domingo, 20 de julio de 2008

La Biblioteca Paco Urondo presenta una serie de reflexiones, trabajos, puntos de vistas, críticas, serenas y fundadas, para comprender "la crisis 125"



Aerolíneas, la historia vuelve a repetirse...

El Gobierno designó como gerente general a Julio Alak, hasta ahora director en representación del Estado. La Secretaría de Transporte trabaja en un plan de emergencia para que la compañía pueda seguir operando.



Reflexiones críticas de la Biblioteca Paco Urondo: Julio Alak, puede ser el nuevo Urquía, el mismo Lole, y tantos otr@s impresentables que eligio Nestor Kirchner como aliados para construir el "polo capitalista nacional", y con quienes tan mal le fué.- Este ex-intendente de la ciudad de La Plata, por 16 años consecutivos, y presentándose para una nueva recontra-reelección, apoyado abiertamente por el entonces presidente de los argentinos, fué totalmente repudiado por la ciudadanía platense, con el 80% de los votos en contra. Es como político y como persona, una persona que goza del peor de los conceptos en su ciudad, y de quien se tiene plena certeza que usó el poder del estado, para realizar sus negocios personales y los de sus amigos; o sea, hizo lo propio que enseña la teoría del capitalismo neoliberal: poner al estado en función de sus negocios privados. Llama la atención, que repudiado como fué, por la amplísima mayoría de los platenses, Nestor Kirchner "ningunée" al pueblo, y lo premie, obstinadamente, con una gerencia de una aerolíneas que es un emblema para los argentinos, pero que también es un ícono de las formas espuerias con que el capitalismo neoliberal de entonces, tomó para la empresa privada, y luego, de la mano de nuestros "hermanos españoles", la fundió, para rabia de nuestro pueblo. ¿serán estas formas de proceder, que muchos rechazan de nuestro presidente, y que tanto daño nos hicieron en el manejo de la lucha contra la nueva oleada de corporativistas privatizados (llamados "el campo") que en esta pulseada, nos doblaron el brazo para intentar regular de alguna tímida forma, mediante la intervención del estado, este campo minado de "privatización infinita" que nos dejó el capitalismo neoliberal? (B.P.U.)



Por Cledis Candelaresi

De algún modo, la historia vuelve a repetirse. Como con el Correo Argentino o con Aguas Argentinas, el Estado acude al auxilio de un servicio público degradado por la de-sinversión de las adjudicatarias privadas. Macri-Galicia con el servicio postal, Suez, con el de agua y cloacas. Ahora Marsans.

Por la falta de pago a proveedores, en los vuelos internacionales de Aerolíneas Argentinas durante los últimos tiempos suele escasear papel higiénico, azúcar o videos. Pruebas anecdóticas de una crisis que el Estado se ve conminado a superar para garantizar la operatividad de la línea de bandera. Con ese fin, Planificación trabajará durante el fin de semana en un plan operativo de emergencia, sabiendo que cualquiera sea la variante implicará aportar decenas de millones de pesos. El lunes se formalizará en la Casa Rosada el acuerdo con el socio privado para definir en sesenta días los términos de la recompra de acciones que permitan renacionalizarla. Julio Alak, el ex intendente de La Plata y director estatal en la privatizada, fue confirmado ayer como nuevo gerente general.

La transición de sesenta días para que Aerolíneas vuelva a manos del Estado recién empieza. Pero ayer Ricardo Jaime puso literalmente un primer pie en la empresa operada por los españoles de Marsans, ahora en retirada, para reunirse en el noveno piso de la torre de Bouchard con el cuerpo gerencial privado, Alak en su nuevo rol y escoltado por Vilma Castillo, la otra delegada pública en la empresa. La tarea conjunta seguirá durante el fin de semana para tratar de bosquejar un plan de inyección de fondos que garantice la operatividad de la compañía, en estado crítico.

Casi la mitad de la flota de Aerolíneas y Austral está en tierra, en menor medida por paradas técnicas de rutina, pero en gran parte por la carencia de repuestos vitales. Fue el Estado el que se hizo cargo del último pago de salarios y de la cuota a los leasors, aporte que seguirá haciendo. Ese deterioro económico-financiero tiene impacto en la degradación del servicio. Hace tiempo que la empresa está excluida del clearing internacional, por lo que ante un problema en un vuelo al exterior sus pasajeros no pueden ser derivados a otras compañías aéreas a través del habitual mecanismo de “trueque”, sino sólo oblando cash a las competidoras. Otros datos ilustrativos del derrape a remontar.

Bajo el comando de Alak, los tres gestores estatales convivirán durante esta transición con otros dos designados por el accionista y con el propio directorio privado. Saben que no será fácil intentar, simultáneamente, revitalizar rápido la compañía y sellar un acuerdo que permita a los españoles retirarse con dignidad y al Estado acotar el costo de la operación. Durante dos meses tendrán que ponerse de acuerdo con los accionistas de Marsans acerca de cuánto valen Aerolíneas Argentinas y Austral, valor en el que tallará el abultado pasivo que pesa sobre ellas.

