra, Protocolo I, de 1947.

Según los medios dominantes, los terroristas son “cobardes”, calificativo que no se ajusta a hombres y mujeres que sacrifican voluntariamente sus vidas por sus ideales. Por eso hay que fumigar sus madrigueras para sacarlos a la luz del día y exterminarlos como si fuesen ratas. O “desecar los pantanos donde viven como si fuesen reptiles” (Rumsfeld). De nuevo el simbolismo vertical de los valores. Arriba el bien (nosotros), abajo el mal (ellos). Sólo los de arriba, superiores en inteligencia (luz), moral y fuerza, pueden vencer a los de abajo, inferiores, en las tinieblas, arrastrados, y débiles. Los seres superiores, siempre erectos, descargan su furia desde arriba, desde el cielo. Cabe que sus acciones provoquen algún mal menor. Como la limitación de las libertades individuales, los asesinatos políticos, el derrocamiento de gobiernos, la tortura, la contratación de criminales, el millón de iraquíes muertos por los efectos de la guerra, esto es, las enfermedades debidas a la destrucción de las plantas potabilizadoras, los hospitales, las centrales eléctricas, la falta de alimentos y medicinas, etc. Eso son “daños colaterales”.

La violencia salvaje, típica del poder totalitario, deja su impronta en el lenguaje de los militares yanquis. Así, el general de los marines John Sattler afirma que la ofensiva contra Faluya “ha partido los riñones a los insurrectos”, expresión que ya pronunció Mussolini a propósito de Grecia. He aquí algunos nombres dados a sus operaciones militares:

“Tormenta del desierto”, durante la cual enterraron vivos a 300.000 soldados iraquíes en la primera Guerra del Golfo.

“Cortina de acero”, operación militar durante la segunda semana de noviembre de 2005, para sellar la frontera con Siria y destruir los pueblos y aldeas de la misma, paráfrasis del “telón de hierro” empleada por Churchill tras la II Guerra Mundial.

Sus bases llevan nombres como “Campo Asesino”, “Campo de los Cazadores de Cabezas”,”Base de Operaciones Avanzadas Dragón de Acero”, “Operación Relámpago”, “Operación Matador”, “Brigada del Lobo”, “Escuadrones de la Muerte”, etc.

El colmo de esta perversión lo manifiesta el Pentágono cuando califica de “acto de guerra” el hecho de que tres de los encarcelados de Guantánamo se suiciden al no poder aguantar las torturas a los que llevan sometidos desde hace varios años, o el sarcasmo cruel de los sionistas de Israel cuando descargan los obuses de su aviación contra unos niños palestinos que juegan en su trocito de playa y lo justifican con la falacia de que el obús asesino no era suyo. ¿Quién lo puso entonces en el avión y quién apretó el gatillo?

El lenguaje militar penetra todas las acciones y programas gubernamentales. La expresión guerra a… se ha convertido en un comodín de las campañas políticas, sobre todo en época de elecciones

La única guerra a la pobreza consiste en cambiar las condiciones que la crean, cambiar el modo de vida, de despilfarro, de pensar, de distribuir la riqueza. Todo esto se opone a la guerra.

Puede decirse que la economía mundial, organizada según las necesidades del gran capital, es el último productor de terror para poblaciones enteras a lo largo y ancho del planeta. ¿Hay algo más aterrador que el hambre y la desesperanza?

Los llamados medios de comunicación de masas apenas mencionan estos hechos, sobre todo los usamericanos. De ahí que su pueblo sea uno de los peor informados del mundo. El 11 de septiembre de 2001, fecha de los terribles atentados de Nueva York y Washington, donde murieron 3.000 personas ocurrieron también estas cosas que recopiló y publicó poco después un grupo anarquista brasileño:

35.615 niños murieron de hambre (datos de la Fao), ¿dónde?, en los países pobres.

Programas especiales de TV: ninguno

Artículos de periódicos: ninguno

Mensajes del presidente: ninguno

Actos solidarios: ninguno

Minutos de silencio: ninguno

Duelos por las víctimas: ninguno

Foros organizados: ninguno

Mensajes del papa: ninguno

Cambios en las acciones de la Bolsa: no les preocupó

Euro: siguió su camino

Nivel de alerta: cero

Movilizaciones del ejército: ninguna

Teorías conspirativas: ninguna

Principales sospechosos: países ricos.



16-04-2008
La humanidad “presa por la libertad de prensa”


Carlos Rafael Diéguez. B

Históricamente, los precios de los productos se mueven por la demanda del mercado. Los que comercializan los contenidos mediáticos de la gran prensa se han dado cuenta de que cualquier cosa que se ponga en antena o en pantalla se “vende”, no importa la hojarasca que sea, se envuelve y basta. No creo que estos tiempos sean para ver, oír o leer materiales superfluos.

