Chomsky, Noam.
Ambiciones Imperiales. Ediciones Península, Barcelona, 2005.
Introducción, pp. 9-10; Capítulo 1, pp. 11-25.
INTRODUCCION
Con frecuencia me preguntan: ¿Qué tal es entrevistar a Noam Chomsky? A lo largo de los más de veinte años que he trabajado con él, he aprendido varias cosas. Una es a prepararme la entrevista y organizar las preguntas por prioridades. Otra es escuchar con atención, porque nunca se sabe por dónde derivará la conversación.
La voz suave de Chomsky enmascara un torrente de información y análisis. Posee una capacidad extraordinaria para destilar y sintetizar cantidades ingentes de información. Y no se le escapa una. En una entrevista, mencionó el derribo en 1988 de un avión de pasajeros iraní por el buque estadounidense Vincennes. Yo me quedé atónito al oírle decir que su fuente de información era el Proceedings, la publicación del Instituto Naval estadounidense.
Empecé Alternative Radio en 1986 con una serie de entrevistas a Chomsky y desde entonces no hemos dejado de hablar. Casi todas las entrevistas que recojo en esta colección tuvieron lugar en el despacho de Chomsky en el Massachussets Institute of Technology. No ensayamos las preguntas. Para elaborar el libro, hemos editado las transcripciones, ahondado en determinados aspectos de la conversación y añadido notas.
Así pues, ¿cómo es entrevistar a Chomsky? Es estar en presencia de una persona que insiste en decir que entender la verdad y saber cómo actuar no es tan complicado; alguien que define y encarna lo que deberían ser los intelectuales; alguien que despelleja a todo el que hace reverencias al poder y denuncia a terceros, mientras escurre el bulto.
Chomsky controla la brújula y describe la topografía. A nosotros nos corresponde explorar el terreno. Espero que las conversaciones de este libro provoquen la reflexión, el debate y, sobre todo, el activismo.
Quisiera dar las gracias, especialmente, a Anthony Arnove, camarada, amigo y excelente corrector; a Sara Bersthel, editora y correctora excelente; a Elaine Bernard por su generosidad; a Greg Gigg por sus sugerencias; a la emisora KGNU; a David Peterson, Chris Peterson y Dale Wertz por la ayuda en la búsqueda de datos y fuentes; a Bev Stohl por atender mis numerosas peticiones; a Martin Voelker, por su apoyo técnico y por su amistad; y a Noam Chomsky por su solidaridad, paciencia y gran sentido del humor.
Algunos fragmentos de algunas de estas entrevistas han aparecido en diferentes formatos en International Socialist Review, Monthly Review, The Progressive, The Sun y Z.
DAVID BARSAMIAN
Boulder, Colorado, julio de 2005
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AMBICIONES IMPERIALES
CAMBRIDGE, MASSACHUSETTS (22 DE MARZO DE 2003)
¿Qué implicaciones tiene para la región la invasión estadounidense de Irak y su posterior ocupación?
Creo que no solo la región, sino el mundo en general, percibe, atinadamente, que la invasión estadounidense es una prueba, un intento de establecer una norma nueva sobre el recurso a la fuerza militar. La Casa Blanca articuló esta norma nueva, en términos generales, en septiembre de 2002 cuando anunció la nueva Estrategia de Seguridad Nacional de los Estados Unidos de América.1 El informe proponía una doctrina relativamente novedosa e inusitadamente radical sobre el uso de la fuerza en el mundo. No es casual que la publicación del informe coincidiese con el redoble de tambores que anunció la Guerra de Irak.
Esta nueva doctrina no preconizaba la guerra preventiva entendida en el sentido de adelantarse a posibles ataques (lo cual podría decirse que encaja con una interpretación más o menos forzada de la Carta de las Naciones Unidas), sino más bien algo que empieza a no tener fundamento alguno en el Derecho Internacional, a saber: la guerra preventiva entendida en el sentido estricto de la palabra. Es decir, Estados Unidos dominará el mundo por la fuerza y si se produce el más mínimo desafío a dicha dominación, ya sea lejano, inventado, imaginado o lo que sea, Estados Unidos tendrá derecho a eliminar dicho desafío antes de que llegue a convertirse en una amenaza. Eso es una guerra de prevención, no de anticipación.
