“Democracia y capitalismo parten de creencias muy diferentes sobre la adecuada distribución del poder. La primera se basa en la distribución equitativa del poder político, «un hombre, un voto», mientras que el capitalismo cree que es deber de los económicamente aptos expulsar a los no aptos fuera del negocio y eliminarlos. La «supervivencia del más apto» y las desigualdades en el poder de compra son la base de la eficiencia capitalista. Lo primero es el lucro personal y por tanto las empresas se hacen eficientes para enriquecerse. Para decirlo en su forma más cruda, el capitalismo es perfectamente compatible con la esclavitud, la democracia no.”
Lester Thurow, una de las figuras emblemáticas del libre mercado actual, en “El futuro del capitalismo”, 1996.
El periódico español-monárquico ABC, titula el 24 de febrero del 2008 en su sección Nacional, “Cambiar Cayucos por Aviones”. El primer párrafo resume brevemente de que trata esto que a primera vista parece una broma, y dice así:
“A coger fresas en avión. Así llegarán a España en los próximos días 744 senegaleses -la mayoría mujeres- cuyos visados están casi listos en la Embajada de Dakar. Es la primera vez que los empresarios onubenses se van tan lejos a por temporeros.”
El libre mercado necesita mano de obra, pero la mano de obra no es tan libre como el Mercado, en realidad no es nada libre como el Mercado, es solo una mercancía más y como mercancía debe ser tratada. La relación desigual entre mercado y ser humano es enorme, la prioridad la tiene siempre la oferta y la demanda sobre la vida. Esta manera de obtener mano de obra es financiada por la Unión Europea.
“La experiencia senegalesa «ha sido un cúmulo de peculiaridades», cuenta Manuel García, del programa Aeneas Cartaya, que facilita este tipo de contrataciones con financiación de la UE”
Claramente es un intento de poder frenar la inmigración irregular, pero es curioso que resalten este intento de África, cuando en el estado español, la inmigración Subsahariana, por mucho que hablen de invasión, no llega ni al 3%. Las condiciones son extremadamente duras para poder cruzar el Mediterráneo o el Atlántico, menos poder comprar un ticket de avión. Los medios de comunicación de masas se encargan de amplificar convenientemente el miedo a través de ficticias invasiones, de pobres.
Miedo a lo desconocido, a lo extranjero, la historia puede sobradamente demostrar que siempre el miedo a lo desconocido o a lo extranjero ha sido en el beneficio del sistema económico-político dominante. Sean los reyes católicos expulsando a judíos y musulmanes nacidos en sus propios reinos, persiguiendo la “Herejía”, palabra que tiene significado etimológico de “Fisura”. Que aparece a entre los siglos IV y V después de cristo: Surge de la unión entre el decadente imperio romano y el cristianismo como religión oficial, era necesario y había que cuadrar el imperio sin fisuras que lo debilitaran. Hoy lo diferente y que pone en riesgo de fisurar el sistema son otros, son los palestinos, los africanos, los suramericanos, y como no, los musulmanes otra vez. Los judíos aprendieron el modelo europeo del genocidio y capital para prevalecer.
Esto a diferencia de los inmigrantes de lujo que llegan a la península, como son los procedentes del Reino Unido, que en el año 2006 alcanzaban el 6,60% del total de inmigrantes, cuya presencia no recoge ningún medio de comunicación. Los noruegos en las costas del sur de España tienen pueblos enteros en su propia lengua, pero la derecha, siempre sirviendo al interés del dinero, no les exige ningún tipo de “contrato de adaptación a las costumbres españolas”. Al inmigrante productor se castiga, al inmigrante consumidor se fomenta. El Mercado no entiende de justicia.
La gran eficacia y genialidad de los mercantilistas los llevo a una conclusión que les costo estudios, perfiles psicológicos, etc., etc. La conclusión que obtuvieron y que aplicaron en Senegal, fue luego de varios años trabajando en Marruecos y es la siguiente:
“Con los años, la experiencia marroquí ha dibujado un perfil de candidato que coincide con el de mujer del entorno rural con experiencia agrícola y que deje en casa cargas familiares que la obliguen a retornar. Esto ha ido reduciendo el número de los que se quedan en España sin permiso ni papeles…”
“…los empresarios onubenses han tratado de buscar en Senegal mujeres que quieran trabajar unos meses para enviar dinero a su familia, no quedarse en España…”
La Unión Europea necesita mano de obra, pero no seres humanos, crean comisiones de “sabios” para pensar en Europa, pero se olvidan de los humanos, en realidad tienen que pensar en la Banca Europea, la dueña de Europa. Hoy en Bruselas piensan cuales son las maneras más atemorizantes de poder infundir a los sin papeles, si encerrarlos en especies de cárceles, si sacar a sus hijos del sistema escolar por la fuerza y encarcelarlos también, encarcelar sin cometer delitos, saltarse el famoso Estado de Derecho que pregonan sin parar a su conveniencia, etc, etc,.
Pensarán sobre el Euribor, pero no más allá, mas allá del libre Mercado no pueden pensar, eso es lo escalofriante y frente a lo cual los ciudadanos debieran temer. La genialidad de este sistema que no sabe de justicia, es que puede ser perverso sin rendir cuentas a nadie. Llegan a la genial conclusión que sólo contratarán mujeres porque tienen hijos que las obliga a regresar. Solo pido un momento de reflexión para un sistema como este.
Si no tuvieran hijos, y no fuesen campesinas (“entorno rural”) elegirían a hombres. Pero como son campesinas y además tienen hijos, son más fáciles de controlar. El machismo históricamente, y el patriarcado en general, se sustenta en la superioridad del hombre sobre la mujer. Esta ilusoria superioridad no es más que una manera de explotar con ventaja el cuidado que la mujer otorga a su prole, a sus hijos, cuestión que siempre ha sido planteada como algo “natural” para poder legitimar esa falacia. Es siempre un acto voluntario, si quiere no quiere cuidar a alguien, no cuida a alguien, o lo cuida el hombre. Es solo en una sociedad ultra machista que este tipo de condiciones surge, y es solo en una sociedad ultra mercantilizada que se explota y se saca ventaja de quien cuida de nuestros niños.
No basta con nacer y vivir en África frente a las costas del mundo rico, mientras, después del colonialismo, sigue el expolio de materias primas, las guerras creadas desde afuera y para que hablar de las tasas de desocupación. No basta con ser un trabajador, necesitan mujeres de África, del mundo campesino, mundo que va en retroceso a nivel mundial por la suplantación del hombre por la maquina, por campos que están siendo utilizados para combustible del mismo mundo rico que excluye. No basta con ser ser humano, hay que ser históricamente excluidas en su rol de mujer, como las mujeres del mundo entero, y que tengan debilidad por cuidar de sus hijos.
De esta manera la mano de obra es todo lo necesariamente dúctil y flexible que el Mercado necesita. El Libre Mercado no entiende de justicia. Y en una sociedad así, replicada por milenios, ni siquiera podríamos haber surgido como lo que somos, como una especie más de este planeta, aún y a duras penas permaneciendo humanos. Los sueños de libertad, igualdad y fraternidad murieron en el parto, no veo razón para no recuperarlos. No veo razón para no rebelarse legítimamente contra un sistema deshumanizante, esclavista y mercantilista que lo quiere cubrir todo, hasta el vientre.
