DEMANDA DEL PARQUE AUTOMOTOR.
La sustitución de combustibles fósiles por biocombustibles obedece a la exigencia de las sociedades más industrializadas por no alterar su modo de vida.
Hoy en día existen más de 1 000 millones de automóviles
a nivel global, todos ellos consumen más
del 50% de la energía fósil producida en el mundo,
lo que hace del automóvil individual, el primer causante
del cambio climático.
Dadas las circunstancias actuales, es poco probable que la gente decida
abandonar su transporte personal, más aún si es
bien sabido que el número de autos aumenta cada
año en todo el mundo. Para enfrentar el calentamiento
global, se buscan soluciones técnicas a un
problema relacionado, sobre todo, con un estilo de
vida consumista, promocionado por quienes se benefician
con el uso masivo del carro individual y
de los combustibles que los hacen funcionar. En
tal contexto, en los últimos años se promociona el
uso de agrocombustibles o biocombustibles como
una alternativa a los combustibles fósiles, para así
enfrentar los problemas generados por el calentamiento
global.
Cambiar para que todo siga igual
Analicemos desde una visión práctica si
los agrocombustibles son una alternativa válida y
totalmente limpia, a la luz del contexto geopolítico
de la región, donde actualmente se producen
diversas tensiones por la comercialización energética
entre exportadores e importadores, especialmente
de gas natural. Los casos más destacados
son las controversias entre Bolivia y Brasil
por el precio, control y propiedad sobre las explotaciones
y comercialización del gas boliviano hacia
Brasil, su principal comprador; asimismo, hay
crisis de suministro en Argentina, que ha obligado
a este país a suspender sus exportaciones
hacia Chile y Uruguay; Bolivia no comercializa
gas natural con Chile; y Perú ha comprometido
casi toda su producción hacia destinos fuera del
continente.
Aunque en el problema del cambio climático,
todos tenemos algo de responsabilidad, esta
debe ser diferenciada, porque los niveles de consumo
de energía son también diferenciados. Algunos
países en el afán por cumplir con sus obligaciones
de reducir los gases de efecto invernadero (GEI),
están empeñados en cambiar sus sistemas energéticos
por agrocombustibles; pero la producción
propia no les da abasto, aunque hayan visto en
este cambio la posibilidad de seguir manteniendo
su estilo de vida, sin incrementar sus emisiones de
GEI. Como no existen tierras suficientes para la
producción de la cantidad de agrocombustibles que
se necesita, se han planteado como alternativa la
importación de los mismos. ¿De dónde van a venir
estos agrocombustibles? La repuesta no es difícil
de imaginar: de regiones como la nuestra... ¡Encendamos
el debate!
¿Quiénes son los beneficiarios?
Acaso no son suficientes los estragos que
producen en América Latina las emisiones mundiales
de CO2 y el consiguiente cambio climático. En
este sentido, nos preguntamos: ¿Quiénes serán los
principales beneficiarios de este negocio? ¿Los pequeños
productores tienen oportunidades?
INDUSTRIA QUE SE EXPANDE.
La producción de agrocombustibles está vinculada sobre todo a las grandes empresas, en detrimento de los pequeños agricultores.
Porque de acuerdo con lo visto en otros
países, la producción de agrocombustibles demanda
una alta inversión y cultivos a gran escala para
ser rentable, así como el uso intensivo de plaguicidas
y fertilizantes químicos en las plantaciones,
sumando a que en algunos países latinoamericanos
escasean las áreas de cultivo y se encarecen los alimentos.
Un punto importante y de riesgo en la producción
de agrocombustibles es el cambio de uso
de los terrenos agrícolas, así como la corrupción y
la burocracia en la autorización de operatividad para
las empresas, incluyendo incentivos y subsidios que
beneficiarán a unos pocos, además de la falta de
títulos de propiedad de terrenos agrícolas, la posible
deforestación de bosques nativos para monocultivos
y el mal uso de recursos escasos en zonas de
producción, como puede ser el agua.
Un estudio publicado en la revista británica
Science, en agosto del 2006, aseguraba que el
incremento de la producción de agrocombustibles
podría despedir nueve veces más dióxido de carbono
(CO2) durante las próximas tres décadas que
los combustibles fósiles. Demuestra asimismo que
la preservación de áreas verdes y la reforestación
son maneras más eficientes de combatir el calentamiento
global que el uso de agrocombustibles.
Mientras el CO2 afecta sobre todo a la atmósfera,
la producción de agrocombustibles puede degradar
suelos, agua, diezmar la biodiversidad. Es en este
sentido que debemos reflexionar sobre lo que verdaderamente
nos conviene, sobre lo que verdaderamente
queremos.
INSUMOS MÚLTIPLES.
Los biocombustibles se hacen de frutos diversos de acuerdo con cada región. Abundan el maíz, la caña de azúcar, la canola y otros sembríos que deben cultivarse intensa y extensivamente.
Nuestras naciones
Esa visión debe ser analizada cuidadosamente.
La obtención, el procesamiento y el uso de
agrocombustibles no son inocuos, y arrojan diversos
impactos ambientales, sociales y económicos
que deben ser considerados desde la perspectiva
del desarrollo sostenible. La presión sobre ambientes
tropicales se repite en otros países. En Perú se
intenta promover el cultivo de caña de azúcar en la
región amazónica, y en Colombia esto tiene lugar
tanto en las laderas y valles andinos, como en la
región del Caribe. En Ecuador la palma aceitera se
ha expandido sobre todo en los ecosistemas del
Chocó, afectando los últimos bosques tropicales
costeros.