Una norma nueva no se establece así como así. Evidentemente, no todos los Estados tienen capacidad para crear lo que entendemos por una norma nueva. Por ejemplo, si la India invade Pakistán para acabar con unas atrocidades monstruosas, no por ello estará creando una norma nueva. Pero Estados Unidos sí que instaura una norma nueva al bombardear Serbia alegando una serie de motivos dudosos. En eso consiste el poder.
La manera más sencilla de establecer una norma nueva –como puede ser el derecho a la guerra preventiva– consiste en elegir un objetivo absolutamente indefenso que no pueda hacer nada contra la fuerza militar más descomunal de la historia de la humanidad. Sin embargo, para que algo así goce de credibilidad, al menos de cara a tu propia población, lo que tienes que hacer primero es asustar a la gente. O sea, hay que tildar a ese objetivo indefenso de horrible amenaza para la supervivencia, que fue además el responsable de los atentados del 11-S y que se dispone a atacarnos otra vez, etcétera, etcétera. Precisamente fue lo que se hizo con Irak. En lo que fue un logro propagandístico verdaderamente espectacular, que sin duda pasará a la historia, Washington hizo un esfuerzo tremendo por convencer a los estadounidenses de que estábamos solitos en el mundo y de que Sadam Husein no solo era un monstruo, sino además representaba una amenaza para nuestra existencia. Y en esencia lo consiguió. La mitad de la población estadounidense cree que Sadam Husein estuvo «implicado personalmente» en los atentados del 11 de septiembre de 2001.2
Todo encaja. Se presenta una doctrina nueva, se establece la norma aplicándola a un caso muy simple, se mete miedo a la población y la gente, convencida de estar sola en el mundo, se traga que una serie de fabulosas amenazas ponen en peligro su existencia y, por tanto, apoya encantada el recurso a la fuerza militar en defensa propia. Si uno se cree todo eso, entonces verdaderamente la invasión de Irak es en defensa propia, por mucho que en la realidad esta guerra sea un ejemplo de agresión de libro de texto, cuyo fin no es otro que ampliar los supuestos de futuras agresiones. Una vez asimilado el caso sencillo, ya se puede pasar a otros más complicados.
Gran parte del planeta se opone de manera abrumadora a la guerra porque entiende que no tiene que ver únicamente con atacar a Irak. Mucha gente la percibe correctamente, tal como fue ideada, es decir, como la firme advertencia de que más te vale portarte bien si no quieres ser tú el próximo. Por eso en estos momentos mucha gente, tal vez la inmensa mayoría de la población del planeta, ve a Estados Unidos como la mayor amenaza para la paz en el mundo. En solo un año George Bush ha conseguido convertir a Estados Unidos en un país profundamente temido, aborrecido e incluso odiado.3
En el Foro Social Mundial de Porto Alegre (Brasil), celebrado en febrero de 2003, describiste a Bush y a su entorno como unos «nacionalistas radicales» que estaban llevando a cabo actos de «violencia imperialista».4 ¿Existen diferencias fundamentales entre este régimen de Washington, D.C. y los anteriores?
Tener cierta perspectiva histórica resulta útil, así que vayamos al otro extremo del espectro político, al punto al que más lejos podamos llegar: Kennedy y sus liberales. En 1963 su Gobierno anunció una doctrina que no se diferencia mucho de la Estrategia de Seguridad Nacional de Bush. Dean Acheson, respetado estadista entrado en años y asesor de la Administración Kennedy, pronunció un discurso ante la American Society of International Law [Sociedad Americana de Derecho Internacional] en el que sostuvo que no se derivan «acciones legales» del hecho de que Estados Unidos responda a una amenaza contra su «poderío, su posición y su prestigio».5 Lo dijo en un momento bastante significativo: poco después de la crisis de los misiles cubanos de 1962, que prácticamente puso al mundo al borde de la guerra nuclear. En gran medida, la crisis de los misiles cubanos fue el resultado de una campaña a gran escala de terrorismo internacional encaminada a derrocar a Castro (lo que hoy denominamos cambio de régimen) y que empujó a Cuba a dotarse de misiles rusos como medida defensiva.
