domingo, 5 de abril de 2009

- Antigua historia de actualidad -

Antigua historia de actualidad

Por Susana Merino (*)


Rebanadas de Realidad - Buenos Aires, 05/04/09.- Hoy quiero contarles una historia que aunque antigua, (y talvez deba decir lamentablemente), no ha perdido actualidad. Es una historia verídica. Sucedió hace ya más de 50 años, 52 para ser exacta. Asistía en ese entonces como becaria a un curso sobre Vivienda de Interés Social en el CINVA (Centro Interamericano de Vivienda y Planeamiento) organismo de la OEA en Bogotá, Colombia y como parte del mismo, becarios de toda latinoamérica, desarrollamos una interesante experiencia en la ciudad de Cali, capital del departamento del Valle.

Cali es una ciudad ubicada en un fértil valle a orillas del río Cauca en uno de cuyos cerros inmediatos se hallaba el barrio llamado Siloé poblado. en ese momento, por unos 15 mil habitantes en su mayoría de extracción campesina en lo que comenzaba a ser uno de los primeros éxodos rurales hacia los centros urbanos, generados por el atractivo del incipiente desarrollo industrial y de la ya manifiesta violencia política de la región. Sus características eran similares a las de cualquier tradicional favela brasileña, terreno con fuertes pendientes, difícil acceso, alta densidad, hacinamiento poblacional, solo una parte de la población con acceso a la red de distribución de agua municipal, nada de cloacas, ni de recolección de residuos lo que sumado a las altas temperaturas generaban serios problemas ambientales cuya consecuencia inmediata eran los deficientes niveles de salud de su población.

Muy cerca de allí la Universidad del Valle disponía de un hospital al que en su casi totalidad acudía y talvez sigue acudiendo dicha comunidad. Esta circunstancia hizo que el Departamento de Medicina Preventiva y Salud Pública de su Facultad de Medicina en cooperación con la Fundación Rockefeller introdujera en la carrera de formación médica de los estudiantes un interesante programa de Medicina Preventiva en Grupos Familiares. Un programa cuyo objetivo principal era orientar la enseñanza médica de acuerdo con las necesidades de la comunidad e introducir de este modo en la formación del futuro profesional el conocimiento de las interrelaciones entre las condiciones físicas, biológicas, ambientales, familiares y sociales como factores que determinan la pérdida de la salud y son causa de las enfermedades más frecuentes en determinados ámbitos urbanos o periurbanos. El aprendizaje universitario incluía también la valoración del costo de los tratamientos de recuperación, la importancia de conservar la salud en individuos sanos y en definitiva sobre la necesidad de actuar sobre las malas condiciones de vida de los habitantes y no sobre sus consecuencias.

Se había comprobado fehacientemente que en los períodos estivales, sobre todo, muchos niños debían ser internados por enfermedades gastrointestinales, la mayor parte de origen hídrico, agravados por la malnutrición y las consiguientes bajas defensas, situaciones que se reiteraban una y otra vez porque una vez recuperados y al volver a sus condiciones habituales de vida, el problema volvía a producirse.

Para cumplir con los propósitos de formación médica antes mencionados a cada estudiante, a partir del segundo año, se le asignaba una familia a la que debía observar durantes toda su carrera médica con la supervisión del cuerpo docente, visitando y conociendo el ambiente en que vivía “su” familia, asistiendo a las consultas de sus miembros, junto a sus profesores en los aspectos clínicos o en las diferentes áreas especializadas y consultorios médicos del centro asistencial universitario.

De este modo se llegó a la conclusión de que sanar enfermos originados en deficientes condiciones ambientales y habitacionales requería ingentes inversiones hospitalarias y sobre todo constituía una rueda de nunca acabar que no resolvía el problema. Esta comprobación llevó a los directivos de la Facultad a buscar la manera de mejorar las condiciones de vida del barrio mediante un convenio con el CINVA, del que participamos los becarios y la Municipalidad de Cali.