Si libertad debe significar responsabilidad y esta conlleva éticamente una actitud moralmente ajustada a los cánones de convivencia social, no creo entonces que el concepto de Libertad de Prensa que tanto se enarbola esté claramente expuesto a la opinión publica mundial y mucho menos, que sea adecuadamente decodificado por las masas.

La libertad es una facultad natural que tenemos los seres humanos de obrar de una manera o de otra, pero siempre siendo responsables de nuestros actos; si ser libre es una condición o estatus contrario a ser esclavos, me atrevo a proponer que la famosa libertad de prensa debe verse desde el punto de vista del perceptor porque en definitiva son los oyentes, televidentes y lectores los que pueden asumir el servicio que les venga en gana al leer, escuchar o ver lo que realmente quieran y no lo que se le vende u ofrece como bueno, con etiquetas repletas de colores atractivos con un sabor que desvirtúa el pensamiento bajo el pretexto de una aparente libertad: la perfecta manipulación de la mente humana.

Disímiles significados he encontrado de la palabra libertad, algunos de ellos vale la pena se asocien con la difusión de mensajes mediáticos. Ejemplo: “Facultad que se disfruta en las naciones bien gobernadas de hacer y decir cuanto no se oponga a las leyes ni a las buenas costumbres”… entonces: ¿A dónde se han ido los buenos modales de los que tienen ante si el desarrollo de la humanidad?

Según la Organización de Naciones Unidas al crear el Día Mundial de la Libertad de Prensa en 1993 recuerda: “a los gobiernos, organizaciones intergubernamentales y no gubernamentales y sociedad civil— el papel decisivo que desempeña la libertad de prensa en el fortalecimiento de la democracia y el fomento del desarrollo en todo el mundo”.

La libertad también se define como prerrogativa, privilegio y licencia. ¿Entonces los grandes consorcios mediáticos pueden hacer lo que le venga en gana en materia de “domesticar” a la humanidad bajo los designios de una libertad de expresión a todas luces anárquica?

Lo que ocurre hoy respecto a la libertad de expresión es una “contravención” desenfrenada de las leyes y buenas costumbres en este insólito barrio que se llama humanidad. Categóricamente se puede afirmar: No hay facilidad, ni soltura, tampoco disposición y mucho menos razón para utilizar la libertad de prensa como “camino feliz” hacia la democracia. Las futuras generaciones se van a reír de nosotros y de aquellos, de los primeros, por dejarnos confundir con el cuento de “la libre expresión,” y de los segundos por ser tan ruines e intentar encerrar en la ignorancia a los hombres y mujeres de la actual civilización.

En el libro “Cien horas con Fidel” de Ignacio Ramonet, el entrevistado ofreció una de las más clara definiciones acerca de la libertad de prensa: “En esos medios “libres”, ¿quién habla? ¿De qué se habla? ¿Quién escribe? Se habla lo que quieren los dueños de los periódicos o de las emisoras de televisión. Y escribe quien ellos deciden. Usted lo sabe bien. Se habla de “libertad de expresión”, pero en realidad lo que se defiende fundamentalmente es el derecho de propiedad privada de los medios de divulgación masiva”.

El concepto esgrimido hoy por los que dirigen y hacen la gran prensa respecto a la libertad, se ha convertido en facultad de comprar y “vender un producto” sin estorbo alguno, dirigido a confundir y matar conciencias. Predomina la “ley del más fuerte”, el dominio y señorío del ánimo sobre los sentimientos con el objetivo que los seres humanos utilicen la cabeza para ponérsela entre las piernas y no para pensar. Triste símil que es hora de desterrar.

La humanidad está presa por la libertad de prensa, encarcelada mediaticamente y no es una paradoja. ¡Se necesita una fianza ya, y un urgente juicio! para poner orden. Mientras, un consejo personal: apague el radio, el televisor o no compre el periódico si usted sabe de antemano que puede ser agredido y ofendido.

Libertad de prensa es seleccionar el medio que no lastime el pensamiento, porque es lo más digno y libre que tiene el ser humano. Libertad de prensa es por encima de todo ser libres para examinar nuestra voluntad a solas y consumir un producto que valga la pena encaminado a crear valores espirituales, que contribuya al conocimiento, que eduque y entretenga sin engaños.

Sobre el tema se puede escribir mucho pero es mejor repasar y volver a leer y estudiar argumentos expuestos por otros colegas.

El soporte digital me permite ofrecerle un producto comunicacional que ejemplifica al detalle que la libertad de prensa se usa con fines de colonización y explotación de la especie humana.

http://portal.rds.org.hn/listas/catrachos/msg14069.html de José Daniel Fierro

Narración y objetividad

En estas líneas, Horacio González reflexiona sobre los usos del lenguaje y los medios y aboga por la emancipación de la palabra pública.