Acheson alegó que Estados Unidos tenía derecho a recurrir a la guerra preventiva en respuesta, no ya a una verdadera amenaza contra nuestra existencia, sino al simple cuestionamiento de nuestra posición y de nuestro prestigio. De hecho, su manera de expresarlo resulta aún más radical que la doctrina de Bush. Pero, para ponerlo en su justa perspectiva, fue algo que Dean Acheson proclamó ante la American Society of International Law; no se trató de la declaración oficial de una política. Por el contrario, el documento que recoge la Estrategia de Seguridad Nacional es la declaración formal de una política, de una franqueza inusitada, y no simplemente unas afirmaciones realizadas por un alto funcionario.
Un eslogan que todos hemos oído en los mítines a favor de la paz dice: «Sangre por petróleo, no». Se suele mencionar el tema del petróleo como el leitmotiv de la invasión estadounidense de Irak. ¿Hasta qué punto el petróleo ocupa un lugar fundamental en la estrategia estadounidense?
De que ocupa un lugar fundamental, no cabe duda. No creo que nadie en su sano juicio lo dude. La región del Golfo ha sido la más importante del mundo en cuanto a producción de energía desde la Segunda Guerra Mundial y se espera que lo siga siendo durante, al menos, una generación más. El Golfo Pérsico es una inmensa fuente de poder estratégico y de riqueza material. E Irak ocupa un lugar absolutamente fundamental en él. Irak posee las segundas reservas más grandes de petróleo del mundo, y el crudo iraquí es muy fácilmente accesible y barato. Si se tiene el control de Irak, se estará en una posición muy fuerte para determinar el precio y los niveles de producción (no demasiado altos pero tampoco demasiado bajos) para debilitar a la OPEP (Organización de Países Exportadores de Petróleo), y para influir en el resto del mundo. Esto no tiene nada que ver con el acceso al petróleo para importarlo en Estados Unidos, sino con el control de dicho petróleo.
Si Irak quedase en algún lugar de África central, no se elegiría como ejemplo básico en el que aplicar la nueva doctrina de la fuerza. De todos modos, nada de esto explica la elección del momento preciso en que se inició la actual invasión de Irak, pues el control del petróleo de Oriente Medio ha sido una preocupación constante.
Un documento del Departamento de Estado fechado en 1945 sobre el petróleo de Arabia Saudí lo describe como «una magnífica fuente de poder estratégico y uno de los premios materiales más grandes de la historia del mundo».6 Estados Unidos importa una parte importante de su petróleo, aproximadamente el 15 por 100, de Venezuela.7 También importa petróleo de Colombia y de Nigeria. En estos momentos estos tres Estados son, desde el punto de vista de Washington, un tanto problemáticos; Hugo Chávez gobierna Venezuela, en Colombia se está librando una guerra civil y en Nigeria no cesan las sublevaciones y las huelgas. ¿Qué opinas de todos esos factores?
Todo eso viene perfectamente al caso y las regiones que mencionas son justo aquellas a las que Estados Unidos pretende tener acceso. Estados Unidos desea hacerse con el control en Oriente Medio. Pero, al menos según las previsiones de las agencias de inteligencia, Washington tiene la intención de asegurarse lo que aquellas describen como recursos más estables en la Cuenca Atlántica, esto es: el oeste de África y el hemisferio occidental, áreas que se encuentran más plenamente bajo control estadounidense que Oriente Medio, una región siempre difícil. Por lo tanto, cualquier tipo de turbulencia que se produzca en esas áreas supone una amenaza considerable y, en consecuencia, es muy probable que presenciemos otro episodio como el de Irak, sobre todo si la ocupación sale como esperan los planificadores civiles del Pentágono. Si acaba en una victoria fácil, sin un número excesivo de combates, y Washington es capaz de establecer un nuevo régimen que calificará de «democrático», se sentirán con ánimos para embarcarse en la siguiente intervención.
