lunes, 12 de mayo de 2008

Cada nueva crisis va a ser una nueva oportunidad para vender el último rubro de lujo: sobrevivencia.

Introducción al pensamiento del post-neoliberalismo como fase actual del capitalismo global de las corporaciones privadas de negocios transnacionales.-

La Doctrina del SHOCK. El Capitalismo del desastre

Noami Klein

16 de Diciembre de 2007

Anfitriones, Cidesi y la Sexta comisión del EZLN.

San Cristóbal de Las Casas, Chiapas, México.

Coloquio recordando Audry.

Ultima aparición pública del EZLN .

A la selva para resistir los ataques armadas del imperio y los paramilitares que día a día se hacen más intensos y cercanos.-

"¿Cómo cambiamos el narrativo? Con otro narrativo, que dice que la tierra es finita, la vida es un ciclo, que no hay escape, que tenemos que comenzar a ser consecuentes con esta realidad.

Ha sido un honor poder estar aquí con algunos de los mejores constructores de narrativos del mundo entero. Llegó la hora de combatir narrativo con narrativo."

Bien, a continuación le toca el turno a la compañera Noami Klein. Ella es periodista canadiense, investigadora, conocida por varios libros que han significado aportes muy importantes a la situación del capitalismo actualmente, en especial No Logo, Ventanas y Vallas, y su último libro, Doctrina Shock el capitalismo del desastre.

Ella es periodista de The Guardian, sus artículos son traducidos a La Jornada, y de The Nation.

Entonces, con ustedes Naomi. Ella va a tener, como todos nosotros, cuarenta minutos, pero serán necesarios otros cuarenta para la traducción. Y además, como el español es un idioma más rico que el inglés, a lo mejor sea un poquito más la traducción.

Gracias Sergio.

Pablo Gonzáles Casanova, para mi es un gran honor seguir después de usted. Y te agradezco mucho haber admitido tu nerviosismo hablando aquí. Estoy contenta de no ser la única nerviosa aquí, y creo que es una buena señal en cualquier conferencia que todos los conferencistas estén frenéticamente reescribiendo sus ponencias antes de darlas. Yo no soy la excepción. Hoy mismo John Berger les pidió disculpas por la estupidez de no poder hablar español. Todo lo que me queda es pedirles disculpas por no ser John Berger. Lo que si, soy mujer; eso debe contar para algo.

Dejando de lado las bromas, para mi este es uno de los más grandes honores de mi vida, poder participar en este intercambio tan especial e importante de ideas y de poder compartir la mesa con el Sub. con su fina compañía.

Agradezco mucho a nuestro anfitriones, Cidesi y la Sexta comisión del EZLN. También les pido juntarse conmigo en agradecer a todo el equipo de traductores que han estado murmurando en las orejas de nuestros estúpidos angloparlantes con gran elocuencia durante los últimos días. Sobre todo mi compañero Peter, que hizo tan buen trabajo de traernos las palabras de John Berger a nosotros hoy y que está traduciendo ahora.

Me han dicho que había un tiempo en que los intelectuales pensaban que eran la vanguardia de los movimientos sociales, capaces de conjurar nuevos movimientos con sólo pensarlos. Posiblemente tan sólo fue un rumor. Y sin duda no es cierto hoy. Hoy es gracias a los movimientos sociales que surgen nuevos intelectuales. Es desde esta premisa que yo intento escribir y hablar. Y también, como escucharon de Sergio, yo no me llamo intelectual, sino periodista. Yo me veo como una periodista “encamada”.

Una explicación del traductor: El Pentágono utilizó la frase de “periodista encamado” para explicar como la CNN acompañaba a la tropa americana en la invasión a Irak.

Pero yo no soy este tipo de periodista encamada. Mas bien estoy encamada en los movimientos contra el dominio de las corporaciones, a los cuales he dedicado mi vida y que hacen posible el tipo de vida que yo he elegido.

Eso significa que cuando yo busco nuevas áreas de investigación y análisis, me hago una simple pregunta: ¿qué nos podría ayudar a avanzar, superar un obstáculo, fortalecernos? Generalmente eso significa simplemente identificando algunos hechos claves, haciendo unas nuevas conexiones entre los hechos, que comprueban lo que ya sentimos.