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Por Horacio González *

Los verdaderos conflictos, en su punto más intenso, suponen un doble debate simultáneo: el de las materias directas que son motivo de la divergencia y el de los medios comunicacionales que las expresan. Las luchas no sólo se hacen a través de la lengua que ponen en acción los protagonistas de un antagonismo, sino también sobre el propio uso de esa lengua, sobre la forma en que el lenguaje se debe presentar en un desacuerdo del cual inevitablemente es parte.

En una sociedad con distintas fracturas en la discusión de sus intereses materiales y en las valoraciones simbólicas que los acompañan, no es fácil encontrar una mediación normativa que trabaje por encima de las diferencias planteadas, ofreciendo las garantías del “juez imparcial”. En su último rescoldo, el lenguaje es siempre el de las luchas, porque su origen se halla en ellas, por más que en determinado momento se encuentre estabilizado, en estado interino de universalidad. A poco que se lo exija, abandona su ropaje estable, para asumir las sutiles estratificaciones de un arte de injuriar, con sus no tan remotas raíces de clase, aunque las sabe abrigar de cualquier sospecha de parcialidad.

. Sarcasmos rápidos, no siempre ingeniosos, arquetipos sacados de una sumaria galería tipológica que no se priva de ser humillante, provienen aturdidamente de buena parte del aparejo interno de las tecnologías de producción de imágenes masivas. Con su tejido de metáforas inadvertidas y sátiras que pueden implicar paradójicamente la merma inevitable de los valores emancipadores del lenguaje, la red televisiva mundial puede instaurar un monolingüismo político que anexe todas las prácticas humanas a un cuño de ilusorias libertades.

Esta discusión es necesario hacerla. Las agrupaciones periodísticas que en general reúnen a los grandes propietarios de medios no suelen prestar atención a la reconstrucción brusca de la vida política que ejercen estas retóricas profundas de la urdimbre mediática. Ciertamente, son herederas de los viejos conceptos del siglo XIX en los que la prensa, en general aliada de las grandes ideas liberales, luchaba contra la censura y llevaba a la cúspide de su genio, en la pluma de Emile Zola, el “yo acuso”. Ha pasado más de un siglo. Los grandes conglomerados empresariales que producen una especial mercancía –el sentido común colectivo y formatos predigeridos de tiempo, de goce y de habla–, por primera vez en la historia pueden realizar una gigantesca transmutación en el sentido de los conocimientos y las profesiones. Por lo tanto, de la política.

Una asombrosa sofisticación tecnológica, revolucionando la idea de la imagen con una nueva temporalidad ficcional, procede sin embargo desde un masivo naturalismo en el uso del lenguaje. Así permite la extraña conjunción entre la irrealidad del tiempo (y su utopía) y un craso realismo cultural (y su chatura moralizante, aunque a veces con pretexto transgresor). ¿Cómo no va a producir efectos incalculables sobre las prácticas heredadas, políticas, jurídicas, artísticas, deportivas, narrativas?

Es imprescindible un conocimiento real sobre estos efectos y mutaciones en esta etapa del ingenio comunicacional humano. Debe provenir de instituciones transversales de la sociedad que invoquen el legado retórico de todas las épocas y sepan evadirse del comodín injusto hacia la propia historia del periodismo, respecto de que éste sería “mero reflejo”. El rostro efectivo de estas metainstituciones emancipadoras, que deben ser instituciones de autorreflexión social, es necesario construirlo novedosamente en la propia esfera pública. Ella debe repensar y exhibir sus propios procedimientos invitando a hacer lo propio a todas las instituciones de producción de significados simbólicos. Hacer política, crecientemente, será exponer con sensibilidad renovada situaciones como éstas.

Quién debe coordinar estos actos de la nueva deliberación social es una discusión aún no despejada. Pero es necesario reconocer que declaraciones como la que recientemente produjo la Facultad de Ciencias Sociales de la UBA se acercan al ideal autorreflexivo que exige la compleja esfera mediática contemporánea. La promesa de su vínculo con horizontes de deliberación libertaria (pues éste es el sentido último de las acciones colectivas) no puede ser desconocido, y poder recordarlo y actualizarlo es propio de la sabiduría cultural de un momento histórico. El sentido de la universidad, cada vez más, debe ser invocarlo y recordarlo, si se anima a ponerse a la altura de la construcción de nuevas democracias.

¿Quién puede molestarse por el mutuo examen de las estilísticas de relato que permiten las tecnologías de difusión masiva? Hecho con las armas intelectuales más encumbradas, puede equivaler a los efectos del Discurso del método del siglo XVII o a la Fenomenología del espíritu del siglo XIX. Así, nuevos recursos de encaminamiento técnico de las estructuras dialogales de la sociedad, como la pantalla dividida, cuando va más allá de un propósito de pedagogía en simultaneidad, deben ser cuidados al extremo como un nuevo ejercicio ético, y no como la inducción a un pobrísimo pensamiento binario.

