El embrollo argentino
Por Osvaldo Bayer
Desde Bonn, Alemania
Otra vez el mismo clima. Otra vez parece que marchamos por una calle sin salida. Hubo un hombre de mi tiempo, Aldo Ferrer, que dijo lo valedero, lo equitativo. Pero nadie lo escuchó. Hay que distribuir las ganancias para llevar adelante una sociedad integrada; si no, quedaremos cada vez más en el subdesarrollo. La sociedad tiene que ser integrada, regulada. Recordemos aquello de la economía social de mercado. Con la que la Alemania destruida de posguerra logró levantarse. Redistribuir las ganancias en la ciencia, en la técnica, en la paz social, en la educación, en la salud, en una industria que vaya eliminando las dependencias. Una sociedad con miserias es una sociedad injusta, corrupta, en sí, inmoral. Además se equivoca aquel que siempre quiere tener más, porque ese afán de dominar es el que crea violencia en la sociedad. Porque el que tiene más es casi siempre traicionado por los cuidadores de ese status.
Una sociedad moderna ya no puede vivir sin las regulaciones. Porque, si no, terminaremos en los grandes castillos de la Edad Media donde se refugiaban los autodenominados nobles para “gozar” de su poder: vestidos desopilantes, joyas, coronas, armas, minués, cuarteto de cuerdas en el almuerzo de los señores, caza del jabalí rodeados por una comitiva de uniformados bien remunerados. Mientras, a su paso, los esclavos bajo el látigo o los eternos peones de la tierra, con sus harapos y sus ojos plenos de miedo y de hambre. Ahora las figuras han cambiado, todo es más disimulado. Pero las vallas morales y materiales son las mismas. Los dueños en sus countries de lujo con las mismas defensas –esta vez ya de empresas de vigilancia– y, a las pocas cuadras, las villas miseria con su increíble cuadro de las fantasías morbosas de la brutal realidad.
En la Argentina ha ocurrido otra vez un golpe, como ya alguien lo ha dicho. Y como todos los golpes se originó, por un lado, por la incapacidad de quienes gobiernan de convencer, y por el otro, los de la filosofía “no me toquen el bolsillo”.
Los autores del golpe sin armas pero con medios salieron a defender lo “suyo”, todos juntos, algunos de bolsillo flaco y los otros, los tradicionales dueños de la tierra, de los medios, de las empresas que compran y venden.
El error de quienes tienen que ser los administradores racionales y justos fue meterlos a todos en la misma bolsa. Los de poca tierra y los eternos señores de la tierra y del cielo. Y todo se convirtió en dos mitades. Y desempató Cobos, un político esencialmente argentino, que cuando le tocó hablar lo hizo a ritmo de tango, y votó con lágrimas en los ojos. Tal vez lo ayudó a decidirse la virgencita de Luján. Recemos. Cuando lo ético, si se forma parte de un gobierno y no se está de acuerdo con una resolución de ese gobierno, es renunciar y no votar en contra de los que justamente lo pusieron segundo en la lista. Se vuelve a la base y no se sigue aferrándose al poder, por si las moscas. Pasó a ser el héroe de la derecha con voz entrecortada. Primero borocoteó a su partido y puso cara sonriente al peronismo K. Ahora, una vez en el poder, vota emocionado en contra y dice que espera ser aceptado de nuevo por su antiguo partido. En letra argentina eso se llama ser radical. Qué curioso, diría un gramaticólogo estructural alemán observando el uso argentino de la palabra “radical”, y se deprimiría al no encontrar una explicación idiomática consensuada. Porque claro, en sí, radical es ser, como lo dice su raíz: revolucionario, avanzado, definitivo. Definitivo. ¿Ad infinitum? ¿Definitivo? De radical argentino pasó a radical K y de K –probablemente– a la fórmula Cobos-De Angeli, de la cual ya se habla.
Pero eso no es el problema fundamental. El patetismo está en las dos Argentinas actuales de las que, desde su nacimiento, nadie fue capaz de hacer una. Fue muy cómico ver al presidente de la Sociedad Rural, el señor Miguens, cantar el Himno Nacional, emocionado, después del voto de Cobos: “ved en trono a la noble igualdad”. Cuando lo vi en la pantalla recordé las orgullosas crónicas de los diarios patagónicos La Unión y El Orden, de 1922, describiendo el gran banquete de la Sociedad Rural a los oficiales del 10 de Caballería que acababan de fusilar a centenares de peones patagónicos. Fue para 120 comensales y se cantó también, con emoción, el Himno Nacional. “Ved en trono a la noble igualdad, libertad, libertad, libertad” (esto es necesario remarcarlo siempre). Se descorchó champagne y los estancieros ingleses presentes le cantaron al teniente coronel Varela –el fusilador– el “for he is a jolly good fellow” (sí, “porque eres un buen camarada”).