En el mejor de los casos, ese tipo de pruebas nos puede dar mas fe en nuestra decisión ya tomada, sobre a dónde queremos ir y cómo llegar ahí.

Yo digo esto para hacer un punto sencillo, que cualquier persona que se siente parte de un movimiento a favor de la transformación social, tiene la responsabilidad continua de hacer todo en su poder para avanzar en este movimiento.

Aquí no se permiten simples espectadores, o críticas de sillón.

He comenzado a investigar el ascenso de lo que llamo del capitalismo del desastre, y sí se que todo capitalismo es un desastre. Me pareció que el movimiento del cual yo soy parte en América del Norte estaba en crisis y yo pensaba que ese camino hacia una nueva investigación podía resultar útil.

¿De qué movimiento estoy hablando? Como creo que ya saben, estoy hablando del que algunos llaman el Movimiento Anti-globalización que sabemos siempre que era anti-capitalista. Los medios de comunicación nos decían que ese movimiento empezó en Seattle, pero nosotros siempre sabíamos que empezó aquí, en Chiapas, con las palabras del destino “¡Ya basta!” Eso nos ha conducido, por lo menos, a la fase más reciente.

Ya para fines del milenio pasado, el capitalismo salvaje y global, este fenómeno que antes tenía el nombre o seudónimo inocuo: globalización, ya estaba siendo juzgado en las calles alrededor del mundo.

Cuando estábamos de buenas, en el mejor de los casos, nos parecía como un levantamiento global en contra de la cara moderna del capitalismo, el neoliberalismo.

En América Latina, la resistencia que inició esta nueva fase aquí, nunca terminó, solamente ha continuado a fortalecerse y diseminarse, creando nuevos desafíos y debates sobre cómo tocar el poder. Son los debates que hemos discutido y con los cuales hemos luchado en este salón durante los últimos días.

También quisiera decir que estoy consciente de que los norteamericanos tenemos una tendencia terrible de sobre simplificar la resistencia en América Latina, agrupando bajo las mismas categorías fenómenos que son muy complejos y muy diferentes, como si fueran una masa única, que a veces se mal nombra la marea roja.

Confieso haber sido culpable de esta sobre simplificación yo misma. Una que no solamente confunde diferentes estrategias, sino que también confunde a veces a opresores con oprimidos. Hoy el Subcomandante Marcos nos habló de la mirada romántica del que es de afuera, que sólo quiere ver lo que les inspira o lo que le sea conveniente. Nosotros que somos de afuera, a veces pensamos el por qué estamos cantando las bondades de un movimiento, no puede pasar nada mal como consecuencia de nuestras pequeñas decepciones.

Yo creo que no es así. Yo creo que la verdad es que estamos confrontando un fenómeno que podríamos mejor llamar “mineros de la nueva edad”. Eso lo empecé a pensar cuando estaba viviendo, hace algunos años, en Buenos Aires. El viejo tipo de mineros (claro, todavía están con nosotros, no se han ido nunca) llegaron a drenar de las venas de América Latina todo su oro, plata, cobre y petróleo.

¿Y qué buscamos nosotros? ¿Para qué estamos minando? La esperanza, la inspiración. En el peor de los casos, somos mineros de la inspiración.

Sin embargo, y tristemente, muchos hemos aprendido que la esperanza no es un producto de exportación. Claro que si puede fluir cruzando fronteras, haciendo la polinización cruzada, contaminando. Los Zapatistas son los mejores ejemplos de esto y si tiene que seguir siendo así.

Pero el problema es que la esperanza exportada no dura por mucho tiempo, se echa a perder. Está bien globalizar la resistencia, pero si nosotros, los norteamericanos, queremos una esperanza que es más duradera, vamos a tener que cultivarla localmente.

Ahora, si este fenómeno de minar la inspiración en América Latina ha resultado ser últimamente más frenético, es por la misma razón que se calienta cualquier explotación de cualquier recurso: si hay escasez de oferta, sube el precio. Quizás han escuchado el concepto del “pico del petróleo”, quizás nosotros los norteños estemos confrontando el fenómeno del “pico de esperanza”. ¿Por qué la escasez de oferta? Es sencillo, porque mientras la resistencia al capitalismo no se ha estancado en América Latina, nosotros, en América del Norte y mucho de Europa, no hemos sostenido nuestra parte del acuerdo. En parte es por eso que nosotros llegamos aquí con nuestra mirada hambrienta. Esta es la crisis en mi movimiento, a que referí antes.

