martes, 20 de mayo de 2008

QUIENES SON LOS VERDADEROS FORMADORES DE PRECIOS Y QUIENES LLEVAN A CABO LAS MANIOBRAS DE INFLACIÓN EN ARGENTINA, HOY.-


Monopolios de producción + concentración económica = OLIGOPOLIOS. Hipermercados + concentraciones de compras = MONOPSIOS ( Un oligopolio, pero en este caso de compras.)


UNA INTRODUCCIÓN NECESARIA:

La sarten y el mango... monopolios y concentración económica en Argentina


Roberto Navarro

La economía argentina se desarrolla con una fuerte concentración en sectores claves, que disminuye la competencia y provoca abusos de posición dominante en los mercados. Aumentan precios por encima del promedio, presionan a proveedores y castigan los bolsillos de los consumidores.





Sólo dos empresas en el país fabrican tolueno (Repsol-YPF y Petrobras), el producto petroquímico del que deriva el plástico. Ese insumo se utiliza para elaborar envases para gran parte de los bienes de consumo.

Una sola compañía produce el 99 por ciento de chapa laminada en frío y el 84 por ciento de la laminada en caliente: Siderar.(Grupo Techin) Con este insumo se fabrican vehículos, tractores, hojalata para envases, heladeras, lavarropas, cocinas y otros electrodomésticos.

Aluar tiene el monopolio del aluminio, otro insumo de uso difundido.

Estas compañías comercializan productos que se utilizan en la fabricación de casi todos los bienes, y por ese motivo determinan el precio y el abastecimiento de lo que se consume en el país.

Pero la fuerte concentración en pocas empresas en sectores clave de la economía argentina se extiende a otras áreas tan diversas como alimentos, TV por cable, lácteos y supermercados, entre otras.

La concentración se desarrolla por dos vías:

1. las grandes empresas compran a las más pequeñas,

2. realizan maniobras anticompetitivas hasta fundirlas para quedarse con la porción de sus mercados.

En ambos casos se puede concretar de manera legal o ilegal.

En Argentina, para comprar o fusionarse con otra empresa existen límites que tienen que ver con la porción de mercado que va a acaparar la nueva compañía conformada luego de la operación. El porcentaje depende del sector y la aprobación está en manos del Ministerio de Economía. A la vez, está vigente una ley de abuso de posición dominante, que impide a los grandes jugadores utilizar su poder para ahogar a los más pequeños.

“En los últimos años existieron cientos de denuncias que fueron cajoneadas por la Comisión de Defensa de la Competencia (CNDC) o por la misma Secretaría de Defensa de la Competencia”, señaló José Sbattella, actual presidente de la CNDC.



La situación que encontró Sbattella en esa dependencia es tan grave que pidió, vía la ministra de Economía, Felisa Miceli,(a quien luego por intermedio de una operación política-económicamediatica obligaron a renunciar) la actuación de la Oficina Anticorrupción, que luego de varios meses de instalada en la Comisión acaba de redactar un informe lapidario. En ese trabajo describe “claros casos de negligencia en los que no se actuó o se actuó en contra de los intereses de la sociedad o de las empresas afectadas”.

Hay diversas maneras en que una gran empresa puede desplazar a una pequeña para quedarse con su porción de mercado.

Tiene la posibilidad de vender más barato en la zona de mayor influencia de esa pyme (generalmente las pequeñas empresas concentran su potencial en una zona geográfica), puede presionar a los clientes para que no le compren bajo amenaza de no venderle sus productos o de restarles beneficios, o incluso puede presionar a sus proveedores de insumos para que no le vendan. Tanto puede alcanzar su poder que son usuales esas prácticas.

Sólo el Estado puede frenarlas utilizando la ley de abuso de posición dominante, que prohíbe esas maniobras.

