sábado, 14 de junio de 2008

HISTORIA, MEMORIA Y POLÍTICA: PATRICIA BULLRICH CON MANOS TEÑIDAS DE SANGRE EN FUNCIÓN DE GOBIERNO- 2001-

HISTORIA, MEMORIA Y POLÍTICA: PATRICIA BULLRICH CON MANOS TEÑIDAS DE SANGRE EN FUNCIÓN DE GOBIERNO- 2001-

“Entre la ruta y el barrio”


Maristella Svampa-Sebastián Pereyra

Capítulo 2 – “Los actores en escenas: las organizaciones piqueteras como actor político”.- Pag. 77 y siguientes.-

”Desde principios de 2001, se produjeron varios cambios de gabinete que modificaron sustancialmente la relación de fuerzas en la conflictiva interna del gobierno de la Alianza.

Los Ministerios de Interior y Trabajo (Patricia Bullrich) son los que toman partido en un nuevo intento del gobierno de “mejorar su performance” en relación con el conflicto social.

En primer lugar, el Ministerio de Trabajo había lanzado un reenpadronamiento de los beneficiarios de los planes tendientes a depurar los padrones de militantes políticos. A la par, se sostenía públicamente que se había terminado definitivamente el mecanismo de negociación en los cortes de rutas, ya no “volverían a negociarse planes Trabajar a cambio de liberar las rutas.

En enero de 2001, la ministra Patricia Bullrich, que tenía un encono particular contra los dirigentes de La Matanza, había comenzado “alertando sobre la utilización política de los planes y denuncia a los dirigentes piqueteros por extorsión y amenazas agravadas. (Diario La Nación).

Se oficializaba entonces la “estrategia del desgaste”. Al mismo tiempo al Ministerio del Interior -Ramón Mestre- le tocaba “denunciar la presencia de activistas de izquierda y agitar los fantasmas de los 70, asegurando que “la convergencia de grupos radicalizados, infiltrados entre los pobladores de los barrios, podía reavivar focos de subversión armada” (La Nación, 13 de abril de 2001).

El gobierno intentaba el doble objetivo ambicioso de, por un lado, aislar a los diversos agrupamientos piqueteros de General Mosconi, y de Salta en general; agrupamientos éstos que por entonces no tenían nombre ni forma y que resultaban más combativos y menos controlables. Por otro lado, intentaba poner en caja a los sectores de La Matanza que –con nombres y referentes claros – no cesaban de incrementar sus reclamos y su confrontación con el gobierno.

En ese contexto se realizan los cortes de Febrero de 2001, los cuales igualmente coordinados con la zona sur se mostraron incompetentes para hacer frente al embate. El gobierno parecía entonces recompuesto y ofrecía una imagen muy diferente de la disposición a negociar que encontraron los cortes de noviembre del 2000.

Los cortes de febrero, si bien aun más masivos que los anteriores, no conseguirían forzar un espacio de negociación y se levantarían luego de varios días de permanencia en la ruta. En el caso de La Matanza, la reacción frente a esa derrota sería la convocatoria a un encuentro de organizaciones a realizarse en marzo 2001.

Finalmente, un nuevo corte de diecisiete días en mayo aseguró la continuidad de los planes asistenciales en La Matanza, lo que dejó espacio para la recomposición de las organizaciones en esa zona.

Ese corte resultó muy exitoso para las organizaciones piqueteras de esa localidad, tanto por el volumen de planes obtenidos, cuanto por que se había logrado que el gobierno reconociera la legitimidad de los reclamos y que incluso el gobierno provincial comenzara a rever los procesos judiciales a militantes. ( Gobierno de la Prov. de Bs. As. Eduardo Duhalde).

“Los piqueteros firmaron el acuerdo por 7.500 planes trabajar” (La Nación, 23 de mayo 2001).