Del mismo modo, deben considerarse a la luz de la ampliación democrática del horizonte colectivo de saberes las decisiones en la isla de edición o en las salas de montaje, cuando son ajenas a necesidades artísticas o de una mayor sabiduría técnica, pues demasiadas veces son ensamblajes que suplantan la decisión de millones de ciudadanos con respecto a cómo quieren articular la infinita heterogeneidad de los hechos.

Si el primer plano televisivo conserva todavía marcas folletinescas, el del cine desde sus comienzos reveló grandes emocionalidades artísticas. Si el montaje televisivo no supera en mucho la ruta paródica, el del cine recorrió casi un camino filosófico, paralelo al de las grandes obras literarias. Esto revela que aún es necesario avanzar mucho más en la ética de las imágenes y su relación con los conocimientos renovadores. Las decisiones de cámara, la fragmentación dialógica de la pantalla, el manual básico de coberturas, el arte de la pregunta, el propio caricaturismo –escena libertaria básica que en la Argentina tiene el ilustre antecedente de El Mosquito– son recursos de profunda y saludable ambigüedad, de los que siempre podrá dudarse, legítimamente, si captan climas sociales difusos de los que es necesario dar cuenta, o si inducen sin proponérselo a abismos políticos potenciales.

Debido a esto la “objetividad” es una más de las verosimilitudes en juego, así como la “narración” puede ser la última instancia de la objetividad. Como un acto político colectivo, de carácter intelectual y moral, debe ser elaborada una objetividad que se constituya en pacto profundo entre el acontecimiento y su capacidad de transformarse en un lenguaje de conocimiento. No se deberían presuponer hechos al margen del lenguaje ni debería propagandizarse un lenguaje ilusoriamente generado por su mero peso narrativo.

El contraejemplo de esta promesa de una nueva conciencia sobre las imágenes colectivas es el artículo del corresponsal del diario El País de España, del 9 de abril, en el que con desconocimientos llamativos de la situación argentina, se acarrean al desgaire todos los lugares comunes de un boletín de guerra, que de ser cierto nos colocaría en un nuevo momento de inadmisibles penumbras. La cuestión excede a la responsabilidad de un periodista. Es urgente verla como la necesidad de una nueva objetividad crítica, y como el llamado compartido a un evento emancipador de la palabra pública en los medios de comunicación.

* Sociólogo, ensayista, director de la Biblioteca Nacional.



15-04-2008
Declaración de Caracas

Intelectuales de todo el mundo se pronuncian sobre

los asuntos de la actualidad latinoamericana


Los participantes en el Encuentro "Armados de Ideas", Intelectuales y Artistas por la Paz y la Soberanía de América Latina, reunidos en Caracas, Venezuela, el 12 y 13 de abril de 2008, conmemorando la gesta del pueblo venezolano en defensa de Revolución Bolivariana y contra el golpe de estado fascista del 11 de abril de 2002,


M A N I F E S T A M O S :


Nuestro total respaldo a la República Bolivariana de Venezuela y a su pueblo en el proceso revolucionario que vive este país en el pleno ejercicio de su legítimo derecho a la autodeterminación. Apoyamos decididamente al presidente Hugo Chávez Frías y a los procesos organizativos populares que fortalecen día a día su marcha hacia un Socialismo que se construye con imaginación, humanismo y creatividad. Los pueblos de América y del mundo, representados aquí, nos solidarizamos con esta Revolución Bolivariana en marcha.

Respaldamos, asimismo, al gobierno del Presidente Evo Morales Ayma, a sus políticas de cambio y al proceso constituyente soberano del pueblo boliviano. Condenamos el injerencismo del gobierno de Estados Unidos en los asuntos internos de Bolivia y denunciamos las acciones divisionistas y discriminatorias de los grupos oligárquicos de ese país contra los pueblos originarios y el ejercicio de sus autonomías. Rechazamos el Estatuto autonómico de Santa Cruz, declarado unilateralmente, por ser inconstitucional y por ir en contra de la unidad de la nación multiétnica boliviana.

Expresamos nuestra solidaridad con la digna posición de defensa de la soberanía del gobierno ecuatoriano de Rafael Correa ante la violación de su territorio perpetrada por el gobierno de Colombia, con el apoyo de armamento, logística e inteligencia de Estados Unidos y como parte de la estrategia de dominación imperialista en la región. Expresamos nuestra indignación por la masacre de ciudadanos ecuatorianos, colombianos y mexicanos, y rechazamos cualquier tipo de intervencionismo guerrerista contra nuestros pueblos.

Externamos nuestra profunda preocupación por la crisis histórica que atraviesa Colombia, y manifestamos nuestra firme solidaridad con la lucha valerosa de su pueblo por una verdadera democracia que respete los derechos humanos, por la realización de un acuerdo humanitario y la búsqueda de una solución política negociada que ponga punto final a la guerra prolongada que ha dejado cientos de miles de muertos, heridos, desplazados y desaparecidos.