“Es una operación mercantil”, insistió ayer desde Madrid el vocero de Marsans, tal como habían subrayado el día anterior, cuando el secretario de Transporte anunció el acuerdo con el accionista privado para realizar la cesión de acciones. Uno y otros dejan en claro que no es una toma compulsiva –como se hubiera producido a través de una ley–, sino una recompra de los títulos de propiedad, por los que el Estado pagará. Cuándo y de qué forma, deberá definirse en este lapso.

En parte, ese pago bien podría instrumentarse a través de la capitalización de una deuda que el Estado ya tiene a su favor. Por el resto, tendrá que desembolsar dinero. Esto, siempre y cuando las partes se pongan de acuerdo sobre cuánto valen Aerolíneas y Austral, que en conjunto operan más del 80 por ciento de las rutas domésticas.

Lo paradójico es que la debacle de las líneas aéreas tiene lugar en un buen momento para el mercado aerocomercial argentino, donde hasta las proyecciones de proveedores como Air Bus indican que la venta de pasajes seguirá creciendo a tasas notoriamente altas y, por lo tanto, será imprescindible que las operadoras domésticas incrementen flota. A esto se suma un marco económico más atractivo para la explotación del cabotaje, por las últimas recomposiciones tarifarias autorizadas por el Gobierno, las desgravaciones dispuestas en un proyecto de ley y el subsidio al combustible: por éste, la mitad del precio de la nafta aérea es cubierto con recursos públicos.

De algún modo, la historia vuelve a repetirse. Como con el Correo Argentino o con Aguas Argentinas, el Estado acude al auxilio de un servicio público degradado por la de-sinversión de las adjudicatarias privadas. Macri-Galicia con el servicio postal, Suez, con el de agua y cloacas. Ahora Marsans.

Violento derechazo al mentón, pero sigue la pelea



Quizá el análisis del rechazo en el Senado del importante proyecto envíado por el Poder Ejecutivo por aumentar las retenciones a la exportación de ciertos granos, pareciera prematuro, pero los datos para la opinión se fueron acumulando durante los ciento cincuenta días del conflicto. Del 11 de marzo del 2008 fecha en la cual por una disposición difundida como ‘la 125’, las retenciones subieron del 35% del valor de los embarques al 44%, además la imposición sería móvil y subiría según el precio internacional de los granos en cuestión, así que la reacción contraria en el ambiente ruralista fue inmediata. Un despliegue de poderío organizativo y mediático que aunque resultara sospechoso de otras ambiciones, determinó que luego de tres meses verse apremiado por cortes de ruta, parciales desabastecimientos y otras movidas desestabilizadoras de la República, el Ejecutivo encabezado por Cristina Kirchner dispuso elevar el asunto al Congreso Nacional para su tratamiento. Eso y a pesar de los atributos constitucionales y jurídicos que lo habilitaban a subir las retenciones, fue una aceptación haber equivocado el camino político a seguir y al menos, que actuara como si desconociera cuál era el enemigo a enfrentar. Vale decir, nada menos que los dueños de la tierra en Argentina, el sector más retrógrado y autoritario de todo el tejido social argentino, donde conviven no sólo quienes se oponen a una distribución más humanitaria de la riqueza sino de todo lo que tienda a fortalecer un Estado Nacional que atienda en serio las desigualdades y estructurales y profundas que existen en la Argentina desde siempre. Ese sector hoy suma al más acendrado reaccionarismo medieval con sus estructuras centenarias más los nuevos personajes enriquecidos por la renta financiera de últimas décadas, y no sólo se empeña en desprestigiar y combatir el natural progresismo distributivo que surge de cualquier sociedad industrializada, sino que sin ninguna duda ni pudor, diría el bueno de Julio Cortázar, ‘insiste en retraer el reloj de la historia al año anterior de la Revolución Francesa’.

Así las cosas y hoy, al margen que ya existen otros proyectos sobre las retenciones a las exportaciones, cuyo incremento llegó para quedarse, ver propuesta Reuteman, en días más o menos la Resolución 125 deberá ser derogada por invalidarla el mismo rechazo de la totalidad del proyecto. Como también quedarán sin efecto los reintegros que se darían a los pequeños y medianos productores y otras modificaciones agregadas por los diputados oportunamente. Por ahora, todo hibernará hasta una nueva ley que entendemos, no fácilmente será consensuada como muchos optimistas creen en tanto los ruralistas y sus asociados llegaron a esta instancia confusa con un plan mucho más ambicioso y perverso. Desarmar en lo posible la capacidad del Estado Nacional para controlar y reasignar los ingresos, reclamando un nuevo Pacto Federal que ellos mismo redactarían y harían cumplir; palabras certeras de sus mismo dirigentes, que apuntaría al uso de los recursos que otorgan los derechos constitucionales al Poder Ejecutivo en último caso, a los erarios provinciales. Una aspiración algo desencaminada al menos en cualquir Estado moderno que se estime en el mundo.