De este modo y luego de un previo período de estudio de la comunidad en el que se comprobó cierta desconfianza por parte de los habitantes ante la insólita propuesta de que un equipo de becarios iba a ayudarles a resolver sus problemas pero también un alto grado de interés en mejorar su situación. Agravaba su desconfianza el hecho de que las autoridades llevaban años manteniéndolas en el olvido y haciendo caso omiso de sus permanentes pedidos.

El primer paso fue contactar a los funcionarios del municipio conocer sus planes e interesarlos en el proyecto para que una vez iniciado pudiera mantener continuidad. Luego se tomó contacto con los líderes espontáneos de la comunidad con el objeto de conocer cuales eran los problemas más sentidos por los habitantes del lugar. Sobre esa base y las propias observaciones del grupo multidisciplianrio que componíamos los becarios se realizaron diferentes evaluaciones y se establecieron las prioridades. Existían en el barrio una Sociedad del agua que había logrado construir un precario acueducto en la parte alta de la zona y una cooperativa de consumo de deficiente funcionamiento. A partir de esas bases se formaron comités de vecinos a los que se fue entrenando en diferentes actividades y con los que se fue logrando realizar no siempre pequeñas obras en diferentes sectores tales como el mejoramiento de la principal vía de acceso como proyecto piloto de demostración. Se trataba en realidad de un acceso de gran pendiente penosamente transitable solo en forma peatonal. La falta de canalizaciones y la erosión, en una zona de frecuentes y torrenciales lluvias, contribuían a convertirlo en una verdadera tortura humana.

El trabajo se encaró mediante el sistema de Ayuda Mutua en el que gracias a la inteligente labor de las trabajadoras sociales fue posible canalizar el compromiso de los vecinos hacia un trabajo comunitario o de “mingas” tradicional en las poblaciones rurales desarrollándose con mayor intensidad los sábados y domingos. Se contó también con la inestimable colaboración de la Municipalidad que contribuyó con maquinarias y equipos que de otro modo hubiera sido imposible conseguir.

El proyecto de demostración incluyó la realización de terrazas, escalonadas y gradas para el ascenso y descenso peatonal, la plantación de árboles, la colocación de césped, muros de contención, zanjas de desagüe, algunos tramos de alcantarillado, nuevos grifos de agua, un circuito vehicular para la recolección de basura, se mejoraron las viviendas y al mismo tiempo se desarrollaron cursos de adiestramiento sobre temas relacionados con los deshechos, la alimentación, el cuidado de la salud, etc. y se redactaron y distribuyeron cartillas para la reafirmación de dichos conocimientos.

De este modo y sin grandes inversiones se fue logrando mejorar las condiciones ambientales del lugar y emprender el desarrollo de una comunidad que de ese modo comenzó a lograr ciertas metas como el logro de una mayor confianza en sus propias capacidades, la recuperación del sentido de solidaridad que la vida urbana suele opacar, el mejoramiento inmediato de la habitabilidad de su propia vivienda y de su entorno. Su espíritu cívico y su sentido de cooperación fueron manifiestos y aunque el tiempo de nuestra permanencia allí fue escaso es probable que de haberse continuado el trabajo iniciado, no lo se, los objetivos de mejoramiento de la salud de sus habitantes se habrían concretado.

Esta historia viene a cuento porque esta mañana escuché con perplejidad que algunos políticos están descubriendo que las inhumanas condiciones de vida de muchos habitantes de las zonas periurbanas y rurales de nuestro país son el caldo de cultivo de enfermedades tán amenazantes como el dengue, la fiebre amarilla y ¿porqué no? de pronto nuevamente la malaria, para las que los servicios de salud requerirían enormes erogaciones en brotes epidémicos si se encararan en serio y que podrían prevenirse evitando además el costo de innumerables vidas humanas si los políticos de turno cumplieran con su deber y sus promesas electorales.

(*) Arquitecta, editora del informativo semanal "El Grano de Arena" de ATTAC Internacional.