Su génesis, como seguro que ya saben y están cansados de escuchar, empezó el 11 de septiembre de 2001. En los meses antes de los ataques, es importante recordar, que nosotros estábamos protestando en las calles en el norte, en Genoa, en Julio de 2001, en la ciudad de Québec en abril de 2001, en contra del ALCA.

Pero después del 11 de septiembre, perdimos el camino, peor, perdimos nuestra valentía.

Nuestros líderes nos llamaron terroristas o simpatizantes de terroristas, nos dijeron que el juego ya se había acabado, o nos mostraron Guantánamo y nos dijeron: esto es lo que hacemos con nuestros enemigos.

En breve nos dieron una probadita, de la más pequeña posible, de la violencia con la cual los movimientos sociales en América Latina están tan acostumbrados. Y nosotros nos rendimos frente al miedo.

Esa es la verdad pura, o por lo menos, parte de la verdad. Otra parte es que nosotros entramos en una especie de shock. Un shock o choque, es la brecha que se abre entre los eventos y nuestra capacidad de explicar estos eventos, de elaborar una historia que cierra esta brecha, que es la brecha entre historia y eventos.

Entonces, nosotros en América del Norte, nos quedamos sin historia, o sin cuento, para explicar al mundo nuestra realidad. La explicación que teníamos antes ya parecía que no nos servía. Nuestros gobiernos nos avisaron que la historia había renacido, un presidente renacido dijo que el mundo había renacido, que nada que había pasado antes tenía importancia o se aplicaba ahora. Declararon la guerra a la historia. Nos dijeron que ver la historia era racionalizar el terrorismo o simpatizar con el terrorismo.

Así que en el pizarrón blanco de este nuevo mundo nos escribieron nuevas historias y nuevos cuentos que amarraron con cintas bonitas. “La guerra contra el terrorismo”, “el choque de civilizaciones”, “la guerra contra el Islamo-fascismo”.

Entonces, como nosotros ya habíamos perdido algo de la fe que teníamos en nuestras explicaciones, nuestros cuentos, nuestras explicaciones de la historia, entonces permitimos que sus historias, sus mentiras, se diseminaran como virus.

Quizás nuestros compañeros no se han dado cuenta que estamos enfrentando esta crisis en Canadá, en Estados Unidos, en Europa y quizás aquí en Méjico ni siquiera es importante. Quizás no les importaba, o no se dieron cuenta que nuestras coaliciones, nuestras alianzas, por ejemplo entre sindicatos y ambientalistas, entre socialistas y anarquistas, estas alianzas que habían sido las columnas vertebrales de nuestro movimiento, esas alianzas comenzaron a quebrarse. Que la acción directa, valiente, se sustituyó con marchas muy tranquilas.

Y quizás, aunque ustedes nunca se dieron cuenta, yo siento esta extraña necesidad de pedirles disculpas a ustedes que nunca dejaron de resistir.

Yo creo que merece una solicitud de disculpas, o por lo menos una explicación.

Es difícil de explicar, y si es una cosa extraña cuando los movimientos se debilitan. Nosotros que estamos en el centro de los movimientos muchas veces somos los últimos en darnos cuenta de nuestro debilitamiento. Es como que todo el mundo sabe el secreto, menos nosotros. Nosotros continuamos haciendo lo que siempre hemos hecho, vamos a las reuniones, platicamos entre el mismo grupo de compañeros, escribimos artículos, debatimos teoría y tácticas. Pero tarde o temprano nos cae en mente que hace falta algo, el movimiento, que ahora es solamente nosotros. Yo creo que esto es lo que nos motiva a minar la inspiración de otros.

Viendo para atrás, yo creo que hay por lo menos tres elementos que contribuyeron a la crisis que estamos confrontando en la resistencia al neoliberalismo en el Norte.