Urgimos a todos los gobiernos que forman parte de la llamada Misión de Estabilización de Naciones Unidas en Haití (MINUSTAH), y en particular a los de América Latina, para que retiren inmediatamente sus tropas y contribuyan así al restablecimiento de la democracia con total respeto a la autodeterminación del pueblo haitiano.

Condenamos enérgicamente las reiteradas agresiones del gobierno de Estados Unidos a nuestros pueblos bajo el pretexto de la lucha contra el terrorismo y el narcotráfico, y demandamos la extradición del terrorista confeso Luis Posada Carriles a Venezuela, encausado por el homicidio calificado de 73 personas a bordo de un avión de pasajeros.

Exigimos la inmediata liberación de los cinco cubanos presos injustamente en cárceles estadounidenses por combatir el terrorismo de Estado dirigido contra el pueblo cubano.

Denunciamos el injusto, cruel e ilegal bloqueo que por casi medio siglo, Estados Unidos mantiene contra Cuba.

Rechazamos la adopción indirecta del plan Colombia por parte del gobierno mexicano, el avance de la iniciativa Mérida en ese país y la Alianza para la Prosperidad y Seguridad de América del Norte, como mecanismos de expansión de la intervención militar de Estados Unidos en América Latina. Consideramos inadmisible que el gobierno de Felipe Calderón no condenara la masacre realizada en territorio ecuatoriano en la que perdieron la vida cuatro estudiantes de la Universidad Nacional Autónoma de México, coadyuvando en la criminalización de las víctimas y los sobrevivientes de ese asesinato, mientras protestaba por la nacionalización legítima del gobierno de Venezuela de la compañía CEMEX de capital mexicano.

Nos pronunciamos por el fin de la dominación colonialista y neocolonialista en Nuestra América y exigimos la independencia de Puerto Rico y de todas las colonias que subsisten en el Caribe.

Convocamos a la movilización por el cierre y retiro de las bases militares extranjeras en los países de América Latina y del Caribe.

Rechazamos la manipulación ecológica para transformar nuestro territorio en proveedores de agro-combustibles con el fin de sustentar la suficiencia energética de Estados Unidos.

Denunciamos el despojo de los conocimientos ancestrales de los pueblos indígenas de Nuestra América y su comercialización por corporaciones médicas capitalistas, así como el saqueo realizado por museos y coleccionistas de Estados Unidos que exhiben y mantienen en su poder cientos de miles de piezas de nuestros patrimonios históricos y culturales.

Los participantes en este encuentro nos comprometemos a continuar, ampliar y profundizar la participación de intelectuales y artistas -comprometidos con la lucha de los pueblos de Nuestra América- en la batalla de las ideas, reconociendo las ricas experiencias que estamos viviendo en la construcción del poder popular desde abajo, desde los ciudadanos, desde los procesos autonómicos de los pueblos indígenas. Como declaró en esta reunión el Presidente Chávez, "solo el pueblo salva al pueblo".



03-09-2007
Novedad Editorial

“Perlas 2. Patrañas, disparates y trapacerías en los medios de comunicación”,

de Pascual Serrano



Un año después de la publicación del primer volumen de
“Perlas”, donde Pascual Serrano recogía los disparates, patrañas y trapacerías de periodistas, columnistas y líderes políticos difundidas en los medios de comunicación, sale a la luz “Perlas 2”.

En este nuevo volumen, agrupadas tematicamente, repasan todos los aspectos presentes en la vida política y mediática del último año. Desde temas como la economía, la educación, el racismo, la ecología o Internet hasta territorios geográficos que han tenido determinada trascendencia, como Iraq, Estados Unidos, Palestina, Cuba o Venezuela. Sin olvidar los asuntos más sensibles de nuestro país: monarquía, fuerzas de seguridad, iglesia o jueces. A través de ellas se desvela la miseria y podredumbre de los discursos de gran parte de la clase política y la mentira y manipulación de la mayoría de los medios. Con prólogo de Alfonso Sastre y epílogo de Ignacio Ramonet.

Estas "perlas" que viene recogiendo –ésta es su segunda entrega– Pascual Serrano son pequeñas cristalizaciones prácticas, significativas de la ideología más reaccionaria que se expresa muchas veces en esos "hallazgos", revelaciones inesperadas (o no) de la insolidaridad y de la desfachatez propias del Sistema bajo cuyo imperio vivimos. Entre tales hallazgos, tomemos alguno que otro al buen tuntún, aunque quien lea este libro los va a encontrar todos en ese "collar de perlas" que, en definitiva, es esta selección. Veamos por ejemplo que el pescador de perlas encuentra un 11 de enero en la CNN "unas declaraciones de Bush en las que afirma que la idea de que Estados Unidos quiera atacar a Irán es ridícula, pero todas las posibilidades están abiertas". Comentario del pescador: "Por si alguien creía que las opciones ridículas estaban descartadas por la Casa Blanca".