En teoría, cuando una compañía compra a otra esto deriva en un inmediato crecimiento de sus ventas, que resulta en una disminución de sus gastos fijos dentro de sus costos. Es decir que podría bajar precios manteniendo el mismo porcentaje de ganancias. En la práctica no es así. Por el contrario, se aprovechan de su poder y suben precios. “Cuando un sector es manejado por tres o cuatro empresas, éstas se reúnen periódicamente y acuerdan precios. Además, si piensan que existe una sobreoferta que podría hacer caer los precios, disminuyen la producción. Con la excusa de una parada técnica o cualquier otra van rotando las paradas y así nivelan el mercado”, explicó a Cash el ex presidente de la Unión Industrial Manuel Herrera.

En el caso del cemento, tres empresas concentran el 96 por ciento de la producción: Loma Negra, Minetti y Avellaneda.

Una empresa acapara la comercialización del 77 por ciento de los fertilizantes: Profertil.

Otra vende el 79 por ciento de los agroquímicos: Aventis.

En alimentos, la gran preocupación de la población y del gobierno, pasa lo mismo. Una compañía tiene el 62 por ciento del pan industrial: Bimbo. Dos, el 73 por ciento de las galletitas dulces: Arcor y Danone. Esas mismas dos, el 77 por ciento de las galletitas saladas. Y dos más, el 70 por ciento de la leche fluida, chocolatada y los yogures: SanCor y Danone.

Las razones de la actual inflación son múltiples y complejas. Sin duda, una de ellas consiste en una demanda elevada y que no cede desde hace cinco años frente a una oferta que no está acompañando por falta de inversión. En una economía de competencia las compañías se cuidarían antes de aumentar sus precios y perder porciones del mercado.

Uno de los sectores que viene aprovechando el alza en el consumo en los últimos meses es el del supermercadismo. Según datos del Indec, las grandes cadenas subieron los precios de los alimentos un 3,3 por ciento en mayo contra un 0,1 por ciento que dio el cuestionado relevamiento del ente oficial en todo tipo de comercio. Según la consultora privada SEL, el salto fue del 15,4 por ciento. El grado de concentración de los supermercados es considerado como “muy alto” por la Comisión de Defensa de la Competencia: sólo tres supermercados acaparan el 83 por ciento de las ventas.

Los bienes de uso difundido, es decir los que se utilizan de insumo para luego fabricar decenas de productos, son los de mayor concentración en el país. Y son, a la vez, los que mayores alzas registraron desde la salida de la convertibilidad.

El aluminio, monopolizado por Aluar, aumentó 395 por ciento. La inflación en ese período aún no alcanzó el 100 por ciento.

El hierro redondo, producto indispensable para la construcción, acaparado por Acindar en un 50 por ciento, se incrementó 346 por ciento.

Los laminados para automóviles y línea blanca subieron 319 por ciento.

Lo mismo ocurrió con el plástico, el tetra y el vidrio, usados para casi todos los envases.

Es decir, a mayor concentración, mayor capacidad de subir los precios. Capacidad que, como se ve, fue utilizada a pleno.


Monopolios transnacionales.

El impacto en Argentina.

Con pocas semanas de intervalo se produjeron dos megaoperaciones de fusiones y adquisiciones en Europa que han de impactar directamente en Argentina, pero que encuentra al país como espectador pasivo. La extranjerización de sectores clave tiene varias consecuencias, entre ellas la más relevante es que las principales decisiones se toman bien lejos de Buenos Aires.

Autor: Alfredo Zaiat




Los gobernantes se convierten así en interlocutores formales de gerentes que responden a directivas de sus respectivas casas matrices.

Un par de transacciones que convulsionaron al Viejo Continente involucró a compañías españolas e italianas, que definieron una alianza latina a las apuradas impulsada por sus propios estados para frenar el desembarco de otras megaempresas.

Se trató de la unión de la eléctrica hispana Endesa con la italiana Enel para bloquear el ingreso de la alemana E.ON.

El casamiento de Telefónica de España con Telecom Italia para detener el embate de la estadounidense AT&T junto a la mexicana Telmex.

Resultan apasionantes esos procesos porque, entre otras cuestiones, desmoronan esa tontería revestida en análisis académico respecto a que da lo mismo el origen del capital de las empresas, a que los estados tienen que ser neutrales a los cambios de mano de paquetes accionarios y a que el nacionalismo económico es una manifestación de “populistas” de países que no entienden cómo funciona el mundo.

