Hasta en la super elite de elegidos por la tiranía privada de de las corporaciones transnacionales, en las raíces del imperio, y aún ya totalmente condicionadas y arregladas ambos partidos que deberán hacer para acceder al poder que ejercen sus patrones, aún en esa elite, tener piel blaca y cabello rubio permite lanzar las bravuconadas terroristas más infames, en cambio, teniendo tez morena y cabellos de rulos pequeños no se toleran ni los comentarios que son comunes en todos los medios de comunicación.-
Presentamos primero un relato de los hechos, y luego dos estupendos trabajos de intelectuales comprometidos con la lucha antiimperialista.-
Jeremiah Wright repite comentarios polémicos a través de los medios
Obama reza
para que su ex pastor
se calle
La tercera aparición del reverendo Wright en cuatro días genera molestia en el bando del demócrata. Temen perder al votante blanco.
El reverendo Jeremiah Wright volvió a encender la polémica sobre su asociación con Barack Obama y repitió comentarios que están causando que los votantes blancos de la clase trabajadora reconsideren si van a apoyar a un candidato negro para la nominación demócrata. En lo que terminó siendo un ataque de fuego amistoso, Wright hizo una aparición desafiante y vivaz ante los medios de Estados Unidos y repitió opiniones que le costaron a Obama el crucial apoyo blanco en las recientes primarias de Pennsylvania, ganadas por Hillary Clinton.
Se le preguntó a Wright sobre su opinión de que Estados Unidos había incitado los ataques del 11 de septiembre de 2001 –que él describió como “están pagando las consecuencias de sus acciones”– después de haber tirado las bombas atómicas sobre Japón y “apoyado el terrorismo de Estado contra los palestinos y los sudafricanos negros”. Wright respondió que la crítica era de la gente que nunca había escuchado el contexto completo de sus sermones. Pero luego agregó: “No se puede ejercer el terrorismo sobre otra gente y esperar que no sea devuelto nunca. Esos son principios bíblicos, no principios de Jeremiah Wright”.
Un rebrote de la controversia Wright es lo último que el bando de Obama quiere en esta etapa crucial. La tercera aparición del pastor en cuatro días está manteniendo con vida una distracción inoportuna, dominando las noticias de la agenda aun si el senador de Illinois trata de conectarse con votantes blancos antes de las primarias de la semana que viene en Indiana y Carolina del Norte.
El pastor es el responsable de traer a Obama a la cristianidad y de inspirar el título de su libro La audacia de la esperanza. Wright lo casó y bautizó a sus hijas. Ayer, el religioso también reveló que había rezado en privado con la familia de Obama justo antes de que el senador anunciara que se postulaba como presidente.
Wright dijo que estaba hablando ahora porque las críticas a sus comentarios eran un ataque directo a la Iglesia negra. También utilizó su aparición en el Club Nacional de Prensa en Washington para sostener que la Iglesia negra en Estados Unidos no es comprendida por aquellos que no están familiarizados con sus formas. Explicó que la Iglesia Unida de la Trinidad de Cristo, en el sur de Chicago, tiene una larga historia de ayuda social a las víctimas de sida, los prisioneros y los sin techo.
Los videos de los sermones de Wright han causado que los votantes se pregunten cómo Obama puede quedarse en la misma iglesia donde un pastor que lo conoce desde hace veinte años hace estos comentarios.
* De The Independent de Gran Bretaña. Especial para Página/12.
Traducción: Celita Doyhambéhère.
La candidata usa la estrategia de pegarle a Irán
Desde Philadelphia
Mientras Pennsylvania llevaba a cabo su elección ayer, Hillary Clinton trataba de instalar su reputación como un halcón: le advirtió a Irán que, como presidenta, estaba dispuesta a “arrasar” el país, si éste lanzara un ataque nuclear contra Israel.
“Quiero que los iraníes sepan que, si soy presidenta, atacaremos a Irán (si éste ataca a Israel)”, dijo Clinton en una entrevista con la cadena ABC. Ha estado tratando de sembrar dudas sobre la habilidad de su oponente, Barack Obama, el senador por Illinois, para liderar a Estados Unidos en tiempos de tensión internacional, mientras enfatizaba su habilidad para manejar “la tarea más dura del mundo”.