En la región, Brasil es líder en el uso de
etanol en el transporte, promovido desde la década
del setenta, y el gobierno de Brasil ha anunciado
que va a convertir a su país en una potencia en el
campo de agrocombustibles, especialmente por la
producción de biodiésel: los cultivos destinados a
la producción de agrocombustibles en este país ya
ocupan una superficie similar a la extensión conjunta
de los Países Bajos, Bélgica, Luxemburgo y
Gran Bretaña. Los cultivos preferidos son la caña
de azúcar y la soya. Se calcula que para alcanzar
el objetivo trazado, Brasil necesitará 60 millones de
hectáreas de deforestación en
millones menos adicionales, en otras zonas. La
soya también ha causado la destrucción de 21 millones
de hectáreas en el ecosistema del cerrado,
bosques tropicales y mata atlántica, pantanal, caatinga
en Brasil, afectando a más de 14 millones
de hectáreas de pampa húmeda, yunga y chaco en
Argentina; 1 750 000 de hectáreas de pantanal,
mata atlántica y chaco en Paraguay, y 600 000 en
bosques tropicales en Bolivia.
Países como Argentina, Chile, Colombia,
Costa Rica, Ecuador, El Salvador, Honduras, Méxi-
co, Nicaragua, Panamá, Paraguay, Perú, Uruguay
y Venezuela han establecido o están estableciendo
regímenes de regulación y promoción para los
agrocombustibles desde mediados de 2006.
¿Estas propuestas verdaderamente contribuirán a
aliviar la pobreza de los países en la región?, o ¿sólo
benefician a pequeños grupos económicos con normas
creadas para favorecerlos?
En el Perú, por ejemplo,
con la promoción de esta actividad - Ley
28054, señala como uno de sus objetivos “disminuir
la contaminación ambiental”, lo que es previsible con
la incorporación de etanol a la gasolina que ayudaría
a mitigar muy levemente el daño ambiental; y en la
doble reglamentación estableciendo que los proyectos
de inversión de agrocombustibles deben cumplir
con
del Impacto Ambiental (aún sin reglamentar desde
2001) y que podrán optar por el incentivo económico
del Mecanismo de Desarrollo Limpio. Pero ¿qué
ocurre si el íntegro de la producción se dedica a la
exportación?
Se trata del modelo de desarrollo
No siempre las normas son necesariamente
ideales, más aún cuando las autoridades son las
primeras en incumplirlas. Por tanto, debe plantearse
desde un inicio que si dichos proyectos van a contribuir
con el desarrollo rural debe incluirse a los pequeños
agricultores desde su diseño, y se debe diseñar
cadenas productivas nacionales adecuadas bajo distintos
enfoques: social, ambiental, técnico y económico,
y no perder de rumbo que dichas proyectos
son para beneficiarnos a todos, para su contribución
al desarrollo sostenible y la posible sustitución de importaciones
de combustibles fósiles. Es decir, sobre
todo producción para beneficiar a los productores de
la región y para los mercados locales.
Una cuestión fundamental es que los países
deben definir políticas públicas integrales que
abarquen el enfoque energético y agrícola para
el desarrollo de los agrocombustibles de manera
sostenible. Asimismo, debe tenerse en cuenta los
esfuerzos necesarios para comprender el potencial
global de la producción de agrocombustibles, así
como evaluar los costos e impactos ambientales
derivados de esta alternativa energética.
Debemos señalar que a menos que cambiemos
el modelo de desarrollo e iniciemos la transición
hacia una sociedad post-petrolera, donde se
cambien los patrones de consumo en general, y de
energía en particular, los agrocombustibles no serán
una solución para frenar el cambio climático, porque
los agrocombustibles no son mejores ni peores que
otros combustibles. Pues depende de la planta a
partir de las que serán producidos, del modo de producción,
del lugar de producción, del procesamiento
y distribución, entre otros varios factores.
El énfasis de la política para mitigar y adecuarnos
a los efectos del calentamiento global, debería
ser colocado en el aumento de la eficiencia del uso de
combustibles fósiles combinado con la inversión en otras
fuentes de energía renovable, libres de carbono, además
de la reforestación de las tierras cultivables que no
están siendo usadas para la producción de alimentos.
Según el especialista de GTZ, Ulrich Röttger,
se viene impulsando plantaciones para pequeños
agricultores de piñón (Jatropha curcas), higuerilla
y girasol dentro del concepto de desarrollo rural
sostenible, que ofrece una opción interesante para
la reducción de la pobreza, en zonas deforestadas
de San Martín, Cajamarca y en Piura.
INDUSTRIA QUE CRECE.
Plantones que crecen en función de una mayor demanda de biocombustibles sobre todo en los países más industrializados.
Jatropha curcas
Conocido en el Perú como Piñón, árbol
originario de Mesoamérica, de la familia Euphorbiaceae.
Produce semillas con alto contenido de
aceite (30 - 40%) y tiene el segundo lugar en
rendimiento de aceite por hectárea, después de la
palma aceitera.
En América Latina se produce agrocombustibles
en por lo menos diez países: Argentina,
Bolivia, Brasil, Colombia, Ecuador, Guatemala,
Honduras, México, Paraguay y Perú. Cuatro exportan
agrocombustibles a partir de sus propios
cultivos (Brasil es el mayor exportador; hay ventas
menores desde Bolivia y Guatemala, Argentina acaba
de iniciar esa comercialización y Perú tiene proyectos
que van en ese sentido). En realidad, existen
programas en marcha en casi todos los países y la
lista de productores se encuentra en permanente
aumento.
“El incremento de
la producción
de agrocombustibles
podría despedir
nueve veces más
dióxido de
carbono (CO2)
durante las próximas
tres décadas
que los combustibles
fósiles”.
DEMANDA DEL PARQUE AUTOMOTOR.
La sustitución de combustibles fósiles por biocombustibles obedece a la exigencia de las sociedades más industrializadas por no alterar su modo de vida.