Francia también defendió una de sus compañías emblemática, Danone, de la intención de ser absorbida por el gigante estadounidense Pepsico. La operación, finalmente, quedó abortada. El gobierno francés había previsto un operativo para que bancos, compañías de seguro, fondos de pensión e incluso los trabajadores de Danone pudieran tener una participación accionaria para defender la bandera tricolor de esa empresa de alimentos. Holanda hace hoy lo mismo con el ABN Amro.

La española Endesa tiene el control de Edesur, que ahora también es de la italiana Enel, pero incluso podría pasar a la alemana E.ON por un acuerdo de transferencia de activos en el extranjero como contraprestación para que abandonara el partido por el control de la eléctrica hispana. Estos cambios de comando no son indiferentes para cualquier ente de regulación estatal, incluso para el más eficiente de todos, que no es el caso local, aunque tampoco es un desastre. Los planes de inversión para la expansión de la red, como para evitar contingencias por cortes de luz porque llueve mucho, y la mejora en la calidad de la prestación quedan en una nebulosa, pese a que se sostenga lo contrario públicamente. Ningún ejecutivo a nivel de los cuadros de decisión avanzará sobre proyectos relevantes hasta no tener un horizonte despejado sobre su destino laboral y el rumbo que marquen los nuevos dueños. El Estado queda sumergido entonces en la inacción involuntaria porque las fichas se mueven en un tablero que está a miles de kilómetros de distancia.

La asociación Telefónica-Telecom tiene efectos aún más impactantes. Los españoles compraron Olimpia a Pirelli por 5595 millones de dólares, empresa que detenta el 18 por ciento de la telefónica italiana. Mediante otras operaciones se quedaron con más acciones junto a otros inversores, lo que les permitirá tener el derecho a poner dos directores en la conducción de la compañía. Telecom Italia posee la mitad del paquete de su filial argentina. El resto está en manos del Grupo Werthein (48 por ciento) y France Telecom (2 por ciento). Por más ingeniería jurídica que diseñen para eludir las previsibles observaciones de la Comisión Nacional de Defensa de la Competencia, queda en evidencia que se volvería a constituir un único monopolio natural en el sector de telecomunicaciones básica, con la diferencia de que hace 17 años era estatal (ENTel) y ahora sería privado (Telefónica). La norma que reguló esa privatización prohíbe esa asociación entre grupos de control de cada una de las dos zonas en que se dividió el país. Hasta ahora la Comisión Nacional de Defensa de la Competencia no ha requerido información sobre el alcance de esa unión. En cambio, en Brasil, donde se produce una situación similar en la telefonía móvil, ya se avanzó en ese sentido vía el organismo de control del sector.

La mayoría de los países del mundo cuenta con una legislación específica de defensa de la competencia, estableciendo mecanismos de control previo de concentraciones y fusiones. El esquema más sofisticado y probado en la práctica es el de Estados Unidos. Cuando evalúan que puede tener efectos negativos para la economía y los consumidores, las autoridades de aplicación tratan de bloquear la adquisición. El procedimiento de control previo tiene el objetivo de anticipar en el tiempo las posibles acciones legales de las autoridades de defensa de la competencia. Y evitar de ese modo el inicio de procesos de desmembramiento una vez concretada la fusión, puesto que esa operación es mucho más costosa tanto para el Estado como para el grupo empresario involucrado.

Un caso emblemático de ausencia de intervención preventiva en Argentina fue en la unión de las empresas de cable Multicanal-Cablevisión (Grupo Clarín). La Comisión sigue estudiando el caso y aún no se expidió, mientras que esas compañías ya operan como si fueran una sola. No es una experiencia para repetir y enfrentar otro hecho consumado con el caso Telefónica-Telecom, si el objetivo es alentar la competencia, evitar suba de precios al consumidor por abuso de posición dominante, ampliar la diversidad de productos, mejorar la calidad del servicio y alentar la innovación empresaria.

El Estado no debería dormir la siesta mientras la concentración corporativa global marcha a toda velocidad. Ese proceso es inherente a la lógica del desarrollo del capitalismo, donde la estrategia para contrarrestar la tendencia decreciente de la tasa de ganancia requiere de ampliación de mercados y absorción de la competencia.