Se te pueden ocurrir varias posibilidades. Una de ellas es la región andina. El Ejército de Estados Unidos cuenta con bases y con soldados repartidos por los Andes. Colombia y Venezuela, pero sobre todo Venezuela, son grandes productores de petróleo, y hay más reservas en Ecuador y Brasil. Otra posibilidad sería Irán.
Hablando de Irán, nada menos que Ariel Sharon, el «hombre de la paz» como lo llamó Bush, aconsejó al Gobierno de este ir a por Irán «al día siguiente» de que Estados Unidos acabase con Irak.8 ¿Qué opinas de Irán, uno de los países a los que se ha metido en el grupo del «eje del mal» y que además cuenta con unas reservas de petróleo nada desdeñables?
Por lo que respecta a Israel, Irak nunca ha supuesto realmente un problema. Más bien lo ven como pan comido. Pero lo de Irán es otro cantar. Irán es una fuerza mucho más seria desde el punto de vista militar y económico. E Israel lleva años presionando a Estados Unidos para que se apodere de Irán, que como es demasiado grande para que Israel pueda atacarlo, quieren que los grandullones lo hagan por ellos.
Y es bastante probable que esta guerra haya comenzado ya. Hace un año se informó de que más del 10 por 100 de las fuerzas aéreas israelíes se encontraban estacionadas de manera permanente en sus bases de Turquía (y en la enorme base militar que tiene Estados Unidos en ese país), desde donde hacían vuelos de reconocimiento cruzando la frontera iraní. Por otra parte, hay informes creíbles que hablan de que Estados Unidos, Turquía e Israel están tratando de agitar a las fuerzas nacionalistas azeríes del norte de Irán.9 Es decir, la formación de este eje integrado por Estados Unidos, Turquía e Israel en la región, enfrentado a Irán, podría desembocar en la escisión del territorio iraní e incluso en un ataque militar, si bien esto último solo ocurrirá si se da por hecho que Irán estará básicamente indefenso. No van a invadir ningún país si creen que tiene capacidad para responder al ataque.
Con tropas estadounidenses en Afganistán e Irak, así como bases militares en Turquía, Irán está rodeado. Además, Estados Unidos dispone de tropas y bases en toda Asia Central hacia el norte. ¿No alentará esto a Irán a desarrollar armas nucleares, si es que no las tiene ya, como medida defensiva?
Muy probablemente. Y las pocas pruebas serias con que contamos indican que el bombardeo israelí del reactor iraquí de Osirak en 1981 probablemente estimularon y tal vez fuesen el pistoletazo de salida del programa iraquí de desarrollo de armas nucleares.
Pero, ¿no llevaban ya un tiempo con ello?
Con lo que estaban era con la construcción de una planta nuclear, pero nadie conocía su capacidad. Se hizo una investigación in situ después del bombardeo; la llevó a cabo un físico nuclear de Harvard muy conocido, Richard Wilson. Me parece que en esos momentos era el director del Departamento de Física de Harvard. Wilson publicó sus análisis en una destacada revista científica: Nature.10 Es un experto en la materia y, según dijo, Osirak era una central eléctrica. Otras fuentes iraquíes en el exilio han indicado que no se estaba haciendo gran cosa en el país. Ya antes los iraquíes habían jugado con la idea de las armas nucleares, pero lo que estimuló el programa de armas nucleares fue el bombardeo de Osirak.11 Es algo que no se puede demostrar, pero es a lo que apuntan las pruebas.
¿Qué significa la guerra y la ocupación de Irak para Palestina?