Cobos, cuando se emocionó en la madrugada del jueves, ya que votó por el “campo”, tendría que haber mencionado la tragedia de los peones patagónicos, ya que fue un gobierno radical, el de Yrigoyen, el que dio la orden de los fusilamientos. Cobos tendría que haber aprovechado esa oportunidad en que todos los ojos argentinos lo miraban, para pedir perdón –como radical– por tan trágica y tremenda injusticia. Señalar que fue un error garrafal y un crimen de lesa humanidad. ¿No les suscita ninguna culpa, a los radicales K y a los radicales J, tantos peones asesinados?
Cuando Cobos votó por el no, los manifestantes de Palermo todos en coro cantaron el Himno Nacional. (¿No hubo ninguno, que mirando a Cobos, le tararee el “for he is a jolly good fellow? Las crónicas no lo dicen, no seamos mal pensados.) Pero, eso sí, el diario La Nación describió gozoso y engolosinado cómo estaban vestidos los manifestantes de Palermo que vivaron a Cobos: “... un matrimonio con galeras abanderadas de las que colgaban cintas brillantes, con su bebé en cochecito... o looks más vanguardistas (sombreros tipo diseños de autor) realizados con el mismo motivo... Jeans y pantalones livianos con cintos de cuero, camisas y remeras, y uno que otro sombrero, más anteojos de sol, entre las mujeres, y la onda casual Friday entre los varones... un estilo relajado matizado por el traje y la corbata... Y como silencioso detalle anti-K, una suerte de gorro llevado por algunos con esa letra en círculo cruzado, a la manera de la dialéctica vehicular, más la aclaración ‘yo no lo voté’”. (Aquí hago una pausa y pienso: pero Cobos sí lo votó a K, o mejor dicho, a la K.) Y prosigue la crónica muy significativa: “Y como voto al campo, cintas colgantes en verde soja con la leyenda: ‘Apoyo el campo’”. (Aquí también pienso: claro, con el precio de la soja se explica todo.) Y sigue: “El respeto y la amabilidad fueron la constante... a eso de las 6 de la tarde emergieron, entre otros personajes vinculados con la moda, algunos diseñadores de renombre y también el peluquero más famoso, entusiasmado con la multitud. A un paso, chicos y grandes con mascotas. Así, como en familia”.
Qué idílico. Tendríamos que estar orgullosos de que haya argentinos tan finos y delicados. Somos una familia.
No tanto. Tenemos un país dividido, como en toda nuestra historia. Federales y unitarios, el progreso de Roca y los indios bárbaros y salvajes, los argentinos de bien y los anarquistas extranjerizantes; los cabecitas negras y los libertadores, los argentinos desaparecedores y los desaparecidos; perucas, paraguas, bolitas y argentinos rubios y de ojos celestes.
Celebro que un grupo grande de intelectuales argentinos haya escrito tres cartas sobre la temática del país y así hayan tomado posición en la discusión. Por fin los intelectuales salen a la palestra. Ojalá que esto prosiga y sean tomados en cuenta cuando opinan. Y sería bueno que los políticos de vez en cuando los convoquen para escuchar su opinión. Porque el principal deber del intelectual es ése: salir a la calle cuando en la sociedad hay injusticias o se reprimen las libertades.
El diario alemán Frankfurter Rundschau informó ayer en su página editorial sobre el conflicto que sacude a nuestras pampas. Y lo titula “El embrollo argentino”. ¡Qué delicado y fino el periodista! Hablando en lunfardo, más que un embrollo es un verdadero quilombo. De “el país de las espigas de oro”, cantado por Rubén Darío, al país de la soja de oro. Sí, pero con villas miseria y niños desnutridos.
Chicos y sin buena defensa
Por Raúl Dellatorre
Las entidades rurales lograron su cometido. Dieron por tierra con la fatídica Resolución 125 y todos los agregados posteriores. Un “enchastro”, diría el dirigente entrerriano Alfredo De Angeli, que condenaba a la quiebra a los pequeños productores. Ahora “hay más tranquilidad, la gente estaba angustiada”, al decir del vicepresidente Julio Cobos. A los productores de soja ya no se les descontarán retenciones móviles de hasta el 55 por ciento, como hubieran pagado si el precio de exportación se elevaba por encima de los 600 dólares y su producción fuese superior a las 1500 toneladas en la presente campaña. Pero a los productores de hasta 300 toneladas, el descuento de retención que les correspondía, según el proyecto que el voto de Cobos volteó en el Senado, era del 30 por ciento, ya que el excedente sobre ese porcentaje se le devolvería por compensaciones. Y además, si estaba ubicado a más de 400 kilómetros del puerto también iba a recibir una compensación por mayor flete. Todo eso lo perdió. Entonces, ¿el productor a pequeña escala perdió y el grande ganó con este resultado? Así es, irrefutablemente.