Su publicidad televisiva que muestra a Osama bin Laden se pregunta sobre la habilidad de su oponente para ser comandante en jefe. “Harry Truman lo dijo mejor: ‘Si no soportas el calor, sal de la cocina’. ¿Quién creen que tiene lo que se necesita?”, dice la voz en off.
La severa retórica sobre Irán de ayer es vista como parte de esa estrategia, pero Obama rechazó sus comentarios como fanfarronadas. “Una de las cosas que hemos visto en los últimos años es un montón de conversaciones que usan palabras como ‘arrasar’”, dijo el senador de Illinois. “En realidad no da buenos resultados.”
Los comentarios de Clinton eran una escalada de su anterior declaración de que ella ofrecería un escudo nuclear a Arabia Saudita, los estados del Golfo e Israel para protegerlos de Irán. Ayer dirigió sus palabras a proteger a Israel: “En cualquier estado de desarrollo que puedan estar en su programa de armas nucleares en los próximos 10 años, durante los cuales puedan considerar tontamente lanzar un ataque sobre Israel, podríamos ser capaces de destruirlos totalmente. Esto es algo terrible de decir, pero la gente que gobierna Irán debe entender esto, porque quizá los detenga de hacer algo que sería imprudente, estúpido y trágico”.
En Pennsylvania ambos lados estaban tratando de minimizar las expectativas y ganar la partida. A raíz de la representación proporcional, es muy probable que la cantidad de delegados permanezca igual después de las primarias de ayer. El estado es considerado un microcosmos de Estados Unidos, en el que la habilidad del candidato para ganar al electorado de los votantes de la clase media es visto como una clave para el éxito en la elección presidencial de noviembre contra el republicano John McCain.
El equipo Obama dice que no hay nada que Clinton pueda hacer para cambiar la subyacente dinámica de la carrera en la que su oponente tiene una ventaja insalvable en el voto popular y el número de delegados. La campaña Clinton, que ha visto su ventaja de 20 puntos marchitarse hasta llegar a un solo dígito, declaraba que ganar, no importa por cuánto, siempre es ganar. “No creo que importe el margen”, le dijo Clinton a NBC, negándose a responder directamente una pregunta sobre qué haría si Pennsylvania no le da una aplastante victoria sobre su oponente. Su director de comunicaciones, Howard Wolfson, les dijo a los periodistas: “Una victoria es siempre relevante, sea por el margen que sea”.
Desmoralizada y quedándose sin dinero, la campaña Clinton espera poder traducir una victoria en un impulso y, aún más importante, dinero para poder permanecer en la carrera para la próxima ronda de primarias en Carolina del Norte e Indiana, el mes que viene.
El equipo Clinton ha estado recortando gastos en las últimas semanas: utilizando un avión más pequeño para moverse y albergando al grupo de prensa que viaja en hoteles más económicos. Pero Obama sigue levantando con pala dinero de millones de partidarios entusiastas en contribuciones pequeñas de 25, 50 y 100 dólares a través de Internet. Las cifras de la Comisión Electoral Federal muestran que tiene 42 millones de dólares en su fondo de campaña; Clinton sólo tiene 8 millones en el banco y deudas por 10,3 millones.
* De The Independent de Gran Bretaña. Especial para Página/12.
Traducción: Celita Doyhambéhère.
21-04-2008
USA: libertad religiosa
frente a religión de Estado,
ética, política y estrategia
A propósito de un sermón del reverendo Jeremiah Wright
James Petras Traducido para Cubadebate, Rebelión y Tlaxcala por Manuel Talens
Introducción
El injurioso ataque de que ha sido objeto el espléndido, persuasivo y articulado sermón del reverendo Jeremiah Wright a favor de la dignidad humana (y la tenue defensa que hizo Barack Obama del reverendo en tono de disculpas) muestran claramente qué tipos de ética, política y estrategia imperan en la actualidad usamericana [1]. El reverendo Wright no se había limitado simplemente a “comentar” en su homilía una omisión ética de nuestro acontecer, sino que expuso los principios generales del comportamiento de los Estados, el papel de la conciencia individual ante los crímenes contra la humanidad y la necesidad de llamar a las cosas por su nombre y de implicarse frente al mal. La hostil reacción y el carácter de las críticas que ha recibido dicho sermón por parte del espectro completo de políticos, medios de comunicación y, en particular, de los partidos políticos… y de dos (y medio) de los candidatos a la presidencia [2], ponen de manifiesto lo más esencial de la relación entre el Estado y la religión.