Traducido por Chelo Ramos |
Más allá del ruido y la furia de su conquista de Iraq y de la campaña en contra de Irán, la potencia dominante está librando una guerra poco mencionada en otro continente: América Latina. A través de testaferros, Washington pretende restaurar y reforzar el control político de un grupo privilegiado que se autodenomina clase media, para así endosarles a otros la responsabilidad del gobierno sicótico de Colombia y sus mafiosos por las masacres y el tráfico de drogas, y extinguir las esperanzas que los gobiernos de Venezuela, Ecuador y Bolivia han hecho nacer entre las masas empobrecidas de América Latina.
En Colombia, el principal campo de batalla, la naturaleza de clase de la guerra es distorsionada por las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC), cuyo uso del secuestro y el negocio de las drogas sirve de instrumento para desprestigiar a quienes han honrado la historia épica de rebeliones de América Latina, al oponerse al régimen protofascista de George W. Bush. “No se puede responder al terror con más terror”, dijo el presidente Hugo Chávez cuando los aviones de USA asesinaron a miles de civiles en Afganistán después de los ataques del 11 de septiembre de 2001. Desde entonces está sentenciado. Pero como todas las encuestas han demostrado, hablaba por la gran mayoría de los seres humanos que han entendido que la “guerra contra el terror” es una cruzada de dominación. Prácticamente solo entre los líderes nacionales que se enfrentaron a Bush, Chávez fue declarado enemigo, y sus planes de poner en marcha una democracia social independiente de USA, como una amenaza al dominio de Washington sobre América Latina. “Todavía peor”, escribió James Petras, especialista en América Latina, “las políticas nacionalistas de Chávez representaban una alternativa en América Latina en esa época (2000-2003), cuando las insurrecciones y levantamientos populares y el colapso de los gobernantes pro USA (Argentina, Ecuador y Bolivia) aparecían constantemente en las primeras páginas de los diarios.”
Es imposible desestimar la amenaza que las “clases medias” de países que tienen abundancia de privilegios y de pobreza perciben en esta alternativa. En Venezuela, sus “grotescas fantasías de hallarse bajo la férula de un brutal dictador comunista”, para citar a Petras, recuerdan la paranoia de la población blanca que apoyaba el régimen del apartheid en Sudáfrica. Como en Sudáfrica, el racismo abunda en Venezuela, donde a los pobres se les ignora, se les desprecia o se les menosprecia; en Caracas se refieren peyorativamente a Chávez, que es mestizo, como el “mono”. Estos insultos necios provienen no sólo de los muy ricos, protegidos por sus altas paredes en urbanizaciones llamadas Country Club, sino de quienes aspiran a serlo: gerentes medios, periodistas, relacionistas públicos, artistas, educadores y otros profesionales que se identifican con todo lo que tenga que ver con USA. Los periodistas de radio, televisión y medios impresos han desempeñado un papel crucial, como lo reconoció uno de los generales que intentó derrocar a Chávez en 2002. “Nosotros teníamos un arma poderosa en nuestras manos: los medios“, dijo, “sin ellos no habríamos podido hacerlo”.
Muchas de estas personas se consideran liberales y tienen fácil acceso a periodistas extranjeros que se califican como “izquierdistas”. Esto no es sorpresa. Cuando Chávez fue elegido por primera vez en 1998, Venezuela no era una de las tiranías arquetípicas de América Latina, sino una democracia liberal que disfrutaba de ciertas libertades, manejada por y para una elite que había saqueado la riqueza petrolera y dejado las migajas para los millones de invisibles en los barrios. Los dos principales partidos habían celebrado un acuerdo, conocido como Pacto de Punto Fijo, similar a la convergencia de los laboristas y los conservadores en Gran Bretaña, y de los republicanos y los demócratas en USA. Para ellos, la idea de soberanía popular era y sigue siendo anatema. Examinemos, por ejemplo. la educación superior. En la elitista Universidad Central de Venezuela, institución “pública” financiada con fondos públicos, más del 90 por ciento de los estudiantes provienen de las clases alta y “media”. Estos y otros estudiantes de las elites han sido infiltrados por grupos relacionados con la CIA y han recibido grandes elogios de liberales extranjeros por defender sus privilegios.
Con Colombia en la primera línea del frente, Chávez es el principal blanco de la guerra contra la democracia en América, y no es difícil entender por qué. Una de las primeras medidas que tomó Chávez fue revitalizar la OPEP y lograr que el petróleo alcanzara precios récord, pero al mismo tiempo redujo el precio para los países más pobres del Caribe y América Central, usó la nueva riqueza de Venezuela para pagar deuda, especialmente la de Argentina, y expulsó al Fondo Monetario Internacional de un continente al que había tenido sometido. Ha logrado disminuir la pobreza a la mitad y aumentar el PIB de manera espectacular. Pero sobre todo, le ha dado a los pobres la confianza necesaria para creer que sus vidas mejorarán.
Lo irónico de todo esto es que, al contrario de Fidel Castro en Cuba, Chávez no representaba una verdadera amenaza para los ricos, que se han enriquecido aún más durante su gobierno. Lo que ha hecho ha sido demostrar que una democracia social puede prosperar y extender los beneficios de la asistencia social a su población pobre, sin los extremos del “neoliberalismo”, una noción muy poco radical que el Partido Laborista británico adoptó en una época. Muchos venezolanos de a pie que no votaron en el referendo constitucional del año pasado, lo hicieron como protesta porque una democracia social “moderada” no es suficiente mientras los burócratas sigan siendo corruptos y las cloacas se desborden.
Al otro lado de la frontera, USA ha convertido a Colombia, el vecino de Venezuela, en el Israel de América Latina. Al amparo del “Plan Colombia”, se han puesto más de 6 mil millones de dólares en armas, aviones, fuerzas especiales, mercenarios y logística, en las manos de algunos de los peores asesinos que habitan la tierra: los herederos del Chile de Pinochet y de las otras juntas militares que aterrorizaron a América Latina durante una generación, y sus muchas gestapos entrenadas en la Escuela de las Américas de Georgia. “No solo los enseñamos a torturar” me dijo un ex instructor usamericano, “los enseñamos a matar, asesinar, eliminar.” Eso sigue siendo cierto en Colombia, donde organizaciones como Amnistía Internacional, Human Rights Watch y muchas otras han comprobado la existencia de terrorismo inspirado por el estado. En un estudio de 31.656 asesinatos extrajudiciales y desapariciones forzosas ocurridos entre 1996 y 2006, la Comisión Colombiana de Juristas determinó que el 46% había sido asesinado por los escuadrones de la muerte de derecha y el 14% por las FARC. Los paramilitares son responsables por la mayoría de los tres millones de desplazados internos. La miseria es el producto de la supuesta “guerra contra las drogas”, cuyo propósito real es eliminar a las FARC. A ese objetivo se ha agregado ahora una guerra de desgaste contra las nuevas democracias populares, especialmente contra Venezuela.
Fuerzas especiales de USA “asesoran” al ejército colombiano para que cruce la frontera, asesine y secuestre ciudadanos venezolanos e infiltre paramilitares en ese país, para de esta forma someter a prueba la lealtad de la Fuerza Armada venezolana. Lo mismo que hizo la CIA con la Contra en Honduras en la década de 1980 para derrocar el gobierno reformista de Nicaragua. La derrota de las FARC se ve ahora como el preludio de un ataque frontal contra Venezuela, si las elites venezolanas, alentadas por la muy estrecha victoria que obtuvieron en el referendo el año pasado, amplían su base en las elecciones de gobernadores y alcaldes que se celebrarán en noviembre.