1. El primero y más obvio, como ya se ha dicho, es el miedo.

2. Pero yo creo que el fracaso más importante fue el fracaso original, el que empezó aún antes del 11 de septiembre, que fue lo que nunca confrontamos de verdad la violencia inherente en el proyecto neoliberal. Eso nunca fue problema en América Latina, porque aquí cualquier persona consciente políticamente sabe que el neoliberalismo llegó al continente lleno de sangre y fuego. Entonces el error es que en otras partes del mundo en el Norte las conexiones entre violencia, brutalidad, tortura, masacres, inherente en el modelo, nunca fueron bien explorados. Entonces, cuando se impuso con terapia de shock o de choque sobre Irak, con violencia, con la guerra, con tortura, no teníamos un marco analítico adecuado para incorporar esta experiencia en nuestro análisis del neoliberalismo.

Entonces, quizás es una sobre simplificación, pero creo que la verdad es que nuestro movimiento se dividió en dos:

* las personas que se oponen a la política económica, por un lado;

* y por el otro lado, las personas que se oponen a la violencia, las guerras y la tortura.

Entonces estaban las personas como nosotros, que hablaban de lo que siempre habían hablado, sobre la privatización del agua, del comercio libre, y, por otro lado, las personas protestando contra las bombas. Y lamentablemente esos dos caminos muy pocas veces se juntaron. Yo creo que esto fue nuestro error terrible, lo que debilitó a nuestros movimientos, aunque ciertos movimientos están en una ligera recuperación ahora.

3.- Ahora tenemos un tercer fenómeno. Una nueva teoría, quizás. Es un fenómeno que mira al desastre de Irak, de Afganistán, a la crisis de la fe en el neoliberalismo, la vulnerabilidad de la economía de los Estados Unidos, los altos precios del petróleo, y saca la conclusión de que el sistema capitalista está al punto del colapso.

Qué conveniente para nosotros, ya no se necesitan movimientos sociales, sólo dejar las cosas como están.

Pero yo quisiera decir otra cosa… que ya no hay más texto escrito…

No estoy diciendo que estas crisis no son reales, claro que sí están ocurriendo. Pero lejos de ser señales del colapso final, son los vehículos, son los actores catalíticos de lo mismo, que es el dominio de las corporaciones de todos los aspectos de la vida.

Irónicamente, esto se relaciona con el éxito de nuestro Movimiento de Movimientos. Gracias a la fuerza de nuestro movimiento ya no era posible diseminar más la ideología de la dominación de parte de las corporaciones bajo una máscara de paz o pacíficamente.

Entonces las mismas políticas que antes se impusieron a través de los programas de ajuste estructural o a través de la OMC, ahora se imponen en lo que viene después de los grandes desastres “naturales” (entre comillas). Entonces, el mecanismo del capitalismo del desastre es el mecanismo de utilizar el estado de shock que entra después de un desastre, del estado de excepción, para imponer las políticas neoliberales en lo que viene después, en la fase de reconstrucción.

Primero, esto no es un nuevo truco, es un truco viejo. Yo creo que es útil volver a lo que está detrás de esta campaña. Obviamente, la fuente es la codicia, pero si me perdonan, también voy a hablar de la Biblia, el viejo y el nuevo testamento.

Lo que anima esta campaña, los grandes mitos y cuentos, el deseo de tener un pizarrón blanco, de empezar de nuevo, de hacer una limpieza general, todo eso se encuentra ahí.

El viejo testamento, por ejemplo, nos enseña que si no estás muy a gusto con el mundo actual, no te preocupes porque pronto llegará un diluvio y tu y alguno de tus amigos pueden subirse a un barco y van a ser salvados.

Y el nuevo testamento dice que si las cosas se ponen bien mal no te preocupa porque ustedes y algunos elegidos más van a subirse al cielo donde pueden vivir en felicidad y en una gran urbanización privada celestial.

Sabemos que los coloniales llevaban consigo la Biblia, pero era también un manual de cómo hacer. Era una descripción de la búsqueda, el abandono del viejo mundo y la construcción del nuevo mundo. El sueño de tierra vacía, la posibilidad de empezar de nuevo con pizarrón blanco. Claro que el lado opuesto, o la otra cara de la moneda del pizarrón blanco, o de borrón y cuenta nueva, o de la hoja limpia para escribir, es la tierra quemada, porque no existe la tierra vacía.