La tarea no es fácil porque esas compañías pasan a tener patrimonios superiores al Producto Interno Bruto de un país. Las fusiones son procesos que se han acelerado en los últimos años. La concentración corporativa global alcanzó la cifra record el año pasado: según la consultora internacional Thomson Financial, el monto total de fusiones y adquisiciones en 2006 alcanzó la friolera de casi cuatro billones de dólares, que implicó un aumento de 38 por ciento sobre las concretadas el año anterior. El ritmo de esas transacciones se aceleró en forma impresionante: en 1990, ese tipo de operaciones representó el movimiento de 462 mil millones de dólares, multiplicado casi por nueve en 2006. “En nuestra vida cotidiana –escribió la investigadora del ETC Group Silvia Ribeiro–, esto significa que las empresas son cada vez menos pero cada vez más grandes, con mayor poder para imponernos sus productos y pautas de consumo, determinar condiciones laborales y ejercer presiones de todo tipo sobre congresistas, gobiernos o instituciones internacionales para lograr las normas y legislaciones que consideren necesarias.”

La concentración se verifica en casi todos los sectores sensibles (telecomunicaciones, biotecnología, semillas, petróleo, química, laboratorios medicinales, alta tecnología, consumo masivo y hasta en Internet) como parte del desarrollo del capitalismo. Esto no significa que no se pueda hacer nada. Al menos se puede aplacar un poquito ese avance arrollador sobre naciones y consumidores. Ese poquitito lo intenta la Comisión de Defensa de la Competencia de la Unión Europea que ha sancionado con multas millonarias a varios pulpos por abuso de posición dominante, monopolios o cartelización para incrementar ganancias perjudicando al consumidor: Microsoft por Windows 95 e Internet Explorer; grandes fabricantes de ascensores y escaleras mecánicas (la alemana ThyssenKrupp, la estadounidense Otis, la suiza Schindler y la finlandesa Kone) por un acuerdo secreto para fijar precios y repartirse el mercado; líderes del negocio del caucho sintético; un grupo de fabricantes de computadoras, y la última multa resonante fue por 274 millones de euros a las cerveceras Heineken, Grolsh y Bavaria por pactar precios en Holanda.


En Argentina, donde la competencia es escasa y las conductas abusivas son corrientes, comportamientos que se reflejan en los precios de los productos y, por lo tanto, en el indomable índice de precios al consumidor, se necesita, además de manifestaciones de buena voluntad, decisión política de jerarquizar la Comisión Nacional de Defensa de la Competencia. Al menos, para que pueda hacer ese poquitito que practica su par europeo.


DESARROLLO

ACTUALIZADO.-


Monopolios de producción + concentración económica = OLIGOPOLIOS. Hipermercados + concentraciones de compras = MONOPSIOS ( Un oligopolio, pero en este caso de compras.)


LOS MONOPOLIOS DE LA PRODUCCIÓN, MUESTRAN GANANCIAS RECORD EN SUS BALANCES OFICIALES, PERO NO AUMENTARON EN NADA EL NÚMERO DE SU PRODUCCIÓN.-


Ser grandote tiene sus privilegios económicos



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Por Roberto Navarro

Desde el año pasado se han empezado a verificar aumentos de precios en bienes sensibles de la canasta básica de alimentos y en productos clave de la actividad económica. Página/12 realizó un estudio de los últimos balances de las principales empresas de consumo masivo que ejercen posición dominante en el mercado. El relevamiento ofrece el siguiente resultado: esas firmas incrementaron sustancialmente sus ganancias gracias a la aplicación de fuertes ajustes en los precios. Así se convirtieron en importantes responsables del actual proceso inflacionario. Molinos Río de la Plata, que produce alimentos como el aceite Cocinero y la harina Blancaflor, aumentó sus utilidades en un 75 por ciento; Quickfood, que elabora las hamburguesas Paty, lo hizo en un 64 por ciento; Arcor, principal productor de alimentos enlatados, de golosinas y galletitas, en un 40 por ciento; La Serenísima, líder en la actividad láctea, que paga 50 millones de pesos anuales de intereses por deudas, pasó de perder 20 millones en 2006 a ganar 3,5 millones en 2007; Ledesma, la azucarera más grande del país, incrementó sus ganancias en un 8 por ciento.