El aluvión de páginas sin sentido que se han arrojado contra el brillante análisis del reverendo y su minuciosa disección de los grandes crímenes de nuestra época recuerdan la venganza evangélica que precedió a la condena de Jesucristo, si bien sería necesario corregir las palabras benévolas de éste, ya que su célebre “Padre, perdónalos, porque no saben lo que hacen” (Lucas 24, 34) aquí no cuadran: estos asesinos verbales sí saben lo que dicen. Por supuesto, la agresión contra el reverendo Wright busca explícitamente desacreditar y descalificar al senador Barack Obama, candidato demócrata a la presidencia que durante mucho tiempo ha sido miembro de la parroquia de la United Church of Christ de Chicago, regentada por Wright. Buena parte de los comentarios son acusaciones infames de que su sermón fue una “bomba incendiaria”, un panfleto “anti-usamericano” “racista” y “políticamente extremista”. Frases del sermón que criticaban la construcción del imperio fueron tachadas de maldiciones contra el país. Condenas morales de la “guerra y el dinero” fueron descontextualizadas para acusar al reverendo de ser “un hombre lleno de odio”, un “incitador de prejuicios” y un “racista extremista”. Las injurias y los injuriadores provenían de círculos políticos liberales y conservadores, de escritores, de expertos en los medios y de comentaristas políticos.
Por su parte, el candidato a presidente Barack Obama basó su ¿defensa? de Wright en establecer una separación estricta entre, por un lado, la “persona” (o la personalidad) afable, benigna y respetada del reverendo y, por el otro, su análisis, su diagnóstico político y su sentencia, que consideró inaceptables. Al defender al mensajero mientras que condenaba el mensaje, Obama se puso de parte de los defensores políticos y los apologistas de un orden brutal, militarista e imperial, lo cual le ha permitido seguir adelante en su campaña electoral.
Bases teóricas y analíticas fundamentales
El sermón de Wright se basó en cuatro puntales teóricos y conceptuales:
A) En primer lugar, la idea principal era que las continuas guerras imperiales a gran escala y las acciones militares dan lugar a contraataques, que tienen como objetivo propiedades y vidas usamericanas, tanto militares como civiles, dentro y fuera de USA. Dado el autoritario ambiente político y la hostilidad de los medios, con el fin de corroborar su aseveración, Wright citó las palabras de Edward Peck, un antiguo embajador de Washington y miembro durante mucho tiempo del Departamento de Estado. Contrariamente a los analistas políticos proimperiales que predominan en las universidades más prestigiosas de USA –los cuales desestiman las bases historiográficas de las interpretaciones críticas con el imperio–, los argumentos teóricos de Wright se basan en experiencias históricas, que él enumeró para reforzar su propósito. Su discurso se teje en torno al ataque árabe-musulmán del 11 de septiembre contra el World Trade Center y el Pentágono. Citó las salvajes agresiones coloniales y poscoloniales contra Oriente Próximo, incluidos los ataques militares y el boicot económico de Iraq, el bombardeo de Sudán, el apoyo usamericano de regímenes terroristas y la destrucción israelí de vidas palestinas y libanesas. La fórmula de causa-efecto utilizada por Wright –acción imperial seguida de reacción contraimperial– refuta los argumentos propagandísticos de esos prestigiosos catedráticos, quienes extrapolan la violencia contraimperial para alejarla del ensangrentado marco histórico usamericano, y ello con el fin de presentar la siguiente acción imperialista como una reacción defensiva.
La corrección histórica y teórica que hace Wright de las falsas premisas sobre las que se basan profesores ortodoxos y políticos convencionales en lo relativo a la violencia internacional establece las bases para un comentario detallado y un juicio moral de los principales conflictos de nuestro tiempo.
Al enumerar de forma sucinta la secuencia de acciones militares violentas usamericanas, desde el robo de territorios a los indios nativos del país hasta la destrucción nuclear de Hiroshima, pasando por las guerras coloniales en África, la invasión de Panamá y el bombardeo de la isla de Granada, Wright estableció la base histórica de su sentencia, a saber, que el motor de la política exterior de USA es “el militarismo y el dinero”. Sus críticos, incapaces o mal dispuestos a poner en entredicho su relato histórico, han recurrido a ataques personales mediante la técnica de la calumnia, atribuyéndole un estilo “estridente” o un “lenguaje incendiario”.