El hombre de USA y el Pinochet de Colombia es el presidente Alvaro Uribe. Un informe desclasificado del Departamento de Defensa de Estados Unidos fechado en 1991, reveló que Uribe había “trabajado para el Cartel de Medellín” y fue “amigo cercano de Pablo Escobar", uno de los barones del cartel de la droga. Hasta los momentos, 62 de sus aliados políticos han sido investigados por colaborar con los paramilitares. Una característica de su gobierno ha sido la suerte de los periodistas que han echado luz sobre sus sombras. El año pasado, cuatro conocidos periodistas recibieron amenazas de muerte después de haber criticado a Uribe. Desde 2002, al menos 31 periodistas han sido asesinados en Colombia. Otra de las costumbres de Uribe es acusar a sindicalistas y defensores de derechos humanos de ser “colaboradores de las FARC”. Estas acusaciones son sentencias de muerte. Los escuadrones de la muerte colombianos, escribió Jenny Pearce, autora del aclamado libro, Under the Eagle: US Intervention in Central America and the Caribbean (1982), son cada vez más activos, pues están seguros de que el presidente ha tenido tanto éxito al poner al país en contra de las FARC, que no se prestará mucha atención a sus atrocidades.”
Uribe ha recibido el apoyo personal de Tony Blair, lo que refleja el papel que Gran Bretaña desempeña en América Latina desde hace mucho tiempo, generalmente en secreto. La “asistencia en contrainsurgencia” prestada al ejército colombiano, metido hasta el cuello en alianzas con los escuadrones de la muerte, incluye entrenamiento del Servicio Especial del Aire de Gran Bretaña (SAS) a unidades como los Batallones de Alta Montaña, acusados repetidamente de cometer atrocidades. El 8 de marzo, el Foreign Office invitó a oficiales colombianos a participar en un “seminario de contrainsurgencia” en el centro de conferencias Wilton Park, en el sur de Inglaterra. Raras veces el Foreign Office ha exhibido manera tan descarada a los asesinos que asesora.
El papel de los medios occidentales se basa en modelos usados con anterioridad, como las campañas que facilitaron la desmembración de Yugoslavia y el crédito que se otorgó a las mentiras sobre las armas de destrucción masiva de Iraq. El ablandamiento de la opinión pública para facilitar un ataque a Venezuela está en marcha, con la repetición de mentiras y de campañas de difamación similares.
La ruta de la cocaína
El 3 de febrero, el periódico Observer dedicó dos páginas a afirmar que Chávez coopera con el tráfico de drogas colombiano. De forma similar a las conocidas mentiras que inventaba para alarmar y relacionar a Saddam Huseein con al-Qaeda, el Observer titula: “Descubierto: el papel de Chávez en la ruta de la cocaína a Europa”. En este artículo se hacen afirmaciones no verificadas, se repiten rumores no corroborados. No se identifican las fuentes. De hecho, el reportero, para tratar de cubrirse las espaldas, escribe: “Ninguna de las fuentes con las que hablé acusa a Chávez de participar directamente en el gigantesco negocio del tráfico de drogas de Colombia.” La realidad es que la Oficina de las Naciones Unidas contra las Drogas y el Delito ha informado que Venezuela participa plenamente en los programas antidrogas y la cantidad de cocaína que decomisó en 2005 es la tercera más alta del mundo. Incluso el Ministro de Relaciones Exteriores de Gran Bretaña, Kim Howell, se ha referido a “la enorme cooperación de Venezuela”.
La campaña para involucrar a Venezuela en el tráfico de drogas ha sido reforzada recientemente mediante informes que aseveran que Chávez tiene “una alianza cada vez más pública con las FARC” (ver “Dangerous liasons”, New Statesman, 14 de abril). Nuevamente, “no hay pruebas”, como señala el Secretario General de la Organización de Estados Americanos. Por solicitud de Uribe y apoyado por el gobierno francés, Chávez actuó como mediador para buscar la liberación de retenidos por las FARC. El 1 de marzo Uribe abortó las negociaciones cuando, con la asistencia logística de USA, bombardeó un campamento en Ecuador y asesinó a Raúl Reyes, el negociador de más alto nivel de las FARC. Los militares colombianos dicen que un “correo electrónico” recuperado de la computadora de Reyes demuestra que Chávez le dio 300 millones de dólares a las FARC. La afirmación es falsa. El documento solo se refiere a Chávez con respecto al intercambio de rehenes. El 14 de abril Chávez criticó duramente a las FARC: ''Si yo fuera guerrilla”, dijo, “yo no tendría necesidad. Para qué tener una mujer, un hombre que no son soldados.” “¡Liberen a los civiles!”
Estas fantasías, sin embargo, tienen un objetivo muy peligroso. El 10 de marzo, el gobierno de Bush anunció que había comenzado el proceso para incluir a Venezuela en la lista de “países terroristas”, junto a Corea del Norte, Siria, Cuba, Sudán e Irán, país este último que está a la espera del ataque del principal estado terrorista del mundo.
Fuente:http://www.johnpilger.com http://www.newstatesman.com/200804240026
Sobre el Autor:
John Pilger es periodista, escritor y documentalista reconocido mundialmente, que comenzó su carrera en Australia, su país de origen, en 1958. Ha sido corresponsal extranjero y corresponsal de guerra desde 1967, durante la Guerra de Vietnam. La guerra a la democracia es su película más reciente.
Chelo Ramos es miembro de Cubadebate , Rebelión y Tlaxcala , la red de traductores por la diversidad lingüística. Esta traducción se puede reproducir libremente a condición de respetar su integridad y mencionar al autor, a la traductora y la fuente.
Traducido del inglés por Germán Leyens |
El mayor contaminador de EE.UU. no es una corporación. Es el Pentágono. Cada año el Departamento de Defensa produce más de 750.000 toneladas de desechos peligrosos – más que las tres mayores compañías químicos en conjunto.
A pesar de todo, gran parte de las fuerzas armadas sigue exenta del cumplimiento con la mayoría de las leyes medioambientales federales y estatales y la Agencia de Protección Ambiental de Estados Unidos (EPA), el socio en el crimen del Pentágono, trabaja duro para que no cambie la situación. Durante las últimas cinco décadas el gobierno federal, los contratistas de la defensa y la industria química han unido sus fuerzas para bloquear protecciones de la salud pública contre el perclorato, un componente del combustible para cohetes del que se ha mostrado que afecta el crecimiento y el progreso mental de niños al hacer estragos en la función de la glándula tiroides, que regula el desarrollo del cerebro.
El perclorato, sales derivadas del ácido perclórico, se ha estado filtrando de literalmente cientos de plantas de la defensa y de instalaciones militares en todo EE.UU. La EPA ha informado que el perclorato está presente en suministros de agua potable y de agua subterránea en 35 Estados. El Centro de Control de Enfermedades y estudios independientes también han mostrado de modo abrumador que el perclorato existe en los suministros de alimentos, la leche de vaca, la leche humana. Como resultado, todo estadounidense tiene un cierto nivel de perclorato en su cuerpo.