En el rubro de insumos claves del proceso productivo, con encadenamiento a sectores que impactan en el bolsillo de la población, se verificó un comportamiento similar: la líder en pinturas, Colorín, aumentó sus utilidades en un 112 por ciento. La cementera Loma Negra contabilizó ganancias en su último ejercicio con un crecimiento del 95 por ciento; Aluar, que fabrica el insumo para elaborar los envases para tomates al natural, arvejas y duraznos, entre otros, registró un alza de 42 por ciento. Todos son datos de los últimos balances presentados en la Bolsa de Comercio de Buenos Aires, y su variación es en relación al mismo período del ejercicio anterior.

La mayoría de los economistas consultados por el sector empresario sostiene que el actual proceso de alza de precios se debe a que la demanda supera a la oferta. Por lo tanto, la receta ortodoxa y repetida por algunos heterodoxos es la de frenar esa demanda para que la oferta, o sea la inversión, se equilibre. Sin embargo, del relevamiento realizado por Página/12 en esos balances se desprende que esas firmas líderes han disminuido o no han acompañado al mismo ritmo de sus ventas el monto de las inversiones destinadas a ampliar su capacidad productiva para abastecer al mercado interno. En cambio, se observan inversiones destinadas a las actividades vinculadas a la exportación. Un caso emblemático es Molinos con el desarrollo del Puerto San Benito, en la ciudad de San Lorenzo.

El aceite Cocinero, de Molinos, hace un año se vendía en Disco a 4,90 pesos; hoy cuesta 7,64, un 56 por ciento más caro. Las galletitas Tortitas, de Arcor, en ese momento se vendían a 1,22 peso; hoy, a 1,77, un 45 por ciento más. Las hamburguesas Quickfood se despachaban en Disco a 3,89; hoy, a 6,02 pesos: 55 por ciento más caras. El Actimel de La Serenísima se ofrecía a 3,05 y ya se paga un 64 por ciento más: 4,99 pesos.

Las empresas de consumo masivo están aumentando sus precios con el objetivo de aumentar los márgenes de ganancias y los consumidores, hasta ahora, convalidaron los ajustes de precios debido a los incrementos de los salarios. De esta manera, pese al alza nominal de los ingresos, terminan comprando lo mismo o, a veces, menos bienes que antes. Así, estas compañías, todas líderes en sus respectivos mercados, están logrando desandar lo poco que se había avanzado en el objetivo de distribuir la riqueza. Sus balances denotan que se están apropiando de una porción cada vez mayor de la renta generada por la economía.

Grandes balances

Quickfood tiene el 60 por ciento del mercado de hamburguesas. A partir de esa posición dominante, forma precios e incrementa sus ganancias. En 2007, gracias a sus cuantiosas utilidades, aumentó su patrimonio neto en un 40 por ciento

. Un caso similar es Arcor, que en 2007 ganó un 11 por ciento sobre ventas y un 31 por ciento sobre patrimonio.

Loma Negra consiguió una utilidad sobre patrimonio neto del 24 por ciento, una cifra casi inédita en el mundo para un productor de cemento. Pero en Argentina no es el único con ese privilegio.

Aluar, que es productor de un comodity, el aluminio, ganó un 24 por ciento sobre ventas y un 27 por ciento sobre patrimonio neto. Lo que sigue es un resumen de los balances de las más importantes empresas de consumo masivo del país.