B) En segundo lugar, Wright ofreció una argumentación socio-psicológica para entender el sentimiento masivo de violencia entre las elites contemporáneas tras el 11 de septiembre, sentimiento que fue imbuido y manipulado desde arriba para que aceptasen la respuesta militar.
Wright estableció una secuencia de “sentimientos” psicológicos en tres etapas: 1) la veneración por los sitios atacados y la pena por las víctimas; 2) la venganza contra un “Otro” general (designado por los gobernantes imperiales) y 3) el odio y la guerra contra enemigos e inocentes desarmados, sin distinción. Recurriendo a analogías históricas con textos bíblicos –el Salmo 137, que trata de la veneración de los israelitas al templo de Jerusalén, de la destrucción de éste por los caldeos y del retorno y venganza israelitas (matanza y expulsión de todos aquellos ajenos a la tribu de Israel)– [3], Wright dibuja un paralelo con la veneración usamericana por el “dinero”, simbolizada por el World Trade Center, y por los “ejércitos” (el Pentágono); con su sed de “venganza” –arraigada en los “sentimientos” de dolor, pena, cólera, indignación, destrucción y carnicería sin sentido”–, todo lo cual conduce, según Wright, al odio y a las exigencias de que se ataque y castigue a “alguien exterior” (“para que pague por lo que hizo”). En los tiempos que corren, esto implica matar a adversarios armados y a civiles desarmados: en Afganistán y en Iraq, a soldados y civiles. Wright elucida con brillantez el vínculo emotivo y político entre “veneración” (por las pérdidas) y “guerra”, presumiblemente para restaurar los “lugares venerados” del dinero (la credibilidad financiera) y la potencia militar (la credibilidad imperial).
El entramado socio-psicológico de Wright nos permite comprender la manera en que el gobierno de Bush combinó los objetos de veneración de masas (la pérdida de vidas humanas) con los lugares sagrados de la elite (Wall Street y el Pentágono) para convertirlos en una poderosa máquina de guerra. Curiosamente, la cita que hizo Wright de la indiscriminada venganza bíblica israelí (“Bienaventurado el que tomará y estrellará tus niños contra las piedras”, versículo 9 del salmo 137) es el reflejo de la política y la práctica llevadas a cabo por los israelitas usamericanos contemporáneos del Pentágono que diseñaron la total destrucción y el desmembramiento de Iraq. Incluso si Wright no señaló dicho paralelismo en su homilía, éste salta a la vista en su mención de las injusticias actuales, más concretamente de la opresión que los israelíes ejercen sobre los palestinos como parte de las injusticias del mundo.
C) En tercer lugar, el reverendo Wright vinculó su análisis histórico y teórico con una serie de sentencias morales y prescripciones políticas. Todas las guerras de los últimos 500 años han tenido dimensiones económicas y raciales (“riqueza y color”), pues han enfrentado a elites blancas ricas contra pobres de color. La violencia imperial provoca la violencia de los oprimidos; el terror de Estado que se sustenta en la superioridad armamentista engendra individuos deseosos de sacrificar sus vidas con respuestas terroristas. Confrontado con estas condiciones históricas y sociales, Wright aconsejó al pueblo usamericano (no sólo a sus feligreses negros) que hagan un “examen de conciencia”. Al hacer hincapié y dar prioridad al “examen de conciencia”, Wright buscaba debilitar el esfuerzo de las elites políticas por dirigir la atención de las masas hacia las faltas de “otros pueblos”, que son el objetivo imperial de las agresiones. Wright recalcó la necesidad de crear una solidaridad principal (en la familia) y una solidaridad secundaria (en la comunidad), así como un afecto (el amor), para romper el vínculo con la elite guerrerista. Al enfatizar la necesidad del examen de conciencia, Wright rechazó abiertamente la fidelidad ciega a la elite y la fe en las mentiras de ésta, destinadas a la guerra.
D) La lógica socrática del examen crítico de conciencia (“conócete a ti mismo”) y de la solidaridad permite que Wright prevea un futuro de “transformación social”. Armado con un conocimiento social de la realidad histórica y actual de las guerras imperiales, declaradas por la ambición de las elites, Wright postuló la necesidad de cambios estructurales fundamentales “...en la manera que hemos estado haciendo las cosas como sociedad, como país, como máxima potencia arrogante. No podemos seguir destrozando otros países”. En otras palabras, Wright vinculó los cambios en el conocimiento espiritual y social del individuo con la acción social y política colectiva, dirigida a una transformación fundamental de la estructura social y del sistema económico y político, es decir, de todo eso que nos hace ser un superpoder arrogante.