Actualmente sólo dos Estados, California y Massachusetts, han fijado un máximo permisible de nivel de contaminante para el perclorato en el agua potable. Pero la EPA no sigue la iniciativa de estos Estados. En el río Colorado, que suministra agua para más de 20 millones de personas, los niveles de perclorato son elevados. El perclorato prevalece sobre todo en el Sudoeste y en California como resultado de la gran cantidad de operaciones militares y de contratistas de la defensa en la región.
En 2001, la EPA estimó que la responsabilidad económica total para la limpieza de instalaciones militares tóxicas excedería 350.000 millones de dólares, o sea cinco veces la responsabilidad económica de la Ley Superfund para la industria privada. Pero el gobierno federal ha sido complaciente y ha permitido que el perclorato corra sin control por los suministros de agua de EE.UU. Esta negligencia y la falta de supervisión reguladora ha dejado libres al Pentágono, a la NASA y a los contratistas de la defensa para que fijen sus propios niveles, reduciendo los elevados, pero necesarios, costos para restaurar las aguas subterráneas.
Aunque la situación se ha hecho calamitosa en los últimos años, fue el gobierno de Clinton el que no hizo lo suficiente, ni de lejos, para comenzar a limpiar esas instalaciones y ciertamente no mantuvo un control estrecho sobre cómo el Pentágono gastaba el dinero que recibió. Durante los años noventa, el Departamento de Defensa gastó sólo 3.500 millones de dólares al año en la limpieza de instalaciones militares tóxicas – gran parte de ello en estudios, no trabajo real. En 1998, la Junta Revisora de la Ciencia en la Defensa [Defense Science Review Board], un comité federal asesor establecido para suministrar asesoría independiente al secretario de defensa, consideró el problema y concluyó que el Pentágono no tenía una política de limpieza medioambiental clara, objetivos o programa, lo que condujo al abogado Jonathan Turley, que tiene la Cátedra Shapiro de Derecho de Interés Público en la Universidad George Washington, a calificar al Pentágono del “primer rufián medioambiental” de la nación.”
“Si pueden gastar un millón de dólares en un misil crucero, parece bastante ridículo que no estén dispuestos a gastar 200.000 dólares para ver si nuestros alimentos están contaminados con combustible para cohetes,” dice Renee Sharp, analista en el Grupo de Trabajo Medioambiental [Environmental Working Group]. Pero si el programa de Clinton fue lamentable, el plan de Bush ha sido categóricamente mezquino.
Mientras Bush incrementó los gastos generales del Pentágono en miles de millones de dólares, el gobierno ha recortado simultáneamente su programa de remedio del medio ambiente. Además, el plan de defensa de Bush ha demandado “nuevas series de cierres de bases” para “conformar más eficientemente a las fuerzas armadas.” La eficiencia es usualmente una palabra que oculta como se esquivan las reglas ecológicas.
Estas instalaciones militares, que en total tienen más de 20 millones de hectáreas, forman parte de los legados más insidiosos y peligrosos dejados por el Pentágono. Están llenas de fragmentos tóxicos de bombas, munición sin estallar, desechos peligrosos bajo tierra, vertederos de combustible, fosos abiertos repletos de escombros, residuos de quemas y sí: combustible de cohetes. Un memorando interno de la EPA de 1998 advirtió del amenazador problema: “Si se mide por hectáreas, y probablemente si se mide por la cantidad de instalaciones, los campos de tiro y las municiones enterradas representan el mayor programa de limpieza en EE.UU.”
Cuando una instalación llega a contaminarse demasiado, el Pentágono prefiere simplemente clausurarla y entregarla a otra agencia federal. Durante las tres últimas décadas, el Pentágono ha transferido más de 6.500.000 hectáreas, a menudo con poco o ningún remedio. Las antiguas áreas de bombardeo han sido convertidas en refugios silvestres, parques urbanos y estatales, campos de golf, basureros, aeropuertos y centros comerciales.
La grave contaminación de ríos, suelos y del agua subterránea es un problema en casi cada campo de entrenamiento militar. Los sitios están frecuentemente saturados de metales pesados y de otros contaminantes así como de armas sin estallar. La lista de la Oficina de Responsabilidad Gubernamental de municiones no estalladas abandonadas en muchos sitios de entrenamiento se lee como un catálogo para un rico depósito de armas en Oriente Próximo: “granadas de mano, cohetes, misiles teleguiados, proyectiles, morteros, granadas para rifles, y bombas.”
Pero el gobierno ha hecho todo lo posible por encubrir su legado letal. En 2002 el Pentágono, los contratistas de la defensa y los fabricantes de perclorato persuadieron a los editores de una prestigiosa revista para que reescribieran un artículo sobre los efectos para la salud del producto químico sin la autorización o el consentimiento del autor. Luego, en 2005, la Casa Blanca llenó un panel de la Academia Nacional de Ciencias, que fue establecido para evaluar los riesgos para la salud del perclorato, con consultores pagados por la industria del combustible para cohetes, quienes, lo que no sorprende, recomendaron que los niveles de exposición fueran fijados a muchas veces por sobre las dosis más bajas recomendadas por numerosos estudios independientes de investigación.
“El perclorato suministra un ejemplo clásico de un sistema corrupto de protección de la salud, en el que contaminadores, el Pentágono, la Casa Blanca y la EPA han conspirado para bloquear protecciones sanitarias a fin de proteger los presupuestos, tratar de ganar favores políticos, y resguardar los beneficios corporativos,” dijo Richard Wiles, Director Ejecutivo del Grupo de Trabajo Medioambiental, al Comité del Medio Ambiente y de Obras Públicas del Senado el 7 de mayo, durante una audiencia realizada por la presidenta del comité, Barbara Boxer (demócrata de California), quien propugna estándares nacionales de seguridad para el perclorato en el agua potable.
“Todas las piezas requeridas para apoyar protecciones fuertes de la salud están en su sitio,” dijo Wiles. “Es una pesadilla de proporciones épicas que el Departamento de Defensa y sus contratistas, hayan gastado 50 años y millones de dólares tratando de evitarlas, en lugar de encararlas de frente.”
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Jeffrey St. Clair es autor de “Been Brown So Long It Looked Like Green to Me: the Politics of Nature and Grand Theft Pentagon.” Su libro más reciente: “Born Under a Bad Sky,” será publicado esta primavera. Para contactos escriba a: sitka@comcast.net.
Joshua Frank es autor de “Left Out!” (Common Courage Press) y co-editor, con Jeffrey St. Clair, de: “Red State Rebels: Tales of Grassroots Resistance in the Heartland” (AK Press).
http://www.counterpunch.org/stclair05122008.html
Robert Zoellick, ahora como presidente del Banco Mundial, anuncia que los precios seguirán altos por varios años, y que es necesario fortalecer la “ayuda alimentaria” para gestionar la crisis. Zoellick, que pasó a este cargo luego de ser jefe de negociaciones de Estados Unidos en la Organización Mundial de Comercio, sabe de lo que habla: desde su puesto anterior hizo todo lo que pudo para romper la soberanía alimentaria de los países, en función de favorecer los intereses de las grandes trasnacionales de los agronegocios. Incluso ahora, la receta de la “ayuda alimentaria”, es otra vez un apoyo encubierto a las mismas transnacionales, que tradicionalmente son quienes venden al Programa Mundial de Alimentos los granos que “caritativamente” les entregan a los hambrientos, con la condición de que ellos mismos no produzcan los alimentos que necesitan.
Los grandes ganadores de la crisis alimentaria son también actores centrales y grandes ganadores en la promoción de los agrocombustibles: las trasnacionales que acaparan el comercio nacional e internacional de cereales, las empresas semilleras, los fabricantes de agrotóxicos.