Pero mucho de esto acontece porque acaso el mismo gobierno haya perdido de vista los recursos tradicionales de recaudación que mantiene en su poder. Por ejemplo, si dinamizara modernamente y en serio los mecanismos de cobro de la Agencia Fiscal de Ingresos Públicos, las direcciones de provinciales que desatienden el cobro los impuestos inmobiliarios, - hoy tan fáciles de estimar con las aero fotogrametrías que abundan en Internet- y dando los avales y recursos técnicos a la Oficina de Control Comercial Agropecuaria, podría recuperar muchos de los millones de dólares que tradicionalmente son evadidos por ‘la gente del campo’ y financistas circundantes. Después de todo y sin abundar en muchísimo otros datos, un dirigente de la Asociación Agraria de Entre Ríos acaba de ser penado con dos años de prisión condicional por reiteradas evasiones impositivas. Nadie piensa que ha de ser el único y eso, por algo será.

Eduardo Pérsico. Escritor, nació en Banfield y vive en Lanús, Buenos Aires.


Las comillas y la (re) vuelta de las palabras

Más aportes de John Berger para diferenciar la anestesia de la sangre en las venas. Las palabras que fueron y ahora vuelven. Y la calle, ese escenario natural de la política, ganado por quienes siempre han salido a gritar lo que haga falta, y quienes, despedidos desde sus mundos privados, debutan electrizados.

Por Por Mariana Moyano

Cuando estuvo en el Senado, Javier González Fraga provocó extrañeza. Sus argumentos eran los de siempre, los que en los ‘90 habían ganado terreno y se habían impuesto en el sentido común de la mano de esas palabras tramposas que significan más por lo que esconden que por lo que dicen. Habló de inversión y de racionalidad, dos banderas detrás de las cuales se ocultaba aquella intención de “achicar el Estado para agrandar la Nación”.

Llamó la atención su discurso porque se siente otro clima de época. Embanderarse en los modos de decir de los noventa ya no pasa inadvertido: ha comenzado a fortalecerse una manera de decir que le pelea al discurso único de esos años y esa “batalla” la protagonizan en las calles personas de carne y hueso que salen más por lo que sienten que sucede que por la certeza de lo que pasa.

El escritor John Berger (citado en “Banderas”, la contratapa de Sandra Russo que publicó este diario el último sábado) no está en las calles de la Argentina actual, pero recorre los ánimos de estos días y “Banderas” lo trae a cuento. A mí también me gusta Berger. El no lo sabe, pero me ha permitido crear una cofradía con personas que quiero y admiro mucho. Eduardo Grüner es una de ellas. Digo cofradía por la fraternidad, pero también porque esa palabra encierra la noción de supuestos compartidos y no dichos que me lleva a la idea de cierto secreto. No es como con esos best sellers de los que te ves obligada a escuchar hablar. Cuando salen sus libros uno tiene que salir a buscar con quién conversar sobre ellos.

Y con “Banderas” me acordé –era inevitable– de dos de mis preferidos: King y G.. ¿Qué se puede decir de un libro “escrito desde” la mirada de un perro y de un autor que decide darle su voz al canino y encima no firma para no opacar al animal? Y G., bueno, en este momento en que se juega todo, incluso el rol de las mujeres en la política, es un texto obligado. Dice Berger precisamente en G.: “Lo extraño de los sueños no es lo que sucede en ellos, sino lo que uno siente en ellos. En los sueños se dan categorías nuevas de emoción. En todos los sueños, incluso en los malos, hay una sensación de resolución inminente que uno apenas experimenta en la vigilia”. Y algo de eso ocurre en estos días: no es tanto lo que está ocurriendo, sino lo que uno siente que está ocurriendo Por estos días han (re) aparecido categorías nuevas de emoción, nos sentimos permanentemente al borde de resoluciones inminentes. Esa es, para mí, la diferencia entre pensar cosas interesantes y/o inteligentes y la política: cuando hay un vínculo profundo entre reflexión y acción la sangre burbujea distinto porque uno está sintiendo la intravenosa de lo político en todo el cuerpo.

Las miradas ya no son las mismas y la palabra sale sola porque empieza a tener otro valor. Estado le discute a racionalidad económica, y ya no pide permiso. Igualdad, solidaridad y justicia se le animan a esa inversión noventosa de la que se ha vuelto a hablar a propósito de Aerolíneas. En estos días, siento que les hemos empezado a devolver la dignidad a esas palabras. Se trata de términos no acabados. Son de esos en permanente estado de construcción. Activos, que dicen, que implican al que los nombra. Son palabras militantes. Son vocablos activistas. Y que están volviendo y en ese movimiento nos permiten sentir que algo está sucediendo.