Según sus propias palabras, Wright quiere convencer al pueblo usamericano de que transforme las guerras militares imperiales en guerras políticas internas contra el racismo y las injusticias de clase. Propuso una redistribución fundamental de la riqueza a través de la reasignación del presupuesto público. Citando el “regalo de 1.300 billones de dólares en exenciones de impuestos para los ricos”, replicó con una propuesta de financiación pública de asistencia médica universal y de reconstrucción del sistema educativo para ponerlo al servicio de los pobres.
El reverendo Wright, al dirigirse al pueblo usamericano, no sólo condenó las catástrofes humanas infligidas por los arrogantes constructores del superimperio a los trabajadores dentro y fuera del país, sino que señaló las fenomenales oportunidades históricas que existen para el cambio. El suyo no fue un mensaje de salvación espiritual en otro mundo extraterrenal: es un llamado a la acción aquí y ahora; no es una crítica superficial del mal comportamiento individual o de “políticas fallidas” (como diría luego Obama, su antiguo feligrés), sino un profundo análisis estructural del fracaso de un sistema que está pidiendo a gritos una “transformación social” de las políticas actuales de guerras imperiales y de terrorismo estatal e individual.
Conclusión
Las razones que explican los feroces y repetidos ataques personales contra el reverendo Wright por parte de los medios, los dirigentes políticos y los apologistas académicos del imperio están más claras que el agua: buscan impedir que un análisis enérgico, razonable, lógico y relevante como el de Wright pueda influir en la opinión pública usamericana o afecte de cualquier modo la campaña presidencial.
De similar importancia, los ataques de los políticos y de los medios contra el reverendo Wright pretenden destruir la libertad de conciencia, es decir, la separación de la Iglesia y el Estado. Lo que buscan los críticos es una religión y unas figuras religiosas al servicio del Estado, que bendigan a los planificadores de la guerra, que honren a los criminales de guerra, que despierten el odio de las masas contra pueblos previamente designados por el Estado. El superpoder arrogante honra a los pastores, a los sacerdotes y a los rabinos que siguen la política estatal vomitando odio contra árabes y musulmanes. Lo que hace el reverendo Wright, ni más ni menos, es defender de palabra y de obra la libertad y la autonomía de individuos e instituciones contra la voraz diseminación del poder estatal totalitario.
Es evidente que el irracional e injurioso ataque contra el reverendo Wright es un truco político reaccionario más en una campaña electoral racista y, sobre todo, un ataque fundamental contra nuestras libertades democráticas y contra la autonomía de nuestras instituciones religiosas.
Notas del traductor
[1] Véase, por ejemplo, este “comentario” de un sitio web cristiano en español: http://www.noticiacristiana.com/news/newDetails.php?idnew=83829
[2] Esta ironía retórica de James Petras se explica porque tanto Hillary Clinton como John McCain se apresuraron a criticar sin matices el sermón de Wright, mientras que Barack Obama, el "medio candidato", se situó en el limbo de la ambigüedad.
[3] He aquí el Salmo 137 (tomado de la Biblia en versión de Reina-Valera, 1909):
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frente a religión de Estado,
ética, política y estrategia
Traducido para Cubadebate, Rebelión y Tlaxcala por Manuel Talens |
Introducción
El sermón de Wright se basó en cuatro puntales teóricos y conceptuales:
El entramado socio-psicológico de Wright nos permite comprender la manera en que el gobierno de Bush combinó los objetos de veneración de masas (la pérdida de vidas humanas) con los lugares sagrados de la elite (Wall Street y el Pentágono) para convertirlos en una poderosa máquina de guerra. Curiosamente, la cita que hizo Wright de la indiscriminada venganza bíblica israelí (“Bienaventurado el que tomará y estrellará tus niños contra las piedras”, versículo 9 del salmo 137) es el reflejo de la política y la práctica llevadas a cabo por los israelitas usamericanos contemporáneos del Pentágono que diseñaron la total destrucción y el desmembramiento de Iraq. Incluso si Wright no señaló dicho paralelismo en su homilía, éste salta a la vista en su mención de las injusticias actuales, más concretamente de la opresión que los israelíes ejercen sobre los palestinos como parte de las injusticias del mundo.