- Molinos Río de la Plata: yerba Nobleza Gaucha, rebosador para milanesas Preferido, harina Favorita, aceite Cocinero, bizcochuelo Exquisita, Vitina, son algunas de sus marcas líderes en el mercado. Molinos, controlada por la familia Pérez Companc, tiene presencia en la mayoría de los rubros de alimentos elaborados que se comercializan en el país. Y en todos los que participa es el número uno. En la mayoría de los casos alcanzó esa posición de privilegio comprando las fábricas de sus competidores. En 2007 adquirió la empresa Virgilio Manera, que hasta ese momento lideraba el mercado de pastas secas, y el Grupo Estrella, que produce la yerba de mayor venta, Cruz Malta, y el arroz líder Gallo. El año pasado, Molinos ganó en el mercado local 107 millones de pesos, un 75 por ciento más que los 61 millones que había obtenido en 2006. La compañía de Pérez Companc maneja más del 50 por ciento de los mercados de sus principales productos. Pero el rubro en el que más avanzó es el de los congelados, concentrando el 89 por ciento de las ventas.

- Quickfood: Con sus marcas Paty y Quickfood maneja el 60 por ciento del mercado de hamburguesas. Esta posición dominante le permite vender una caja de 330 gramos de carne con 20 por ciento de grasa a 6 pesos. En su último balance, cerrado el 28 de febrero de 2008, correspondiente a un período de nueve meses, la compañía ganó 43 millones de pesos, un 64 por ciento más que en el balance anterior. Esa cifra significa una utilidad neta del 21 por ciento sobre ventas y un impresionante 40 por ciento sobre patrimonio neto. Si se toman los últimos 24 meses, Quickfood aumentó su patrimonio en un 72 por ciento.

- Arcor: Con sus marcas Arcor, Salsati y La Campagnola, la compañía alimentaria lidera el rubro de alimentos enlatados, como tomates al natural, arvejas, duraznos, atún y lentejas, entre otras. Con la compra de La Campagnola en 2006 también es la firma de mayor participación en mermeladas tradicionales y de bajas calorías. Además, con sus marcas Tofi, Cofler y Mentoplus, entre decenas, maneja cómodamente el mercado de las golosinas. También participa en el 47 por ciento de las ventas de helados de marca. La empresa se caracteriza por producir varios de sus insumos, como papel, cartón y plástico para envases. En 2007 obtuvo utilidades netas por 345 millones de pesos, un 40 por ciento más que los 247 millones que había ganado en 2006. Esa cifra significó un 11 por ciento sobre sus ventas y un 31 por ciento sobre su patrimonio neto.

- La Serenísima: El 70 por ciento de la leche que se consume en el país la vende la empresa de Mastellone. Además, la compañía es líder en manteca, crema y dulce de leche y segunda en el resto de los productos que fabrica. Junto con la cooperativa SanCor conforman el oligopolio que maneja los precios de los lácteos. La Serenísima arrastra un fuerte pasivo en moneda extranjera desde la década pasada, que le insume más de 50 millones de pesos anuales de intereses. En 2007 fueron 55 millones. Además, el año pasado perdió otros 22 millones de pesos por diferencia de cambio por sus deudas en euros. A pesar de estos pasivos, gracias a los fuertes aumentos que aplicó a los precios de sus productos, pasó de perder 20 millones en el 2006 a ganar 3,5 millones en 2007.

- Ledesma: Con una producción de 330 mil toneladas anuales, la compañía jujeña es la líder histórica del mercado azucarero. Además de la venta directa de azúcar, provee a las industrias de lácteos, bebidas gaseosas, galletitas, chocolates, dulces, caramelos y otras. El último balance anual de Ledesma cerró el 31 de mayo de 2007. A diferencia de la mayoría de los comodities, en el mercado internacional el precio del azúcar en ese período bajó un 38 por ciento. A pesar de eso, en el mercado interno la compañía subió sus precios un promedio de un 10 por ciento. De esa manera consiguió ganar en 12 meses 84,7 millones de pesos, un 7 por ciento más que en el ejercicio anterior.

- Colorín: La compañía que lidera el mercado de pintura no deja de batir records de utilidades. En el balance cerrado en septiembre de 2007, computó ganancias en un período de nueve meses por 8,2 millones de pesos. Esa cifra es un 112 por ciento más alta que el resultado del ejercicio anterior. Así Colorín incrementó su patrimonio en un 45 por ciento en un año. En los últimos tres años la compañía aumentó su patrimonio en un 490 por ciento.