No es una cuestión de apreciaciones, sino de números. La retención fija del 35 por ciento, vigente desde el 7 de noviembre de 2007 hasta el 10 de marzo de 2008, que volverá a regir ahora, es igual para todos los productores sojeros sin discriminación de tamaño. La retención móvil del proyecto de Diputados también la hacía fija para los productores de hasta 300 toneladas, pero en el 30 por ciento, y para los de 300 a 750 toneladas, en el 35 por ciento. A unos y a otros les concedía la compensación por flete en zonas extrapampeanas. Los medianos extrapampeanos perdieron el beneficio por flete. Los chicos perdieron todo: por flete algunos, y cinco puntos de retención, todos.
En la noche del miércoles, cuando todavía quedaban más de quince senadores en la lista de oradores, Eduardo Buzzi se atrevió a reconocer ante los micrófonos que el proyecto que se estaba debatiendo mejoraba la situación de unos 40 a 45 mil productores respecto de la vigente al 10 de marzo (49.300, según la estadística que se manejaba en la Cámara de Diputados). Pero, como tantas otras veces, Buzzi planteó que “no es suficiente”. Hoy puede decirse que esos 40 a 45 mil, o 49.300, resignaron esa mejora, como resultado del “triunfo del campo”, es decir, del rechazo al proyecto oficial.
En cambio, los que ganan sin discusión son los grandes productores. Estaban pagando tasas de retención del 46 por ciento, y hubieran llegado al 50 por ciento o más en caso de volver a subir la soja. Gracias a la “derrota” del proyecto oficial, ahora no pagarán más del 35. Son, según cifras oficiales, poco más de 4500 productores que explotan las tierras más fértiles del país, o pools de siembra que alquilan la tierra desplazando a pequeños productores de su lugar de trabajo, para realizar la explotación a gran escala.
Es lógico que Buzzi pida a gritos ahora, al igual que Cobos, la discusión de “una nueva ley que recoja las distintas ideas”. Es decir, con retenciones móviles pero a escala más baja que la que llegó al Congreso de manos del Ejecutivo. Si no se corrige el perjuicio para los pequeños productores, ambos –al igual que los demás miembros de la Mesa de Enlace– podrían quedar “escrachados” como los sorprendentes mentores de una transferencia de ingresos desde el bolsillo del pequeño productor a la cuenta bancaria de un gran terrateniente. Llambías y Miguens no tendrán que dar tantas explicaciones, ya que su “platea” se compone más de grandes que de pequeños productores.
Para ingresar un nuevo proyecto de ley de retenciones móviles al Congreso, las entidades rurales y el propio Cobos necesitarían de cierta complicidad, o mirada al costado, de todo el mundo. Por reglamento del Congreso y normas de la Constitución Nacional, por el presente ejercicio no se podría insistir con el mismo tema, porque el Senado lo rechazó sin hacer modificaciones. No sólo con el mismo proyecto, sino con ningún otro sobre el mismo tema.
Cobos terminó su alocución cuando votó con la frase “mi voto no es positivo”. Al menos, para los pequeños productores sojeros, es literalmente así.
EL GOBIERNO CONSIDERA CERRADO EL CONFLICTO CON EL SECTOR AGROPECUARIO Y NO PREVE NUEVAS COMPENSACIONES
“Ya está, ahora hay que meterle para adelante”En la Casa Rosada creen que las futuras negociaciones con los ruralistas serán para acordar políticas a largo plazo y el marco del Acuerdo del Bicentenario. “Lo hubieran pensado antes”, señalan ante el nuevo pedido de la Federación Agraria.
Por Daniel Miguez
Con el decreto firmado ayer por la presidenta Cristina Fernández de Kirchner anulando las retenciones móviles, el Gobierno dio por terminado el tema del conflicto, abriendo así muy pocas posibilidades a los reclamos de la Federación Agraria de profundizar las medidas a favor de su sector.
“Ya está. Se terminó. Tuvimos que hacer lo que ellos querían. No nos quedaba otra después de lo del Senado. Ahora hay que dar vuelta la página y meterle para adelante”, señaló a PáginaI12 uno de los más altos funcionarios del Gobierno.