C) En tercer lugar, el reverendo Wright vinculó su análisis histórico y teórico con una serie de sentencias morales y prescripciones políticas. Todas las guerras de los últimos 500 años han tenido dimensiones económicas y raciales (“riqueza y color”), pues han enfrentado a elites blancas ricas contra pobres de color. La violencia imperial provoca la violencia de los oprimidos; el terror de Estado que se sustenta en la superioridad armamentista engendra individuos deseosos de sacrificar sus vidas con respuestas terroristas. Confrontado con estas condiciones históricas y sociales, Wright aconsejó al pueblo usamericano (no sólo a sus feligreses negros) que hagan un “examen de conciencia”. Al hacer hincapié y dar prioridad al “examen de conciencia”, Wright buscaba debilitar el esfuerzo de las elites políticas por dirigir la atención de las masas hacia las faltas de “otros pueblos”, que son el objetivo imperial de las agresiones. Wright recalcó la necesidad de crear una solidaridad principal (en la familia) y una solidaridad secundaria (en la comunidad), así como un afecto (el amor), para romper el vínculo con la elite guerrerista. Al enfatizar la necesidad del examen de conciencia, Wright rechazó abiertamente la fidelidad ciega a la elite y la fe en las mentiras de ésta, destinadas a la guerra.
D) La lógica socrática del examen crítico de conciencia (“conócete a ti mismo”) y de la solidaridad permite que Wright prevea un futuro de “transformación social”. Armado con un conocimiento social de la realidad histórica y actual de las guerras imperiales, declaradas por la ambición de las elites, Wright postuló la necesidad de cambios estructurales fundamentales “...en la manera que hemos estado haciendo las cosas como sociedad, como país, como máxima potencia arrogante. No podemos seguir destrozando otros países”. En otras palabras, Wright vinculó los cambios en el conocimiento espiritual y social del individuo con la acción social y política colectiva, dirigida a una transformación fundamental de la estructura social y del sistema económico y político, es decir, de todo eso que nos hace ser un superpoder arrogante.
Según sus propias palabras, Wright quiere convencer al pueblo usamericano de que transforme las guerras militares imperiales en guerras políticas internas contra el racismo y las injusticias de clase. Propuso una redistribución fundamental de la riqueza a través de la reasignación del presupuesto público. Citando el “regalo de 1.300 billones de dólares en exenciones de impuestos para los ricos”, replicó con una propuesta de financiación pública de asistencia médica universal y de reconstrucción del sistema educativo para ponerlo al servicio de los pobres.
El reverendo Wright, al dirigirse al pueblo usamericano, no sólo condenó las catástrofes humanas infligidas por los arrogantes constructores del superimperio a los trabajadores dentro y fuera del país, sino que señaló las fenomenales oportunidades históricas que existen para el cambio. El suyo no fue un mensaje de salvación espiritual en otro mundo extraterrenal: es un llamado a la acción aquí y ahora; no es una crítica superficial del mal comportamiento individual o de “políticas fallidas” (como diría luego Obama, su antiguo feligrés), sino un profundo análisis estructural del fracaso de un sistema que está pidiendo a gritos una “transformación social” de las políticas actuales de guerras imperiales y de terrorismo estatal e individual.
Conclusión
Las razones que explican los feroces y repetidos ataques personales contra el reverendo Wright por parte de los medios, los dirigentes políticos y los apologistas académicos del imperio están más claras que el agua: buscan impedir que un análisis enérgico, razonable, lógico y relevante como el de Wright pueda influir en la opinión pública usamericana o afecte de cualquier modo la campaña presidencial.
De similar importancia, los ataques de los políticos y de los medios contra el reverendo Wright pretenden destruir la libertad de conciencia, es decir, la separación de la Iglesia y el Estado. Lo que buscan los críticos es una religión y unas figuras religiosas al servicio del Estado, que bendigan a los planificadores de la guerra, que honren a los criminales de guerra, que despierten el odio de las masas contra pueblos previamente designados por el Estado. El superpoder arrogante honra a los pastores, a los sacerdotes y a los rabinos que siguen la política estatal vomitando odio contra árabes y musulmanes. Lo que hace el reverendo Wright, ni más ni menos, es defender de palabra y de obra la libertad y la autonomía de individuos e instituciones contra la voraz diseminación del poder estatal totalitario.