Es por qué los primeros colonos en América del Norte dieron la bienvenida a las primeras epidemias que acabaron con los indígenas, porque limpiaron el pizarrón. Y decían que estas epidemias que mataron a tantos pueblos indígenas lo llamaban la plaga bendita. Cuando leí eso, me hizo recordar el Huracán Katrina y Nueva Orleáns.

Nueva Orleáns es una de las primeras fronteras, la punta de lanza de esta nueva fase del capitalismo del desastre. ¿Pero qué tan nuevo es? Hay un congresista republicano, en los Estados Unidos, que se llama Richard Baker. En Nueva Orleáns hay proyectos de vivienda pública que están ubicados en terrenos que son muy cotizados por los grandes empresarios del desarrollo urbano y de proyectos turísticos. Pero con un pequeño detalle, un problemita: las personas que vivían ahí, en esas casas. Entonces, cuando se inundó la ciudad, fue el resultado del mal tiempo en conjunto con el olvido y el abandono de la infraestructura pública, como tantas veces es el caso. Entonces, cuando esto pasó, este congresista republicano dijo: “que bien, porque nosotros nunca fuimos capaces de limpiar el centro de la ciudad de estas viviendas públicas, pero lo que nosotros no fuéramos capaces de hacer, Dios lo hizo para nosotros”.

Son viejos trucos, pero sí hay algo nuevo que está ocurriendo. Lo que es nuevo, es que no sólo se están aprovechando los desastres para imponer la privatización del agua, de las viviendas, de los terrenos, sino que ahora también están siendo aprovechados para imponer la privatización de las propias respuestas rescate y reconstrucción.

Si consideramos al estado como una especie de pulpo, con muchos brazos y un cuerpo muy pequeño, durante las últimas tres décadas, lo que ha estado sucediendo es que se han estado cortando los brazos y utilizándolos para alimentar a las corporaciones multinacionales. Y lo que queda, este centro, este núcleo.

Y lo que ahora está siendo privatizado, es lo que queda de ese pequeño núcleo de lo que queda privatizado. Quizás muchos no estamos de acuerdo con esas funciones, pero estoy hablando del ejército, la policía, los bomberos (bueno, por lo menos los bomberos puede ser aceptable). Prácticamente estamos hablando de las personas que generan los desastres y que son también los que responden a los desastres.

De verdad, es más allá que unas simples áreas nuevas para ser privatizadas, realmente es un cambio paradigmático.

Y es un cambio radical, porque hoy día, como resultado de ese proceso, tenemos una parte muy significativa de la economía global que se beneficia grandemente cada vez que hay un desastre. Y es una parte mucho más grande hoy que lo que antes se llamaba el complejo militar-industrial.

Claro que incluye a la industria armamentística, y las grandes corporaciones de ingeniería y construcción, y las empresas petroleras y de gas, pero también la industria que llamamos homeland security en inglés, que es la seguridad del Estado (homeland es patria en inglés; podríamos decir “seguridad de la patria”, es una industria también).

Es la privatización de la guerra sin fin en alta mar, y la creación de estados y continentes fortalezas. Es la parte de la economía global que está creciendo con mayor velocidad. La seguridad de la patria, el monitoreo de la ciudadanía, la seguridad privada, los métodos de interrogación de prisioneros, la respuesta privatizada a los desastres, en términos económicos esta industria es más grande que el conjunto de Hollywood y la industria de la música.

¿Qué significa? Cada vez que hay un nuevo ataque terrorista, o que se descubre un nuevo complot terrorista, la bolsa de valores en Estados Unidos sube. Porque hay una locura total para comprar las nuevas tecnologías de seguridad, como por ejemplo, las tarjetas de identificación biométricas, etc..