Cuando se le señaló que la medida afectaba a la entidad dirigida por Eduardo Buzzi, porque era la única que había recibido beneficios del Gobierno a lo largo del conflicto, que ahora desaparecen al retrotraer la situación al 10 de marzo, el funcionario señaló: “Lo hubieran pensado antes. ¿Qué quieren? ¿Que hagamos esto y encima les demos compensaciones? Si nos hicieron comer este sapo no pueden decir que no están conformes. Eh, basta, si no es joda”, fue la expresiva síntesis del funcionario.
Un poco más tarde, una de las principales figuras del oficialismo en el Congreso le contó a este diario que fue la misma línea que manifestó la Presidenta en la reunión en la quinta de Olivos (ver página 8). “Esto es todo lo que podemos hacer. A otra cosa”, afirmó el legislador.
Lo que quede por acordar con los empresarios del campo serán políticas a largo plazo y el marco del Acuerdo del Bicentenario, sostienen en el Gobierno.
La decisión de abolir la resolución 125 era una medida que se caía de maduro después del mazazo que el Gobierno sufrió con la votación del Senado en contra de las retenciones móviles. “Aunque legalmente no estábamos obligados a hacerlo, sí lo estábamos políticamente. Era la única forma de salir de esto y poder avanzar con otros temas.”
El jueves, la Presidenta durmió pocas horas por seguir por la televisión la sesión en el Senado. En medio de rumores sobre su renuncia, y mientras Néstor Kirchner seguía más que enojado con el vicepresidente Julio Cobos y con los senadores oficialistas que votaron en contra del Gobierno, Cristina Kirchner llamó al jefe de Gabinete, Alberto Fernández, y al secretario Legal y Técnico, Carlos Zannini, para decirles que empezaran a trabajar en un decreto que aboliera el 125.
A la tarde, mientras la Presidenta viajaba a Resistencia, los dos funcionarios pusieron manos a la obra, apagaron los celulares e hicieron decir a sus secretarias que dijeran que ya se habían ido de la Casa de Gobierno, cuando alguien los llamara. Terminaron el borrador el jueves a la noche bastante tarde. Ayer a la mañana temprano se lo llevaron a la Presidenta. Las correcciones que ella le hizo a los considerandos del decreto –en los que se repasa la historia del conflicto que duró más de cuatro meses– hizo que se demorara un poco su audiencia con el presidente de Lituania, Valdas Adamkus.
A partir de allí, Zannini hizo tre-kking por los pasillos que iban del despacho de la Presidenta al del jefe de Gabinete, con los borradores del decreto en la mano. La celeridad del asunto hizo que la convocatoria que la Presidenta había hecho al ministro de Economía, Carlos Fernández, se redujera a sumarse al tándem Fernández-Zannini. Cuando el texto final tuvo el visto bueno y la firma de la Presidenta, los dos Fernández lo anunciaron en la sala de conferencias de la Casa Rosada.
En el Gobierno dicen que ahora llega el tiempo de remontar la cuesta y recuperar el tiempo y el capital político perdidos. Para eso buscarán cuanto antes retomar la iniciativa, aunque las fuentes cercanas a la Presidenta dicen que aún están viendo qué caminos elegirán.
Confían en que todavía están a tiempo de reposicionarse para las elecciones legislativas del año que viene, que, saben, son de alto riesgo, porque a la merma de apoyo de una gran sector de la clase media, hay que sumarle el hecho de que cuando no se elige presidente o gobernador, los votos se dispersan. Y que si bien existe una oposición débil, sólo aglutinada por el conflicto con las cámaras agropecuarias, deberán trabajar mucho para obtener un resultado favorable.
Adelante
Por J. M. Pasquini Durán
Ningún gobierno puede estacionarse en sus victorias o derrotas, sólo los instantes necesarios para anotar la experiencia, sacar enseñanzas y seguir avanzando. A la hora de la reflexión no hay que temerle a las palabras ni renegar de la realidad. En el entorno del liderazgo, por lo general debido a lealtad malentendida, suelen generarse climas que niegan lo evidente para mantener en pie la falsa impresión de infalibilidad de la jefatura o acunar los egos maltratados, pero lo único que consiguen es debilitar la capacidad de autocrítica y de corrección del rumbo equivocado. La mayor debilidad del gobernante no es el error cometido, sino la incapacidad para admitirlo. La gestión de la presidenta Cristina ha llegado a uno de esos puntos de inflexión, quizás el primero de tanta resonancia, pero no tienen razón los que consideran que comenzó el principio del fin. Ni siquiera es el final de una idea justa, que nadie pudo rebatir, aunque estuvo mal realizada: la obligación solidaria de los que más tienen con los menos afortunados.