Es evidente que el irracional e injurioso ataque contra el reverendo Wright es un truco político reaccionario más en una campaña electoral racista y, sobre todo, un ataque fundamental contra nuestras libertades democráticas y contra la autonomía de nuestras instituciones religiosas.
Notas del traductor
[1] Véase, por ejemplo, este “comentario” de un sitio web cristiano en español: http://www.noticiacristiana.com/news/newDetails.php?idnew=83829
[3] He aquí el Salmo 137 (tomado de la Biblia en versión de Reina-Valera, 1909):
1 Junto á los ríos de Babilonia, Allí nos sentábamos, y aun llorábamos, acordándonos de Sión.
2 Sobre los sauces en medio de ella colgamos nuestras arpas.
3 Y los que allí nos habían llevado cautivos nos pedían que cantásemos, y los que nos habían desolado nos pedían alegría, diciendo:
4 Cantadnos algunos de los himnos de Sión. ¿Cómo cantaremos canción de Jehová en tierra de extraños?
5 Si me olvidare de ti, oh Jerusalén, mi diestra sea olvidada.
6 Mi lengua se pegue á mi paladar, si de ti no me acordare; si no ensalzare a Jerusalén como preferente asunto de mi alegría.
7 Acuérdate, oh Jehová, de los hijos de Edom en el día de Jerusalén; quienes decían: arrasadla, arrasadla hasta los cimientos.
8 Hija de Babilonia destruida, bienaventurado el que te diere el pago de lo que tú nos hiciste.
9 Bienaventurado el que tomará y estrellará tus niños contra las piedras.
No hace mucho tiempo se daba por descontado que la guerra de Irak sería el tema central en la campaña presidencial, como lo fue en las elecciones de mitad de período de 2006. Pero prácticamente ha desaparecido, lo que ha generado cierta perplejidad.
No debiera haberla. "The Wall Street Journal" estuvo cerca de acertar en un artículo de primera plana sobre el supermartes, aquel día de múltiples primarias: "Los temas pasan a segundo plano en la campaña 2008 a medida que los electores se enfocan en la personalidad".
Para ponerlo en forma más precisa, los temas dejan de figurar en primer plano, mientras los candidatos y sus agencias de relaciones públicas se centran en la personalidad. Como de costumbre, los temas pueden ser peligrosos. La teoría demócrata progresista sostiene que la población ("marginales ignorantes y entrometidos") debiera ser "espectadora" y no "partícipe" de la acción, como escribió Walter Lippmann.
Los partícipes están conscientes de que ambos partidos políticos están bien a la derecha de la población y que la opinión pública es consistente a través del tiempo, asunto analizado en el útil estudio "La desconexión de la política exterior", de Benjamin Page y Marshall Bouton. Es importante entonces que la atención sea desviada hacia otra parte.
El trabajo concreto del mundo es dominio de un liderazgo iluminado. Y ello se revela más en la práctica que en las palabras. El Presidente Wilson, por ejemplo, sostuvo que se debía empoderar a una elite de caballeros de "altos ideales" para preservar la "estabilidad y la corrección", esencialmente en la perspectiva de los Padres Fundadores (de Estados Unidos). En años más recientes, esos caballeros se han transmutado en la "elite tecnocrática", "intelectuales de acción", los neocons "straussianos" de Bush II y otras configuraciones. Para esta vanguardia, las razones para que Irak sea sacado de la pantalla de radar no debieran ser oscuras.
Fueron convincentemente explicadas por el distinguido historiador Arthur M. Schlensinger, articulando la posición de los "palomas" hace 40 años, cuando la invasión de Estados Unidos a Vietnam estaba en su cuarto año y Washington se preparaba para sumar otros 100 mil efectivos militares a los 175 mil que ya estaban haciendo añicos Vietnam del Sur. Por entonces, la invasión suponía arduos costos, por lo que Schlesinger y otros liberales de la línea Kennedy eran reacios a pasar de halcones a palomas.
En 1966, Schlesinger escribió que "todos oramos" porque los halcones tengan la razón al pensar que el incremento militar del momento podrá "eliminar la resistencia" y, si lo hace, "todos podríamos estar saludando la sabiduría y la capacidad estadista del Gobierno" al obtener la victoria, dejando al mismo tiempo al "trágico país hecho polvo y devastado por los bombardeos, arrasado por el napalm, convertido en una tierra baldía por la defoliación química, una tierra en ruinas", con su "tejido político e institucional" pulverizado. Pero la escalada probablemente no tendrá éxito y resultará demasiado costosa para nosotros, por lo que tal vez habría que repensar la estrategia. A medida que los costos para comenzaron a elevarse severamente, pronto ocurrió que todos habían sido "fuertes opositores a la guerra".