“No tenemos que volver a regalar ni las ideas ni las calles”, dijo Kirchner en el encuentro del sábado con Carta Abierta, y si bien puede tener algo de arenga –lo que en sí mismo no está mal– esa frase encierra algo de autocrítica y de sacudón.

Hace un tiempo, una amiga muy enojada con el sentido común imperante me dijo: “¿Por qué? ¿Dónde está escrito que yo tengo que soportar en silencio en nombre de la tolerancia el fascismo del taxista y él no puede aguantar mi adhesión a las medidas del Gobierno?”. Y tenía razón. Puede ser una batalla perdida, pero en nombre del “no tiene sentido perder tiempo discutiendo” muchos primero se callaron, después se fueron a la casa y terminaron pensando que la política era una especie de ciencia dura que ocurría en los ministerios y en alguna legislatura provincial.

Ahora, uno siente que es distinto. Que las palabras y las ideas se nos atropellan en la garganta y cobran forma en la cabeza y en la calle. Y así como el peronismo de derecha se acicaló para salir a jugar, otros se despertaron de la siesta. Y con ésos es con quienes nos estamos encontrando en la calle para defender esas ideas que desde hace un rato largo venían pidiendo a gritos que dejáramos de rifarlas.

“De haber pertenecido a otra clase social –dice Berger en G.–, Léonie habría reaccionado de forma diferente. Su inmediata respuesta habría sido poner en entredicho el derecho del resto (...) a alzar la voz y molestarla. Pero para ella, tal como era su vida, una voz más alta era una señal de alarma, desde pequeña había aprendido que cuando alguien levanta la voz o desapareces o ya te puedes ir preparando para ser injustamente maltratado.”

Sucede –o uno siente que sucede– que las calles, las palabras y las ideas empezaron a entrelazarse y están –apenas, quizás; tímidamente, tal vez– (re) construyendo un territorio común en el cual levantar la voz no es ni patrimonio ni licencia sólo de algunos.

Esta vuelta del poder de ciertas palabras, de ciertas ideas, de la sensación de no tener ya que pedir permiso para defender en voz alta algunas convicciones hizo más evidente la obscenidad de ciertas coberturas. Fue notable y claro para quienes miramos con lupa la utilización que se hace en los medios de mecanismos y de palabras, pero también lo fue para muchos de los que nunca habían puesto atención a las rutinas periodísticas. Esto nuevo que se siente habilitó a que, en algunos oídos, el uso irreflexivo y naturalizado del término tregua sonara a ruido. Se habló de la “tregua” que “el campo” le daba al Gobierno, pero sin comillas, sin la intención de dar idea de textual. Se usó esta palabrita, así, en bruto, a secas, como propia. Y sabemos que las más de las veces los signos de la gramática nos permiten truquitos ideológicos, porque se meten por hendijas, se cuelan, se filtran. Y entre la cita textual y el uso de tregua sin comillas no hay sólo dos teclas: detrás de eso está o la convicción de que esto es una guerra o la naturalización igual de peligrosa de que todo da lo mismo.

Y, como dice Susan Sontag, “nosotros no estamos autorizados para defendernos de cualquier manera que se nos ocurra”... Y en cuanto a esa metáfora, la militar, yo diría, parafraseando a Lucrecio: devolvámosla a los que hacen la guerra....

LA PAGINA DE ANALISIS DE DISCURSOS

La calle

Por Sandra Russo

En un texto de la abogada Alicia Landaburu que habla sobre cómo la institución penitenciaria y el aparato judicial construyen la identidad de los procesados y condenados, leí esta semana un dato que me conmovió. Landaburu decía que en los informes ambientales hay dos datos muy importantes: el timbre y el buzón.

Naturalmente, la Justicia se asegura a través de esos datos de que el imputado es localizable y pasible de citaciones, pero ese dato también revela que hay un mundo público que se asegura la posibilidad de intervención en un mundo privado. Tanto el timbre como el buzón son las fronteras del mundo privado burgués que compartimos, y que tiene a la casa como centro de operaciones vitales y sociales del individuo.

Desacoplada, como se dice ahora, esa idea del mundo judicial, lo que nos queda es un dato que refuerza algo que es importante recordar en estos días, cuando el “ganar la calle” se ha vuelto un objetivo. Como individuos, ante determinadas coyunturas de la historia, somos completamente vulnerables. Esto es posible que los estén descubriendo e interpretando a su modo miles de personas que irán a la marcha del “campo”. Cuentan con un discurso hegemónico y privatizado que les endulza los oídos hablando de la virtud de la suma de individuos en pos de un “ideal”. Siempre me llaman la atención las caras arrobadas y en éxtasis de muchos concurrentes a las marchas del “campo”, especialmente las porteñas, que son las caceroleras. En rigor, ya me llamaron la atención en 2001, que fue cuando explotaron y se espectaculizaron. Muchas señoras que salían a golpear cacerolas lo hacían con un énfasis que hablaba en aquel momento de desesperación; en las últimas marchas, el componente emocional dominante fue la rabia.