El Poder Ejecutivo hizo honor al compromiso explícito de hacer caso a la decisión del Legislativo y, a pesar de que los legisladores no llegaron a nada, ayer derogó la Resolución 125. Es probable que, más temprano que tarde, quede en claro para la mayoría que esa decisión sobre los derechos de exportación hace tiempo que dejó de ser la causa central de los movimientos de fuerza de la Sociedad Rural y sus aliadas, que procuraban (y perseguirán) una hegemonía política desde el ámbito corporativo, en lugar de partidos políticos, que sería una vuelta atrás en el tiempo, a la época en que “factores de poder”, es decir grupos económicos poderosos, dictaban las políticas públicas a gobiernos débiles o jaqueados por insatisfacciones sociales manipuladas con inteligencia por esas corporaciones económicas, nacionales y extranjeras. La discusión de fondo en estos cuatro meses giró sobre la autoridad del Estado como factor de equidad en la distribución de las riquezas nacionales. Es un debate inconcluso y queda tela para cortar.
Hay mucho para aprender de estos últimos cuatro meses acerca de lo que se debe hacer y cómo realizarlo, pero todo indica que hay una sola manera para el Gobierno de recuperar el terreno perdido: caminar hacia adelante. Han quedado en el aire algunas iniciativas de interés, la ley de arrendamientos para promover al que sea dueño de su tierra y la trabaje, tributos a las ganancias sobre los pools de siembra y la renta financiera, la consideración de un IVA menor para la canasta social, el seguro universal para la niñez, la construcción de hospitales, viviendas populares y más obras públicas, la elevación del mínimo no imponible, del salario mínimo y de las jubilaciones y pensiones, los créditos a tasas promocionales para las clases medias (profesionales, comerciantes, trabajadores calificados) y un sinfín de iniciativas que están aguardando y que formaron parte del imaginario colectivo desde que la presidenta Cristina anunció el “gobierno del cambio”.
En ese programa, por supuesto, también el Gobierno tendrá que considerar la posibilidad de un programa agropecuario nacional que multiplique la producción del campo y cada vez más le agregue valor de elaboración industrial. Los principales expertos internacionales auguran ciclos críticos en la economía internacional y una suerte imprecisa para el dólar como moneda patrón del comercio mundial. No es un sueño arrogante cuando Brasil y Argentina piensan en comerciar con monedas locales o una del Mercosur, como tampoco es un disparate la creación de un banco sudamericano como entidad promotora del desarrollo regional. Una devaluación del dólar, según estudios internacionales, podría disminuir en cuarenta por ciento la capacidad de compra de los mercados asiáticos, de China en primer lugar, primera acreedora de la deuda externa norteamericana, que podría afectar con severidad los precios en el mercado de los alimentos y las materias primas. Por eso, cuando los productores del campo creen que son “el futuro de la Patria” vaticinan una verdad relativa, sujeta no sólo a los azares climáticos, sino también a la implacable evolución de la globalización económica. Como bien se ha dicho durante las sesiones del Congreso, reducir el futuro del país a “granero del mundo” implicaría retroceder cien años y ninguna nación de las que figuran al tope de la economía internacional han ganado esa posición sólo por ampliar sus fronteras agrícolas y ganaderas.
Es legítimo que tanto los productores como el Estado traten de aprovechar la actual coyuntura de excepcional demanda de la producción primaria, pero el sentido común y la historia indican que poner todos los huevos en una sola canasta sería un grave error para el porvenir. Hasta los estudios de población indican que los centros urbanos predominarán sobre los rurales en los próximos cincuenta años. Ha sido una lástima que los congresistas desa-provecharan la oportunidad, acuciados por la crispación del conflicto, de reflexionar con más amplitud sobre lo que significa decidir acerca de un modelo nacional de desa-rrollo que acabe con la pobreza y la exclusión social, que fortalezca a las clases medias y levante escudos blindados a la nave nacional para que pueda navegar hacia el horizonte sin temor a las tormentas que azotarán al planeta.