En estos dos últimos rubros son en muchos casos las mismas empresas: a nivel global, Monsanto es la principal empresa de semillas comerciales y la quinta en agrotóxicos. Bayer es la primera en agrotóxicos y la séptima en semillas, Syngenta la segunda en agrotóxicos y la tercera en semillas, Dupont la segunda en semillas y la sexta en agrotóxicos. Junto a BASF y Dow (tercera y cuarta en agrotóxicos), estas seis empresas controlan el total de las semillas transgénicas en el mundo, que casualmente es también la solución que proponen a todos los nuevos problemas (que ellas mismas han sido parte fundamental en provocar).
Junto a los que dominan más del 80 por ciento del comercio mundial de cereales: Cargill, ADM, ConAgra, Bunge, Dreyfus; todas han tenido ganancias absolutamente impúdicas, gracias a la escasez de alimentos, la promoción y subsidios a los agrocombustibles y el alza de los precios del petróleo (los agrotóxicos son petroquímicos). Un excelente informe de Grain (El negocio de matar de hambre, http://alainet.org/active/23996), da cuenta de estas ganancias: para el 2007, Cargill aumentó sus ganancias 36 por ciento; ADM, 67 por ciento; ConAgra, 30 por ciento; Bunge, 49 por ciento; Dreyfus, 77 por ciento, en el último trimestre de 2007. Monsanto obtuvo 44 por ciento más que en 2006 y Dupont-Pioneer 19 por ciento.
A esta situación se suma el hecho de que los grandes fondos de inversión especulativa –frente a la crisis financiera e inmobiliaria– trasladaron millonarias sumas de dinero a controlar los productos agrícolas en el mercado internacional o commodities. Actualmente, se estima que estos fondos controlan 60 por ciento del trigo y altos porcentajes de otros granos básicos. La mayor parte de la cosecha de soya de los próximos años, ya está comprada como “futuro”. Estos alimentos se han convertido en un objeto más de especulación bursátil, cuyo precio se modifica (y aumenta) en función de los jaloneos especulativos, no de los mercados locales o las necesidades de la gente.
Pese a esta paliza global a toda la gente común, peor para los más desposeídos, las trasnacionales no se dan por satisfechas y van por más. Ahora preparan el próximo asalto, monopolizando a través de patentes, los caracteres genéticos que consideran útiles para hacer plantas resistentes a la sequía, salinidad y otros factores de estrés climático.
Los gobiernos a su servicio, como México, pretenden apagar el fuego con gasolina: en lugar de soberanía alimentaria y control campesino de las semillas e insumos, proponen transgénicos con aún más modificaciones y más riesgos, maíz transgénico para aumentar la contaminación y la dependencia, y que hasta los campesinos más pobres, con apoyos públicos, siembren agrocombustibles en lugar de comida.
- Silvia Ribeiro, investigadora del Grupo ETC.
Desde Haití hasta Camerún, pasando por Bangladesh, la gente se ha lanzado a las calles llevada por la rabia de no poder ya comprar alimentos. Hay dirigentes mundiales que reclaman más ayuda alimentaria ante el temor de una agitación política, así como más fondos y tecnología para aumentar la producción agrícola. Mientras, los países exportadores de cereales cierran sus fronteras para proteger sus mercados internos, a la vez que otros se ven forzados a comprar por el pánico a la escasez. ¿Auge de precios? No. ¿Escasez de alimentos? Tampoco. Nos encontramos en medio de un colapso estructural, consecuencia directa de tres décadas de globalización neoliberal.
El sector agrícola tuvo en todo el mundo una producción récord de 2.300 millones de toneladas de granos en 2007, un 4% más que el año anterior. Desde 1961, la producción mundial de cereales se ha triplicado, mientras que la población se ha duplicado. Es cierto que las reservas están en el nivel más bajo de los últimos 30 años.[4] Pero, en resumidas cuentas, se produce suficiente cantidad de alimentos en el mundo. Sin embargo, no llega a quienes los necesitan. La gente consume directamente menos de la mitad de la producción mundial de granos. La mayor parte de esa producción se utiliza para consumo animal y cada vez más para biocombustibles a través de cadenas industriales en gran escala. De hecho, una vez atravesada la fría cortina de las estadísticas, es posible darse cuenta de que algo está fundamentalmente mal con nuestro sistema alimentario. Hemos permitido que los alimentos sean transformados de algo que alimenta a las personas y les asegura el sustento, en una simple mercancía para la especulación y los negocios. La lógica perversa de este sistema ha llegado a un punto crítico. Salta a la vista la manera en que beneficia a los inversionistas por sobre las necesidades alimenticias de la gente.
Las realidades del mercado
Los promotores de las políticas que han dado forma al actual sistema mundial alimentario –y que supuestamente son los responsables de evitar tales catástrofes– han ofrecido una serie de explicaciones sobre la crisis actual que todo el mundo ya ha escuchado una y otra vez: la sequía y otros problemas que afectan las cosechas, aumento de la demanda en China e India donde la gente aparentemente se está alimentando más y mejor, cultivos y tierras que se reconvierten masivamente hacia la producción de agrocombustibles, y demás explicaciones. Agreguen a esto la actuación de los especuladores que inflan los precios, lo cual también está siendo objeto de mayor indagación. Todos estos asuntos, obviamente, contribuyen a la actual crisis alimentaria. Pero no son totalmente responsables de su profundidad. Hay algo más importante detrás. Algo que une todos estos temas y que los popes del mundo de las finanzas y el desarrollo están manteniendo fuera de la discusión pública.
Nada de lo que dicen los nerds que formulan las políticas debe opacar el hecho de que la actual crisis alimentaria es el resultado de la presión permanente ejercida desde la década de 1960 hacia el modelo agrícola de la “Revolución Verde”, y de la liberalización del comercio y las políticas de ajuste estructural impuestas a los países pobres por el Banco Mundial y el Fondo Monetario Internacional, desde la década de 1970. Estas recetas de políticas fueron reforzadas a mediados de la década de 1990 con el establecimiento de la Organización Mundial del Comercio y, más recientemente, a través de un fárrago de acuerdos bi-laterales de libre comercio y de inversión. Junto con todo un paquete de otras medidas, han desmantelado de manera implacable los aranceles y otros instrumentos que los países en desarrollo tenían para proteger su producción agrícola local, y los forzaron a abrir sus mercados y tierras a los agronegocios mundiales, a los especuladores y a las exportaciones de alimentos subsidiados provenientes de los países ricos. En ese proceso, las tierras fértiles fueron reconvertidas de la producción de alimentos para abastecimiento de un mercado local a la producción de commodities mundiales para la exportación o cultivos de contra estación y de alto valor para abastecer los supermercados occidentales. Hoy, aproximadamente el 70% de los llamados países en desarrollo son importadores netos de alimentos.[5] Y de las 845 millones de personas con hambre en el mundo, 80% son pequeños agricultores y agricultoras.[6] Si a esto se le agrega la readecuación del crédito y los mercados financieros para crear una enorme industria de la deuda, sin control sobre los inversionistas, la gravedad del problema queda clara.