El razonamiento de la elite y las actitudes que lo acompañan conllevan hoy pocos cambios. Y a pesar de que las críticas a la guerra de Irak son mucho mayores y extendidas que en el caso de Vietnam en cualquier etapa comparable, los principios que articuló Schlesinger siguen vigentes. Y él mismo ha tomado una posición muy diferente ante la invasión de Irak. Cuando las bombas comenzaron a caer sobre Bagdad escribió que las políticas de Bush son "alarmantemente similares a la política que aplicó el Japón imperial en Pearl Harbor, en un fecha que, como dijo un anterior Presidente estadounidense, perdurará en la infamia.
Franklin D. Roosevelt tenía razón, pero hoy somos nosotros los que vivimos en la infamia". Que Irak es "una tierra en ruinas" no está en cuestión. Recientemente la agencia británica Oxford Research Business actualizó su estimación de muertes adicionales causadas por la guerra en 1,03 millones, excluyendo a Karbala y Anbar, dos de las peores regiones. Sea correcta esa estimación, o exagerada, según algunos, no hay duda de que el balance es horrendo. Varios millones de personas se encuentran internamente desplazadas.
Gracias a la generosidad de Jordania y Siria, los millones de refugiados que huyen del colapso de Irak, incluyendo a la mayoría profesional, no han sido simplemente exterminados. Pero esa acogida se debilita porque Jordania y Siria no reciben ningún apoyo significativo por parte de los autores de los crímenes en Washington y Londres; la idea de que ellos puedan admitir esas víctimas, más allá de casos puntuales, es demasiado estrafalaria para ser considerada. La guerra sectaria ha devastado a Irak. Bagdad y otras áreas han sido sometidas a una limpieza étnica brutal y dejadas en manos de señores de la guerra y milicias, la primera carta de la actual estrategia de contrainsurgencia desarrollada por el general Petraeus.
Uno de los más informados periodistas que se han adentrado en la chocante tragedia, Nir Rosen, publicó recientemente un epitafio, "La muerte de Irak", en "Current History". Escribe Rosen: "Irak ha sido asesinado, para nunca más levantarse. La ocupación estadounidense ha sido más desastrosa que la de los mongoles, que saquearon Bagdad en el siglo XIII", percepción común de los iraquíes. "Sólo los tontos hablan ahora de ‘soluciones’. No hay solución. La única esperanza es que tal vez el daño pueda limitarse".
Independiente a la catástrofe, Irak sigue siendo un tema marginal en la campaña presidencial. Eso es natural, dado el espectro halcón-paloma de la opinión elitista. Las palomas liberales adhieren a su razonamiento y actitudes tradicionales, rezando por que los halcones tengan la razón, EEUU obtenga una victoria e imponga "estabilidad", palabra código para la subordinación a la voluntad de Washington.
Los halcones son alentados y las palomas silenciadas con entusiastas informes sobre menores bajas tras el incremento de tropas. En diciembre, el Pentágono difundió "buenas noticias" sobre Irak: un estudio mostraba que los iraquíes tienen "opiniones mezcladas", por lo que la reconciliación debería ser posible. Las opiniones eran dos. Primero, que la invasión de EEUU es la causa de la violencia sectaria que ha hecho trizas a Irak. Segundo, que los invasores debieran retirarse.
Unas pocas semanas después del informe del Pentágono, el experto militar en Irak de "The New York Times", Michael R. Gordon, escribió un análisis razonado sobre las opciones respecto a Irak que enfrentan los candidatos presidenciales. Hay una voz que falta en el debate: la de los iraquíes. Más bien, no es digna de mencionar.
Y parece que a nadie le importa. Eso tiene sentido en la habitual presunción tácita de casi todos los discursos sobre política internacional: somos dueños del mundo, ¿qué importa entonces lo que otros piensen? Son "no-personas", por tomar prestado el término usado por el historiador británico Mark Curtis en su trabajo sobre los crímenes imperiales de Gran Bretaña. Por rutina, los estadounidenses se unen a los iraquíes en ser no-personas. Tampoco sus preferencias brindan opciones.