Estos cuatro meses de conflicto y el propio Congreso pusieron en evidencia la orfandad del sistema político-partidario, que no logró todavía reponerse del profundo trauma de principios de siglo. Hacen falta una buena izquierda y una buena derecha, en condiciones de representar la pluralidad de intereses y creencias de la sociedad actual, distinta a las de los años ’70 y ’90 pero a la vez heredera de esas culturas tan diversas, mezcladas con los rasgos de la modernidad más reciente. La “sociedad de los pulgares”, entrenada por el uso masivo de celulares, deberá reconectarse con la política desde la política misma y no desde la hipócrita ficción de las corporaciones. En Congreso y en Palermo, el martes pasado, fue notable la presencia juvenil, en escenarios donde había mucha confusión. En Palermo, las representaciones oligárquicas estaban matizadas por los piqueteros de la Corriente Clasista y Combativa, el MTS de Vilma Ripoll y las brigadas de Castells. En Congreso, por primera vez en años, Néstor Kirchner le hablaba a la clase media pero para decirle que eran el rebaño de la derecha golpista, mientras lo escuchaban intelectuales y ciudadanos independientes de clase media que estaban allí en rebeldía contra las operaciones destituyentes. En el Congreso las confusiones también asomaron con crudeza, cuando en Diputados los de centroizquierda sumaron sus votos a los que respaldaban sin tapujos a la Sociedad Rural y sus aliadas, sin hablar del Senado, donde el oficialismo supo ganar votaciones 50 a 20 y en esta oportunidad terminó empatado en 36 votos, con seis ex gobernadores pejotistas y el vicepresidente de la Nación votando contra la ley que había logrado media sanción en la Cámara baja.
Tal vez el calificativo de traición suene demasiado drástico para evaluar el voto de desempate del vicepresidente Julio Cobos en la noche del Senado, aunque tampoco es apropiado aplaudir deberes de conciencia. El atributo otorgado al presidente del Senado no es patrimonio personal sino de representación, o sea que lo debe ejercer en nombre del Poder Ejecutivo, nunca en contra. Si violenta sus convicciones tiene la posibilidad de renunciar a la tarea, antes o después de cumplirla, pues de lo contrario convierte el acto en irresponsabilidad institucional. En su posición no cabe el clásico debate de si la banca pertenece al partido o a quien la ocupa, porque en el sistema de las listas sábana los méritos individuales son relativos, ya que su inclusión es potestad exclusiva del candidato de cabecera, debido a que los votantes no tienen la posibilidad de tachar al que no les gusta. En su caso particular aún menos, ya que su trayectoria política tenía en su haber sólo la gobernación de Mendoza y la pertenencia a un partido, la UCR, que estaba al borde de la desintegración. Invocar que los votos obtenidos por la fórmula también son propios es un juicio sin adecuadas proporciones, una fanfarronería de corto alcance. Desde Mendoza, ayer, Cobos levantaba bandera blanca, aunque es difícil caminar sobre un puente que antes fue dinamitado sin consideración, atento sólo a la demagogia de ocasión y no al litigio de fondo.
Esto no significa sepultar el proyecto de la concertación plural, no sólo porque es un compromiso adquirido, sino una necesidad para avanzar. La experiencia probó que el peronismo es fundamental pero no determinante, aún con Kirchner en la presidencia. En la calma social que sobrevendrá, después de tanta agitación, el Gobierno tendrá que oxigenar el medio ambiente para tomar aire fresco y revigorizar la relación con su base electoral y aún más allá. A lo mejor un refresco en el gabinete que sustituya a los funcionarios agotados y, en primer lugar, a los que despiertan encono entre las clases medias urbanas, además de facilitar la tarea de demolición crítica de algunos grupos mediáticos, podría ser una decisión tan balsámica como la pronta derogación de la maldecida Resolución 125. Habrá que ver en plenitud el estilo de gobierno de la presidenta Cristina, que esbozó una disposición a escuchar, junto con sus habilidades de polemista, indispensables en una etapa donde el camino inmediato viene en pendiente alzada. Es indiscutible que la capacidad de comunicar y de negociar acuerdos previos también serán indispensables, con la Presidenta como única figura central de los tres años largos que esperan por ella y su gestión. No está todo perdido ni mucho menos y a medida que decanten las razones y disminuyan los ruidos, todavía hay bastante para ganar, siempre adelante, nunca atrás.
Entre catarsis y contención
Por Sebastián Premici
La decisión política para derogar la Resolución 125 llegó dos días después de la derrota en el Senado. El Poder Ejecutivo instruyó ayer al ministro de Economía, Carlos Fernández, para que limite la vigencia de las retenciones móviles y el sistema de compensaciones para pequeños y medianos productores y disponga nuevas partidas arancelarias para soja, girasol, trigo y maíz, tal como estaban en noviembre del año pasado.
Horas después, Fernández firmó las resoluciones dando origen a un nuevo régimen de retenciones fijas. “Primero llegó la decisión política para dar de baja la 125 y luego se procedió con las resoluciones técnicas, que estarán publicadas en el Boletín Oficial el lunes, junto al decreto presidencial”, afirmaron a PáginaI12 desde el Ejecutivo. Con la firma de la Presidenta, Cristina Fernández de Kirchner, y el jefe de Gabinete, Alberto Fernández, el decreto defiende las retenciones móviles, menciona las trabas que sufrió el oficialismo en el Senado y critica a los sectores patronales del campo. “No puede haber un sector que imponga al conjunto (de la sociedad) sus propios intereses de lucro”, se expresa en los fundamentos del decreto.