La política agrícola ha perdido total el contacto con su objetivo más fundamental de alimentar a la gente. El hambre lastima y la gente está desesperada. El Programa mundial de alimentos de Naciones Unidas estima que hay unas 100 millones de personas más que no pueden comer debido al espectacular alza de precios reciente.[7] Esto tiene a los gobiernos buscando frenéticamente cómo protegerse del sistema. Los afortunados que tienen existenciaspara exportar están retirándose del mercado mundial para separar sus precios internos de los astronómicos precios internacionales. Con el caso del trigo, la prohibición de exportarlo o las restricciones aplicadas en Kazajstán, Rusia, Ucrania y Argentina, significa que un tercio del mercado mundial ha sido clausurado. La situación con el arroz es aún peor. China, Indonesia, Vietnam, Egipto, India y Camboya han prohibido o restringido severamente las exportaciones, dejando unas pocas fuentes de suministro para la exportación, principalmente Tailandia y Estados Unidos. Países como Bangladesh ni siquiera pueden comprar el arroz que hoy necesitan debido al alto precio del mismo. Después de que el Banco Mundial y el FMI aconsejaran durante años a los países que un mercado liberalizado les aportaría mayor eficiencia en la producción y distribución de alimentos, los países más pobres del mundo se encuentran inmersos en una intensa puja contra especuladores y comerciantes, que están viviendo una verdadera época de bonanza. Los fondos de cobertura y otras fuentes de fondos especulativos están volcando millones de dólares a los commodities, para escapar de los resbaladizos mercados de valores y de la contracción del crédito; con ello alejan aún más las existencias de alimentos del alcance de los sectores pobres.[8]
De acuerdo con algunas estimaciones, los fondos de inversión controlan ahora entre el 50% y el 60% del trigo comercializado en los más grandes mercados mundiales de commodities.[9] Una empresa estima que el monto de dinero especulativo en futuros de commodities –mercados en los que los inversionistas no compran o venden un commodity tangible, como el arroz o el trigo, sino que apuestan a las variaciones del precio– fue menor a US$ 5.000 millones en 2000 y trepó a US$ 175.000 millones en 2007.[10]
Esta situación no es accidental –y sus efectos son insostenibles. Miren a Haití. Pocas décadas atrás se autoabastecía de arroz. Pero las condiciones de los préstamos externos, en particular un programa del FMI de 1994, lo forzó a liberalizar su mercado. Así, desde Estados Unidos comenzó a llegar arroz barato, con el apoyo de subsidios y corrupción, y la producción local fue erradicada.[11] Ahora los precios del arroz aumentaron un 50% desde el año pasado, y el haitiano medio no puede comerlo. Por esta razón están saliendo a las calles o arriesgando sus vidas en un viaje en bote hasta los Estados Unidos. Las protestas por la crisis alimentaria también han estallado en África Occidental, desde Mauritania hasta Burkina Faso. También allí los programas de ajuste estructural y el dumping de la ayuda alimentaria destruyeron una larga historia de producción de arroz de la región, dejando a la gente a merced del mercado internacional. En Asia, el Banco Mundial aseguró reiteradamente a Filipinas, incluso hasta el año pasado, que autoabastecerse de arroz era innecesario, y que el mercado mundial se haría cargo de sus necesidades.[12] En la actualidad el gobierno se encuentra en una situación desesperada. Las reservas nacionales de arroz subsidiado están prácticamente agotadas y no puede completar sus pagos por importaciones debido a que los precios solicitados por los comerciantes son demasiado elevados.
El hambre como asesinato
Nunca como ahora ha resultado tan obvia la cruda verdad sobre quién gana y quién pierde en nuestro sistema alimentario mundial. Analicemos el elemento más básico de la producción de alimentos: la tierra. Podría decirse que el sistema alimentario industrial sufre de una drogodependencia de fertilizantes químicos. Necesita más y más para mantenerse vivo, erosionando suelos con el costo de destruir su potencial de sustentar cultivos alimenticios. Entre 1992 y 2003, la utilización de fertilizantes aumentó un 3% anual en la región Asia-Pacífico, mientras que, como resultado, el rendimiento del principal cultivo al cual se aplicaron, el arroz, sólo creció un 0,7% por año. En el contexto actual de ajustadas existencias de alimentos, la pequeña camarilla de empresas que controlan el mercado mundial de fertilizantes puede cobrar lo que quiera –y eso es exactamente lo que está haciendo. Las ganancias de Mosaic Corporation, empresa de Cargill que controla gran parte de la oferta de potasa y fosfato, aumentaron más del doble el año pasado.[13] La mayor empresa productora de potasa del mundo, Potash Crop, de Canadá, obtuvo más de mil millones de dólares de ganancias, lo que equivale a más de un 70% con relación a 2006.[14] Enfrentados al pánico de la crisis mundial, los gobiernos han comenzado a desesperarse por aumentar sus cosechas, con lo cual le han dado a esas empresas la potestad de subir aún más la apuesta. En abril de 2008, la filial comercial offshore conjunta de Mosaic y Potash aumentó los precios de la potasa en un 40% para los compradores del sudeste asiático y en un 85% para los de América Latina. India tuvo que pagar un 130% más que el año pasado. Pero fue China quien se llevó la peor parte, fustigada con un alza de un 227% en su cuenta de fertilizantes con respecto al año anterior.[15]
Si bien se está haciendo mucho dinero con los fertilizantes, para Cargill es tan solo un negocio secundario. Sus mayores ganancias provienen del comercio mundial de commodities agrícolas, el cual monopoliza en gran parte junto con algunas otras empresas gigantes. El 14 de abril de 2008, Cargill anunció que las ganancias que había obtenido del comercio de commodities en el primer trimestre de 2008 aumentaron un 86% con respecto al mismo periodo del año anterior. “La demanda de alimentos en las economías en desarrollo y de energía en todo el mundo está haciendo crecer la demanda de los productos agrícolas, a la vez que la inversión se ha enfocado en los mercados de commodities”, declaró Greg Page, presidente de Cargill y uno de sus principales ejecutivos. “Los aumentos de los precios están alcanzando nuevas marcas y los mercados son extraordinariamente volátiles. En este contexto, el equipo de Cargill ha realizado un trabajo excepcional midiendo y evaluando el riesgo de los precios y manejando el enorme volumen de granos, semillas oleaginosas y otras commodities que circulan por nuestras cadenas de suministros para clientes de todo el mundo”.[16]
La administración y la evaluación no son tan difíciles para una compañía como Cargill, con su posición casi monopólica y un equipo mundial de analistas que tiene las dimensiones de un organismo de las Naciones Unidas. En realidad, todos los grandes comerciantes de granos están logrando ganancias récord. Bunge, otro gran comerciante de alimentos, en el último trimestre fiscal de 2007 tuvo un aumento en sus ganancias de 245 millones de dólares, o 77%, con respecto al mismo periodo el año anterior. ADM, el segundo mayor comerciante de granos del mundo, experimentó un aumento del 65% en sus ganancias de 2007, llegando a un récord de 2.200 millones de dólares. Charoen Pokphand Foods, de Tailandia, es una importante empresa asiática; para este año anuncia un aumento impresionante de sus ingresos, que calcula en 237%.