Pero aunque están separadas por dos sentimientos muy diferentes, tanto entonces como ahora puede advertirse un goce en el “ganar la calle” de esos sectores que predominantemente nunca han participado de la vida pública de una manera militante o al menos, politizada. Y esto que comenzó con un “ganar las rutas”, incluye ahora a muchísima gente que no acostumbra a demandar ni a presionar colectivamente a un Poder. En consecuencia, esa gente descubre, cuando “gana la calle”, una parte de sí. La que queda del timbre y el buzón para afuera. Allí están los otros. Los que no son de la familia. Están las otras familias. Están los desconocidos que piensan lo mismo. Está la vida pública con el acceso libre para ser penetrada por miles de mundos privados mutados en conjunto.

En política, naturalmente, al menos en las democracias, aquí y en cualquier parte, la calle es el escenario natural. Los sectores militantes o gremiales y las organizaciones sociales, además de los “independientes” y la “gente suelta” con cierta conciencia política, lo saben y lo respetan. Sería ridículo que no lo hicieran.

Es previsible que la marcha del Congreso se pueble de organizaciones (y dada la confusión reinante no está de más aclarar que una organización es mucha gente organizada), militantes, independientes que respaldan al gobierno democrático y “gente suelta” que está harta de las presiones extorsivas. La marcha del “campo”, por su parte, pondrá en acción, mañana, a mucha gente que adhiere a sus reclamos pero que como plus tendrá una cuota dionisíaca de vida pública. Reaparecerá allí el goce de lo no frecuentado, el goce del timbre y el buzón traspasados.

MEDIOS Y COMUNICACION

Leyes necesarias

¿Qué entendemos por “libertad de expresión” y por dónde pasa? Desde muchos sentidos el enunciado se presenta por lo menos como insuficiente para contemplar la complejidad del debate actual sobre la comunicación. Más allá del derecho, uno de los problemas reales es quién controla los medios. La nueva norma que surja de la discusión parlamentaria deberá tomar en cuenta todo lo anterior y tendrá que ser acompañada por leyes democráticas que garanticen el ejercicio efectivo del derecho a la comunicación.

Por Analía Eliades *

En una entrevista realizada por Diego Martínez a Cecilia Medina Quiroga, presidenta de la Corte Interamericana de Derechos Humanos, publicada por PáginaI12 el pasado 1º de julio, la jueza afirmó que las cuestiones atinentes a la libertad de expresión constituyen la problemática que mayor preponderancia tiene en el sistema regional protectorio de los derechos humanos y que incluso son los casos que más llegan y por los que más se pide.

Sin duda, ese dato, no sólo desde el punto de vista cuantitativo, sino también fundamentalmente desde el cualitativo, constituye un parámetro para analizar el carácter democrático de los Estados que integran el sistema.

En este marco es necesario tener presente la importancia de los precedentes y aportes tanto en el derecho internacional como en el nacional que sienta la Corte Interamericana. Así, en la Opinión Consultiva 5/85 dicho órgano judicial ha dado directrices muy precisas sobre la amplia interpretación y el alcance de la libertad de expresión como piedra angular en la existencia misma de una sociedad democrática, indispensable para la formación de la opinión pública y condición para que la comunidad, a la hora de ejercer sus opciones, esté suficientemente informada; afirmando incluso que “una sociedad que no está bien informada no es plenamente libre”.

La sentencia pronunciada el pasado 2 de mayo por la Corte Interamericana en el caso Kimel vs. Argentina conlleva profundas implicancias para el derecho a la información. El caso del periodista Eduardo Kimel, como todos los que llegan a la instancia interamericana, tuvo un largo proceso en la Justicia argentina, que lo encontró responsable del delito de calumnias (definida como la falsa imputación de un delito que dé lugar a acción pública según el Art. 109 del Código Penal) y determinó una condena de un año de prisión y $ 20.000 de multa, por criticar en un libro la actuación del juez Guillermo Rivarola durante la investigación de la masacre de San Patricio, el asesinato de cinco religiosos palotinos ocurrido el 4 de julio de 1976. Absurda paradoja de un sistema judicial que sólo condenó a quien informó sobre un crimen aún impune.

La denuncia presentada el 6 de diciembre de 2000 por el Centro de Estudios Legales y Sociales (CELS) y el Centro por la Justicia y el Derecho Internacional (Cejil) ante la Comisión Interamericana de Derechos Humanos posibilitó la admisibilidad de la petición de Kimel y el 19 de abril de 2007 se presentó la demanda contra la República Argentina.