Hay que insistir una vez más en que este triunfo posicionó definitivamente a las figuras de D´Elía y Alderete como referentes en la política nacional. A partir de ese momento los piqueteros tendrían propia voz – y también portavoces muy claros – en los medios de comunicación.

Precisamente luego de ese exitoso reposicionamiento, una vez más se haría explícita la asincronía entre los grupos de La Matanza y la movilización en el interior del país que irrumpía nuevamente, modificando la situación de la “cuestión piquetero” en la escena política nacional.

El 17 de junio la Gendarmería reprimió otro prolongado corte en General Mosconi, lo cual generó – en contra de las previsiones del gobierno – un nuevo levantamiento del pueblo en la zona y durísimos enfrentamientos que culminaron con más muertos y heridos, y la detención de varios militantes con el sitio de la ciudad.

Desde ese día, todas las organizaciones piqueteras que habían desarrollado vínculos con la experiencia de Mosconi comenzaron a motorizar movilizaciones y planes de lucha para repudiar la represión y para pedir la liberación de los detenidos, y el retiro de los gendarmes de la ciudad.

En los últimos días de junio, acciones coordinadas de varias organizaciones piqueteras generaron un “estado de movilización general” que impactó fuertemente en la opinión pública y que obligó nuevamente al gobierno a cambiar su estrategia respecto del caso Mosconi.

La línea dura del gobierno sostenida por los Ministerios del Interior (Ramón Mestre) y Trabajo (Patricia Bullrich) se había impuesto propugnando la intervención de la Gendarmería para despejar la ruta 34 en el norte de Salta. La violentísima represión se encontró nuevamente con la movilización general de la comunidad de Mosconi, que respaldó a los piqueteros e impidió con asambleas y acampes que la Gendarmería y la Policía tomaran la ciudad.

El sitio de Mosconi se extendió durante varios días, hasta que el gobierno, frente a la intransigencia de la comunidad y a la multiplicación de medidas de acción directa en todo el país, decidió hacer lugar a la propuesta DEL ALA BLANDA encabezada por entonces ministro de Desarrollo Social Juan Pablo Cafiero, quien viajó a Mosconi y abrió personalmente el espacio para negociaciones que descomprimieran la situación.

Esos últimos meses mostraron la potencialidad que tenía como actor político el movimiento piquetero. No resultó extraño, entonces, que varias organizaciones percibieran que había llegado el momento de lanzar una “cumbre piquetero” que permitiera, por un lado, resolver las asincronías que se presentaban entre las distintas agrupaciones, y por otro, lograr consolidar la presencia nacional y la incidencia política de un movimiento piquetero unificado. Tal es así que una vez ganada la batalla, el 8 de julio –aprovechando todavía los ecos de la confrontación triunfante – se hizo pública la convocatoria a la Primera Asamblea Nacional Piquetera que se realizaría dieciséis días más tarde en San Justo (Provincia de Buenos Aires).

Hasta aquí llegamos con la cita del libro “Entre la Ruta y el Barrio” – "La experiencia de las organizaciones piqueteras".


Por estos días de Junio del 2008, a muchos argentinos pareciera que se han borrado de la memoria sucesos históricos ocurridos no hace mucho tiempo.

No debe extrañarnos que este olvido ocurra. Debe si preocuparnos que ocurra, y se reitere decenas de veces en nuestra historia, aún en la reciente.

Los grupos actores principales en la ejecución cotidiana del capitalismo neoliberal, y post-neoliberal, día tras día ponen a trabajar sus medios de trituración masiva de la memoria histórico-política de los pueblos, eliminan los relatos que podrían traerla a la conciencia, y pacientemente tejen una trama de captura y mutación de significados, así como de símbolos, que construyen la presencia de esa memoria.

Por estas razones es que debemos librar una tarea cotidiana para retornar a sus significaciones originales, las mil y una palabras que han sido vaciadas de valor y significado por profesionales y técnicos de la propaganda permanente.

BIBLIOTECA PACO URONDO