Las grandes firmas mundiales procesadoras de alimentos, algunas de las cuales actúan además en la comercialización, también se están llenando los bolsillos. Las ventas mundiales de Nestlé crecieron un 7% el año pasado. “Lo veíamos venir, así que nos protegimos comprando materias primas por anticipado”, dice François-Xavier Perroud, vocero de Nestlé.[17] Los márgenes están subiendo también en Unilever. “Las presiones sobre los commodities han aumentado radicalmente, pero hemos logrado compensarlas con medidas en materia de precios adoptadas oportunamente y con los réditos permanentes que nos han dado nuestros programas de ahorro”, dice Patrick Cescau, miembro del Directorio de Unilever. “No sacrificaremos nuestros márgenes ni nuestra participación en el mercado”.[|8] Las empresas de alimentos no parecen estar sacando su tajada a costa de las grandes empresas de venta al público. El rey de los supermercados del Reino Unido, Tesco, dice que sus ganancias aumentaron un 12,3% con respecto al año anterior, un récord alto. Otros almacenes importantes, como Carrefour de Francia y Wal-Mart de los Estados Unidos, dicen que las ventas de alimentos son el principal factor que contribuye al incremento de sus ganancias.[19] La división mexicana de Wal-Mart, Wal-Mex, que maneja un tercio del total de ventas de alimentos en México, informó de un aumento del 11% en sus ganancias para el primer trimestre de 2008, mientras la gente hace manifestaciones callejeras porque no puede costearse más las tortillas.[20]
Parece que casi todos los actores empresariales de la cadena mundial de alimentos están ganando una fortuna con la crisis alimentaria. A las compañías de semillas y agroquímicas también les está yendo bien. Monsanto, la mayor firma de semillas del mundo, declaró que las ganancias generales aumentaron un 44% en 2007 con respecto al año anterior.[21] DuPont, la compañía mundial de semillas número dos, dijo que sus ganancias por la venta de semillas en 2007 aumentó 19% con relación a 2006, mientras que Syngenta, la empresa número uno de plaguicidas y número tres de semillas, obtuvo un 28% más de ganancias en el primer trimestre de 2008.[22]
Esos récords de ganancias no tienen nada que ver con algún valor nuevo que estén produciendo esas empresas y tampoco son ganancias inesperadas recibidas de algún brusco cambio de la oferta y la demanda. Es un reflejo del poder extremo que esas intermediarias han acumulado con la globalización del sistema alimentario. Íntimamente vinculadas con la formulación de las normas de comercio que rigen el sistema alimentario actual y con un estrecho control de los mercados y de los sistemas financieros cada vez más complejos a través de los cuales opera el comercio mundial, esas empresas están en una posición perfecta para convertir la escasez de alimentos en pingües beneficios. La gente tiene que comer, cualquiera sea el costo.
La imperiosa necesidad de cambiar las políticas
El telón de fondo de esta situación perversa del mercado alimenticio es el sistema financiero mundial, que en este preciso momento se tambalea en su endeble eje. Lo que el año pasado comenzó como una crisis localizada de préstamos hipotecarios en los Estados Unidos, se ha manifestado ahora en una situación en la que se ha tomado conciencia de que los emperadores del sistema financiero mundial no tienen ropas. La economía mundial vive en base a una deuda que nadie puede pagar. Mientras los banqueros centrales y los ejecutivos de Lear Jet tratan de improvisar parches para revertir la desconfianza, el mensaje subliminal es que el sistema está en bancarrota y nadie en el poder quiere tomar las riendas. Ni el FMI, ni el Banco Mundial, y del Grupo de los 8 en junio no esperemos mucho más que el oropel de las relaciones públicas. Es el mismo tema con los alimentos: una elite ideológica ha obligado a nuestros países a abrir drásticamente los mercados y dejar que rija el libre mercado, para que unas pocas megaempresas, inversionistas y especuladores puedan hacer mucho dinero. El neoliberalismo, acompañado de la corrupción galopante que azota a nuestros países y los sistemas comerciales, ha perdido todo viso de legitimidad en tanto ha causado estragos en el centro mismo de nuestras necesidades más básicas: la capacidad de alimentarnos. El ejemplo más aberrante de cuán fuera de lugar están esos ideólogos es que muchos están comenzando a reclamar abiertamente mayor liberalización del comercio como solución a la crisis alimentaria, y llegan incluso a proponer que se cambien las normas de la OMC para impedir que los países impongan restricciones a las exportaciones de alimentos.[23]
El presidente del Banco Mundial, Robert Zoellick, intentó convencer al mundo con su exhortación de establecer un “Nuevo Acuerdo” para resolver la crisis alimentaria. Pero el sonsonete de sus relaciones públicas, replicado entusiastamente por otros organismos, representa tan solo más de lo mismo: más liberalización del comercio, más tecnología y más ayuda. La crisis alimentaria actual es el producto directo de décadas del tipo de políticas que ahora debemos erradicar. Si bien es necesario aplicar medidas inmediatas para bajar los precios de los alimentos y hacer que los alimentos lleguen a quienes los necesitan, también es imperioso dar un giro radical en la política agrícola de manera que los pequeños agricultores de todo el mundo tengan acceso a la tierra y puedan vivir de lo que ella les da. Necesitamos políticas que apoyen y protejan a los agricultores, pescadores y otros sectores que producen alimentos para sus familias, para los mercados locales y para la gente de las ciudades, en lugar de un mercado de commodities internacional abstracto y un minúsculo clan de ejecutivos de empresas. Y necesitamos fortalecer y promover el uso de tecnologías basadas en el conocimiento y el control de quienes saben cómo hacer crecer los alimentos: las comunidades locales. Dicho de otra manera, necesitamos soberanía alimentaria, ya –del tipo de la que definen y dirigen los propios pequeños agricultores y pescadores.
En todo el mundo ha habido movimientos sociales que han estado luchando durante décadas para promover ese cambio de estrategia; pero en respuesta han sido desoídos y calificados de obsoletos –cuando no a menudo reprimidos violentamente– por quienes detentan el poder. Si hay algún atisbo de esperanza en esta crisis, es que esta situación pueda revertirse. En algunos países los gobiernos ya están recurriendo a las organizaciones campesinas para trabajar con ellas en la reformulación de sus políticas agrícolas. Otros están comenzando a cuestionar el argumento fundamental de impulsar una mayor libertad de comercio. Los halcones neoliberales que están en la cima de la pirámide de la política alimentaria mundial han perdido la credibilidad que de alguna manera pudieron haber tenido alguna vez. Es hora de que salgan del camino para que las visiones de soberanía alimentaria y reforma agraria, que surgen de las bases, puedan ocupar su lugar y sacarnos de este lío infernal.
Por más información:
- FAO (Organización de las Naciones Unidas para la agricultura y la alimentación). Situación alimentaria mundial
- Financial Times. “The global food crisis”, mapa intercativo, actualizado al 21 de abril de 2008
- Confédération Paysanne, ” Les révoltes de la faim dans les pays du Sud : l’aboutissement logique de choix économiques et politiques désastreux”, Comunicado de prensa, 18 a abril de 2008
- “UNCTAD official blames food crisis on structural adjustment programme”, This Day, Lagos, 23 de abril de 2008, en: http://allafrica.com/stories/200804230375.html
- Sobre soberanía alimentaria: http://www.viacampesina.org y http://www.nyeleni2007.org
- Sobre agrocombustibles: número 53 de Biodiversidad, GRAIN, julio de 2007, en:
http://www.grain.org/biodiversidad/?type=39
Notas:
1 Bloomberg, citado por la BBC, Londres, 14 de abril de 2008
2 “Action to meet Asian rice crisis”, BBC, Londres, 17 de abril de 2008
3 Para ver informes diarios: http://www.riceonline.com En la medida que hay muchos exportadores asiáticos de arroz fuera de juego, los países necesitados de Asia y África se están volcando al mercado de EEUU, donde los precios están por las nubes.