Muchos son los puntos a analizar en la reciente sentencia que exige al Estado argentino que deje sin efecto la condena por calumnias que se le impusiera al periodista; que se lo indemnice por el daño material e inmaterial que sufriera; que se publique la sentencia en un medio de circulación nacional; que realice un acto público en el que el Estado reitere su reconocimiento de responsabilidad internacional y que realice reformas legislativas en la materia.

Enorme expectativa presenta en el campo de la comunicación la intimación al Estado argentino para que modifique la legislación en materia de calumnias e injurias con el fin de evitar nuevas violaciones a la libertad de expresión. Además, este pronunciamiento impacta en los procesos de calumnias e injurias que se encuentran en trámite.

La “obligada” reforma se presenta también en un contexto particular, en el que justamente se está promoviendo el debate público por una nueva ley de radiodifusión, que reemplace la norma de la última dictadura militar y cuyos contenidos autoritarios y violatorios de la libertad de expresión siguen vigentes.

En este sentido, el sociólogo francés Dominique Wolton, quien fuera miembro de las tres comisiones gubernamentales de reforma de medios audiovisuales públicos en su país, ha dicho: “No hay libertad de prensa sin ley. La ley protege a los débiles y los periodistas son un eslabón débil de una larga cadena. La desregulación es lo contrario a la libertad”.

Obligación internacional, nacional, social: la necesidad de leyes democráticas que garanticen el ejercicio efectivo del derecho a la información constituye uno de los desafíos vitales de esta joven democracia a punto de cumplir 25 años.

* Docente e investigadora. Facultad de Periodismo y Comunicación Social UNLP.

MEDIOS Y COMUNICACION

¿Quién controla a los medios?

Por Roberto Follari *

La “nueva derecha” tiene mucho de derecha, pero nada de nuevo. Apela a nombres tristemente conocidos, como los de Reutemann, De la Sota o Barrionuevo, en el peronismo; fuera del mismo, es variopinta y confusa, como para mezclar a Macri, Carrió, De Angeli y Estenssoro, entre otros..., lo curioso es la forma en que la mayoría de los medios masivos promocionan y celebran a este conglomerado al que sólo lo une el oponerse al Gobierno, y que carece de cualquier norte que no sea la descalificación de las actuales autoridades.

Basta distanciarse del Gobierno para pasar –en un acto mágico de esos que sólo la televisión puede obrar– de la denostación al encendido elogio. Cobos –que no es antigobierno ni es de derecha– era cuidadosamente silenciado por los medios, hasta que tomó alguna distancia respecto de los Kirchner; ello bastó para catapultarlo a tapas de diarios y minutos de primeros planos de pantalla; en Mendoza, quienes lo han calumniado minuciosamente durante años en periódicos locales se han vuelto efímeros y oportunistas “admiradores” del vicepresidente. Los malos de ayer se vuelven grotescamente buenos en un solo acto; así, Schiaretti pasó de un dudoso proceso electoral a ser un “honesto defensor de su provincia”; Reutemann, de mostrarse incapaz frente a la inundación de Santa Fe y “borrarse” por no estar a la altura de la candidatura que le ofreciera Duhalde en el 2002, a ser considerado un gran operador de opciones en el Senado; De la Sota, del paso oscuro por la gobernación de su provincia, el “regalo” desastroso de Kammerath como intendente de la capital cordobesa, o el triste 5 por ciento que medía como precandidato presidencial, a ser una “expectable figura alternativa del justicialismo”. Y ahora, estamos ante el paroxismo: Barrionuevo el impresentable, aquel del “dejemos de robar por dos años” o “la plata no se hace trabajando”, se convierte en el adalid de una supuesta CGT alternativa, ciertamente irrepresentativa y frágil, pero destacada por esos medios tan volubles.

¿Qué hacer frente al comportamiento obsceno, grosero e incalificable que la mayoría de los medios masivos ha asumido frente al conflicto planteado por los patrones del campo? Los comportamientos diferenciales de algunos pocos medios sirven como contraste de la amplia gama hegemónica, donde hasta se ha pretendido imponer el nombre de “guerra gaucha” a la insurrección antiinstitucional de la pampa gringa.

Se requieren remedios claros y eficaces. En nombre de la libertad de expresión no pueden seguir imponiéndonos la esclavitud de recepción. El monopolio tergiversado de la palabra y la imagen públicas no puede seguir existiendo, es contrario a todo derecho.

Por ello, la nueva ley relativa a medios (que no sólo a “radiodifusión”, como se la suele llamar en relación con la lamentable norma vigente), deberá incluir –como bien se ha propuesto– una rotunda prohibición de sostener propiedad simultánea de medios gráficos y electrónicos, a la vez que debiera poner límites a la propiedad dentro de cada una de estas categorías, ya que tenemos monopolios internos a lo gráfico, y también a lo radial y televisivo.

