- Hay que comprender a fondo la identidad israelí y su odio inherente hacia cualquiera que no sea judío y en particular hacia los árabes. -
Traducido por: José Antonio Bautista García |
Crecí en Israel en la década de los 70. Las personas de mi generación son actualmente líderes políticos, económicos y culturales y dirigen el ejército. Nos entrenaron para creer que “el buen árabe es el árabe muerto”. Unas semanas antes de incorporarme a las IDF (Fuerzas de Defensa Israelíes en sus siglas en inglés) en la década de los 80, el General Rafael Eitan, Jefe del Estado Mayor en aquel momento, anunció que los “árabes eran cucarachas tóxicas aplastadas en una botella”. Se salió con la suya con el asesinato de varios miles de civiles libaneses en la Primera Guerra del Líbano. En pocas palabras: los israelíes logran salir airosos a pesar de los asesinatos.
Por suerte y por otras razones que aún no comprendo, en algún momento desperté de ese sueño hebreo letal. Dejé el estado judío, abandoné el odio judío y cualquier forma de política judía. Sin embargo, estoy absolutamente convencido de que es mi obligación primordial informar a cada persona dispuesta a escuchar sobre quienes estamos en contra.
Tal como el sionismo estuvo ahí para transformar a los judíos, “dándoles un estado propio” los hizo como cualquier otro pueblo, que fracasó miserablemente. La barbarie de Israel, tal y como hemos visto esta semana y en muchas otras ocasiones anteriores, está mucho más allá de la bestialidad. Es matar por matar, y esto es indiscriminado.
En occidente no muchos son conscientes de que el devastador hecho de matar árabes y palestinos es una “receta” eficaz de la política israelí. En realidad los israelíes son gente confundida. Por un lado insisten en que se les vea como una nación “en búsqueda del Shalom” [1]; por otro lado también les encanta ser dirigidos por políticos que poseen un asombroso registro de asesinatos ilegales. Tanto si es Sharon, Rabin, Begin, Shamir o Ben Gurion, los israelíes adoran a sus “líderes democráticamente elegidos” para que actúen como beligerantes halcones con las manos llenas de sangre y respaldados por un sólido historial de crímenes contra la humanidad.
Faltan unas semanas para las elecciones en Israel y parece que tanto Tzipi Livni (ministra de asuntos exteriores y candidata del partido Kadima) como Ehud Barak (ministro de defensa y candidato del Partido Laborista) están muy a la zaga del notorio candidato Hawk Benjamín “Bibi” Netanyahu (Likud, partido conservador). Livni y Barak necesitan su pequeña guerra. Necesitan demostrar a los israelíes que saben llevar a cabo masacres masivas.
Livni y Barak tienen que proporcionar a los votantes israelíes algunas exhibiciones reales de carnicerías devastadoras para dejar claro que pueden confiar en su liderazgo. Esta es su única oportunidad contra Netanyahu. Aparentemente Livni y Barak están tirando toneladas de bombas sobre los civiles palestinos, sus escuelas y hospitales pues esto es lo que los israelíes quieren ver.
Desgraciadamente los israelíes no son conocidos por su misericordia y su gracia. En vez de eso toman partido por las represalias y la venganza, se aplaude su ilimitada brutalidad. Cuando a Dan Halutz, ex comandante jefe de la fuerza aérea israelí, se le preguntó qué sentía al soltar una bomba sobre un barrio muy poblado de Gaza su respuesta fue breve y precisa: “se siente como un ligero bache en el ala derecha”. Las frías y mortales maneras de Dan Halutz fueron suficientes para asegurar su promoción poco después como Jefe de Estado Mayor de las IDF. Fue el general Halutz quien dirigió al ejército israelí hacia la segunda guerra del Líbano; fue este hombre quien perpetró la destrucción de la infraestructura libanesa y gran parte de Beirut.