Yo fui a Irak un año después de la invasión. Yo fui ahí para escribir precisamente sobre el intento de convertir a Irak en la nueva frontera para neoliberalismo. Mi conclusión después de estar cinco semanas en Irak fue que este esfuerzo había fracasado. Y escribí un artículo sobre eso que se llamaba “Bagdad año cero”. Se trataba de cómo este sueño de bombardear Irak para convertirlo en pizarrón blanco no había funcionado. Y que la fantasía de que los iraquíes iban a aceptar la terapia del shock, porque estaban en shock por el trauma de la invasión americana, esa idea era falsa. Si había un sueño, lo que la revista The Economist llamaba convertir a Irak en un sueño capitalista. Sabemos que en lugar de esto convirtieron a Irak en una pesadilla.

Pero después me he visto obligada a revisar mi idea de que ha sido un fracaso total. Esto es porque yo he estado monitoreando los precios de las acciones de todas esas industrias que están trabajando en la economía de seguridad de la patria. Y si he llegado a entender que sí se abrió una nueva frontera económica en Irak. Lamentablemente entonces, cuanto más peor y más desastrosas se ponen las cosas en Irak, cuanto más se convierte en desastre según los criterios nuestros, más exitoso es este nuevo proyecto económico. Porque la ocupación de Irak realmente es un experimento radical en el gobierno de parte de las corporaciones.

El territorio que se llama la zona verde, que es una ciudad estadounidense dentro de otra ciudad, realmente es un estado corporativo, es como el Vaticano, pero donde el que manda se llama Halliburton.

Esta es la ciudad urbanización privada en el cielo que nos prometieron. Es como la ascensión al cielo de la Biblia. Realmente tiene dimensiones bíblicas. Tenemos un mundo, una ciudad, en llamas y dentro de estas llamas hay una pequeña burbuja de los elegidos, donde están protegidos, donde viven bien y donde todo les está suministrado por las corporaciones.

La zona verde no es solamente un lugar, es un modelo, es una idea. Y viaja.

Y hemos notado ahora que con cada nuevo desastre en cada país, lo primero que llega es la zona verde, que es la zona de la economía de reconstrucción privatizada. Y cada nuevo desastre lleva este proyecto un poco más allá.

Este verano, durante el terrible terremoto en Perú, una nueva cosa ocurrió, los Estados Unidos mandaron “ayuda”. La ayuda de los Estados Unidos consistió en enviar una corporación que se llama Aramark, y esta corporación lo que hizo fue construir campamentos privados para refugiados, el primer campamento para refugiados en el mundo con un McDonalds adentro.

La nueva economía de servicios. Durante los incendios terribles en California hace algunas semanas, vimos una cosa extraña, que algunas casas que estaban en medio de las llamas no se encendieron, ¿por qué? Porque estas casas habían sido cubiertas con una espuma blanca aplicada por bomberos privados contratados por las compañías aseguradoras.

Entonces estamos viendo que estas mismas corporaciones que en Irak tuvieron su primer gusto, esas ganancias extraordinarias, esas transferencias de dinero público a manos privadas, están buscando sus nuevos mercados.

* Un mercado es la industria de la seguridad, y la industria de la seguridad de la patria empezó como una respuesta a un ataque terrorista.

* Pero ha crecido, y ahora no solamente se vende como respuesta a la amenaza terrorista, sino también a la amenaza de los inmigrantes.

* Y también como respuesta a la amenaza del calentamiento global. Ya están vendiendo el rescate privatizado, individualizado.

La compañía que ejemplifica mejor este nuevo fenómeno es una compañía que se llama Blackwater (o aguas negras, en español).

Es una compañía con presencia en Mexico, que empezó en Colombia, una empresa americana, y que masivamente amplió sus fortunas en Irak. Empezó como guardias de seguridad, pero a medida que la guerra se le fue de las manos al ejército, empezaron a participar en el combate.

Cuando el huracán Katrina inundó Nueva Orleáns, llegaron los de Blackwater para ofrecer policía privada; durante los incendios en California, aparecieron para ofrecer respuesta privatizada al desastre; y quieren abrir una nueva base en la frontera con México, porque para ellos hay un nuevo mercado muy alucinante, con la privatización de fortaleza Estados Unidos.

Yo enfatizo esto porque hay una idea flotando por ahí que dice que el sentimiento antiinmigrante es una respuesta en contra de la influencia de las compañías. Cuando de hecho, el nuevo negocio es precisamente, contener a los inmigrantes y contener a las personas excedentes.