Alfonso Sastre

Indispensable. Este es un libro indispensable para tomar conciencia de la amplitud del desastre mediático actual. Y hay que agradecerle a Pascual Serrano el talento que ha derrochado para constituir este "archivo de la vergüenza periodística" al conseguir cosechar tan flagrantes demostraciones del resquebrajamiento de una profesión que amenaza ruina.
Lo que Pascual Serrano revela con esta nueva colección de "patrañas, disparates y trapacerías" es que algo ha dejado de funcionar en nuestros medios masivos de comunicación. Y que, por eso, la información –o sea, la desinformación– se ha convertido en una de las principales amenazas de nuestras democracias a la hora de la globalización económica.


Ignacio Ramonet

Nacido en Valencia (España), Pascual Serrano se licenció en periodismo en 1993 en la Universidad Complutense de Madrid. Ha colaborado en varios periódicos españoles. En 1996 fundó junto con un grupo de periodistas Rebelión (www.rebelion.org), diario alternativo en internet. Es miembro del consejo de redacción de El Otro País, Pueblos y Mundo Obrero. Colabora con publicaciones latinoamericanas sobre temas de co¬municación y política internacional. Es coautor de los libros Periodismo y Crimen (Hiru) y Washington contra el mundo (Foca), y compilador de Mirando a Venezuela (Hiru).

Ahora es asesor editorial de Telesur, el canal de televisión promovido por Venezuela con la participación de Cuba, Brasil, Argentina y Uruguay, que pretende ser un modelo de comunicación contrapuesto a los medios dominantes del primer mundo. En febrero de 2007 fue Primer Premio del Concurso Internacional de Ensayo "Pensar a contracorriente", por su trabajo "Violencia y medios de comunicación". Su página web es
www.pascualserrano.net

“Perlas 2. Patrañas, disparates y trapacerías en los medios de comunicación”, de Pascual Serrano. Editorial El Viejo Topo. Barcelona. Septiembre 2007. Telf: 93-755-08-32 Fax: 93-790-67-95 E-mail: cabot.1@teleline.es

Pedidos: pedidosedic@iservicesmail.com http://www.elviejotopo.com/

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"Perlas. Patrañas, disparates y trapacerías en los medios de comunicación", de Pascual Serrano
24-01-2006

15-04-2008
Prólogo al libro "Perlas 2. Patrañas, disparates y trapacerías en los medios de comunicación", de Pascual Serrano

El pescador de perlas

Alfonso Sastre

Entre las muchas habilidades de Pascual Serrano como excelente periodista acreditadamente profesional y, a la par, fervientemente "alternativo" (no es una paradoja, si se considera su prolongada y ya muy elocuente ejecutoria) está la de pescador de perlas . Quienes hemos sido, en nuestra lejana infancia y casi tan lejana adolescencia, lectores de las novelas de Emilio Salgari, no nos hemos olvidado de aquella en la que el que fue popular novelista italiano relataba las aventuradas hazañas de "los pescadores de perlas" (tal era el título de su relato), cuya acción, si bien lo recuerdo, transcurría en unas aguas perlíferas de Ceylán. El pescador de perlas se sumergía y prolongaba su inmersión, en la medida de su resistencia, en las profundidades, hasta dar, muchas veces con riesgo de su vida y gran sufrimiento de sus pulmones, con las anheladas ostras de tan valioso contenido; las, así llamadas, "madreperlas".

Hoy nos enfrentamos, en el presente libro, a estas (perlas) de la comunicación halladas por Pascual Serrano en las aguas mediáticas en las que él nada -de nadar- y pesca cada día y todos los días para nosotros, si no con riesgo con su vida, sí con malestar frecuente para su olfato, dado lo pestífero -ya que no perlífero en el buen sentido- de estas joyitas que lo son a veces del horror, otras de la estupidez, y siempre testimonios de una ideología que se revela en ellas y descubre lo que sucede en las cloacas del capitalismo, en las aguas turbias de los intereses más bastardos y fanáticos. Salir a la superficie con esa pesca es una hazaña; Pascual Serrano es experto en esas exploraciones, y afronta el riesgo de morirse, aunque nada más sea de risa, o, en algún momento, de asco, en sus inmersiones en esos media.