Al parecer en la política israelí la sangre árabe se traduce en votos. Obviamente sería muy razonable imputar por esto a Livni, Barak y al actual Jefe de Estado Mayor de las IDF Ashkenazi por asesinato en primer grado, crímenes contra la humanidad y por la evidente violación de la Convención de Ginebra. Pero sería más inteligente tener en cuenta que Israel es una “democracia”. Livni, Barak y Ashkeknazi están dándole al pueblo israelí lo que quiere: se llama sangre árabe y debe venir en grandes cantidades. La práctica repetida de asesinatos conducida por los políticos israelíes refleja al pueblo israelí en su conjunto y no sólo a unos pocos políticos y generales. Se trata de una sociedad de bárbaros conducida políticamente por personas de inclinaciones letales y sedientos de sangre. No debería haber ningún error, no hay lugar para este tipo de personas en ningún país del mundo.
¿Por qué los israelíes son gente tan reacia a cualquier noción de humanismo? Los humanistas generosos e ingenuos argumentan que la Shoah [2] ha dejado una gran cicatriz en el alma de Israel. Esto puede explicar la obsesión de los israelíes por cultivar la memoria con el apoyo de sus hermanos y hermanas de la diáspora [3]. Los israelíes dicen “nunca más” y quieren decir que no vuelva a darse un episodio como el de Auschwitz, de manera que esto les permite castigar a los palestinos por los crímenes cometidos por los nazis. Debemos rechazar con realismo su argumento. Ahora empiezan a admitir que es muy posible que la brutalidad bestial de los israelíes sea porque sí, porque son así. Que va más allá de la racionalidad o cualquier otro análisis. Dicen “esto es lo que son los israelíes, no hay mucho que podamos hacer al respecto”. La realidad nos muestra que mediante asesinatos es como el israelí interpreta lo que significa ser judío. Es grave pero muchos de nosotros llegamos a admitir que no existe ninguna alternativa laico-judía que pueda reemplazar al sistema de valores hebreo basado en asesinar. El estado judío está ahí para demostrar que la autonomía nacional judía es un concepto inhumano.
Crecí en el Israel de después de 1967. Me crié en pleno momento de la mítica victoria de Israel, nos entrenaron para adorar al “israelí que dispara desde la cadera”, al pelotón comando que dispara su uzi automática hacia los árabes y vence a cuatro ejércitos en solo seis días.
He necesitado dos largas décadas para entender que el “israelí que dispara desde la cadera” fue el líder de la matanza indiscriminada. Barak fue uno de esos héroes de 1967, fue un maestro del asesinato indiscriminado. Al parecer, el gabinete israelí acaba de aprobar su plan para llevar a cabo la mayor incursión en Gaza desde 1967. Livni tiene mi edad más o menos. Como podemos ver en las noticias, ahora está acumulando los credenciales necesarios como asesina indiscriminada. Tanto Barak como Livni están llevando a cabo una campaña electoral en Israel con la masacre de Palestina. La sangre de los árabes y palestinos es el combustible de la política de Israel.
Tan solo quisiera sugerir a Livni y Barak que esto no les ayudará en las urnas. Netanyahu es un auténtico halcón. De ahí mi desprecio: él ni si quiera tiene que pretender ser un asesino, él aún tiene que llevar a Israel a una. Él probablemente entiende mejor que ellos dos lo que significa el poder de disuasión.
[1]No se debe confundir “Shalom” con “paz” o “salam”. Mientras que “paz” y “salam” hacen referencia a la reconciliación y el compromiso, “shalom” significa seguridad para el pueblo judío a costa de su entorno. (nota del autor)
[2] “Shoah” significa catástrofe y es la palabra con la que los judíos se refieren al Holocausto. (nota del traductor)
[3] La “diáspora” es la dispersión de grupos étnicos o religiosos que han abandonado su lugar de procedencia originaria y que se encuentran repartidos por el mundo. (nota del traductor)