Habrá que agregar la exigencia de federalización de los mensajes emitidos, en cuanto a su origen y producción. Y un punto decisivo: habrá que institucionalizar observatorios públicos –pero no estatales–, realizados con personas intachables de la sociedad civil, para que emitan dictámenes semanales sobre los medios, y que los mismos puedan leerse en un periódico financiado a nivel gubernamental, que sea de acceso gratuito a la población. Además de que tales dictámenes fueran de publicación estrictamente obligatoria para todos los medios de propiedad privada.

Que nadie pretenda que con ello se afecta la libertad de expresión. Cada medio podrá seguir emitiendo lo que quiera, sólo que habrá también quien pueda hablar sobre lo que ellos publican. Pretender impedir esta última posibilidad sí que sería coartar la libertad de expresión: es llamativo que en nombre de la misma se pretenda impedir que otros se expresen.

* Director Maestría en Estudios Latinoamericanos, Universidad Nacional de Cuyo.

¿Cuál era el verdadero destino del dinero de las retenciones móviles?

La Arena


Con una suerte de confesión que sorprendió a todos el pasado viernes 4 de julio, en la Seccional UOM-Capital, Néstor Kirchner se preguntaba: 'Si se suspenden las retenciones '¿con qué vamos a pagar la obligaciones externas? ¿...con qué los hospitales y la salud?'. Con la votación en la madrugada del jueves en el Senado todo parece haber pasado a un segundo plano, sin embargo conviene fijar algunas precisiones.

Frente a los cuestionamientos que se le hicieran a la Resolución 125 que instituye las retenciones móviles, el gobierno fue ensayando distintas argumentaciones. Desde el inicio se señaló que eran para desacoplar los precios internos de los internacionales; luego para frenar la sojización del país o para financiar la distribución de la riqueza; forzado por la rebelión agraria que serían destinadas a la construcción de hospitales, centros de atención primaria y caminos rurales. Finalmente, cuando el conflicto ya se acercaba a los cien días, la sinceridad del ex presidente comenzó a despejar las dudas.

Desacople de precios y caja fiscal

Por su sola aplicación las retenciones tienden efectivamente a resguardar la capacidad adquisitiva de los ingresos populares en la medida que desafectan los precios del mercado local de los del mundial. Este fue el argumento principal junto con el de impulsar otros cultivos, complementariamente el proyecto derrotado, apenas mencionaba la creación de un fondo social, sin especificar demasiado.

Una visión alternativa permite detectar otros destinos. Es que la política de subsidios cruzados y el pago de los servicios de la deuda requieren mayor recaudación fiscal.

Las trasferencias por subsidios en el trimestre enero-marzo '08 insumieron más de 4.500 millones de dólares, un 130% mayor que en el mismo período del año pasado. En tanto que la deuda externa creció un 13.6% entre marzo/07 y marzo/08.

Dejaremos un análisis más detenido de los subsidios para otra columna, conviene ahora concentrarnos en la deuda, por algo el ex presidente la mencionó taxativamente.

Canje y nuevo endeudamiento


El canje de deuda que se concretó en los inicios de 2005 fue calificada como la más exitosa de la historia. No faltaban argumentos para ello. Se trataba de una deuda que al 31.12.04 alcanzaba un volumen, del orden de los 191.300 millones de dólares, el 134% del PBI nacional. De este total 81.800 millones estaban en default desde hacia 38 meses.

La crisis del 2001/2002 y el ajuste que la misma obligó a realizar a los gobiernos provisionales que se sucedieron creó las condiciones para recomponer la tasa de ganancia de empresarios y capitalistas, mientras que la administración kirchnerista impulsó las condiciones para que esas ganancias pudieran realizarse.

Se dio origen así a un ciclo expansivo de la economía que lleva ya seis años, con tasas de crecimiento del 8 y 9% anual. Sobre esta base material es que el gobierno nacional inició a fines del 2003 un largo y trabajoso proceso de negociación y salida del default parcial.

Un rápido repaso de las condiciones de la nueva deuda y de su evolución hasta hoy pueden resultar de mucha utilidad para entender las necesidades fiscales.

Deuda externa

Informes oficiales recientes dan cuenta que al 31.03.08 la deuda externa (pública y privada) ascendía a 127.3 millones de dólares, comparada con un año atrás, que era de 112.0 millones, la deuda creció en los últimos doce meses en 15.2 millones de dólares, un 13.6 por ciento.

De ese total unos 71.4 millones de dólares corresponden al Estado nacional, aún teniendo en cuenta que se canceló -en forma anticipada y sin necesidad alguna- toda la deuda con el FMI y que este monto no incluye lo adeudado a los bonistas que no aceptaron el canje, a la fecha unos 30.3 millones de dólares.