Claro que el neoliberalismo ha creado esta economía en boom, no por conspiración, sino siguiendo simplemente su apetito sin fin por la ganancia.

El capitalismo es una máquina generadora de crisis, ya lo sabemos. Genera las crisis económicas en serie, los booms y las caídas. El deseo por el crecimiento económico a corto plazo y las ganancias rápidas es la fuerza detrás del calentamiento global, que genera desastres naturales cada vez más intensos, que chocan con la infraestructura pública debilitada por el mismo neoliberalismo. Y por encima de eso tenemos las guerras por los recursos naturales y las respuestas a estas mismas guerras.

Todas estas crisis, las guerras, las crisis económicas, las crisis ecológicas, generan también migraciones masivas, eso también ya lo sabemos, que generan dos tipos de mercados. El contenimiento privatizado de personas: cárceles, fronteras, mecanismos de monitoreo; y también el rescate privatizado del desmadre que ha sido creado con estos desastres. Muy conveniente.

Hay una fuerza muy poderosa en el mundo que yo llamo resistencia al shock.

Sabemos que el capitalismo del shock y las tácticas del shock no siempre funcionan, a veces fracasan. Entonces, en la manera en que nosotros confrontamos a esta horrible economía capitalista que se beneficia de los desastres, tenemos que estudiar cuales son las características que hacen que algunas sociedades o algunos pueblos sean más resistentes al shock que otros.

Una característica que me parece muy importante es una memoria histórica profunda.

El shock tiene que ver con la sorpresa, esa brecha que se abre entre los eventos y nuestras historias y cuentos. Las personas con una profunda apreciación de su historia pueden identificar los patrones y ellos no entran en shock cuando los patrones se repiten.

Otra característica de resistencia al shock es una profunda sospecha frente al estado, eso he notado.

Otra frase que describe a ese estado de shock es la regresión. Cuando estamos en este estado de shock, regresamos a la niñez, somos como niños y lo que queremos son papás. Pensamos de repente que Giuliani podría ser nuestro papá querido. Esto es un problema grave. Ahora es candidato a la presidencia, con una campaña que básicamente dice “recuerden cuando yo fui su papi”.

Entonces, las personas que han sufrido mucho tiempo las embestidas del Estado, o que tienen una muy sana sospecha frente al Estado, no van a entrar en este estado de shock y no van a buscar a este Estado benévolo, como salvación en momentos de crisis y desastre.

Y en algunos casos no muy comunes, hay una tercera fuerza o tipo de resistencia al shock.

Y esto es cuando uno de estos desastres llega a donde hay un pueblo con un narrativo colectivo muy poderosa de cómo el mundo debería funcionar. Cor Vidal llamó a los Estados Unidos como “los Estados Unidos de amnesia”. Y esa amnesia histórica es precisamente lo que nos hizo tan vulnerables después del 11 de septiembre.

Algunos ejemplos rápidos de este tipo de resistencia al shock.

Diciembre de 2001, Argentina: El presidente Fernando de la Rúa aparece en televisión declarando un Estado de Sitio resultado de la crisis económica. Los argentinos que habían hecho un trabajo arduo de rescatar la memoria histórica, reconocieron de inmediato un patrón. Su declaración les hizo recordar el año 1976, y mientras que estaba ahí, haciendo sus declaraciones, el ruido de los golpes de las ollas y sartenes en las calles hizo imposible escuchar sus palabras.

En 2004, cuando Madrid se enfrentó a los ataques terroristas, la respuesta fascistoide de José María Aznar hizo recordar a muchos madrileños a Franco. Detonó una memoria histórica del fascismo, y las personas salieron a las calles a protestar en contra del miedo y lo sacaron en las urnas.

Y yo se también que México tiene también una larga historia de respuesta a la crisis a través de este mismo tipo de memoria histórica. Hoy día en Tabasco, muchas personas no están esperando que un Estado benévolo los rescate de la situación de desastre. Por lo menos no el mismo Estado que permitió que ocurriera el desastre.

Así que la resistencia no tarda un año o dos años hasta que las personas se dan cuenta de la traición, sino empieza de inmediato.