“Con miras a la protección del interés de los que menos tienen, ordenamos dejarlas sin efecto (las retenciones móviles) para que puedan discutirse, en democracia y pluralidad pero con instituciones que estén exentas de presiones.” Con estas palabras, el Poder Ejecutivo dejó clara su postura post-Senado. El lunes publicará en el Boletín Oficial el decreto presidencial con la decisión política de dar marcha atrás con la Resolución 125. Paralelamente, el Ministerio de Economía publicará tres resoluciones firmadas el viernes, dando de baja la 125 y otras dos estableciendo el nuevo régimen de derechos de exportación para soja, girasol, trigo y maíz.
Cuando estos decretos se publiquen en el Boletín Oficial, la soja pasará a tributar un 35 por ciento en concepto de derecho de exportación, el girasol un 32 por ciento, el trigo un 28 por ciento y el maíz un 25 por ciento. “Entre el 11 de marzo y el próximo lunes rigen las retenciones móviles y el sistema de compensaciones. Todo lo que se comercializó en ese período está sujeto a las retenciones móviles. No hay retroactividad en esta decisión política y el lunes arranca un nuevo sistema”, indicaron a este diario fuentes del Ejecutivo.
Luego de más de 120 días de conflicto con el sector agropecuario y tras la derrota política del oficialismo en el Senado, el Ejecutivo salió a fijar su posición, a través de la letra del decreto 1176, presentado ayer por el jefe de Gabinete, Alberto Fernández, y el ministro de Economía, Carlos Fernández. De esa manera, la Presidenta de la Nación defendió la facultad del Ejecutivo para fijar su política económica a través del sistema de las retenciones móviles, cuyo objetivo fue “estabilizar los precios internos a niveles convenientes y asegurar un máximo posible de valor agregado en el país con el fin de obtener un adecuado ingreso para el trabajo nacional”. También reconoció las presiones sufridas durante todo este período, tanto las que vinieron desde algunos sectores del campo como el embate sufrido en el Congreso.
“Todo indica que la resolución del tema por la vía legislativa resulta imposible, dada la situación existente. Si bien la Cámara de Diputados pudo arribar a una expresión de esa voluntad, por mayoría absoluta, en el Senado existió un empate que hizo necesario el desempate por parte del señor vicepresidente de la Nación. Debido a esta situación, es el Poder Ejecutivo el que debe dirimir la cuestión, volviendo a ejercer sus facultades, pues de otro modo ha sido imposible”, se establece en el decreto presidencial.
El Ejecutivo reconoció a través de este decreto su derrota legislativa. Sin embargo, ayer reunió a todos los legisladores que votaron por el proyecto oficial para comenzar el reacomodo del bloque K. El oficialismo en Diputados se tomará dos semanas para luego avanzar con las leyes de arrendamiento y emergencia agropecuaria, pendientes de la última sesión en la Cámara baja (ver aparte). “El ánimo del Gobierno sigue siendo mejorar la situación de los pequeños y medianos productores, por eso es probable que se evalúe algún proyecto legislativo integral”, señalaron desde Economía.
Con esta nueva situación política, cayeron todas las compensaciones a la soja y el girasol y a los fletes. También quedó sin efecto la creación de un Fondo Social de 4000 millones de pesos (aportados por las retenciones a los grandes pooles de siembra) destinado a la construcción de hospitales, escuelas, viviendas y el apoyo de la agricultura familiar. “Es probable que los grandes se apuren a exportar rápidamente al 35 por ciento de retenciones, porque más adelante podría establecerse un régimen que lleve las alícuotas al 39 o 40 por ciento”, indicaron a este diario desde el Ejecutivo.
Una vez que se conoció la decisión política de dar marcha atrás con la 125, Eduardo Buzzi, presidente de la Federación Agraria, avaló la medida pero rápidamente pidió por una segmentación de pequeños productores y un sistema que compense a los que producen menos de 300 toneladas, algo que se incluía en el proyecto que supo tener media sanción de Diputados, ahora desconocido por la Mesa de Enlace (ver aparte).
A través del decreto 1176, la Presidenta asumió el embate legislativo –y de alguna manera la victoria del sector agropecuario– pero no se privó de criticar con dureza el accionar de la Mesa de Enlace. “El uso legítimo de facultades constitucionales y legales ejercido por un gobierno constitucional fue pretexto para un violento lockout, que inició una escalada de cortes de ruta, desabastecimiento, amenazas, agresiones verbales y físicas, y ha querido presentarse ante el pueblo como una manera de menoscabar la participación del Congreso”, sentenció el Ejecutivo.