Ese es un tema interesante para la reflexión. Una de las reglas del periodismo es que cuando mencionas el nombre de George Bush en un artículo, el titular tiene que hablar de su «visión» y el artículo debe versar sobre sus «sueños». Al lado del texto puede aparecer una foto suya, escudriñando el horizonte. Se ha convertido en una convención periodística. Ayer mismo uno de los artículos centrales del Wall Street Journal mencionaba unas diez veces las palabras «visión» y «sueño».12
Uno de los sueños de George Bush es crear en algún lugar, en algún momento, en algún sitio no especificado, tal vez en el desierto de Arabia Saudí, un Estado palestino. Y se supone que debemos tomárnoslo como una visión magnífica, y alabarla. Pero toda esta palabrería sobre la visión y el sueño de Bush de crear un Estado palestino pasa totalmente por alto el hecho de que Estados Unidos tendría que dejar de minar los esfuerzos a largo plazo que están haciendo todos los demás países del mundo, casi sin excepción, con el fin de llegar a un acuerdo político mínimamente viable. A lo largo de los últimos veinticinco o treinta años, Estados Unidos se ha dedicado a impedir que se llegue a un acuerdo de esta naturaleza. La Administración Bush ha ido aún más lejos que las anteriores en cuanto a bloquear cualquier solución, a veces recurriendo a métodos tan extremos que ni siquiera han salido a la luz. Por ejemplo, en diciembre de 2002 la Administración Bush invirtió la política estadounidense sobre Jerusalén. Hasta entonces, al menos en principio, Estados Unidos había comulgado con la resolución de 1968 del Consejo de Seguridad que ordenaba a Israel renunciar a sus políticas de anexión, ocupación y asentamientos en Jerusalén Este. Pero la administración Bush dio la vuelta a esta política.13 Es solo una de las muchas medidas ideadas para minar la posibilidad de llegar a un acuerdo político mínimamente significativo.
A mediados de marzo de 2002 Bush hizo lo que se dio en llamar su primera declaración importante sobre Oriente Medio. Los titulares lo describieron como la primera declaración significativa en muchos años, y cosas así. Si lees el discurso, verás que está todo escrito con un lenguaje estereotipado, salvo por una frase. Hay que leer esa frase con atención. Decía: «Conforme se avance hacia la paz, deberá cesar toda actividad de asentamientos en los territorios ocupados».14 ¿Qué quiere esto decir? Que hasta que el proceso de paz alcance el punto que a Bush le parezca bien, lo cual puede alargarse indefinidamente en el tiempo, Israel debería seguir construyendo asentamientos. Esto, además, es un cambio en la política estadounidense. Hasta el momento, al menos de manera oficial, Estados Unidos se ha opuesto a la expansión de los programas de asentamientos ilegales que hacen imposible una solución política. Y ahora Bush está diciendo todo lo contrario: Adelante, seguid con los asentamientos, que nosotros seguiremos suministrando los fondos, hasta que decidamos que el proceso de paz ha alcanzado el punto adecuado. Esto representa un cambio significativo que favorece la escalada de la violencia y que mina el Derecho Internacional y las posibilidades de lograr la paz.
Has descrito el grado de protestas y cíe resistencia popular a la Guerra de Irak como «sin precedentes».15 Nunca había habido tanta oposición antes del inicio de una guerra. ¿Adónde irá a parar esa resistencia dentro de Estados Unidos y a escala internacional?
No conozco ningún método para predecir la evolución de los asuntos humanos. Irá adonde la gente decida que vaya. Hay muchas posibilidades. Debería intensificarse. Las tareas a las que nos enfrentamos en estos momentos son mucho más grandes y más serias que las de antes. Por otra parte, resultan más arduas. Oponerse a un ataque militar es psicológicamente más fácil de organizar, que oponerse a un programa duradero de ambiciones imperialistas, de las cuales dicho ataque es solo una fase a la que seguirán otras muchas. Esto requiere más reflexión, más dedicación y mayor compromiso a largo plazo. Es la diferencia entre decidir que mañana iré a una manifestación y luego volveré a casa, y decidir meterme en una historia complicada que va para largo. La gente tiene que tomar este tipo de decisiones. Lo mismo pasó con las personas que se comprometieron con el movimiento de defensa de los derechos civiles, con el movimiento de defensa de la mujer y con cualquier otro movimiento.