Lo mismo sucedió en Tailandia, después del Tsunami de 2005, o finales de 2004. Miles de personas desplazadas esperaban en campamentos de refugiados. Las ONGs extranjeras llegaron manteniendo a las personas en estado de expectación, de expectativa, esperando la llegada de la ayuda, mientras tanto que sus tierras estaban siendo robadas, entregadas a las corporaciones turísticas y a la pesca industrial. Pero había personas que se negaron a esperar en los campamentos. Se escaparon tanto de los campamentos como de las personas que decían que estaban ahí para ayudarlos. Marcharon de regreso a sus tierras. Con jaloneos con los guardias privados de seguridad lograron regresar a sus tierras y volver a construir sus propias casas.

El estado dijo, claro, que eso era prohibido, regresar así sin permiso a sus tierras, de todas maneras. Su filosofía, que a mi me hace recordar tanto al zapatismo como al MST de Brasil, la frase filosófica de los tailandeses es “negociar con las manos”, o sea, en la construcción de sus casas.

En Tailandia los líderes de este proceso de reconstrucción popular eran los pueblos indígenas. Sobre todo los Moken, que se llaman popularmente como “gitanos del mar”. Y su modelo de reconstrucción con sus propias manos, las casas que construyeron, que eran tantas veces mejores que las casas ofrecidas por la ayuda oficial… este modelo de reconstrucción propia era tan llamativo que muchas personas no indígenas decidieron emular sus esfuerzos.

Ustedes saben muy bien que no es coincidencia que los pueblos indígenas fueran los líderes en un proceso de esta naturaleza.

Si las características de la resistencia al shock, si esas características son la memoria histórica, el no confiar en el Estado y el tener otro narrativo, entonces, con el riesgo de ser minera de inspiración, yo diría que como siempre, son las comunidades indígenas, que son los que son ricos en recursos.

Sin embargo, la resistencia al shock es solamente una victoria pasajera.

Mantiene a cierta distancia a los capitalistas del desastre, sin embargo, no los desvía de su camino. Las victorias más profundas surgen de la fuerza y la fe de que podemos imaginar y creer que podemos construir otro mundo y otra manera de vivir.

Eso requiere más que poder identificar los patrones de explotación y oportunismo y el no confiar en los que ofrecen ayuda. Requiere otro narrativo.

Yo creo que esos desastres que estamos confrontando, naturales, guerras, respuestas al terrorismo, son consecuencia de un narrativo muy peligroso en el que la humanidad se encuentra atrapada. Es este cuento que dice que aunque cometamos el error más grave, que no aguantemos más vivir en el desmadre de nuestra propia creación, que nosotros podemos ser rescatados, salvados. Podemos escapar a la tierra de otros, a una urbanización privada en el cielo, una zona verde celestial. Es el narrativo que hemos estado repitiendo por miles de años. Es el por qué el capitalismo, el imperialismo y las religiones principales han trabajado tan bien en conjunto.

Algunos intentan o deciden luchar contra este narrativo con otros narrativos, pero que son narrativos que básicamente dicen las mismas cosas. Narrativos de salvación y utopía pero solo después de mucha más muerte y destrucción.

Es en las comunidades indígenas en donde encontramos narrativos que fluyen de premisas totalmente distintas. Que el mundo es finito. La vida es un ciclo. No hay una válvula de escape. No llega un barco para rescatarnos. No nos van a elevar a un paraíso celestial.

Nos urge tener estos narrativos. Nunca hemos tenido tanta urgencia de cambiar nuestra relación con la tierra. Estamos profundamente metidos en la recta suicida. Es lo que nos dice esa economía global que se alimenta de los miedos y de los desastres en serie. No deben confundir eso con la crisis final del capitalismo o el colapso del imperio. Es una crisis del capitalismo que si no la paramos, va a conducir al colapso de la vida misma.

Mientras tanto, cada nueva crisis va a ser una nueva oportunidad para vender, para vender el último rubro de lujo: sobrevivencia.

¿Cómo cambiamos el narrativo? Con otro narrativo, que dice que la tierra es finita, la vida es un ciclo, que no hay escape, que tenemos que comenzar a ser consecuentes con esta realidad.

Ha sido un honor poder estar aquí con algunos de los mejores constructores de narrativos del mundo entero. Llegó la hora de combatir narrativo con narrativo.

Gracias