4 Brian Halweil, “Grain harvest sets record, but supplies still tight”, Worldwatch Institute, Washington, D.C. En: http://www.worldwatch.org/node/5539
5 Katarina Wahlberg, “Are we approaching a global food crisis?”, World Economy & Development en Brief, Global Policy Forum, 3 de marzo de 2008
6 Entrevista a un experto en políticas alimentarias, Radio Francia Internacional, París, 20 de abril de 2008
7 “ONU: inflación en alimentos básicos”, BBC, Londres, 22 de abril de 2008
8 Sinclair Stewart y Paul Waldie, “U.S. food producers, speculators square off”, Globe and Mail, Toronto, 23 de abril de 2008
9 Ibid. “Why grocery prices are set to soar”, Globe and Mail, Toronto, 24 de abril de 2008
10 Paul Waldie, “Why grocery prices are set to soar”, op cit
11 Bill Quigley, “USA role in Haiti hunger riots”, Znet, US, 23 de abril de 2008, en:
12 Banco Mundial, “Can the world market for rice be trusted”, Box 1 on p. 52 de: “Philippines: Agriculture Public Expenditure Review,” Technical Paper, Banco Mundial, Washington. D.C., 2007: En: http://go.worldbank.org/TGRSK19300
13 Postasa y fosfatos son dos de los principales ingredientes de los fertilizantes químicos.
14 David Ebner, “Saskatchewan: A lot more than wheat,” Globe and Mail, Toronto, 11 de abril de 2008
15 John Partridge y Andy Hoffman, “China deal sends Potash soaring,” Globe and Mail, Toronto, 17 de abril de 2008
16 “Cargill income up sharply in third quarter” World Grain, Kansas, 14 de abril de 2008
17 “Tightening belts”, The Economist, Londres, 10 de abril de 2008
18 Jonathan Sibun, “Unilever profits surge despite price pressures”, The Telegraph, Londres, 3 de noviembre de 2007, y, “Get set for more price hikes: Unilever chief”, Business Standard, India, 16 de marzo de 2008.
19 Foo Yun Chee, “Major European retailers post higher profits for 2007”, Reuters, 6 de marzo de 2008
20 Associated Press, “Wal-Mart de Mexico’s 1Q profits rise 11 percent on higher sales, cost controls”, 8 de abril de 2008
21 Monsanto Company, Informe anual, 2007.
22 DuPont, Informe anual 2007, y “Syngenta anuncia cifra negocio en progresión 28 por ciento primer trimestre”, EFE, 22 de abril de 2008
23 Isabel Reynolds, “WTO should pressure food exporters – Mandelson”, Reuters, 23 de abril de 2008
http://www.grain.org/articles/?id=40
Con una camioneta alemana marca “Porsche” y otra “Mercedes Benz” caracterizadas como “auto-topadoras”, activistas de Greenpeace protestaron frente a la Secretaría de Agricultura, Ganadería, Pesca y Alimentación de la Nación (SAGPyA) de Argentina, cuya central se ubica en Buenos Aires. Lo hicieron para denunciar que el cultivo de soja destinado a la producción de biodiesel para el mercado internacional, principalmente el europeo, provocará la destrucción de los últimos bosques nativos del país. La SAGPyA viene promoviendo la producción de biocombustiles en la Argentina con el objetivo de abastecer al mercado mundial.
Según datos de la organización ambientalista, para proveer materia prima para las plantas de biodiesel existentes y proyectadas en nuestro país, se necesitan más de 9 millones de hectáreas de este cultivo. La producción a gran escala generará una nueva presión para expandir las tierras agrícolas disponibles, provocando la destrucción directa e indirecta de los últimos ecosistemas naturales.
En los últimos 9 años más de 2 millones de hectáreas de bosques han desaparecido en manos de las actividades agropecuarias, motorizadas especialmente por el cultivo de soja. “La situación de los bosques en Argentina es alarmante” expresó Hernán Giardini, Coordinador de la Campaña de Biodiversidad de Greenpeace. “En nuestro país no podemos perder ni una hectárea más de bosques nativos”.
La reglamentación europea estipula un corte de los combustibles fósiles con un 5,5 por ciento de biocombustibles para el 2010 y del 17 por ciento para el 2020. Alemania es uno de los principales destinos de las exportaciones de las plantas de biodiesel que funcionan hoy en Argentina.
“La meta que se propuso Europa tiene una particular importancia para nuestra región ya que estos objetivos exceden por mucho la capacidad de producción de aquellos, lo que hace que países como Argentina se conviertan en proveedores de biodiesel dentro del mercado internacional” sostuvo María Eugenia Testa, de la Unidad Política de Greenpeace. “Por otro lado nuestro país fomenta su producción sin ninguna política que aborde los impactos ambientales y sociales que genera.”
Durante las últimas semanas se ha sumado otro gran cuestionamiento a la producción y consumo de biocombustibles, el impacto de estos en la suba de los precios de los alimentos, lo que ya afecta a millones de personas en el mundo, especialmente de los sectores más vulnerables.
“Pese a las advertencias de organismos internacionales como la ONU o el Banco Mundial, y de numerosas organizaciones ambientalistas, los gobiernos siguen promoviendo la producción y el consumo de biocombustibles” agregó la ambientalista. “Los cultivos de maíz o la soja para la producción de biocombustibles compiten directamente con los alimentos, provocando su escasez y el aumento de precios”.
Semanas atrás, Greenpeace Alemania había comprobado que el biodiesel añadido al diesel que se comercializa en aquel país proviene en un 20 por ciento de aceite de soja. Durante 2007 se exportaron alrededor de 300 mil toneladas de biodiesel desde Argentina (con sólo dos plantas en funcionamiento), de las cuales el 25 por ciento tuvieron como destino el bloque comunitario, donde el principal comprador es Alemania. Para este año se calcula que las exportaciones argentinas cuadriplicarán esta cifra.
Según Greenpeace Alemania, cada porcentaje adicional en el corte de biodiesel en Alemania significa más de 700.000 hectáreas de plantaciones de soja extra por año. Si se quiere llegar al corte del 17 por ciento, Alemania necesitaría importar cerca de 4.900 millones de litros de biodiesel de soja, lo que significa más de 10 millones de hectáreas de ese cultivo, una superficie similar a la provincia de Santa Fe.
En nuestro país, la Ley 26.093 de Régimen de Regulación y Promoción para la Producción y Uso Sustentables de Biocombustibles, establece la obligatoriedad de la mezcla de 5 por ciento de biodiesel y bioetanol para todos los combustibles comercializados domésticamente a partir del 2010.
“Esta meta solo debiera cumplirse aplicando estrictos criterios de sustentabilidad, seleccionando los cultivos con mejor balance energético y el mejor balance de gases de efecto invernadero. De otra forma la solución sería peor que el problema”, afirmó Testa.
Para Greenpeace la producción de estos combustibles no puede significar la destrucción de bosques nativos ni debe poner en peligro la soberanía alimentaria. Por otro lado, la organización ambientalista exige el establecimiento de un estándar de calidad que obligue a que en el análisis de ciclo de vida de los biocombustibles se genere una reducción de gases de efecto invernadero (GEI) de al menos un 60 por ciento comparados con el combustible que reemplazan.