Parece claro que no es la comicidad el eje de sus exploraciones, y ello nos hace recordar las diferentes significaciones que se puede dar a la palabra "perla" en esa área de la semántica. (Incluso "perla" puede considerarse un hallazgo feliz, y tal significación ha atribuido un periodista amigo, recientemente, a algunas pequeñas ideas que yo había expresado, y que él ha calificado de "brillantes perlas"). En general, se subraya la comicidad de las "perlas" que se hallan en la prensa o se oyen en la radio y en la televisión, en dos sentidos opuestos: las perlas del ridículo y las del ingenio más fino y hasta "decadente". Entre las primeras, se puede recordar, casos como el de aquel consejero cultural gallego que declaró su interés por asistir, en las fiestas locales, "al recital de la cantante gallega Carmina Burana", o las "barbaridades y los disparates de clase" como las muestras que Javier Tapia Rodrígez recogió en un libro; así la cultura de los estudiantes que consideraron entre las "maravillas" del mundo "el farol de Alejandría" o "el goloso de Rodas", o la de aquel otro que a una pregunta sobre
la India
respondió que "está bañada por el Eufrates, un río lleno de desperdicios y de tigres". En Celtiberia Show, Luis Carandell recogió muchas "perlas", como la que sigue a continuación, hallada por él en un anuncio de la película El asesino, cuyo protagonista fue Marcello Mastroianni: "Asesino sí, pero no de personas, sólo se dedicaba a las mujeres".

En muchos de estos ejemplos converge la comicidad -muchas veces ingenua, propia de ignorantes inocentes- y la perversión de la ultraderecha, como cuando el diario ABC dio aquella famosa información de un accidente de tren con la coletilla de que "afortunadamente todos los muertos viajaban en tercera clase", involuntarias revelaciones de una ideología canalla.

En cuanto a las "perlas" propias del ingenio más agudo y sagaz (y a veces progresista), se puede traer a colación aquella cita del poeta Vicente Huidobro, para quien "los cuatro puntos cardinales son tres, Norte y Sur"; o, en un nivel descomprometido y jovial, las greguerías de Ramón Gómez de
la Serna
, que nos decía, por recordar alguna, que "el linóleum viste de latín los suelos". (Siguiendo su estela, a mí mismo, como a otros colegas, se me han ocurrido algunas greguerías, como la siguiente: "En las oficinas de pastelería hay milhojas de reclamaciones". Me disculpo por la autocita).

Ahora estamos ante este brillante libro de Pascual Serrano, para quien sus hallazgos no tienen como objetivo hacer reír sino radiografiar el sistema que él somete a crítica, y lo hace, además no presentando sus "perlas" desnudas sino acompañadas de sencillos y justos comentarios y observaciones, que son, en definitiva briznas -¿perlas?- de conveniente y oportuno pensamiento crítico. En este sentido, desborda el objetivo que parece adelantar en su subtítulo: "Patrañas, disparates, trapacerías". Sí, pero también más cosas, evidentemente.

Estas "perlas" que viene recogiendo -ésta es su segunda entrega- Pascual Serrano son pequeñas cristalizaciones prácticas, significativas de la ideología más reaccionaria -lo que llamó Simone Beauvoir "el pensamiento de la derecha"- que se expresa muchas veces en esos "hallazgos", revelaciones inesperadas (o no) de la insolidaridad y de la desfachatez propias del Sistema bajo cuyo imperio vivimos. Entre tales hallazgos, tomemos alguno que otro al buen tun tun, aunque quien lea este libro los va a encontrar todos en ese "collar de perlas" que, en definitiva es esta selección. Veamos por ejemplo que el pescador de perlas encuentra un 11 de enero en
la CNN "unas declaraciones de Bush en las que afirma que la idea de que Estados Unidos quiera atacar a Irán es ridícula, pero todas las posibilidades están abiertas". Comentario del pescador: "Por si alguien creía que las opciones ridículas estaban descartadas por la Casa Blanca
".

Un 8 de marzo el pescador encuentra que "la presentadora del noticiero de TVE 1 informa sobre Irán y su iniciativa de desarrollo nuclear y afirma textualmente: Irán amenaza con defenderse”. Comentario benévolo del pescador: "Parece que algunos hasta cuando dicen que se van a defender están amenazando".

Un 18 de diciembre en el informativo de tele 5 "la locutora habla sobre la capacidad de hacer daño de la resistencia afgana cuando las imágenes muestran a los afganos fabricando bombas caseras". Comentario casi angelical del pescador: "Sin embargo, no hablan nunca de la capacidad de hacer daño cuando se emiten imágenes de las industrias de armamento en España. Esos -concluye el comentario con una dulce ironía - son puestos de trabajo y material de defensa".