SE ACELERO LA LIQUIDACION DE DIVISAS POR LA DEROGACION DE LA 125
Los exportadores, eufóricos
El sector granario volcó unos 80 millones de dólares más que un día común. El Banco Central y el Nación salieron a comprar para evitar una baja en la cotización de la divisa, que quedó en 3,05. Subas de bonos y acciones.
Con la derogación de las retenciones móviles, los exportadores empezaron a liquidar los dólares que retuvieron en los últimos meses. Si bien se conoció cerca del cierre de operaciones, la noticia se descontaba desde temprano y el sector granario volcó ayer unos 80 millones de dólares más que un día común. El volumen operado marcó un record para el mes, al contabilizarse 876 millones de dólares. El paraguas del Banco Central y el Nación sirvió para resguardar el tipo de cambio de la lluvia de billetes verdes que inundaron la plaza. Luego de las compras oficiales, el dólar mayorista se estabilizó en 3,023 pesos, mientras que al público se pidió 3,05. El stock de reservas internacionales, con la intervención, subió a 47.621 millones de dólares. Las acciones y los bonos cerraron levemente en positivo, pero con un importante monto de negocios que sacó al recinto bursátil de la apatía por el conflicto con el campo.
“No fue una cantidad descomunal, pero el ingreso de hoy (por ayer) estuvo entre los máximos para un día común”, dijo a PáginaI12 una alta fuente del Central. Según estimaciones privadas, los exportadores de cereales y oleaginosas liquidaron en el sistema financiero entre 170 y 200 millones de dólares. Si bien habrá que esperar hasta pasado mañana para conocer la respuesta del mercado, algunos operadores especulan que la semana próxima habrá un ingreso gradual, mientras que otros prevén que el ritmo se acelerará. La duda sigue siendo qué hará el Central ante esa situación. Fernando Izzo, de ABC Mercado de Cambios, estimó que el organismo “puede llegar a dejar bajar más el tipo de cambio” para castigar a los especuladores. Pero desde la entidad que conduce Martín Redrado aseguran que la intención es “recuperar el stock de reservas”. Ayer los fondos en la arcas del BCRA se incrementaron en 10 millones de dólares.
Lo concreto ayer fue que tanto el Central como el Nación salieron desde temprano comprando divisas para equilibrar el mercado. El Banco Central absorbió 30 millones de dólares, al tiempo que vendió unos 20 millones en el mercado a término. A pesar de ofrecer futuros a fin de mes por debajo de la par (a una cotización menor a la de contado), “se hacen pocos negocios, ya sea por falta de cupos operables o de la divisa contado”, advierte un estudio privado. En este contexto, el dólar mayorista cerró igual que la víspera, a 3,023, mientras que a futuro, la intervención oficial focalizada en los plazos cortos dejó al dólar para fin de julio en 3,021.
El mayor ingreso de dólares, producto de la cosecha gruesa, hace prever una descompresión de las tasas de interés. Con el Central inyectando dólares, contra reservas, y absorbiendo pesos, el costo del dinero se fue por las nubes. No obstante, el aumento paulatino de las liquidaciones, la recuperación de las reservas, la inyección de pesos al mercado y la vuelta de los depósitos al sistema comienzan a delinear el camino inverso, hacia un nivel de tasas más bajo. La tasa Badlar –promedio para depósitos por más de un millón de pesos– se ubicó en 15,5 por ciento, “bastante menor al 18,5 al que llegó en el pico de la crisis”, destacó un ejecutivo del entorno de Redrado. Los plazos fijos para pequeños y medianos ahorristas ofrecían un rendimiento promedio entre 10 y 15 por ciento, en depósitos a 30 o 60 días.
El resto de los mercados también mostró la euforia desatada a partir de la idea de que “las rentabilidades no serán tocadas”. “El rechazo del Senado le dio un poco de impulso, pero una vez que el Gobierno confirmó la derogación de las retenciones, el mercado fue otro”, resumió a este diario un operador de la city. En la Bolsa porteña volvieron a registrarse movimientos oscilantes, pero a la hora de establecer una tendencia prevalecieron los signos positivos y el volumen fue el de “otros tiempos”. El índice Merval despidió la semana con una mejora de 0,72 por ciento. En bonos, lo mejor pasó por las emisiones que nacieron con el canje de la deuda. El Descuento trepó 1,7 por ciento y el Par amplió la ganancia a 3,8, mientras que el cupón PIB recuperó 1,4. Las series de renta fija movilizaron negocios por 1116 millones de pesos.