¿Qué opinas de las amenazas y de la intimidación a disidentes que se están produciendo aquí, dentro de Estados Unidos, y que incluyen redadas aleatorias a inmigrantes, a titulares del permiso de residencia y trabajo y, ya puestos, a ciudadanos?
Está claro que es para preocuparse. El gobierno actual se ha arrogado unos derechos que superan cualquier precedente. Entre otros, el derecho a arrestar a ciudadanos, a retenerlos sin que puedan comunicarse con sus familiares o abogados, durante un tiempo indefinido y sin cargos.16 Y, desde luego, los inmigrantes y otros grupos vulnerables deberían andarse con cuidado. Por otra parte, para personas como nosotros, ciudadanos con privilegios, si bien hay amenazas, son tan leves en comparación con lo que afronta la mayor parte de la gente del planeta, que cuesta tomárselas demasiado en serio. Acabo de volver de un par de viajes que he hecho a Turquía y Colombia y, en comparación con las amenazas que la gente debe afrontar allí, esto es el paraíso. En Colombia y Turquía a la gente le preocupa la represión de Estado, por supuesto, pero no permite que algo así los paralice.
¿Ves a Europa o a Asia oriental como fuerzas emergentes capaces de contrarrestar el poderío estadounidense en algún momento?
No cabe duda de que Europa y Asia son fuerzas económicas equiparables, en líneas generales, a Norteamérica y de que persiguen sus propios intereses, que no se reducen simplemente a seguir los dictados de Estados Unidos. Por supuesto, todos están estrechamente vinculados. Así, por ejemplo, entre los sectores empresariales de Europa, de Estados Unidos y de la mayor parte de Asia hay toda clase de conexiones, y comparten intereses comunes, pero a la vez persiguen objetivos diferentes, lo cual es el origen de problemas que se remontan mucho en el tiempo, sobre todo con Europa.
Estados Unidos ha mantenido siempre una actitud ambivalente hacia Europa. Quería que Europa se unificase, para servir de mercado más eficiente para las grandes empresas estadounidenses, al ofrecer grandes ventajas dado su tamaño.
Sin embargo, siempre le preocupó el peligro de que Europa pudiese avanzar en otra dirección. Muchas de las cuestiones relativas al acceso de los países del Este a la Unión Europea (UE) tienen que ver con esto. Estados Unidos está fuertemente a favor de este proceso de adhesión, porque tiene la esperanza de que dichos países serán más vulnerables a la influencia estadounidense y podrán debilitar el núcleo duro de Europa, formado por Francia y Alemania, grandes países industrializados que podrían tirar en una dirección algo más independiente.
En segundo plano está también el eterno disgusto estadounidense con el sistema social europeo, que ofrece salarios y condiciones laborales decentes y ventajas para sus afiliados. Estados Unidos no quiere que exista este modelo, porque es peligroso. Podría dar ideas a la gente. Y se sobreentiende que la adhesión de los países de la Europa del Este, cuya economía se basa en unos salarios bajos y en la represión de la mano de obra, puede contribuir a minar los estándares sociales de Europa occidental, lo cual beneficiaría mucho a Estados Unidos.
Con el deterioro de la economía estadounidense y ante la perspectiva de más despidos, ¿cómo va a mantener la Administración Bush lo que algunos denominan un Estado de acuartelamiento permanente, involucrado en una guerra interminable y en la ocupación de numerosos países? ¿Cómo van a seguir adelante con esto?