Hasta aquí llegamos en nuestras citas, pues es un principio elemental de cualquier prólogo que se precie no destripar el libro al que acompaña en tal función prologal. En éste, que es la segunda entrega que Pascual Serrano hace de estas perlas tan elocuentes, el periodista ha vuelto a la superficie, desde sus inmersiones cotidianas de los últimos meses con una buena cosecha. Ahí, ahí está el "pensamiento" del Sistema con su imperturbable desvergüenza que tanto da para reír, aunque tal no sea el propósito del pescador, y un poco también para llorar. Estos collarines de perlas hacen bien en los cuellos de los agentes de la derecha en las distintas versiones, desde las más domésticas (Aznar, ¡que ahora acaba de confesar que él no sabía que no hubiera armas de destrucción masiva en Iraq! ¡Dios mío! ¿Cómo es que no se muere de vergüenza o de remordimiento?, o Rajoy) hasta los más cosmopolitas o planetarios (Bush y sus colaboradores cotidianos), pero también en las bases populares de
la Derecha que se mueven por las calles de nuestras ciudades clamando por una Democracia que a cada momento desmienten y traicionan.

EN NOVENTA DIAS, EL GOBIERNO PRESENTARIA UN PROYECTO DE NUEVA LEY DE RADIODIFUSION

Por otra política de comunicación

La Coalición por una Radiodifusión Democrática le presentó a la Presidenta una propuesta con 21 puntos para un marco normativo pluralista, que reemplace al que rige desde la dictadura. El titular del Comfer confirmó que este año se avanzará en la nueva ley.

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CFK recibió ayer a académicos, asociaciones de radios comunitarias y organismos de derechos humanos.

Y de pronto algo cambió. Tras haber prorrogado durante el mandato de Néstor Kirchner las licencias de los canales de televisión, y luego de haber aprobado la fusión de Cablevisión y Multicanal en manos del Grupo Clarín, el Gobierno parece haber decidido a cambiar su política de comunicación. Si los anuncios se confirman en la práctica, en los próximos 90 días el Ejecutivo presentará en el Parlamento un proyecto para sancionar una nueva ley de radiodifusión. Ayer, la presidenta Cristina Fernández de Kirchner se reunió con más de 60 integrantes de la Coalición por una Radiodifusión Democrática, que agrupa a federaciones de radios comunitarias, autoridades universitarias, sindicatos, académicos ligados a la comunicación y organismos de derechos humanos. Los miembros de la coalición entregaron una propuesta con 21 puntos que tiene notorias diferencias con el concepto generalizado que entiende a la comunicación como una mercancía. “La radiodifusión es una forma de ejercicio del derecho a la información y la cultura. No un simple negocio comercial”, sostiene el documento en uno de los apartados.

De la audiencia con la Presidenta participaron Hebe de Bonafini (Asociación Madres de Plaza de Mayo), Alba Lanzilloto (Abuelas), Sara Mamani (Serpaj), Andrea Pochak (CELS), Néstor Busso (Federación Argentina de Radios Comunitarias, Farco), el decano de la Facultad de Periodismo de la Universidad de La Plata, Alejandro Verano, y el vicedecano de la Facultad de Ciencias Sociales de la UBA, Damián Loreti. También participaron el legislador porteño Juan Cabandié, la diputada nacional Victoria Donda, dirigente de Judiciales Julio Piumato y el dirigente de La Cámpora José Ottavis. Por el Ejecutivo estuvieron CFK, el interventor del Comfer, Gabriel Mariotto, su segundo, Sergio Fernández Novoa, y el secretario de Medios, Enrique Albistur, quien poco antes había dado una conferencia de prensa para responder acusaciones por negocios incompatibles con la función pública (ver página 15).

El documento de la coalición busca garantizar el pluralismo, la libertad de prensa y el derecho a la información. También exige evitar la concentración de la propiedad de los medios –una realidad del mapa actual– y fomentar el acceso de las organizaciones sin fines de lucro (sindicatos, ONGs, universidades) a la titularidad y gestión de servicios de radiodifusión.

Tras la reunión, Mariotto contó los pormenores desde la sala de conferencias de la Casa Rosada. “La Argentina merece una nueva Ley de Radiodifusión para vencer las presiones que durante 25 años impidieron cambiar el decreto de la dictadura militar, decreto que aún lleva las firmas de los integrantes de aquella junta”, dijo.

La entrevista con la Presidenta se realizó en el Salón Norte de la Casa Rosada. Una hora después, Bonafini contó sus impresiones a Página/12: “La intención es muy buena, hoy fuimos más de sesenta representantes de distintas entidades, sindicatos, emisoras comunitarias. Había distintos colores e identidades políticas. Le habíamos dado el mismo documento a Néstor Kirchner hace cuatro años”, recordó.

Designado por la Presidenta para las rondas de consultas previas a la presentación del proyecto en el Congreso, Mariotto irá convocando a todos los representantes del sector: para las próximas semanas prevé invitar a las cámaras empresarias que representan a los propietarios de radios privadas, canales de televisión, diarios y distribuidoras de cable (ARPA, ATA, Adira, Adepa y ATVC) para discutir el proyecto. También habrá espacio para los gremios, nucleados en la Comisión Sindical de Medios de Comunicación (Cosimecos).