De acuerdo con una estadística del Indec, la deuda externa pasó en el sector público de 63.6 millones de dólares en marzo del año pasado a 67.9 en junio, 67.8 en septiembre, 70.8 en diciembre y 71.3 en marzo de este año. En tanto, en el sector privado (bancos y empresas)

la deuda externa en los mismos meses pasó de 48.3 a 50.8, 52.5, 53.0 y 55.9, totalizando 112 millones de dólares en marzo del año pasado, 118.7 en junio, 120.3 en septiembre, 123.9 en diciembre y 127.2 en marzo de este año.

Como puede verse, en el período analizado la deuda externa privada crece más que la del sector público.

Deuda pública total

Pero esta es la deuda externa propiamente dicha. Para ver el total del endeudamiento estatal hay que fijarse en la deuda pública. Esta tiene un componente externo -con los organismos financieros internacionales (BM, BID), por deudas bilaterales con países (Club de París), comerciales y bonos estatales- y un componente interno -bonos colocados en bancos y otras instituciones (ANSES, AFJP y Lotería Nacional).

A marzo de 2008 la deuda pública total llega a los 144.500 millones de dólares. Esta cifra incluye los 6.8 millones adeudados al Club de París, pero no lo adeudado a los acreedores que no ingresaron al canje.

Las condiciones del exitoso canje

El canje de deuda fue considerado muy exitoso por el Gobierno nacional ya que implicó una quita significativa, se concretó en un momento en que las tasas de interés internacionales eran excepcionalmente bajas y además se hizo a plazos muy extensos, algunos bonos llegan a los 45 años.

Los acreedores en cambio no se mostraron satisfechos, sobre todo porque consideraron excesiva y lesiva para sus intereses la quita del orden del 65 por ciento, la mayor obtenida por un país en cesación de pagos. Mayor aún que la lograda por países como Rusia y Ecuador. No obstante el 'enojo' el 76 por ciento de esos mismos acreedores respondieron masiva y positivamente al canje.

¿Cual fue la razón de esta respuesta positiva? Ni más ni menos que las condiciones de los nuevos bonos. Esas cláusulas son responsables de buena parte del nuevo endeudamiento del país.

Por un lado porque más del 40 por ciento de la deuda está constituida por bonos emitidos en pesos, que pagan una tasa de interés fija del 2 por ciento anual, pero el capital se ajusta por CER. Por otro lado porque buena parte de los bonos emitidos en moneda extranjera tienen sus cupones atados al crecimiento del PBI, esto adquiere relevancia en el cálculo de intereses porque como es conocido se ha crecido a tasas muy altas.

Se paga y sigue aumentando

Argentina está pagando puntualmente los intereses devengados, e incluso ha amortizado capital, sin embargo cuando esto no es posible, ya que supera la alícuota del superávit fiscal destinado a tal efecto, 2 por ciento del PBI, los intereses no pagados se capitalizan y los vencimientos de capital se refinancian. Así la deuda sigue creciendo.

Adicionalmente, como un 20% de la deuda está emitida en euros y yenes, que se están revalorizando frente al dólar, y el peso argentino esta atado al dólar y se desvaloriza con el, hay un ajuste técnico por diferencias de cambio que también incide en el aumento de la deuda.

Para una aproximación a la deuda pública total, a los 144.500 millones de dólares debieran sumarse 4.800 que estimativamente cuesta anualmente el ajuste del CER, y la parte de intereses que no se alcanzan a pagar. Si se tuviera en cuenta el monto de los acreedores que no ingresaron al canje, aún con una quita importante, la deuda total sería cercana a los 180.000 millones de dólares.

En el 2001, antes de la crisis, la relación deuda/PBI era del 54 por ciento, en el 2004 llegó al 130 por ciento, y en la actualidad (sin tener en cuenta la deuda que no ingresó al canje) es del 56 por ciento. Durante los último cinco años la economía creció más que la deuda, pero durante los últimos doce meses parece esta relación se está invirtiendo. La deuda crece más que el PBI, por lo que la relación comenzará también a crecer

Sinceramiento

Con la crisis de las sub-prime el financiamiento se ha encarecido y Argentina tiene hoy serias dificultades para conseguir financiamiento. Debe recurrir sistemáticamente a Venezuela a tasas de interés crecientes.

Así la deuda pública luego de un período de gracia resultado de la 'negociación más exitosa de la historia', como pasó con el Plan Brady y con el Megacanje, vuelve a estar en el centro de los problemas de la economía argentina.

En los próximos cuatro años los vencimientos de capital e intereses alcanzan los 52.000 millones de dólares, para hacer frente a esos pagos es que se busca subir al 4 por ciento el superávit fiscal.

Parte de las retenciones móviles a las exportaciones de granos y oleaginosas tenía como destino pagar deuda, así cobra sentido el sinceramiento del ex presidente. Como se dice en la jerga jurídica: a confesión de partes relevo de pruebas.

Eduardo Lucita es integrante del colectivo EDI-Economistas de Izquierda.