Solo tienen que mantenerse así otros seis años más. Para entonces, esperan haber institucionalizado una serie de programas extremadamente reaccionarios dentro de Estados Unidos. Habrán dejado la economía en un estado muy grave, con déficits galopantes, haciendo más o menos lo que hicieron en los años ochenta. Y entonces otro tendrá que ocuparse del lío. Entretanto, habrán debilitado los programas sociales y reducido la democracia (a la que odian, por supuesto) al transferir las decisiones del ámbito público a manos privadas. Internamente, el legado que dejarán será doloroso y complicado, pero solo para la mayoría de la población. Las personas que de verdad les preocupan se zafarán como bandidos, de manera muy parecida a lo que ocurrió durante los años del Gobierno Reagan. Al fin y al cabo, muchas de esas mismas personas están en el poder en estos momentos.
E, internacionalmente, tienen la esperanza de que para entonces habrán institucionalizado las doctrinas de la dominación imperialista mediante la fuerza y las guerras preventivas que más les convengan. En materia de fuerza y gasto militares, Estados Unidos supera probablemente al resto del mundo. Y en estos momentos se está metiendo por caminos peligrosos, como el de la militarización del espacio. Y asumen, supongo yo, que pase lo que pase con la economía, la fuerza militar estadounidense será tan apabullante que la gente simplemente tendrá que hacer lo que ellos digan.
¿Qué dirías a los pacifistas de Estados Unidos que lucharon para impedir la invasión de 1rak y que ahora sienten rabia y desesperación al ver que su gobierno haya hecho esto?
Que deberían ser realistas. Piensa en lo que pasó con el abolicionismo. ¿Cuánto tiempo tuvo que luchar el movimiento abolicionista para conseguir algún avance? Si tiras la toalla cada vez que fallas en tu intento por conseguir el objetivo inmediato que te proponías, seguro que ocurrirá lo peor. Este tipo de luchas son largas y duras. De hecho, lo que ha ocurrido en los últimos dos o tres meses debería verse como algo bastante positivo. Se ha creado una base para la expansión y el desarrollo de un movimiento por la paz y la justicia, capaz de dar el salto a tareas mucho más difíciles. Así son las cosas. No se puede esperar una victoria fácil con solo una marcha de protesta.
NOTAS
1. Casa Blanca, The National Security Strategy of the United States of America, emitida el 17 de septiembre de 2002. Se puede consultar on-line en http://msvw.whitehouse.gov/nsc/nsc.html.
2. Linda Feldmann, Christian Science Monitor, 14 de marzo de 2003.
3. Peter Ford, Christian Science Monitor, 11 de septiembre de 2002. Véanse también las encuestas citadas en Noam Chomsky, Hegemonía o supervivencia: La estrategia imperialista de Estados Unidos (publicado en español por Ediciones B, 2004, en traducción de Miguel Izquierdo).
4. Noam Chomsky, «Confronting the Empire», 2 de febrero de 2003. Este artículo se puede leer en http://www.chomsky. info/talks/20030201.htm
5. Dean Acheson, Proceedings of the American Society of International Law, número 13/14 (1963).
6. Foreign Relations of the United States (1945), vol. 8, p. 45.
7. Andy Webb-Vidal, Financial Times (Londres), 14 de enero de 2005.
8. Stephen Farrell, Robert Thomson y Danielle Haas, The Times (Londres), 5 de noviembre de 2002.
9. Robert Olsen, Middle East Policy 9, número 2 (junio de 2002).
10, Richard Wilson, Nature 302, número 31 (marzo de 1983).
11, Imad Khaduri, «Uncritical Mass» (manuscrito fechado en 2003). Michael Jansen, Middle East International, 10 de enero de 2003. Scott Sagan y Kenneth Waltz, The Spread of Nuclear Weapons (Norton, 1995), pp. 18-19.
12. Robert S. Greenberger, Wall Street Journal, 21 de marzo de 2003.
13. Ha’aretz y Jerusalem Post, 4 de diciembre de 2002. Resolución 252 del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas (21 de mayo de 1968).
14. Steven R. Weisman, New York Times, 15 de marzo de 2003. Texto del discurso del presidente, New York Times, 15 de marzo de 2003.
15. Noam Chomsky entrevistado por Cynthia Peters, Znet, 9 de marzo de 2003.
16. Rachel Meeropol, ed., America’s Disappeared (Seven Stories Press, 2005).