- Loma Negra: La cementera adquirida recientemente por el grupo brasileño Camargo Correa cerró su último balance anual el 31 de agosto de 2007. En esos 12 meses aumentó sus despachos en un 8 por ciento con respecto al ejercicio anterior. Sin embargo, debido al fuerte incremento que aplicó al precio de sus productos, elevó sus utilidades en un 95 por ciento: pasó de ganar 91 millones de pesos en el balance cerrado en 2006 a 177 millones en el citado ejercicio.

- Aluar: El balance anual cerrado por la compañía el 30 de junio de 2007 dice textualmente: “La producción total de aluminio en el ejercicio económico que se reseña fue de 270.647 toneladas, volumen que es similar al obtenido en el ejercicio anterior y representa una utilización de la capacidad instalada del 97,6 por ciento. Las ventas totales de la compañía alcanzaron a 285.033 toneladas, volumen que superó en un 9,1 por ciento al de ejercicio previo al comentado”. Pese al estancamiento de la producción y el escaso aumento de las ventas, Aluar aumentó sus utilidades en un 42 por ciento. La compañía produce insumos de uso difundido, como aluminio para la construcción, el sector automotor, los envases para alimentos y varios rubros de la actividad económica.

LOS MONOPOLIOS DE LA COMPRA

Qué es el monopsonio



Por Roberto Navarro

La mayor parte de los bienes de consumo masivo los producen empresas que ejercen posición dominante en el mercado.

Y la mayoría de esos productos luego son comercializados por un pequeño grupo de supermercados e hipermercados que conforman lo que se llama un monopsonio. Funcionan como un oligopolio, pero en este caso de compras.

Cualquier empresa que quiera tener una fuerte presencia en el mercado debe caer inevitablemente en ellas.

Por eso también son formadoras de precios y están siendo corresponsables del actual proceso de aceleración de los precios.

Según un amplio muestreo realizado por la Consultora Equis sobre una de las principales cadenas, ésta aplicó aumentos entre julio de 2007 y marzo de 2008 del 81 por ciento en mandarinas, 100 por ciento en arvejas enlatadas, 158 por ciento en harinas y 191 por ciento en dulce de batata. Página/12 pudo constatar con fuentes del Mercado Central y de distribuidores mayoristas de alimentos que estos incrementos duplican y en algún caso hasta triplican las subas de costos del período observado por la consultora de Artemio López.

En los últimos nueve meses esa cadena aumentó un 63 por ciento la soda, un 64 por ciento la lechuga, un 66 por ciento las galletitas saladas y un 67 por ciento la cebolla. Sin embargo, su participación en el mercado viene creciendo notablemente desde el año 2002 y su posicionamiento creciente es casi exclusivamente motorizado por el mejor precio final en góndolas: por esa razón fue elegida para realizar el muestreo.

Las seis primeras cadenas manejan el 85 por ciento de las ventas de los supermercados. Y estas grandes superficies comercializan el 60 por ciento de los alimentos.

Esa actividad está liderada por la multinacional francesa Carrefour, que participa con el 29 por ciento del mercado, que además de locales propios explota las tiendas de descuento Día y la cadena de supermercados Norte, en proceso de reconversión a Carrefour Express. Le sigue el grupo de origen chileno Cencosud, con el 21 por ciento de participación, que opera la cadena Jumbo y en 2005 pagó 260 millones de dólares a la holandesa Ahold por la cadena Disco y su controlada Plaza Vea. El tercer puesto, con una participación del 18 por ciento, lo ocupa la cadena Coto, de capitales argentinos, seguido por la francesa Casino, con el 7 por ciento del mercado y la cadena local La Anónima, con otro 7 por ciento. Finalmente, la estadounidense Wal-Mart está en sexto lugar, con un 5 por ciento del mercado.

El informe de Artemio López toma productos de alto impacto en la canasta básica, como los fideos, que aumentaron un 40 por ciento en nueve meses, el asado, que subió un 42 por ciento, la nalga, un 46 por ciento, y la papa, un 62 por ciento. Si se anualizan estos aumentos y se realiza el índice de la canasta básica basándose en ellos, se puede tener una interesante estimación de la influencia de los supermercados en el actual proceso inflacionario.